martes, 1 de abril de 2008

CASTROVERDE. Bosquejo histórico-geográfico




CASTROVERDE
Bosquejo histórico geográfico

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(Así era, e así vestía, cando publiquei este libriño)



Xosé María Gómez Vilabella



Imprenta AJA. Calle Tarragona, 32. Madrid
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O meu currículum vitae naquela época
era o seguinte:

          Idade: 20 anos.

          Estudos: Autodidacta; a escola de meu pai, José María Gómez Lombardero; a do Mestre de Maxide, don Jesús Rojo López, que por certo deixei de telo prematuramente porque foi represaliado polo franquismo, e castigado, desterrado, a Santa Eulalia de Oscos (Asturias); o que nunca souben é o por que nos depuraron aquel Mestre que nunca faltaba á Misa, ¡co lonxe que lle quedaba a igrexa parroquial!, e que nos ensinaba aos nenos instrución militar, amén de facernos recitar tódolos sábados o “España, Patria querida...”; alguén opinou que foi por namorarse da filla dun falanxista..., pero eu inclínome a pensar que a culpa era do seu apelido, “Rojo”, mal interpretado. Despois diso, dous anos de ¿prácticas? poñendo escola privada (das chamadas “de a ferrado”): aos 16, na casa de Rei de Piñeiro (Corgo), e aos 17, na casa do Pequeno, na Pereira de Librán (Baleira). Co que gañei nestas escolas comprei o primeiro reloxo e maila primeira gabardina, y fun, unhas semanas, en Lugo, á Academia ERT, ás clases de mecanografía e de taquigrafía.

          Outra formación: As miñas reflexións diante do ripeiro, pois, tan pronto puiden coa aixola, din en facer zocas, que as vendía na feira de Castroverde; por certo que, levadas ao lombo, nun saco, desde Berlán; se me quedaba algunha sen vender, gardábanmas na taberna do Escardel, para a feira seguinte.
          Traumas: Que as dificultades económicas, xunto coas enfermidades de meus pais, nos levasen á renuncia da bolsa do Instituto de Lugo, obtida nun exame que aprobei xunto coas xemelgas Hermida López. O meu “motor interior”, o meu alento naqueles desalentos, foi negarme a permanecer en segundo plano con respecto aos meus compañeiros e compañeiras da Escola de Maxide, incorporados ao Instituto.

Para lograr fonda, aos 18 firmei para o Ejército, ao Ministerio do mesmo, ¡por tres anos!, sendo destinado como mecanógrafo para o Consejo Supremo de Justicia Militar, onde tecleaba oficios polas mañás; pola tarde asistía ao Centro de Estudios Mercantiles y Económicos, na calle da Bola, amparado nunha bolsa da Acción Católica. Ao Supremo cheguei, seguramente, pola recomendación, ¡medicina dos pobres!, dun primo de meu pai, Luis Lombardero, que daquela era Capitán, secretario do General Carlos Martínez-Campos Serrano, (neto do de Sagunto), no Alto Estado Maior Central. Martínez Campos, que chegaría a ser  designado Presidente da Real Academia da Historia, examinoume de canto quixo, e facilitoume, presentoume, de motu propio, un “Carnet de Investigador”, concretamente o número 6, que volvían a dalos, aínda que a contagotas; ¡aos franquistas estorbáballes a Historia de España, a auténtica!; portas abertas con esta credencial, púxenme a desempoar e a interpretar atados no Archivo Histórico Nacional.

          Éxitos: Que me quixese a terceira das rapaciñas ás que me acheguei, -esta di que foi por culpa dos versos que lle dedicaba-, pois as dúas anteriores déranme unhas cabazas do tamaño dun palleiro.



¡A miña Estrela..., daquela!
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Cando e como recopilei os datos?

¡Moi sinxelo! Cando non tiña clases, cando vacaba no Centro de Estudios Mercantiles y Económicos, íame ao Archivo Histórico Nacional, que daquela (ata o ano 1953) compartía edificio coa Biblioteca Nacional. Esforzábame por ler e por entender aqueles pergameos, tomaba apuntes, e despois pasábaos á maquina no Supremo, cando non tiña outras tarefas, das oficiais.

Para pagar na imprenta, pedinlle os cartos a meu pai, así que, desde aquí ao Ceo, doulle as grazas, ¡moitas, que para entón foron moitos cartos, máis do que despois recuperou el, seguramente, vendendo este libriño, a 12 pesetas! No cuartel poñían, “Todo por la Patria”; eu, daquela, dixen: “Todo polo meu Castroverde!”.

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Dedicatoria.

A la eterna memoria de mi abuelo (Q.G.G.), como homenaje a su recuerdo, y a tantas leyendas que, como arrullo, escuché de sus labios cuando niño, y que más tarde, consolidado mi apego a la tierra natal, inspiraron la compilación de mi modesto trabajo.

EL AUTOR
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POR Y PARA CASTROVERDE

Caro lector: Ni remotamente había pensado al emprender este breve estudio de Castroverde, mi pueblo bien amado, en lo difícil que resulta dotarle de una especie de prólogo para presentarme ante vosotros y deciros: He aquí el modesto fruto de mi trabajo y de mis investigaciones; he aquí lo poco que mis conocimientos me permitieron realizar; pero, aun siendo tan poco, es una ofrenda grandísima porque en ella he puesto todo mi espíritu y todo el amor al terruño de que es capaz un alma gallega, y máxime cuando esa tierra ya queda allende los horizontes para nosotros; cuando, como yo, la hemos perdido de vista en nuestra adolescencia para seguir nuevos derroteros, para buscar lejos aquello que en ella no nos era posible encontrar, y, finalmente, cuando una de nuestras ilusiones en el nuevo meridiano es trabajar por ella y para ella con los medios a nuestro alcance.

No es que pretenda valerme de un prologuista que destaque en el mundo de las artes liberales, como hacen gran parte de nuestros escritores modernos, y aun los ya consagrados, para aquilatar y presentar los méritos del autor y de la obra. No; Dios me libre de hacerlo. En primer lugar, que no hay mérito en mi trabajo, y si existe alguno renuncio a él en honor del pueblo añorado; y, además, que sólo pretendo exponer y descubrir una parte de ese caudal histórico que es nuestro y nos pertenece, que estaba enterrado en el olvido y renace a nuestro conocimiento, que eran pergaminos en polvo de bibliotecas y pasa a ser dominio nuestro, antes imposible de conocer para la mayor parte de mis convecinos.

Es demasiado reducido este trabajo para lo que hubiese sido mi deseo. El tema es más que suficiente para dos o tres volúmenes sin salirse de la realidad histórica, sin mezcla de fantasía ni de vana literatura, pero lo he dejado reducido a un elemental estudio de aproximación, pues el consejo de amigos conocedores del ambiente rural, y de otros versados en distintas publicaciones, ha modificado mi primer propósito.

Uno de los inconvenientes a que también he de enfrentarme es el de la ilustración de posibles lectores (1) y en atención a ellos, por ser precisamente para los que he orientado mi tarea, un tanto necesitados de conocimientos y/o de luces intelectuales, no puede presentárseles un temario laberíntico, de exposición directa, con alardes científicos, pues sería complicar más de lo que ya estaban los escasísimos detalles históricos conservados por la tradición popular.

También me hubiese gustado sobremanera ampliar este breve estudio a monumentos de más o menos valor histórico y artístico: iglesias parroquiales, retablos, imaginería y ermitas existentes, así como cruces monumentales de piedra, caseríos blasonados, etcétera, tema más fácil de presentar y con mayor amplitud por la existencia abundante de papeles y datos archivados en nuestras iglesias y en bibliotecas particulares, que facilitan la tarea investigadora, pero que en acatamiento a la brevedad que me he propuesto dejo para un nuevo volumen, si algún día llega a publicarse (2).

Más sencillo y más satisfactorio para mí sería suprimir todas las citas y reseñas de obra y textos donde he bebido mis conocimientos sobre el tema, para mayor claridad y menos engorro al lector; pero he considerado también que en el ambiente con que me enfrento equivaldría para muchos al trazo de una fantasía, más o menos brillante pero sin solidez ni razón de existir; por ello, y ante el verismo de eminentes historiadores y geógrafos, se esfuma el temor de que sean refutados unos datos, unos argumentos, tan avalados (3).

He preferido también extenderme en aquellas descripciones de carácter general para el distrito con perjuicio de las propias y particulares de cada pueblo o caserío, restos históricos que se conservan, etcétera, y que conozco por haberles visitado en los primeros años de mi adolescencia, guiado por el innato afán de descubrir vestigios de pasadas generaciones, pero, como antes digo, fue preciso reducir, y con ello quedan tantas cosas en el tintero, en espera de mejor oportunidad.

Una pequeña parte de mis estudios sobre la historia antigua de esa comarca tuve el honor de hacerlos públicos en una charla o pregón que el hidalgo pueblo de Meda me permitió en sus festejos de Pascua, marzo de 1948, cuando todavía estaban por estudiar (4) tantas cosas que sólo se consiguen con el espacio y el tiempo; de todos modos, esto no les quita su ineditismo, pues entonces los expuse como hipótesis, y hoy puedo testimoniarlos con algunos detalles.

Por Castroverde y para ese pueblo que tanto amo aún a distancia, sea siempre todo trabajo que en su honor pueda brindarle.

EL AUTOR

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Reflexiones a 60 años vista:

(1)Me refería, y mejor fuera callármelo, a la preparación cultural de los posibles / potenciales lectores de mi comarca, que si yo tenía pocos conocimientos, la inmensa mayoría de los vecinos de Castroverde, en particular los mayores, poco distanciaban entonces del analfabetismo integral. Quería comunicarles, hacerles partícipes, de mi afecto por el terruño, en una época en la que lo usual era huir de aquellas miserias, meterse guardia o colocarse en la ciudad, aunque fuese de criadas o de barrenderos.

(2) Se cumplió muchos años después con la salida de mi “Castroverde en la Historia y en el presente”, pero con la desgracia y con las limitaciones de que en estos años, en lugar de acrecentar la documentación de interés local, las “malas fadas” destruyeron u ocultaron la mayor y mejor parte de ella. ¿Por qué, y para qué, destruyeron aquel archivo municipal…? La primera vez fue un incendio, seguramente accidental y casual, pero la segunda? Aquello del camión de la limpieza…! Lo sabremos en el Cielo, pues, o no lo confesaron, o es secreto de confesión!

(3) Ante la incredulidad y desapego reinantes en la postguerra, además y a parte de mis propias limitaciones, me aterraba pensar que mi libro, de ser algo más caro, más denso y/o más extenso, no sería capaz de bajar de las estanterías de la Librería Balmes.

(4) No exagero al ponderar la crisis cultural de los tres quinquenios anteriores, en los que el rural retrocedió poco menos que a las cavernas, y máxime en lo histórico, oficialmente considerado como maldito. A mayor abundamiento de lo hoy sabido y reconocido: Este librito, tan objetivo y tan inocuo, tuvo que pasar por la Subsecretaria de Educación Popular, donde, entre otros, el inefable Cela, el ilustre Cela, cribaban las palabras, una por una..., ¡por si olían mal, supongo! Así se especializó en tacos nuestro ilustre paisano, pues de tanto ver visiones, acabó cultivándolas, el mismo.



Aquí a primeira vez que falei en público: Tiña 17 anos.
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Complementos deste libro, ademais duns cantos artigos, conferencias, etc., son, foron:


CASTROVERDE na historia e no presente.
  



E

AS FEIRAS DE CASTROVERDE,


tamén subidos a Internet.

Xosé María Gómez Vilabella

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EL “MEDULLIUS” CÉLTICO

Sólo por el hecho de pertenecer el Medullius, o Medulio, al distrito de Castroverde tenemos en su evocación un motivo de lícito orgullo y un margen histórico de alta apreciatura, suficiente para llenar los cuarteles del más noble blasón local.
Es en el Medullius una derrota, pero con honor admirable; sucumben unos héroes, casi toda una raza y un pueblo, y mueren por eso, por odio al opresor, por su independencia ante extranjeros, que ven desvanecerse al paso de sus vidas, sacrificadas a su ideal en las aras del monte Medulio.
Rompecabezas de la Historia ha sido siempre situar con absoluta e irrevocable certidumbre esta comarca en la que tuvo lugar uno de los tres desesperados y últimos combates entre los naturales y las huestes romanas. Sagunto, Numancia, y tantas otras ciudades sometidas por los romanos, eran ya ruinas, polvo e historia; habían pasado dos siglos desde que, iniciada la conquista, las legiones romanas trataban de dominar completamente la península, pero aún quedaban núcleos rebeldes en el litoral cantábrico.
Los gallegos, la gente de mejor fama, Gallaice famae majores populi, según Estrabón les ha calificado, seguían conservando una vasta región, pero que disminuye progresivamente ante la acometida de las legiones imperiales. Lo mismo sucedía con los astures y cántabros, que llegaron a constituir una pesadilla para el Senado Romano, igual que años antes había sucedido con Sertorio y Viriato.
Sube al solio imperial César Augusto, y consciente del problema que para Roma representa la existencia de regiones rebeldes aún, y el temor a perder un segundo granero y las riquezas de nuestras minas, envía nuevas legiones, y con ellas sus mejores generales: Carisio, Antistio y Firmio, añadiendo diez nuevas cohortes a las veinte que ya tenía en España, con las que emprendió varias expediciones contra gallegos y lusitanos, y que sucesivamente lograron derrotar a los cántabros en el monte Vindius, a los astures en Lancia, y a los gallegos en el monte Medulio.
Esta es, en síntesis, la última fase de un pueblo que pierde su independencia y sus mejores. Luego, como siempre a través de la historia, divergencias y odios de raza que van eclipsándose poco a poco, fusionamiento de pueblos, invadido e invasor, y, por último, una nueva generación: la hispanorromana, que olvida rencores y trabaja por el engrandecimiento de sus comarcas.
Pero, siempre a través de los siglos, surge una idea conservadora de aquello que fue; se graba, se manuscribe o se imprime, según el grado de evolución que nos sorprende; y a medida de este progreso tratamos de mirar más lejos, de buscar las cosas en su origen primitivo; surgen cabos, puntos sueltos que es necesario enlazar para llegar a una conclusión, no siempre cierta y verídica. Este es el caso Medullius.
La divergencia de opiniones entre los autores que en distintas épocas trataron de este relicario, (porque lo es, sin duda), resulta completamente dispar. Así, citaremos algunos entre los varios que tocaron esta rama histórica, y que a través de mis investigaciones he leído y estudiado detenidamente. Sepulten, Fernández Guerra y otros autores son del parecer de que el Medullius debe buscarse en el monte de San Julián, junto al Miño y cerca de Tuy.  Armando Melón se inclina a suponerle en la sierra de San Mamed, al occidente de Astorga. Ferreras, cuya opinión acepto sólo parcialmente en cuanto a la defensa y retirada de los últimos guerrilleros celtas, le sitúa en Castro de Rey. Otros, en Cabeza de Meda, hacia Ribas de Sil, y no falta tampoco quien opine que en el monte Medelo de Chao de Amoeiro, en Ourense. Existen también Medos en Coruña, Pontevedra y Ourense, y Médulas en Ponferrada (León), pero no reúnen la situación geográfica y demás características necesarias convincentes para suponer que fuesen el antiguo Medullius.
Esta rivalidad de pueblos, tan dispares etimológica y geográficamente, no tiene razón de existir después de someterlos separadamente a un detenido estudio bélico y estratégico basado en los indicios históricos, táctica militar primitiva, fortificaciones, defensas, itinerario de retirada, puntos fuertes y campamentos del ataque invasor, retaguardia y adiestramiento de las legiones romanas, etc., y sólo un lugar, el monte de la Meda, además de la derivación del nombre primitivo, presenta los restos de sus fortificaciones y el perfecto encuadramiento que se desprende de los indicios que Plinio, principalmente, y otros estudios de la época, nos dan a este respecto.
El ilustre historiador Menéndez Pidal, al tratar en su historia de la era romana, señala cuatro como principales operaciones de la defensa celta: Bergidum, en la provincia de León, y la inicial, por así decirlo; luego, y casi al mismo tiempo, las tres definitivas, que ya conocemos. Opina el referido historiador que el motivo principal de enviar nuevas legiones el senado romano no fue tanto dominar por completo la península como apoderarse de las vías celtas que unían la meseta con el mar, facilitando la producción y el comercio, y, ¿por qué no suponerlo también?, estudiar la posibilidad de nuevas conquistas y descubrimientos, y mayor expansión marítima, ya que sabemos que las islas costeras fueron habitadas y dominadas por los romanos, aunque también parece factible que lo fuesen con fines estratégicos para proteger sus dominios contra una invasión bárbara, y que no tardó en presentarse.
Según el criterio de Menéndez Pidal, el ataque Vindius tuvo por objeto apoderarse de la vía Legio-Lucus Asturum (León-Asturias), y el del Medullius, sin duda, la vía Astúrica-Bergidum-Braccara (Asturias-Cacabelos-Braga), y supone al Monte Medulio cerca del Miño, de su confluencia con el Sil, y fortaleza de los astures.
En cuanto a que la mencionada vía fuese el principal objetivo, no existe un fundamento sólido para precisarlo ya que sabemos por los itinerarios romanos que en el siglo III de nuestra era existían en España 34 principales vía militares, y no todas ellas eran fundación romana, claro está. Sabemos también la existencia de otra vía que enlazaba Astorga con la comarca Vallibriense (Mondoñedo), y que continuaba posiblemente en su dirección hasta Flavia Lambris (hoy Vivero), y el mejor puerto cantábrico de nuestra región en aquella época.
De ser su interés principal asegurar la salida al mar, no fue un determinado camino el planeado con este objeto, sino varios, así como también los flancos peligrosos, y, en consecuencia, toda la zona rebelde.
Por lo que atañe a ser fortaleza astur el Medullius, no cabe esa posibilidad por su enclavamiento en la zona de esta Gallaecia; que fuesen tribus de origen astur o que la antigua Asturum confinase a muy corta distancia de esta comarca, no cabe discutirlo, pues sería meterse en un atolladero sin salida y sin argumentos irrebatibles para sostener una tesis, sea en favor o en contra.
Reconstruyendo los planos de batallas sucesivas, lo más acertadamente posible, y teniendo en cuenta las opiniones, muy respetables por cierto, de historiadores como Ferreras y Amor Meilán, entre otros, que dan abundantes luces para esta reconstrucción, vemos que al iniciarse el nuevo ataque propiamente dicho, de las legiones del César, y analizando única y exclusivamente la defensa de la región gallega, que las tribus celtas ocupaban nuestra actual provincia y las occidentales adyacentes, incluyendo una parte de Portugal, hasta el confín de la antigua Braccara (hoy Braga), muy posiblemente.
Desembarcadas las nuevas legiones en los puertos del Mediterráneo, cruzan rápidamente la península por las numerosas vías, alguna de ellas todavía en construcción, y llegando a la zona fronteriza, poco después del Duero, inician la ofensiva, alternando en las derrotas más o menos trágicas uno y otro bando, pero siempre con la táctica romana de total destrucción, que modernamente llamaríamos de tierra calcinada, para los fuertes que osaban resistir.
Sabemos que el primer choque importante de las nuevas legiones con los guerrilleros resistentes fue en Bergidum, cerca de Cacabelos, y su objetivo apoderarse de la vía Astúrica-Bergidum-Lucus Augusti, principalísima para la expansión de su comercio y de sus dominios.
La invasión no pudo ser lenta dada la superioridad numérica de las legiones romanas y el debilitamiento de las fuerzas indígenas, consecuencia de reiteradas luchas fronterizas, y principalmente hasta que los celtas, en su retirada, lograron concentrarse en los núcleos montañosos.
Arrinconados los astures y los cántabros en sus últimos reductos de las montañas, y los gallegos más al norte de las riberas del Sil, se procuró la táctica de cerco, y a este fin desembarcaron nuevas legiones en Flavia Lambris (hoy Vivero) y en otros puertos del norte de la provincia de Lugo, de lo que hay constancia en varias descripciones antiquísimas. La retirada de los nativos es entonces de Sudeste a Noroeste.
Han sucumbido ya los pueblos de la costa, y las legiones de Flavia Lambris se encuentran con las de centro España en la margen occidental del Miño precisamente, siendo esta la principal barrera que deciden los celtas aprovechar para contener la invasión, e inician la defensa ya perfectamente concentrados. Hasta su encuentro en esta situación es casi seguro que no ofreciesen una resistencia tenaz al empuje de las legiones, limitándose a un plegamiento hacia el macizo montañoso del actual Lugo.
En la comarca de Castro de Rey se hace intensiva esta resistencia apoyándose en las condiciones estratégicas del terreno y en la última esperanza de una victoria muy dudosa. La topografía de las lagunas de Castro y Pomar, y los ríos Pequeño, de Lea, Azúmara y Abeladeira, facilitan la defensa de los guerrilleros celtas; pero ante las inminentes derrotas sufridas por éstos, ceden, paso a paso, el terreno fortificado que intentaran defender. La lucha se sucede en los castros fortificados de Viladonga, Bazar, Triabá, Ramil y Santa Leocadia; continuando en los de Rois, Luaces, Caraño, Maxide, Graña y Sarceda. (Son sus nombres actuales, olvidados los primitivos, los de su fundación). Seguramente atajando los invasores la retirada celta hacia las montañas de Burum (Puebla de Burón) y de la comarca albionense, también de Fonsagrada, les hayan cortado el paso las falanges romanas, tomando el castro de la Pereira (Librán) en el frente del Noroeste.
Mientras tanto, por el Sur, también habían sido acorralados, manteniéndose en su última avanzadilla el castro de Francelos de Arriba, sin el cual hubiese sido inútil continuar la resistencia, y dominando desde él todo el valle de Barredo, único acceso al cerco defensivo.
Cita Marcelino Menéndez y Pidal, en su Historia de España, y como dato curioso, que el cerco romano en torno al Medulio abarcaba 18 millas, o sea, unos 27 kilómetros; circunferencia que coincide con una imaginaria que tracemos sobre las supuestas avanzadillas romanas: Castro de Sarceda, Pioute (en Pena), Serés, Barredo, Montes das Olas, Villarvente, Labio, Granda da Amurín y Suegos, cerco que fue estrechándose palmo a palmo hasta la completa extinción, y nunca rendición, como erróneamente pudiera interpretarse, pues el Medulio no llegó a rendirse.
No cabe duda de que fue éste el escenario bélico, tan lleno de castros defensivos en torno al Mons Ciro (Monciro), todos a muy corta distancia entre sí, y que forman una línea perfecta de las retiradas en la dirección central del Medulio, escenario del último cerco, por estrechamiento.



En días de niebla la nubosidad que envuelve Monciro nos lleva a evocar con nitidez el cerco de los romanos.

¿Tiempo que duro este cerco, este círculo de opresión? No hay forma de precisarlo, ¡o si! La lógica nos dice que los sitiados estaban carentes de recursos; el cerco demasiado estrecho y sin apenas espacio para aprovisionarse de caza y rebaños, única especie comestible en tal situación. Por otra parte, el testimonio de los restos de mámoas, montículos artificiales, y diversas fortificaciones de los atacantes, demuestran que precisaron un cierto tiempo para su realización.



Fotografía añadida: En la actualidad, con mi hija, yerno y nietos, de pies en la laguna grande de Monciro, en verano, seca, otro justificante de la desesperación de sus defensores.

Entre tanto, los romanos, después de cercadas las tribus supervivientes de los indígenas, crean dos campamentos militares, uno en Andión (Silva), antiguo Andelón romano, que se perpetua y transforma en el aludido pueblo, al igual que existe otro del mismo nombre, y también primitivo, Andelus o Andelón, perteneciente al convento jurídico de la Caesar-Augusta (Zaragoza), que Ptolomeo y Plinio colocan en esa jurisdicción , y donde existen varias inscripciones y ruinas de aquella época, siendo, al igual el Andión de Zaragoza y el aludido de Pol, fundaciones de carácter y nombre eminentemente romanos. Hay también constancia de otro campamento en Romeán, de los que nos cuenta la tradición existían, hasta hace poco tiempo, restos y vestigios de sus construcciones.
Desconocemos la función primordial que representaron los campamentos antedichos en el sitio del Medullius, pero es de fácil y lógica suposición: albergue, adiestramiento y cuartel general de las legiones romanas. De estos campamentos se sabe que subsistieron después de finalizada la contienda, con su fundacional carácter militar.
La tradición nos dice que los últimos supervivientes del sitio Medullius se envenenaron con jugo de tejo, en nuestra lengua, teixoeiras, ou teixos, (taxus baccata), antes que entregarse a los sitiadores. Soy enemigo de las leyendas por sus imprecisiones y sólo me baso en ellas cuando existe algo positivo y lógico que confirme sus aseveraciones, pero encuentro natural y hasta posible que aquel pueblo valeroso e independiente fuese capaz de todo antes de someterse a un ejército invasor, extranjero. ¿Qué le dieron, en premio de jubilación, al centurias romano? ¡Está claro: Los terrenos que hoy constituyen la inmediata parroquia de Cirio, (Ciro), a la que algún párroco cambió el nombre creyendo, interpretando, que lo pronunciaban mal!

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CASTROS

Para que desaparezca la ignorancia en el ambiente rural de nuestra comarca con respecto a estos monumentos históricos.

No es éste precisamente un tema que encuadre dentro de la materia propuesta al titular Bosquejo histórico-geográfico la modesta obra que ofrezco a Castroverde, nuestro pueblo, pero mis primeros años que pasé en él me dieron una experiencia suficientemente clara y precisa para conocer el hondo problema intelectual que, por superstición, opiniones sin fundamento, o relativa formación cultural si se quiere, es causa de que, lejos de desaparecer el mito e ignorancia en las gentes sencillas del campo, continúe en su apogeo con relación a los antiguos castros y túmulos que vemos en nuestra comarca.
La existencia numerosa de estos monumentos arqueológicos en nuestro distrito y el brillantísimo papel que a lo largo de la Historia no cabe duda han desempeñado, requiere, también, por otra parte, un merecido estudio aún independiente de lo anterior. Es más: ostentamos un hermoso nombre en nuestro Ayuntamiento, que se debe, cual claramente su composición lo demuestra, al detalle más sobresaliente que encontraron los antiguos pobladores para denominarle: Castro y verde; (que arranca del Castrum de Vallis Viridis); así es, en efecto, un hormiguero de castros por doquier, y verdes, con ese colorido tan perfecto que sólo Galicia atesora.
En materia tan delicada como es hablar de restos arqueológicos, y mucho más con la idea que me he propuesto de borrar, por así decirlo, toda clase de prejuicios e inverosímiles suposiciones relativas a estas construcciones, he preferido supeditar y recopilar, además de investigaciones propias, las de aquellos historiadores cuya tesis tiene fuerza de ley para cuantos estudios posteriores se han desarrollado.
Como norma general encontramos en todas las descripciones idéntica explicación: fortificación o recinto fortificado, situado siempre en un montículo o eminencia del terreno, y que se encuentra con frecuencia en el NO de España: en Salamanca, León, Zamora, Asturias, y especialmente en Galicia.
No coinciden los arqueólogos en sus opiniones respecto al origen y utilización de estas construcciones; Martínez Murguía, Montero Aróstegui, Verea, Martínez Padín y Leandro Sarolegui suponen fuesen templos en los que los celtas rendían culto a sus divinidades; opinión de relativo fundamento ya que para este objeto no era ni mucho menos preciso buscar la situación estratégica de casi todos ellos y su excesiva proximidad en comarcas que la distancia máxima entre algunos no llega a los dos kilómetros, como sucede en nuestro distrito con los de Maxide, Graña y Sarceda.
Cree Castellá Ferrer, y otros varios historiadores, que eran fuertes hechos por los gallegos para defenderse de los romanos; esta utilización la vemos claramente en los numerosos que, formando un enlace o cordillera defensiva desde las márgenes del Miño, origen principal de la resistencia celta, llegan hasta el Medulio, y aún forman una circunferencia defensiva en torno a nuestro Monciro, pero ello no significa que fuesen construidos con estas únicas miras ya que sabemos existían con anterioridad a la defensa, y cabe también la posibilidad de que varios fuese construidos durante ella, y algunos otros posteriormente.
El Obispo Prudencio de Sandoval supone, dentro de su análisis religioso, que sirvieron más tarde a los cristianos y a sus familiares para recogerse en ellos y defenderse de los moros. ¿? Excepto la batida de Almanzor, los moros poco terreno pisaron de la Gallaecia, y para eso, brevemente.
No faltó tampoco quien creyese y los considerase “túmulos”, monumentos prehistóricos de carácter funerario, que por formar un montículo artificial de tierra en forma de mama, se llamaron “mamblas”, y en Galicia “mámoas” o “modorras”.
El eminente historiador regional José Villaamil y Castro, al hacer un estudio concienzudo de estas fortificaciones, y juzgando por los objetos encontrados al hacer investigaciones, saca la conclusión de que no han sido templos religiosos, monumentos funerarios, ni construcción única y exclusivamente militar, aunque sí dominando en ellos el carácter de recinto fortificado y siendo el principal que les distinguía dada la lucha constante a que estaba expuesto el hombre, necesitando agruparse y apercibirse para la defensa de su vida y de sus intereses contra continuas guerras, acometidas e invasiones de la codicia ajena; opina también que eran burgos o agrupación de viviendas provistas de obras defensivas, acordes con la situación del lugar y la topografía del terreno.
Se da el caso particular de que algunos castros gallegos sí fueron construidos con fines religiosos, entre ellos el de Recadieira y el de Riotorto; y no todos son tampoco de la misma época, perteneciendo a la céltica, romana y post-romana, opinión que también comparte el Padre Sobreira.
Concluye Villaamil diciendo que: “Fueron (los castros) vicos (nombre dado antiguamente a los pueblos sin defensas naturales), formados en tiempos para Galicia verdaderamente prehistóricos, y que se mantuvieron habitados o conservando su importancia militar a través de la Edad Media, unos durante más, otros menos siglos, y algunos hasta los albores de la Edad Moderna”.
En efecto, en España fueron los romanos posiblemente los constructores de varias de estas fortificaciones para proteger sus pequeños destacamentos y guarniciones, y es lógico que el latino Castrum aplicado a éstos se hiciera extensivo a los construidos anteriormente.
En su situación y distribución se observa una definida estrategia haciendo suponer la corta separación existente entre sí que se hiciesen señales y se auxiliasen mutuamente. Durante la guerra de la Independencia, algunos de estos castros en Galicia fueron aprovechados para este último fin, haciéndose las señales por medio de hogueras. También pudieron ser empleados como fortificaciones en las zonas costeras cuando las invasiones de los piratas normandos en Galicia.
La fortificación de los castros suele ser de forma elíptica, constando de foso y una muralla de mampostería, con viviendas en su interior para los defensores o para sus habituales moradores.
Los castros, que en Galicia se llamaron, también, croas, contracción de coroas (coronas) por su forma elíptica, suelen estar en las proximidades de los ríos o de las fuentes, con el doble objeto de aprovisionarse del agua potable necesaria, y que éstos opusieran dificultad al paso de sus enemigos.
Si el terreno no era suficientemente escarpado y alto, se construían fosos y contrafosos parapetados, algunos abiertos en la roca viva y bastante profundos para hacerlos inaccesibles. Otros tienen solamente un parapeto, construido en seco con piedra pizarrosa, limitándose las obras de defensa a una lengüeta que los unía a un monte próximo. Estas características principales no podemos apreciarlas en toda su extensión por el estado ruinoso, casi todos convertidos en informes montículos de tierra, y con los fosos y contrafosos casi cegados, pero aun así pueden observarse las magníficas fortalezas que resultarían en aquellos tiempos primitivos.
También es evidente que estas y análogas fortificaciones, evolucionando poco a poco en su construcción, y dándoles al erigirlas un nuevo aspecto acorde con los adelantos y modernizaciones de siglo tras siglo, son los castillos medievales, son las plataformas modernas de toda serie de lanzamientos bélicos: aviones dirigidos por radio, bombas volantes y de hidrógeno, etc., que dan nombre y caracterizan a su época, inexpugnables hasta que surge algo nuevo de condiciones más perfectas.
En el interior del recinto de los castros existían viviendas socavadas a bastante profundidad, con paredillas de mampostería y techumbre de palos, ramas y tierra, a veces con una habitación anexa de planta curvilínea, que se supone era la cocina. Se conservan algunos castros, los de construcción más reciente, con restos de estas viviendas, aunque ruinosas, pero todos en general están muy desfigurados e incompletos.



Una vitrina del Museo de Viladonga, castro que fue investigado minuciosamente con posterioridad a la edición de este libro.

Las tradiciones y leyendas de nuestra región suponen que los castros son obra de moros, atribuyéndoseles por la fantasía popular que están minados de caminos subterráneos y con viviendas habitadas todavía por hermosas mujeres de otra época; herreros cuyos golpes de martillo suelen oírse de noche, etc., fantasías que no tienen nada de poéticas por conducir a un total convencimiento de que así era en efecto, aparte y además de que encierran, según estas leyendas, tesoros de oro y plata. El castro de Maxide, por ejemplo, en el que la tradición y viejas consejas suponen oculta la grada de oro que emplearon los árabes para trabajar su hacienda, y otros mitos análogos de diferentes castros, que tienen que desaparecer ante las investigaciones y excavaciones, con la cultura de este siglo XX; aún más, extinguirse no sólo la creencia sino también esta fábula en su carácter de tal. Prescindiendo de estas fantasías e invenciones, vemos que los trabajos de descombro e investigación en muchos, ¡de momento sólo en alguno!, han puesto al descubierto instrumentos de piedra, vasijas de barro, monedas de los emperadores del siglo IV, utensilios de hierro, molinos de mano, objetos de adorno de bronce y de oro, etc., aunque estos últimos groseramente trabajados.
Y esto es todo lo que, en resumen, de tales construcciones conocemos y nos brinda la historia, tan lejos de la fantasía popular extremada de nuestras aldeas y de las infundadas suposiciones que, como en tantas otras cosas, desfiguran el auténtico carácter de ellas.
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MINAS ROMANAS EN MONTECUBEIRO Y SU POSIBLE RELACIÓN CON LA TÉSERA ZOELA

La tradición constante e ininterrumpida, así como el testimonio irrecusable de los restos de pozos de extracción y lugar de fundición de mineral de hierro que existen en terrenos de la feligresía de Montecubeiro nos demuestran claramente el asentamiento de los romanos en nuestra comarca y el empuje que debió alcanzar su industria, tal vez iniciada por el pueblo celta, pero perfeccionada y explotada por los conquistadores, empleando posiblemente como elemento productor a las tribus esclavas, siempre que se pueda suponer la sobrevivencia de éstas, en un perímetro más o menos extenso, a la derrota del Medulio.
¿Fue monopolio del Imperio bajo la fiscalización de las legiones romanas la explotación de estas minas, o industria de índole puramente privada, que se ha realizado con el esfuerzo de una o varias tribus, esclavas o ciudadanas, con gravamen para el tesoro o con absoluta libertad? Es una de tantas lagunas que nos ofrece la historia antigua, y cuyo conocimiento exacto podría conducirnos a otros nuevos descubrimientos y a positivar los actuales.
De su existencia y métodos de obtención no cabe duda; basta para cerciorarse de ello, aun prescindiendo de la tradición vulgar, examinar los montículos de escombros mineros existentes en el llamado “Campo d´Hiladrán”, en la falda de la sierra de la Herradura, a unos dos kilómetros del convento de Montecubeiro. Sea por pura coincidencia, lo que es muy probable por ser la vía romana que unía los pueblos lemabos de Monforte de Lemus con los vallibrienses de Mondoñedo, anterior sin duda a esta explotación según se deduce de los itinerarios romanos, resulta enclavada precisamente a pocos metros de la dirección que por ley natural del terreno debía llevar esta vía, y que, aunque no mencionada por Plinio en su descripción de los principales caminos romanos, consta su existencia y la importancia que debió alcanzar al unir y enlazar varios de los principales pueblos de existencia probada e indiscutible, aunque también cabe la suposición de que fuese desviado el itinerario de esta vía, hasta hace pocos años camino de arrieros al Ribero de Monforte, para facilitar la evacuación de materiales y darle mayor importancia a la explotación. Ahora bien: el problema de la fundición se plantea ante nosotros como la más ardua de las empresas, mayor todavía que el de su explotación; pero a todo esto hemos de considerar la fortaleza y laboriosidad de aquel pueblo, que no era precisamente romano, aunque estos fuesen la cabeza dirigente, sino el indígena sometido, sin o con infiltraciones extrañas, a medida del avance, de la era, de la declaración de ciudadanía romana y de la extinción, lenta, del odio con que los celtas acogerían al invasor.
Vemos por la tradición y vestigios clarísimos de esta época que el material extraído en el Campo d´Hiladrán se fundía en factorías situadas a la distancia aproximada de dicho monte de una media legua. Ocupaban estas factorías de fundición, y posiblemente de forja y manufactura al mismo tiempo, lo que son hoy labradíos del pueblo de Escouredo, perpetuador del nombre y derivado de escoria, (scoria), ocupando estos residuos una relativa extensión y bastante profundidad, de un modo especial en la finca denominada Ferreña, Ferrería o Herrería, hoy propiedad de Antonio Gómez, en que al paso que el arado traza sus surcos en las épocas de laboreo, pueden observarse, además de una cantidad enorme de escorias, fragmentos de piedra tallada, tanto mayores al profundizar en el terreno, que se deben sin duda a la construcción de los primitivos hornos de fundición, no conservándose superficialmente nada de relativa importancia debido a la poca consistencia y duración de la piedra pizarrosa, que llega a convertirse brevemente en escombros inanalizables.
El transporte y acarreo del mineral de hierro hubo de constituir obra lenta, penosa y desproporcionada a la relativa facilidad de extracción y fundición en las respectivas instalaciones del Campo d´Hiladrán, Monte de Ferreira, y del agro denominado Fondales de Escouredo. Ignoramos de qué procedimientos se valían para ello, tal vez carros romanos de características análogas a los rústicos y típicos de la comarca, aunque posiblemente y más en consecuencia con lo accidentado del terreno, que hace difícil y poco práctico este medio de transporte, se utilizase una especie de rastrillo, tirado por bueyes o caballos, y que todavía se usa en algunas comarcas gallegas para acarreos en sitios de pendiente pronunciada como la existente entre estas factorías.
El combustible de la época empleado para esta clase de fundiciones era indistintamente la madera de urce, y de roble, de más calorías y más fácilmente transportable, siendo esta la razón lógica de que la fundición del mineral se instalase a considerable distancia de los yacimientos minerales, además del factor imprescindible, agua, para el temple de los aceros, pues es casi segura la manufacturación del metal extraído en forma práctica y utilizable para el comercio.
La tradición es terminante y clara en este punto: se utilizaron los robles del inmenso bosque natural situado a ambas márgenes del río Bon. Hoy el término lleva el nombre compuesto de Ribón, contracción de aquél por el que entonces se conocía. El problema de este dispar enclavamiento de factorías aludido está ya resuelto y clarísimo. Tan comúnmente indispensable para esta industria eran los elementos reseñados, materia prima, hornos de fundición y combustible, que sólo cabe la presituación de lugar y supeditamiento para aquel que necesitase un enclavamiento determinado. Por penoso y difícil que resultase el acarreo de mineral hasta el lugar de fundición, mucho más resultaría el acercamiento de combustible en proporciones equivalentes.
Si trazamos dos líneas imaginarias de ángulo, con vértice en el lugar supuesto y positivo de la fundición, cuyos lados corten el robledal ya citado, uno, y el otro termine en las  minas, obtendremos una magnitud de 18 a 20 grados, la mínima indispensable por razones de situación de ambos materiales a transportar y de los accidentes del terreno, para la determinación del lugar que deberían ocupar las fundiciones; reuniendo el elegido este doble carácter circunstancial de vértice para facilitar el transporte, y el confín del valle de As Cavozas, (Cavorcos), por el que, y en cualquiera de las direcciones Castroverde o Castro de Rey-Mondoñedo era evacuado el material obtenido.
Nada existe que demuestre o haga posible un estudio acerca de la intensidad de estas explotaciones ni del período de su duración. Los escombros existentes en el monte d´Hiladrán no son prueba suficientemente clara para juzgar este extremo; los siglos han conseguido soterrar por derrumbamiento y demolición los pozos existentes, transformándolos en una especie de trincheras, que éste es su estado actual; tampoco esto, aun de conservarse perfectamente, nos lo aclararía de una manera rotunda y terminante por existir en dicha sierra de la Herradura abundantes yacimientos superficiales que seguramente también fueron aprovechados hasta el límite de una ventaja relativa a su obtención en pozos y galerías mineras.
¿Cuándo y por qué causas no continuó extrayéndose este mineral? Es un problema intrigante y nebuloso. Podemos hacer diversas suposiciones más o menos acertadas y/o probables, pero nunca de verosimilitud absoluta, al menos mientras no se sometan estos yacimientos a un estudio técnico e histórico suficientemente profundo. No parece fuese por agotamiento de los filones explotados; la Herradura (Ferradura) sigue siendo en diversos lugares importante yacimiento de hierro, pero de dificultosa extracción en cantidades tales cual lo exige la industria moderna para obtener un lucro proporcional y superior al coste de las instalaciones necesarias, entre otras circunstancias por el inmenso caudal de agua que circula a cierta profundidad en toda, o en casi toda, la extensión de esta sierra, que impide la apertura de galerías suficientemente profundas por la existencia de estas corrientes subterráneas, encerrando además el consiguiente peligro de dar libertad a estas aguas soterradas que inundarían cualquiera de las cañadas que descienden de dicha sierra formando un importante río, y dando lugar a la desviación y extinción de aquellos manantiales con presión inferior a la resultante de las fuentes originadas. Pero este problema, tan complicado para una explotación moderna no es probable que fuese tal para los industriales hispano-romanos, por varias y sencillas razones: la situación de sus minas estaba en terreno seco y desviado del cauce subterráneo; el agotamiento de filones superficiales, si llegó a producirse, daría lugar a otras pequeñas excavaciones, más superficiales, y de las que, por tanto, ya no quedan vestigios. Cabe también la suposición de que llegase a extinguirse la materia combustible, pero, de suceder esto, sería indicio clarísimo de que la explotación y producción alcanzó cifras elevadas.
El vértice central y originario del terreno que ocupaban las fundiciones reunía, además de los bosques del Río Bon, otros limítrofes a esta situación geográfica, como eran la extensa cañada formada por las laderas de los montes de Cobula y Sarceda, hasta el valle de las Veigas de Feás, ya en términos de la actual Santa María Magdalena de Pena, y otra formada hoy por las praderas que baña el río Azúmara y terrenos de los pueblos de Cavozas, Berlán, Maxide y Veiga, de un espesor y densidad maderable muy elevado aún en nuestros días, y máxime en aquella, que probablemente fuese la primera tala de los inmensos bosques existentes en terrenos de los pueblos mencionados, siendo, por tanto, combustible suficiente para una amplia e importantísima explotación.
El estudio de esta industria romana trae consigo, por razón lógica de su existencia, varios problemas, alguno de ellos ya planteado. Queda el importantísimo y oscuro de averiguar y precisar qué tribu o tribus, esclavos sujetos a la vigilancia de las legiones romanas, o exploradores que emigrasen a nuestra patria con el deliberado propósito de explotar nuestras minas y fuentes de producción, fueron los auténticos realizadores de esta gran industria.
En mi modesta opinión, y después de un lento estudio y sopesamiento de probabilidades, no queda ya la más leve duda: el pueblo zoela es el realizador de esta empresa. No obstante esta hipótesis, que deja de serlo al analizar detenidamente las causas de su formación, me remito a la autorizada opinión y parecer de cuantos historiadores, contemporáneos o futuros, tomen cartas en el asunto, pues hasta la fecha ha sido tema muy discutido, pero no se ha precisado concretamente el objeto y motivo principal de la tésera zoela, estudio sobre el que fundamento la tesis presentada.
A todo esto, y para continuar en el estudio que me llevó al convencimiento absoluto de qué tribu o pueblo fue el creador de las referidas explotaciones existentes en nuestro distrito, analicemos la situación y características de aquellos pueblos que tiene conexión directa con nuestro problema, y cuya existencia está probada por numerosos escritos antiguos y modernos.
Los zoelas.- Varias son las descripciones en que encontramos a este pueblo importante, culto y extendido por varias y separadas comarcas, razón ésta que nos demuestra el carácter emigrante y explorador de sus componentes, y uno de los pocos casos en que vemos una tribu (generalmente un pueblo) extenderse, dominar con su esfuerzo y explotar terrenos tan notablemente distanciados entre sí como lo estaban las varias capitalidades que consta les han pertenecido: Fermoselle, una de las más importantes, situada en la provincia de Zamora, próxima al Duero, es el antiguo Ocellundurii romano. Ocellum, que todos los historiadores regionales coinciden en situarle en la feligresía de San Cosme de Oselle, partido de Becerreá. Vilaselle, cuyo nombre primitivo ignoramos por no existir hasta la fecha ninguna inscripción descubierta relativa a esta capitalidad, pero las ruinas de su castro, su nombre mismo y vestigios de construcciones antiquísimas la denuncian como otro de los pueblos de origen zoela; está situado a un kilómetro del Cádavo, capital del ayuntamiento de Baleira, en la falda de la Herradura o Pradairo.
Los triadivos.-  Tenemos constancia de su existencia también por la tésera zoela, que es común vínculo histórico a varias gentilidades de un mismo origen y raza, aunque habitando pueblos distintos y, por consecuencia, con nombres derivados también distintos. Dos son los pueblos que rivalizan en ser la capitalidad del antiguo núcleo triadivo: Triabá, próximo al Miño, en el actual distrito de Castro de Rey, y Triacastela, en el partido de Becerreá.
Analicemos la derivación del nombre actual, su situación geográfica y la relación que pueda existir de mutuo y recíproco interés con la tésera en cuestión.
Triacastela.- Tría no ofrece duda alguna. Castela, debido a la falta de uniformidad en que fueron evolucionando los nombres propios al emanciparse lentamente del latín y adaptar las modificaciones de cada región, puede tener su derivación de castro, castillo u otro significado análogo, como también de casta, tres tribus distintas en un mismo pueblo. En cuanto a su situación geográfica, forma una combinación de distancias tan perfecta como los otros pueblos que intervienen en el motivo de la tésera, como los que podemos agrupar en torno a Triabá; unos y otros rivales en considerarse los verdaderos de origen romano, siendo los cercanos a Triacastela, que analiza y estudia Villaamil y Castro en sus descripciones históricas: Doncos, del ayuntamiento de los Nogales, y no lejos de la vía militar que unía Astorga y Braga, pasando por Lugo, y considerando a este efecto la capitalidad zoela de los dos pueblos mencionados, Oselle, como el antiguo Ocellum romano.
Triabá.- Es la más probable capitalidad del pueblo triadivo que nos ocupa. Su nombre está en completa armonía con su situación geográfica, y no cabe suponer fuese otro por el que en la era romana se le conocía: tría -ya sabemos la aplicación de este prefijo-; ba, -apócope de vados, tendencia muy peculiar a través de la transformación de nuestra lengua a suprimir terminaciones en palabras compuestas, y aún en las simples-. Ya tenemos formado el actual Triabá: tres vados, que es precisamente su situación y su enclavamiento. Queda solamente determinar la situación de los dos pueblos que intervienen en el pacto aludido: los desoncos. Estoy conforme con García de la Riega en que el actual Duancos de Castro de Rey es la continuidad de dicha gentilidad; la capital zoela no puede ser otra que el Vilaselle ya señalado, en el término de la Baleira.
El origen romano de Triabá es irrebatible por la tradición constante e ininterrumpida de su fundación y evolucionamiento histórico; es más, la consabida leyenda ha estado unida siempre a la de que este pueblo fabricaba y ofrecía anualmente las túnicas de lino que en determinados días del año usaban los emperadores romanos; tradición que los historiadores José María Serrano y Pascual Madoz en el pasado siglo (en el XIX) confirman y dan como principal curiosidad de este pueblo. Todo esto nos demuestra rotundamente la gran importancia mercantil e industrial que pudo alcanzar este pueblo en la era romana.
A todo esto nos resta por estudiar la tésera de los zoelas, que en definitiva es la que nos llevó a las anteriores objeciones. Se trata de un pacto de amistad y mutua protección, que no consigno en virtud de mi proyecto de eliminar todo lo superfluo, o al menos no tan interesante al asunto que nos ocupa. Esta inscripción, publicada ya por varios autores, primeramente por el Abate Masdeu y luego por Villaamil y por Amor Meilán en su obra de la historia antigua de Lugo, entre otros, se refiere única y exclusivamente a la materia reseñada y que llamaríamos hoy, políticamente hablando, a un convenio de paz y no agresión. Intervienen, como queda dicho, las gentilidades de los desoncos y de los triadivos, y autoriza el pacto en Curunda, (¿Caraño?, Abieno, magistrado de los zoelas.
Quedan analizadas las dos posibles capitalidades de los triadivos, pero existe todavía otro pueblo ya aludido: la capital de los desoncos. Vemos cómo Amil y otros varios le sitúan en el Doncos de los Nogales; no falta tampoco quien, como García de la Riega, le crean en el actual Duancos de Castro de Rey y próximo a Moncelos. Amor Meilán, al hablar de este pueblo, no da claramente una opinión respecto a su posible situación, limitándose a exponer la tesis de que el sufijo ancos existe en Galicia desde muy antiguo, como en los pueblos de Briancos, Nemancos y Trasancos, siendo Duancos una contracción formada del latino duos-ancos, es decir, dos ancos, dos eminencias o cerros en forma de codo doblado, pero se inclina más bien a situarle en el Doncos de Becerreá.
Hasta ahora nos encontramos con la situación de dos pueblos o núcleos zoelas que por pura casualidad tienen tres capitalidades a una distancia entre sí casi análoga, y con una serie de detalles suficientes para considerarse indistintamente como los nombrados en la tésera zoela; pero esto no es todo, ¿y Curunda? Este detalle bien que pasase inadvertido para algunos historiadores, lo que no es admisible, bien que no acertasen por carecer de datos históricos para ello, no ha sido todavía situado en un pueblo determinado.
Es ésta la ciudad en que autoriza Abieno, magistrado zoela, la firma del pacto a que se refiere la tésera en cuestión. La lógica nos dice que este pueblo debía ser considerable a juzgar por la existencia en él de magistrados romanos, aún dentro de una tribu, raza o pueblo, nombre que indistintamente aplicamos a los zoelas, y que, además de pertenecer al mismo origen, lógicamente tenía que estar situado en las proximidades de ambos pueblos firmantes.
Madoz nos dice en su Diccionario geográfico, edición de 1848: “Por una larga inscripción que copió el Abate Masdeu, se sabe que ha existido una ciudad de este nombre, y como resultado de haber formado alianza varias familias de ella para socorrerse mutuamente; este tratado fue autorizado por el magistrado o gobernador zoela, nombrado por Plinio en los Astures, y que puede conjeturarse su proximidad a ellos, sin que se pueda determinar con precisión su correspondencia, faltando todo antecedente que pudiera conducirnos a ello”. Estoy conforme con Pascual Madoz en su descripción, pero queda algo que pudiera prestarse a erróneas interpretaciones: el hecho de que Abieno fuese un magistrado astur aunque zoela no significa su mayor o menor proximidad al dominio del antiguo convento asturiense, ya que este mismo magistrado pudo ocupar cargos distintos, y aun en diversos lugares; también, por qué no, pudo ser designado para este cargo en dos o más conventos administrativos, e incluso para toda una provincia romana, en este caso la Citerior.
Sabemos también que existía un procurador citado en varias inscripciones, Procurator provinciae Hispanie Ceterioris Asturiae et Callaeciarum, encargado de percibir los impuestos y atender a los gastos de la Legión VII Gémina, con la recaudación efectuada en el territorio de los tres conventos jurídicos: astúrica, lucense y bracarense, que pudo existir al mismo tiempo que otro magistrado con funciones notariales independientes de un cargo jurídico administrativo, o también estar encomendadas estas funciones al procurador aludido, y resultar, por tanto, el magistrado Abieno, que autoriza la tésera zoela, el encargado administrativo de los tres conventos jurídicos mencionados, desapareciendo así las suposiciones que se desprenden de los datos que nos da Plinio respecto a tratarse de un magistrado astur, en este caso de las tres antiguas jurisdicciones.
¿Por qué no buscamos el romano Curunda en el actual Caraño, del ayuntamiento de Pol, a la inmediación aproximada de Vilaselle, capital zoela, y de los dos pueblos de este mismo origen: Duancos y Triabá?
Sea hasta ahora una mera suposición, que el tiempo, investigador infalible, se encargará de poner en claro después de los correspondientes estudios y hallazgos arqueológicos, siempre que esto se lleve a cabo con resultados satisfactorios que no dudo se obtendrán.
Sobre esta hipótesis ya es factible un estudio concentrado de los pueblos que nos ocupan. Vemos en el actual Caraño todos los indicios clásicos de las ruinas de una ciudad construida hace más de veinte siglos tal vez, de origen celta posiblemente, habitado por los romanos o por los aborígenes con ciudadanía, legislación y jueces asimismo romanos, su castro (da Brea, séase, de la Vereda, de la Vía, del Camino), de grandes proporciones en terrenos del caserío del mismo nombre, calzadas antiguas, su situación geográfica sobre el camino o vía que desde Monforte de Lemos, capitalidad de los Lemabos, unía a estos con la sede vallibriense situada en el actual Mondoñedo, pasando muy probablemente por el campamento romano de Andión.
Unos dos kilómetros antes de Caraño, alto de la Herradura, la citada vía se fusionaba en un ramal que, tocando las minas del Campo d´Hiladrán, pasaba por lo que es hoy la capital de Castroverde en dirección a Monforte; otro ramal descendía por el valle de Fonteo, en la vertiente opuesta, a las inmediaciones del castro-fortaleza (el más perfecto y tal vez más moderno o restaurado, y conservado en la comarca, con dos murallas concéntricas de defensa) de la Pereira de Librán, pasando por Vilaselle hasta la segunda capitalidad zoela de Ocellum (Oselle, ya citado).
Después de un detenido examen de los pueblos reseñados y de su situación, no cabe ya ningún género de duda: Duancos, Triabá, Caraño y Vilaselle (ésta como capitalidad) son los intervinientes en el pacto zoela.
Hay otro punto a estudiar relativo a lo anteriormente expuesto, de grandísima importancia para este breve estudio. Un pacto, llamémosle de amistad y no agresión, no era necesario entre pueblos de un mismo origen, con derechos comunes y sujetos a la decisión arbitral de los invasores; entonces tenía que existir un móvil de sumo interés para todos ellos, una empresa que necesitase su colaboración absoluta, un algo en que se jugasen intereses materiales que convenía asegurar para las generaciones venideras. Este algo no podía ser otro que la explotación de las minas de la Herradura.
Los pueblos antes citados quedan a una relativamente corta distancia de los yacimientos; es también posible que este terreno les perteneciese en común a toda la tribu o descendencia. La empresa, colosal para la época, necesitaba más de una familia o de un grupo de colaboradores para su explotación; necesitaba todo un pueblo, y a ella se consagraron las familias zoelas de la zona.
De todo lo antedicho resulta una única conclusión: no niego el origen zoela que pudiesen tener los pueblos pertenecientes al partido de Becerreá, pero me inclino por los ya mencionados con un cien por ciento de probabilidades a su favor: Curunda, seguramente el actual Caraño, es la ciudad en que se firma y autoriza el pacto zoela; éste se refiere a una gran empresa, no existiendo otra en la comarca que la explotación de mineral de hierro de la Herradura, y más concretamente del Campo d´Hiladrán, en la parroquia de Montecubeiro.
Información post: Los técnicos de la Concentración Parcelaria borraron la historia de Montecubeiro. O no hubo una comisión interventora, o es que no le hicieron caso. Las palas de la Concentración borraron, que yo recuerde en este momento: Los restos del eremitorio de la Valga de San Esteban y los de la ermita de Santiago de Foxos; mámoas, y otros restos de construcciones antiguas; caminos empedrados; fuentes de aguas minerales, que había varias, siendo de enorme importancia la de la Sierra de la Herradura a la que acudían desde otras parroquias por su eficacia en anemias, etc.; pozas “do barro”, utilizadas para la construcción y para cerámicas domésticas; restos de no sé cuántos molinos; etc., etc. Puestos a eliminar, ni se molestaron en confeccionar una adenda que recogiese la toponimia de interés histórico, que mantenía y perpetuaba muchos e importantes recuerdos. Lo único que se paralizó fue la pista, a medio construir, que iba por el mismísimo centro del Castro da Gaña (del granero), y eso porque salió en la prensa la “desfeita”:



¿Fue o no fue una “desfeita” histórica esa Concentración?
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ÉPOCA SUEVO – ARÁBIGA

Harto nebulosa resulta esta época en relación a Castroverde, y harto aventurado también formular suposiciones cuando conservamos como único, aunque grandioso recuerdo de esta era, el que fue sustitución del castillo árabe.
De los suevos tenemos bastantes recuerdos en la toponimia: Recesende, Berlán (Berg land), Bolaño (piedras, bola de piedra empleada en las antiguas máquinas de guerra), etc.
Analizados concienzudamente los restos de la antigua fortaleza, teniendo en cuenta su reconstrucción por los condes de Altamira, que afectó a detalles del interior y posiblemente muy poco al aspecto exterior, y a las correspondientes defensas, se deduce, atestiguado también por documentos posteriores, que toda la actividad árabe en nuestra comarca se redujo al inicio del castillo fronterizo, pero luego vino Pelayo…, ¡y la que se armó en Covadonga!
De la época sueva, salvo la toponimia y la raza de vacas “teixas”, nada o poco que afecte directamente a la comarca. Es de suponer que la ocupasen los suevos, como el resto de Galicia, a través de los años 409 a 411; pero, aún de ser así, su existencia ha sido callada, sin erigirse nada notable, ningún suceso que registre la Historia, a menos que posteriores descubrimientos den un resultado positivo y esclarezcan la nebulosidad que se sucede a la pródiga en recuerdos dominación romana.
(¿La reconquista empezó en Lugo o en Covadonga? Tengamos presente dos circunstancias: Que los moros eran pocos, y que sólo trajeron 2.000 caballos (según la historia del propio Marruecos, o Magreb), además de que nuestras montañas están, ¡estaban!, para zuecas suevas y no para babuchas árabes. ¿No será más cierto que el señor de Castroverde, un tal Pelaio de Arcos, se repuso, y los hizo retroceder a las montañas de Covadonga para arriba, quizás allende del Puerto Pajares?)
Hay un lapso de tres siglos en que parece reposar la historia. Castroverde continúa vegetando, ¡Castrum de Vallis Viridis!, que es lo suyo, lo nuestro, el verde sumo, el verde por antonomasia. Vegetando, sí, pero en silencio. Tal vez se restañaban heridas de pasados sufrimientos y humillaciones, la derrota imborrable, el eterno, el inefable Medullius. Pero, impensadamente, surgen los estandartes del Islam, y ante ellos el pavor de la sorpresa ¡otro, otra sorpresa!, y la retirada, hasta que, repuestos los aborígenes, les detienen la construcción del castillo e inician una lenta, o no tan lenta, reconquista.
Entretanto, los invasores pretendieron asegurarse las fronteras y erigieron, iniciaron y/o se apropiaron de los castros. Su confín de últimas y transitorias avanzadas, tal que cuando Almanzor quiso entrar en Lugo y no lo consiguió, alcanzaría como mucho el itinerario actual de la carretera de Lugo a Meira, siendo la sierra de esta última población ya dominio de los naturales evacuados con la máxima rapidez, y tardando en reponerse un tiempo bastante y suficientemente largo que permitió a los árabes, ¡árabes y visigodos adictos!, asegurar sus conquistas.
Estos, como lógica y geográficamente y a diferencia de los romanos puede deducirse, no pensaron en las ventajas relativas, ni en los descubrimientos que les proporcionaría el Cantábrico. Con la fuerza del Islam, aunque tampoco era mucha para cubrir y dominar toda la península, y la desorganización existente entre los naturales, no constituía un gran problema militar adueñarse de las montañas norteñas, libres todavía, y puntal éste que hizo fracasar la persistencia de la invasión al no concederle importancia a lo que luego minó, lenta pero eficazmente, su poderío y dominación. ¡Venían de otro clima, y les asustaron las montañas!
Su objetivo era el Continente, el Este, y a él prestaron completa atención. Al fracasar en Poitiers, cayó ruidosamente toda su esperanza de seguir adelante, y con esto, parte del interés que España, la península, representaba para ellos. No precisamente su posesión, que al fin era poco para la ambición y fanatismo mahometano, pero es que nuestra península resultaba puente insustituible para aumentar sus dominios; al fracasar este proyecto se resta atención a los asuntos de España, ¡su al-Ándalus! Las tribus refugiadas en las montañas norteñas, de clima inhóspito para los africanos, se rehacen, y la conquista ¿reconquista? de España es ya hecho consumado y cierto, aunque lentísimo. ¡Del 711 al 1492!
Se ignora, por inexistencia de pruebas contundentes, la utilización (defensa fronteriza, claro está) y nombre dado a nuestro castillo y su zona por los árabes, aunque sí puede asegurarse y testimoniarse que fue éste su origen, como sucede igualmente con el resto de las comarcas ocupadas, ya que la historia nos presenta completa oscuridad, no mencionando los historiadores árabes, entre ellos el más hispanófilo, Aben Adhari, que el paso a Galiquia, en léxico cristiano, y Dialikyab en árabe, nombre que no sólo aplicaron al territorio gallego, sino también al asturiano y aún al leonés, por Muza, después de su encuentro con Tarik en Astorga, y siguiendo su avanzadilla por la cuenca del Sil y unos flancos más o menos extensos, hasta la dominación parcial de la región. Las fuentes históricas más remotas del reino cristiano tampoco dan ninguna luz sobre estas comarcas.
Información post.: En mis diez años de África no descuidé ocasión de consultar con profesores de Marruecos sobre pormenores de la ocupación musulmana en el Noroeste de España, y, lamentablemente, o carecían de fuentes y de conocimientos, o tuvieron vergüenza de manifestarme sus fracasos bélicos.
Es de suponer que los musulmanes, por el relativamente escaso tiempo que permanecieron en la zona de Castroverde, sólo les permitiese alternativamente la conquista y defensa, sin llegar a establecer más factorías que las de carácter eminentemente bélico y defensivo; por lo tanto, sin que se llegasen a una distribución territorial ni tampoco a innovaciones de tipo social, económico o administrativo, permaneciendo toda la comarca en pie de guerra y de continua alerta mientras que con la construcción de la fortaleza no quedaron protegidas y aseguradas, de un modo más eficaz, las últimas avanzadillas.
Tampoco parece factible se terminase la proyectada construcción, siéndolo por los reconquistadores, y siglos más tarde transformada en señorial y fortificada mansión; la continua zozobra fronteriza no pudo permitir que se realizase de un modo completo y perfeccionado.
Nada más puede opinarse so peligro de que, al hacerlo sin pruebas irrecusables, convirtamos la historia en un deleznable folletín.
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SEÑORÍO, RELATIVO, DE LA CASA DE ALTAMIRA EN CASTROVERDE

El señorío de Castroverde perteneció a los condes de Altamira. Su castillo feudal, de origen y fábrica árabe, fue restaurado, ampliado y conservado por los citados condes. Pero, ¿cuándo empezó a efectuarse este señorío, cuándo y cómo los ascendientes de Altamira obtuvieron la posesión de la fortaleza, y cuando dejaron de poseer el dominio sobre las haciendas inherentes al castillo? No puede precisarse con absoluta certeza porque no existen, o al menos no se han localizado, pruebas escritas que lo demuestren claramente.
De no poseerle desde un principio por apropiación, por conquista o por donación inmediata de ésta, es decir, en los albores de la reconquista, pasó a una de las familias originarias de la casa de Altamira, a los Osorios o a los Moscoso, por tenencia, en virtud de un privilegio real, cuya fe ha y existencia es desconocida; este privilegio, de existir, estaría sujeto a lo legislado en la Partida II-18-1, y tendría el rey derecho de retracto sobre la donación: “Segunt fuero antiguo de España, si los quisiesen vender o cambiar (los castillos), débenlo primeramente facer saber al Rey; et queriendo é dar tanto por ellos en haber o en camio, como otro de la tierra diese, halos de haber”.
Dos privilegios reales, o mejor dicho uno de estos dos, es por el que la familia Osorio o la Moscoso se posesionaron del castillo y de la comarca castroverdense inherente a la posesión de éste como derecho de conjunto, caso de pasar a aquellos como tenencia real, puesto que son los únicos de carácter general, legislados y otorgados para la transferencia y donación de fortalezas.
El primero, otorgado en Valladolid el 12 de agosto de 1295, por el rey don Fernando IV a favor de todo el reino, declara además varias exenciones, y establece que los castillos fuesen en poder de caballeros y de hombres buenos, cuyo texto de apartado literalmente dice: “Otrosi, que los castiellos, é los alcázares de las cibdades, de las villas e de los logares de nuestros sennorios, que los fiemos en caballeros, e en homes bonos de cada una de las villas que los tengan por Nos”; según original que obra en el Archivo Nacional de Medina de Rioseco.
El segundo data de la era 1363, año de 1325, por el que don Alfonso XI, desde Valladolid, ordena que las tenencias de los alcázares, castillos y fortalezas se den y encomienden a personas naturales de ellos, conforme a las leyes del reino, y que guarden servicio real y a la tierra de daño; disposición ésta ratificada y ampliada por el mismo monarca, en Madrid, y en el año 1329.
Bosquejemos la genealogía de la Casa de Altamira, para conocimiento de sus condes y ascendientes más destacados, y para venir e conocimiento hipotético de la relación que pudo existir entre el señorío de Castroverde y los sucesivos herederos de esta nobleza.
Las primeras noticias concretas y escritas que poseemos de esta genealogía, y a partir de las cuales podemos seguir su descendencia a través de hechos sobresalientes de la historia, parten de un documento del año 1027, y que cita Llorente en su obra Noticias históricas de las Vascongadas, en el que firma e interviene un ascendiente de la familia Osorio, rama que, en unión a la de Moscoso, origina la Casa de Altamira: “Senior Fortunio Ossoiz, dominus cantabriae”. Documentos posteriores demuestran que el señorío de Altamira comprendía también propiedades en las Vascongadas; ya en esta fecha pertenecía a la más acrisolada nobleza, con señoríos en Galicia, León y Cantabria.
En el año 1325 y siguientes encontramos ya la familia Osorio en elevado apogeo, siendo el vástago más caracterizado don Alvar Núñez de Osorio, privado del rey Alfonso XI, que interviene en los asuntos más importantes de la Corte.
En 1412 vuelve a cobrar importancia la familia Moscoso con motivo de los combates para la toma de Antequera, en los que cupo el honor al feudal de Altamira (Moscoso) de mandar la vanguardia del ejército gallego. De esta fecha, y con motivo de la discusión sobre quien capitanearía los tres Tercios de a 3.000 soldados, reclutados uno por Lugo y Mondoñedo, otro por Compostela, y un tercero por Tuy y Orense, es la frase del caballero Payo Martínez Barbeita: “Somos gallegos, e non-nos entendemos”, que perduró en proverbio y se hizo popular.
En esta fecha el señor de Moscoso era feudal de Altamira, extensa comarca en la jurisdicción coruñesa de la Mahía, a unos ocho kilómetros de Compostela, poseyendo, además de la citada comarca, otras importantes zonas dentro y también fuera de la región gallega. Por sus extensos y diseminados señoríos es hipotetizable fuesen confiados a mayordomos las tierras y a alcaides las fortalezas, siendo ésta la situación probable del de Castroverde: el alcaide del castillo administraba sus rentas, ejercía justicia y actuaba de enlace entre los villanos y la voluntad del señor de Altamira, que muy de tarde en tarde
realizaría sus visitas de inspección a los dominios aislados.
Años más tarde esta genealogía continúa con el mismo poder y señorío. Un descendiente de ella, don Pedro Osorio, segundón también de la casa de Trastamara, acaudilla la primera revolución de los hirmandinos, paisanos gallegos sublevados en 1437 (reinado de Enrique IV) contra sus señores, que demolieron varios castillos. (¡Menos el de Castroverde y el de Pambre!).
El historiador Salazar y Castro en su obra Casas ilustres de España, nos da detalles bastante concretos referentes a esta familia en el siglo XV, diciendo que el estado (señorío) de Altamira estuvo primeramente en la casa de Moscoso, originaria de Galicia, que don Rodrigo de Moscoso, señor de Altamira, tuvo de doña Juana de Castro, su mujer, un hijo que murió a los pocos años, y dos hijas, Inés y Urraca; que la primera casó con Vasco Lope de Ulloa, de quien nació don Lope Sánchez de Moscoso y Ulloa, que fue el primer conde de Altamira, que hizo el rey don Juán II en los últimos años de su vida, y que casó con doña Aldonza de Mendoza, pero no teniendo hijos le sucedió su tía doña Urraca, que estaba casada con don Pedro Álvarez Osorio, hijo segundo del primer conde de Trastamara y hermano del primer marqués de Astorga, entrando por esta alianza el condado de Altamira en la casa de Osorio.
Aquí surgen controversias entre los genealogistas sobre cuándo y cómo don Lopez Sánchez de Moscoso, señor de Altamira, obtiene el título nobiliario de conde. Según Salazar y Castro, es el rey don Juán II quien se lo confiere. Otros afirman que a este descendiente de las casas de Altamira, Ulloa y Monterrey, le concede Fernando el Católico en 1475 el título de conde, heredativo ya para toda su descendencia por rama directa de varón o de primogenitura, si bien lo que parece más verosímil es que el rey católico en esta fecha sólo le da confirmación al título que ya viene usando. Finalmente, un tercer grupo, a mi juicio los más acertados, entre los que figura Vasco de Aponte, opinan que por sí y ante sí, varios señores gallegos, entre ellos el de Altamira, se hicieron condes, y otros, como suero Gómez de Sotomayor y Pedro Pardo de Cela, proclamáronse mariscales. No interesan directamente estos detalles a nuestro estudio, sino de tangente relativa, por lo que no necesitamos ahondar en ellos.
La revolución de los hirmandinos toma proporciones gigantescas; los señoríos se abaten ante la acometida brutal de las masas, que doctrinas e intrigas puestas a oculto servicio de los nobles causantes de este levantamiento han originado, pretendiendo con su ayuda dominar más fácilmente a los eternos rivales que veían en otros señores coexistentes, pero la furia desatada de los hirmandinos abatió estos manejos políticos, arrasándolo todo instintivamente, y también las haciendas de sus propios caudillos. Entre los señoríos devastados y que pasaron a poder de los hirmandinos cita el referido historiador Vasco de Aponte el perteneciente a don Lope Sánchez de Moscoso.
De ser una apropiación general, puede que esté aquí la clave histórica del señorío de Castroverde. Los hirmandinos abatieron el poder feudal de la casa de Altamira, aunque esta siguiese conservando sus fortalezas respetadas por la revolución, la de Castroverde, por ejemplo, y posiblemente ciertos derechos inherentes a ella, pero la propiedad agraria pasa a poder de los villanos y nace la configuración geográfica y administrativa de Castroverde.
Más tarde interviene la Iglesia, y el dominio teocrático llegará solamente al diezmo de derecho y de ritual y a los caseríos de nueva fundación que se alcen a partir de su afincamiento en la comarca. Se alza el monasterio de San Ciprián de Montecubeiro como filial del de Santo Domingo de Lugo, y ésta le confiere amplios poderes para subforar, transferir y adquirir terrenos en la zona de su erección.
El castillo, después de la citada revolución que arrasó tantas fortalezas y señoríos, permaneció intacto, al igual que otros varios en la comarca, como por ejemplo y entre los más inmediatos, el de Lugo y el de Castro de Rey, según afirma el historiador Molina en su Descripción del reino de Galicia.
A partir del siglo XV, tan pródigo para Galicia en revoluciones y metamorfosis sociales, nos va quedando una serie de documentos y de escritos importantísima que reflejan, más o menos explícitamente, la sucesión de los hechos históricos, pero nada que dé a conocer la relación de señorío que pudiese subsistir entre Castroverde y los condes de Altamira. Para mayor acercamiento a la era en que aún pudo tener relación el citado señorío con nuestro distrito, investigué en obras diversas de estos últimos siglos, pero el resultado fue negativo. Salazar y Castro, por ejemplo, en el siglo XVIII y en la obra ya mencionada Casas ilustres de Galicia, nos dice que en sus días el Condado de Altamira estaba compuesto de muchas villas y feligresías pertenecientes a la casa de Moscoso, cuya varonía se extinguiera en aquella línea hacía muchos años, pasando a la casa de Osorio, y que el conde actual poseía fuera del condado de Altamira, en La Coruña, el Condado de Monte Agudo, el Marquesado de Poza en tierra de Burgos, las siete villas de Campo que ganó por pleito a la casa de Astorga en el reino de León, donde tenía otras villas, y en Navarra el Condado de Losa; pero no alude en absoluto al señorío de Castroverde, siendo así que por su doble carácter de señorío y fortaleza habría de tener sobrada importancia para no ser omitido en una relación detallada de propiedades, quedando suficientemente probado que su dominio en Castroverde se limitaba ya tan sólo al castillo, ruinoso en la época que historiamos, y sin importancia a efectos económicos para los condes descendientes de Altamira.
Resta tan sólo añadir, a título de curiosidad, que la genealogía de esta casa llega hasta su último vástago, don Leopoldo Barón y Osorio de Moscoso Torres y Reynoso, Grande de España, conde de Altamira y Marqués de Pico de Velasco de Angustina, que reside actualmente en Madrid, por una serie de personajes preclaros e influyentes en la Corte, entre los que destacan: doña Urraca de Moscoso, casada con don Pedro Álvarez Osorio; don Rodrigo de Moscoso y Osorio, que estuvo casado con doña Teresa de Andrade, hija de los condes de este nombre, que fueron en su tiempo la más rancia nobleza de Galicia; hijo de los anteriores fue don Lope Osorio de Moscoso, casado con doña Ana de Toledo, hija de los condes de Villafranca, al que Felipe III concedió, en 1613, grandeza de España; le sucede don Rodrigo de Moscoso Osorio y de Toledo, caballero que vistió el hábito de la Orden de Santiago en 12 de enero de 1664. En 1751, por un escrito de confirmación de grandeza, vemos que los condes de Altamira ostentan también los títulos de duques de Sessa, Maqueda y Montemar.
A finales del pasado siglo (XIX), el título de conde de Altamira pertenecía a don Francisco de Asís Osorio de Moscoso y de Borbón, tío de Alfonso XIII.
De la época del señorío de Altamira en Castroverde, y más probablemente con posterioridad a éste, sabemos existieron otros señoríos, aunque de escasa importancia, además del ejercido por el convento dominico, como en la villa de San Miguel del Camino una encomienda de la Orden Militar de Santiago, de juro, por un importe líquido de 1.751 reales de vellón, que se pagaba a la casa de San Marcos de León, de dicha Orden. En Barredo, el cabildo de Lugo y el Monasterio de Meira. En Villabad, la casa de Páramo. En Pena, las casas de Osorio y de Pardo.

Información post: Véxase, no meu libro “Castroverde na historia e no presente, o capítulo “Compravenda de Castroverde e de Luaces”.  
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ÚLTIMA FASE DEL SEÑORÍO MONACAL EN CASTROVERDE Y EVOLUCIÓN LEGISLATIVA FORIBLE QUE DIO LUGAR A LOS ACTUALES CASERÍOS

Es indudable que en la fecha tope hasta la que continuaron los labriegos del municipio tributando rentas por foros de bienes eclesiásticos, muchas de éstas se habían extinguido ya, por prescripción, por merced en pago de servicios diversos, declarando anulada la tradición forible, o por redención permitida en virtud de diversas leyes y disposiciones de carácter general.
Es posible el conocimiento de las últimas rentas que por varios pueblos se satisfacían al convento dominico de san Ciprián de Montecubeiro como representante administrativo y filial del de Santo Domingo de Lugo, por el “Memorial de granos, foros, réditos de censos y servicios pertenecientes al Priorato de San Ciprián de Monte Cubeyro”, que pasó a la desmembración de esta comunidad al de Lugo, donde se hicieron las últimas anotaciones, que llevan fecha del año 1889.
El voluminoso manuscrito, anuario del percibo de rentas citadas, pasó al Archivo de Hacienda de Lugo, tal vez como única prueba escrita para efectos de las últimas redenciones de cargas foribles, y actualmente se guarda en el Archivo Histórico Nacional, en la sección de Clero, colección de papeles del Monasterio de San Ciprián de Montecubeiro.
El Memorial que se conserva es de foros pagables en centeno, aludiendo y remitiendo en algunas partidas de él a otro Memorial de trigo para amplitud de anotaciones; no fue posible localizar este segundo anuario, siendo presumible que haya sufrido extravío donde y como quiera que fuese; pero su falta no es laguna de consideración teniendo en cuenta que pequeñísima debía ser la tributación en trigo pues no era costumbre forible en la comarca por tratarse de una especie poco conocida hasta que empezó a cultivársele con los modernos adelantos técnicos y científicos, roturación de montes con aplicación de nitratos y minerales, etc.; además se consideraba un atraso en nuestra zona su cultivo creyéndosele menos alimenticio y de menor rendimiento que el centeno.
De las partidas registradas por el convento de Lugo en el último decenio que percibió estas rentas de foro, o sea del año 1880 al 1889, sacamos los datos que ser reseñan a continuación.
La parroquia de Montecubeiro, formada en su totalidad, o por lo menos en su mayor parte, con propiedades creadas en virtud de foros del convento, era la comarca más contribuyente en proporción a su extensión. Por varias razones de lógica existencia que sería prolijo enumerar, cabe suponer que a la fundación del convento en el coto de Montecubeiro estuviese éste sumamente despoblado, y son los pastores y criados del monasterio quienes, al crear una familia, obtienen, en calidad de foro, unas parcelas del señorío conventual para su laboreo, y de estas familias fundadoras van derivándose otras que construyen al lado de la casa paterna su nueva vivienda y cultivan la legítima heredada, que llevará consigo una parte proporcional del gravamen forible que le afecta; esto lo vemos demostrado en pueblos de cercana creación, donde se conservan documentos, vestigios claros de partijas y un grado de parentesco más o menos lejano entre los vecinos que les constituyen.
Prescindiendo del nombre de las casas contribuyentes, del total forible de cada una de ellas por separado, y de la última fecha de pago, que se considera comprendida en el decenio citado, tenemos que en la feligresía de Montecubeiro se pagaban rentas de foro por los pueblos de:

                      Albaredo ….. 3 contribuyentes pagaban  9 fanegas, 2 …ferrados, 1 tego
                     Barreiro ….. 8                                     7              4              1   
                     Bascuas ….. 3                                    15             3              -    
                     Berducedo .. 8                                     9              -               1   
                     Berlán ……. 6                                   25             1               1   
                     Cabozas ….. 2                                     9             -                1      
                     Campo …… 3                                     9             -                1   
                     Castelo …… 3                                    8              4               -    
                     Cogula …… 6                                     8              -               1    
                     Escouredo ..  4                                   14              1              -    
                     Fato ………  3                                   13              -              1    
                     Fojos ……..  2                                   12              3              1   
                     Graña …….  3                                   12              -               -    
                     Gruñedo ….  2                                     1              4              -    
                     Insua ……..  2                                   10              5              -     
                     Maceda …..  7                                   20              2              -     
                     Magide …..  7                                   37              4               1    
                     Pombal …..  1                                     7              -                -    
                     Podriqueiro.  2                                    8               3               -    
                     Pumarín ….  6                                   11              5               -    
                     Ramalledo .. 1                                     5              -                -    
                     Sagaruje ….  2                                   10              5               -     
                     San Ciprián.  5                                   17              5               1   
                     Sarceda …..  9                                   32              -                -    
                     Teixeda…… 3                                    7               5               -    
                     Valiña ……. 2                                    5               -                -    
                     Veiga ……. 10                                  21              1               1    
                     Vilar ……..  9                                   25              -                -     
                     Villarín …..  6                                    9               4               -     

Existiendo en esta feligresía unos 128 caseríos, que pagaban rentas por foro eclesiástico al citado convento, y por un importe superior a 370 fanegas de centeno, prescindiendo de pequeñas cantidades, que también eran satisfechas por diversos caseríos, a metálico, aunque si bien en cifra tal que no merece ser consignada y detallada por su escasa cuantía.
A continuación pueden verse las feligresías que fuera del coto ereccional del Monasterio, y por foros diferentes de éste, o verificados y administrados en nombre del de Santo Domingo de Lugo, pagaban rentas al citado de Montecubeiro, entendiéndose asimismo que las cifras dadas son por la medida especial de la mencionada parroquia.

          Feligresías de:

          Cirio, contribuían … 3 casas, con un total de 22 fanegas, - ferrados y – tegos.
          Espasande               2                                   6              -                -    
          Pandelo (Fontaneira) 2                                  6              -                -    
          Gondel, contribuían  5                                 11              4               -    
          Luaces                     7                                 33              3               -    
          Mosteiro                  1                                   2              3               -    
          Serés                      10                                 26              -               1    
          Camino                    2                                   -              3               -    
          Recesende               1                                 10              2               -    
          Suegos                     5                                 14              4              1       
          Librán                      3                                   -               2             1     
          Millares                  2                                  10              3              -    
          San Mamed (Fonteo) 2                                12              5              -    
          Valpedroso             4                                   5               -              1    
          Silva                       3                                   8               -              1    
          Vilalle                    1                                   1               3              -    
          San Fitorio             3                                 16               1              -    
          Naveda                   3                                   1               4             1    
          Bolaños                10                                 31               1             1    
          Masoucos               3                                   4               5             1    
          Mirandela              7                                  16               1             1    
          Villaconte y Riomol 15                              27                1            1    
          San Cosme             3                                   4                1            1    
          Caraño                  16                                 43                3            -    
          Fagilde                   5                                  25               3            -    
          Oriz                        1                                   8                -            1    
          Pena                     14                                  83               3            -    

En la última parroquia citada, Santa María Magdalena de Pena, ejercía el convento un señorío más radical, después del de Montecubeiro, que en las otras feligresías reseñadas, hasta el extremo de que su iglesario también contribuía con 20 fanegas de centeno. Y como rentas percibidas para inversión en obras pías, merece citarse una fanega de centeno que pagaba la viuda de Rafael Fouce, de Suegos, en el decenio citado, para culto y  conservación de la capilla de Santiago de Fojos, en términos de Montecubeiro. En las feligresías antedichas existían 134 foros, con un total de 430 fanegas de centeno de rentabilidad mínima.
Esta última fase forible representa la total emancipación de las clases trabajadoras, que poseen ya plenamente aquello que laboran; son empresarios de sí mismos, son propietarios libres de gravámenes que cultivan con absoluta independencia las fincas heredadas, pero ese gran paso social sufrió muchas transformaciones antes de llegar al estado presente de la propiedad. Concretémonos a la zona de Castroverde:
La reconquista fue devolviendo terrenos que el árabe conquistara; se inicia ésta en las montañas y estribaciones cantábricas, pasando velozmente por la zona estudiada. Castroverde y las comarcas norteñas han sido reconquistadas, y surge el problema económico de población, de distribución o incautamiento del terreno y de abastecer las huestes combatientes.
Los milites, que poco a poco serán los grandes señores, y los eclesiásticos, no podían por sus hábitos incontrastables y ocupaciones, cultivar el terreno, ni solucionar cumplidamente los problemas planteados, que así nace el foro por tiempo fijo o indefinido, que permite al trabajador formar su hacienda sujeto a cierto poder que sobre él tendría su señor, y éste, por la prestación del espacio conquistado, obtener hombres de armas, siervos que le ayudasen en sus campañas y servicios, así como que le proporcionasen medios militares para proseguir la causa de la reconquista.
Este subtema de análisis legislativo al que doy preferencia sobre otros datos históricos, tiene una importancia tan extensa como generalmente ignorada en las aldeas de nuestra comarca, y aun por las más claras inteligencias que prestaron atención a la historia de los pueblos. Consciente de esta importancia que poseen los foros, puse especial empeño en investigar las normas legislativas a que estuvieron sujetos durante su larga existencia en la vida económica de la región, obteniendo el resultado que reseño.
Son estas normas las que, apoyando el derecho, persiguen la evolución económica de los pueblos, adaptándoles a las necesidades de la época, sin agravio del derecho adquirido por los miembros de la sociedad. Las disposiciones dictadas a través de once siglos siguientes a la época en que los foros solucionaron el problema económico de la reconquista, vinieron a traer por consecuencia el estado de distribución en que se halla la propiedad en la zona castroverdense, donde, por fortuna, apenas habrá un hogar agrícola sin alguna extensión que cultivar de pertenencia propia, donde cada labriego no carece de un huerto familiar, donde, generalmente, apenas se conoce un labriego que labore propiedad ajena.
La evolución de los foros, legislativamente estudiada, ha sido lenta, pero de finalidades remotas muy eficaces y certeras. En los primeros tiempos que siguieron a la reconquista, más concretamente durante el mayor apogeo del feudalismo, los siervos trabajan la tierra de su señor, pero sometidos por entero a su jurisdicción y a su voluntad en muchos casos, sin que esta especialidad de arriendo existiese prácticamente con respecto al modesto campesino. Ya en el siglo XIII existe, de forma más avanzada y con notable progreso y consecuencias económicas, un tributo a satisfacer por las propiedades cedidas a laboreo, de cantidades fijas, que es conjuntamente renta, llamado foro, que exime de muchos de los tributos vejatorios de aquel tiempo, llamados también genéricamente foros. Así como foro se denomina en latín y en gallego el instrumento que regula los derechos y obligaciones de los pobladores, equivalente al concepto castellano de fuero.
La primera ley que habla directamente de los foros es una Real Cédula de 27 de abril de 1744, por la que se prohíbe aforar bienes pertenecientes a iglesias, monasterios o señoríos, por más tiempo de nueve años, pero con libertad de nueva prórroga, extendiéndose en investigaciones generales de la propiedad y en comiso de la no documentada, cual estaba ésta en gran parte.
Se extendió el clamor general contra esta ley, y en 1759 se elevó a Su Majestad, por medio de los diputados gallegos, solicitud de perpetuidad de foros, figurando como partes en el expediente sobre renovación de éstos el marqués de Bosque Florido, diputado general, las Órdenes de San Bernardo y San Benito, principalmente, y el marqués de Astorga, conde de Altamira, dueño directo de extensísimos territorios, siendo aprobada y tenida en cuenta para posteriores decretos de esta índole.
Los primeros trabajos y normas para la redención forible parten de la Pragmática del Consejo de Castilla de 1763, evolucionando paulatinamente en cuanto a forma, encauzamiento y solución del antiguo problema territorial, hasta el decreto de 20 de febrero de 1874, que le da forma y adaptación más amplia y general. Las leyes de la Novísima Recopilación y la de Señoríos de 1823 autorizaban ya la redención por partes, por mitad o tercios, contrapeso de los tipos señalados, onerosos a los redimentes.
En 1º de mayo de 1855 fueron declarados en estado de venta los pertenecientes al Estado, Clero, Ordenes Militares, Cofradías, Santuarios, Beneficencia, etc., y a partir de esta fecha pierde ya actualidad el problema forible, subsistiendo varios particulares, aunque pocos, y algún otro perteneciente a las citadas instituciones, que tardaron algunos años en realizarse.
La Real Orden anteriormente citada prescribía que los foros no redimidos en el plazo de seis meses siguientes a su promulgación serían vendidos por subastas, y el Estado emplearía estos percibos en cubrir déficits de presupuestos, para amortizaciones de Deuda pública y para obras públicas de interés. La existencia de foros de esta índole en fecha posterior al plazo señalado en la citada disposición, demuestra que ésta no se cumplió a rajatabla en el término marcado. Esta ley perdona a los redimentes los retrasos habidos, razón por la cual vemos en el Memorial de granos de Montecubeiro partidas sin saldar, y que continuaron en este estado hasta el cierre de anotaciones.
La ley de 1873 permite también la redención fraccionaria del canon y, por tanto, con agravio para el derecho de los censualistas, suscitando protestas de los propietarios.
Acaba de extinguirse el problema forible a partir del proyecto-ley de redención de censos, presentado por el jurisconsulto gallego Montero Ríos, siendo ministro de Fomento. Aprobado este proyecto, surge la ley de 3 de julio de 1886, que para dar mayores facilidades a la redención, exime del pago de derechos reales aplicable a los contratos de foros redimibles , al igual que lo había hecho la Novísima Recopilación (cap. XXV de la ley 24, título XV, libro X), y tenemos ya, en los redimentes que se acogieron a las sucesivas disposiciones enumeradas, a los primeros propietarios emancipados de todo señorío, particular o eclesiástico, que poseen plenamente los caseríos rurales.
Colaboran a facilitar la redención de foros, diezmos, rentas territoriales y otras prestaciones análogas los Institutos de Crédito Agrícola, que se establecieron durante el paso siglo (XIX) en diversas regiones, y que hicieron más abreviado el tránsito de la propiedad señorial a la alodial y libre. Una gran parte de estos Institutos se formaron en el decenio de 1830 a 1840.
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DOCUMENTOS INÉDITOS PARA AMPLIAR LA HISTORIA DE CASTROVERDE

Obtenidos de pergaminos y escrituras diversas
que obran en el Archivo Histórico Nacional, de Madrid.

Pergamino del foro de constitución del convento de Montecubeiro

Data del año 1472, a raíz precisamente de que los hirmandinos se apoderaran de la propiedad de Lope Sánchez de Moscoso, conde de Altamira, y está escrito en un pergamino sumamente borroso por la acción del tiempo y del mal cuido de que sería objeto por parte de sus poseedores, hasta que pasó al Archivo de Hacienda de Lugo, y de allí al Archivo Histórico Nacional. Al dorso, y en caracteres más legibles, puede leerse: “Hízose este foro a Lopo Afonso, Capelán, y el que se pasó ante Gonzalo Dourado en 3 de junio de 1472”. El texto, aunque borroso, ofrece fragmentos de relativa claridad, y de uno de ellos puede sacarse el importe en renta que pagaría por el privilegio de erección el convento de Montecubeiro al de la misma Orden de Santo Domingo de Lugo, aforante de las propiedades que el nuevo convento iba a poseer. Dice la cláusula de rentabilidad pactada: “… seis fanegas (en cada año) de pan, limpio de polvo y paja, por la medida citada (¿), pago en todo el mes de septiembre…” En otro fragmento vemos con perfecta claridad el nombre del Prior que, en virtud de contrato de foro, pasaría a serlo del nuevo convento dominico: “… Benedicto Lopo Afonso (o Alfonso), que presente está…” Termina el contrato de foro con las palabras: “… el dicho Presidente me mandó firmar.- Firma del escribano y rúbrica”.
¿Quién y presidente de qué es la persona que concede este foro? Es lógico que al ser el convento de Montecubeiro filial del de Santo Domingo de Lugo, a éste es debido el susodicho foro, y en nombre de la Comunidad a campana tañida, según la cláusula y costumbre conventual de hacer contratos, que requiere el consentimiento de todos los frailes de la misma Orden y conventualidad, el presidente o superior de ésta es el ordenante y el aludido al final de dicho contrato de foro.
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Memorial de granos que llevó el convento de Santo Domingo de Lugo al extinguirse la comunidad de Montecubeiro, para anotación de rentas y contribuyentes que pertenecían al extinto y que pasaron al de Lugo a su desmembración.

Igual que el pergamino antedicho, se conserva en el Archivo Histórico Nacional, en la sección de Clero, documentos del Monasterio de San Ciprián. Comprende hasta el año de 1889, con anotaciones periódicas e irregulares. Se trata de un manuscrito compendioso, forrado en pergamino, y en pliegos de papel de barba: es el “Memorial de granos, foros, réditos de censos y servicios pertenecientes al Priorato de San Ciprián de Monte Cubeyro. Que pasó del convento de Santo Domingo a los archivos de Hacienda de Lugo, y de éstos al Archivo Histórico Nacional, donde se guarda actualmente. El contenido de este Memorial se halla extractado en el artículo que trata de la última fase de las rentas del convento.
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Donación de propiedades hechas por Frey Rodrigo de San Finz de Serés, al convento de Santo Domingo de Lugo. Pergamino dela colección de Santo Domingo, Sección Clero, legajo 742.

Es la donación hecha al convento dominico de Lugo, a cuya comunidad pertenecía, de sus heredades en Serés, por Frey Rodrigo de San Finz. Dice el pergamino al dorso, como explicación de contenido: En esta carta están apeadas las heredades que mandó Frai Rodrigo de San Finz, flaire de esta casa a la misma casa. La donación de las cuales que dicho Frai Rodrigo a la casa. Está cosida con ésta y es la primera hoja de este protocolo”. Entiéndase por apeo el deslinde o demarcación de finca o fincas afectadas al pago de una pensión foral; tiene aplicación solamente en Galicia y Asturias. En realidad el pergamino conservado es tan sólo la carta de donación, pero el pliego que contenía el apeo y que indica este pergamino, no existe ya, al menos unido a la donación, que es del año 1478.
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Allanamiento o acuerdo entre el convento y los vecinos de Villacote. Obra también en el Archivo Histórico Nacional, Sección de Clero, legajo 3.434.

Es una escritura del año 1819, con la siguiente nota marginal que aclara su contenido: “Contiene el allanamiento que hicieron los de Villacote de la paga de los ocho reales de vellón, cada uno de los seis caseríos, por un cerdo cebado”. Se declaran los vecinos de Villacote, ante el convento, contribuyentes desde fecha inmemorial del foro aludido. Los datos principales e interesantes que nos aporta la escritura mencionada son: “En el lugar, feligresía y coto de San Ciprián de Monte Cubeyro, a 16 de julio de 1819…, delante de mí, escribano de Su Magestad, comparecen, R. P. Presidente y Cura Párroco del convento de este coto Fr. Vicente Rodríguez, y de la otra… (los vecinos de Riomol y de Villacote). Se hallan poseedores a continuación de sus antecesores, de seis caseríos, y del directo dominio del citado convento, anexo al de Santo Domingo de la ciudad de Lugo…” Lo firman el escribano Manuel María Díaz y los otorgantes.

A continuación de la citada escritura de allanamiento (de reconocimiento de foro) y en el mismo legajo viene:

Apeo de Riomol.

Este apeo, unido a la escritura anterior, por demostración de foros existentes, es del año 1664. En el día 16 de febrero de 1664 se firma por el presidente de Montecubeiro esta solicitud de deslinde, dirigida a la Audiencia Territorial, para fines de percibo de foros de los pueblos contribuyentes. Dice la solicitud de apeo: “Fray Fernando de Miranda, Presidente del Convento de San Ciprián de Monte Cubeyro, anejo al de Santo Domingo de la Ciudad de Lugo, por lo que me toca y en nombre de dicho convento, Prior y Frailes dél, digo exerciendo el derecho de dicho mi presidentado, conviene apear y deslindar las pensiones y rentas, tierras y propiedades dél, sobre que se pagan en el coto de Riomol por los vecinos y moradores dél, a Su Merced llame las tales personas y recíbales sus dichos y declaraciones para que declaren clara y distintamente lo que cada uno paga y por qué causa y razón, citándoles para justificación y compulsa de papeles y títulos de dicho convento, y para todo lo más que se requiera; y lo mismo para apear y deslindar las pensiones que se pagan en el lugar de San Cosme de Masoucos y su contorno, y más bienes del convento, mi parte, que es de justicia que pido lo necesario y para ello.- Fray Fernand”. Siguen los trámites legales para la efectuación del apeo de los foros de Riomol.
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Auto de Miranda, Mirandela, Riomol y otras aldeas afectadas por este auto. Legajo Sección Clero, número 3.434, del A.H.N.

Está unido al documento de Villacote y Riomol. Lo reseño como patrón de las demás escrituras de esta índole relacionadas con el convento de Montecubeiro, y que sólo doy a título de referencia, extractando únicamente el motivo principal de ellas para abreviar el texto de este estudio. Es uno de los más importantes y concisos documentos. Dice así:
“Por presentada la petición y vista por Su Merced Esteban Méndez Moscoso, teniente de Juez por Su Magestad, en dicho coto de Mirandela, a diez y seis días del mes de febrero de mil y seiscientos y sesenta y cuatro años, digo que mediante las aceptaciones hechas en virtud de la Real Provisión conque he sido requerido, y más diligencias que protesta hacer y proceder al apeo y más diligencias que protesta hacer y proceder al apeo y más dilixencias que menciona la petición. Y ansi lo proveio, mando y firmo.- Esteban Méndez Moscoso.- Ante mí, Diego Ares de Rois.- En el coto de Mirandela a 18 días del mes de febrero de 1664 años, yo el escribano, notifiqué el auto que antecede a…” (Relaciona los contribuyentes presentados, y a continuación viene el juramento de ritual y testimonio de éstos, declarándose pagaderas desde tiempo inmemorial al convento de Santo Domingo de Lugo, y en representación de éste al de Montecubeiro, de los frutos y dinero que especifica).
Después de las cláusulas antedichas y declaraciones de testigos, continúa: “Petición.- Fray Fernando de Miranda, Presidente del Convento de San Ciprián de Monte Cubeyro, por lo que me toca y en nombre del Convento de Santo Domingo de la ciudad de Lugo, presente delante Su Merced, jura esta información y apeo, echo con citación de partes, a Su Merced suplico lo haga por presentado y mande interponer a él su autoridad y decreto judicial para que haga fe en juicio y fuera de él, pido justicia y juro lo necesario.- Frai Fernando de Miranda”.
“Auto.- Por presentada con el apeo y traslado a las partes a que toca para que teniendo alguna cosa que decir o alegar o justificar, parezcan dentro de seis días que serán oídos y su justicia guardada teniéndola, y siendo necesario se les dará tiempo competente, y lo preveio Su Merced Esteban Méndez de Moscoso, teniente de Juez de Riberas de Anllo, en el lugar de Riomol, a 18 días del mes de Febrero de 1664 años.- Esteban Méndez Moscoso.- Ante mi Diego Ares de Rois.- Este día, mes y año y lugar de atrás.- Yo escribano notifiqué el auto de arriba a Rodrigo Fernández, Antonio Ares, Alonso Gil, Benito Fernández, Pedro do Outeiro, Ignés des Couredo, viuda de Simón Pérez, Pedro de Neira y Matheo Prieto, y de ello doy fe. Ante mi Diego Ares de Rois”. “Se halla por testimonio dada por dicho escribano Ares de Rois a pedimento del convento en los 6 de Abril del año pasado de 1668, expresando quedar en su poder y oficio para registro los originales”.
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Censo de Mirandela. Allanamiento. Obra en el mismo legajo que el de Riomol y unido a aquél.

Su redacción y conjunto es idéntico al de Riomol, especificándose en su tramitación las rentas por foro que desde tiempo inmemorial pagaban diversos vecinos de esta aldea al convento de Santo Domingo de Lugo, recaudadas en su representación por el de Montecubeiro, y declarándose los vecinos de este pueblo deudores de ellas, Para sí y sus sucesores, al citado convento. Solicita esta renovación de censo en 20 de diciembre de 1820 D. Vicente Méndez, Presidente, Cura y Administrador de las rentas pertenecientes al Monasterio de San Ciprián.
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Pueblo de Bascuas. Al legajo 3.434, de la Sección Clero del A.H.N.

Nuevo arriendo de este pueblo, sito en el Coto de San Ciprián de Montecubeiro.
En virtud de este documento, Fr. Francisco Bernárdez, Presidente del Monasterio de Montecubeiro, arrienda en 1º de mayo de 1758, a Fernando y Juan Barreira, padre e hijo, el lugar de Bascuas, especificando las tierras y prados que éste comprendía.
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Fuero de Espasande. A.H.N. Legajo 3.434, Sección Clero.

El convento de Santo Domingo de Lugo, y en su nombre y representación Fray Miguel de Aguiar, presidente y administrador de la casa y Monasterio de San Ciprián, conceden este foro al lugar de Espasande y aledaños. Consta de 125 folios con vueltos y cubierta, muy deteriorado. Reseña las propiedades aforadas y rentas que este pueblo se compromete a pagar. Tiene fecha de 2 de julio de 1637.
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Apeo de Duarría. Al mismo legajo, de la Sección Clero, que el anterior.

Es un deslinde de propiedades aforadas y de rentas que las gravaban, del año 1668. Pagaba en dicha fecha este pueblo al convento de Montecubeiro en representación del de Santo Domingo de Lugo, dos fanegas de centeno.
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Pleito de Vilar y Cabanela. Pueblos de la feligresía de Montecubeiro.

Fallado por la Real Audiencia de La Coruña, relativo a las rentas que por foro y sobre sus bienes pagaban al convento de Montecubeiro los vecinos de estos pueblos. Tiene fecha de 7 de agosto de 1664 y trata de atrasos en el pago de rentas foribles a dicho convento. A.H.N. Legajo 3.434.
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Foro a José Ferreyro. Vecino de Montecubeiro. Al mismo legajo 3.434.

Está otorgado en 5 de marzo de 1825 por el R. P. D. Fr. Vicente Rodríguez, en representación del convento de Lugo, dándole en virtud de este contrato de foro propiedades que reseña para formar su hacienda.
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Allanamiento de Luaces. Sección Clero. Legajo 3.434.

Allanamiento hecho en 9 de marzo de 1811 por Francisco Tellado, de Luaces, reconociéndose contribuyente de varias rentas por sus propiedades en dicho término al convento de Montecubeiro.
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Cepomundín. Pueblo de la feligresía de Montecubeiro. Sección Clero. Legajo 3.434.

Reconocimiento de foro hecho por don Domingo Cayetano Domínguez, vecino de Cepomundín, en 3 de agosto de 1825, ante Pedro José de Neira, escribano de Castroverde, y a requerimiento del Prior de Montecubeiro, R. P. Fr. Vicente Rodríguez.
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Sarceda. Pueblo también de Montecubeiro. Sección Clero. Legajo 3.434.

28 de Junio de 1825. Escritura por la que reconoce atrasos de rentas, y se obliga a pagarlas, Juán López de Sarceda, a requerimientos del convento de Montecubeiro.
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San Jorge de Rebordaos. Voluminosa escritura, en la misma sección y legajo.

Año de 1689. Fundación de Misas. Fue hecha al convento de Montecubeiro en representación del de Santo Domingo de Lugo, entrega de un caserío sobre el que se gravan ocho fanegas de centeno de foro por doña Jacinta Ana de Cadórriga y Sotomayor, viuda de don Froilán de Ulloa y Cedrón, por ánima de su difunto esposo y de su suegra doña Inés de Villamarín, señora que fue de la casa y coto da Pena. Tiene fecha 18 de julio de 1689. Habrían de decírsele en el convento de Lugo, según convenio, un aniversario perpetuo de misas, cuatro rezadas y dos cantadas, en las fechas anuales que conciertan. A su muerte se aplicarían también por ella, y desde la fecha indicada por su marido y suegra, difuntos. Hace un deslinde de las fincas que gravará la renta y una amplia expresión de los requisitos que habrá de reunir la celebración de las misas y cultos dichos.
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Santa María Magdalena de Pena. Pleito de foros. Sección Clero del A. H. N.

Pleito sobre las rentas que pagaba al convento de Santo Domingo de Lugo, y en representación de éste a su filial de Montecubeiro. Finó la tramitación en la Real Audiencia de La Coruña el 12 de marzo de 1633. Es un expediente voluminoso formado por escrituras de foro, allanamientos, relaciones de propiedades, deslinde de tierras, autos y resoluciones de la Real Audiencia.
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Villabad. Fundación de Misas. Sección Clero del A. H. N. Legajo 3.452.

Misas por don Pedro Baamonde. Fundación de 7 de marzo de 1668. Por llevar bienes afectados a esta fundación: “Paga cada año Zaquiel Díaz Servian, escribano de Villabad (Castroverde), y su sobrino Francisco de la Vega, y por ellos sus herederos, 24 reales de seis misas rezadas”, según reza la nota marginal de este protocolo, al convento de Santo Domingo de Lugo. Continuó pagando este gravamen doña María Baamonde y Montenegro, hija del fundador y viuda de Ezequiel Díaz.
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Meda. Legajo núm. 3.453 de la Sección Clero, del A. H. N. 

Escritura de venta de un prado al convento de Santo Domingo de Lugo, sito en la Meda y en las inmediaciones de la llamada Agra do Rial. Hace esta venta en 16 de agosto de 1633 don Francisco López Rábade al citado convento, y ante el escribano don Pedro Fole.
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Beneficio de Mirandela. Al legajo 3.452, escritura número 26de la Sección de Clero del A. H. N.

En Begonte, Otero de Rey, a 28 de mayo de 1509, don Fernán Pérez Parragués, noble y destacado caballero de dicha villa, hace entrega al Prior del Monasterio de Santo Domingo de Lugo, Fray Gil de Freijo, mediante escritura de sus derechos en el señorío de Mirandela, para fundación de un aniversario de misas y para dote de su hija doña Mayor, si profesaba en el convento de Santa María la Nova, comprometiéndose el referido Prior asimismo a respetar y continuar los privilegios que poseía el citado pueblo.
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Propiedades del Monasterio de Santo Domingo de Lugo en el año 1688, cuya rentabilidad se recaudaba por el de la misma Orden de San Ciprián de Montecubeiro en virtud de poder delegatorio de aquél. Obra este documento al legajo 3.452, escritura núm. 23, de la Sección Clero del A. H. N.

Se titula, según nota marginal: “Memoria del pan (centeno), trigo y capones que el convento de Santo Domingo de Lugo tiene en el coto de San Ciprián de Monte Cubeyro, en sus contornos, y en el coto de Mirandela y Riomol, así pan como lechones, capones y carneros de servicio que paga en cada un año”. Reseña este inventario de rentas las abonadas por los pueblos y caseríos de: “Albaredo, Ameixeira de Abajo, Ameixeira de Arriba, Barreyro, Cabozas, Campo, Cando, Carballal, Castelo, Cogula, Cordeiros, Cepomundin, Cernada, Chao, Iladrán, Escouredo, Fato, Foxos, Graña, Gruñedo, Insua, Sarceda, Magide, Maceda, Paciegas, Pombal, Pumarín, Podriqueyro, Ramalledo, Sagaruje, Santo Adrao, Tamaredo, Teixeda, Bale, Baliña, Balinquente, Bascuas, Beiga, Berlán, Vila, Villar, Villarín, Villares, Bitureyro”. Estos pueblos (con estas denominaciones) en términos de Montecubeiro.

Nota aclarativa: Se conserva la ortografía de los textos transcritos para darles su rigor histórico.

Fuera del coto también contribuían: “Caraño, Castroverde, Calbos, Cirio, Gondel, Luaces, Pena, Recesende, Suegos, Baleira, Pandelo, Mosteiro, Pozos, Rebordaos, Balpedroso, Bilalle, Bolaño, Pereiruá, Mundriz, Mirandela, Villacote, Riomol, Masoucos, Baldefrancos, Ameygide y Barredo”. Reuniendo en los pueblos aquí citados, con los de Montecubeiro, en dicho año de 1688, más de 640 fanegas de cereales, en su mayor parte centeno, de rentabilidad. Cita también una: “Relación de censos a metálico en varios pueblos”. La suma de todos los enumerados arroja un total de 460 reales de vellón. “Vasallaje = Mirandela paga cada año, en concepto de vasallaje, y por cotización de productos, 68 reales”. Sigue después, en el mismo documento: “Memorial de capones, carneros, lino y cabritos, que recibe el citado convento de diversos contribuyentes”. Suman estos productos de foros, en equivalencia monetaria de la época, un total de 262 reales. Presenta también una relación de deudas y atrasos debidas al convento por diversas causas, que hacen un importe total, en la mencionada fecha, de 10.645 reales de vellón.
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La especificada relación de documentos pertenecientes al convento de Lugo y  a su filial de Montecubeiro, que después de una serie de investigaciones por los centros eclesiásticos de la provincia en busca de pruebas escritas, que no dudaba tendrían forzosa existencia por la estrecha y todavía reciente intervención que sobre las feligresías del distrito ejerció el citado Monasterio, pude localizarla en el Archivo Histórico Nacional de Madrid, nos dan un caudal importantísimo de fuentes históricas sobre las que basar con cierta precisión la historia castroverdense de las dos última edades, Moderna y Contemporánea.
Muy fácil, si las características de la obra precalculada fuesen más amplias y el presente estudio tuviese por norma una desmenuzación de hechos en lugar de un somero estudio, preparar concienzudamente la historia del distrito, pero mi idea fundamental ha sido construir una base, una serie de investigaciones, de cimientos ignorados y de opiniones de índole personal, para que sobre estas bases pueda estudiarse a fondo y completarse su historia.
No quiere esto decir, tampoco, que sean los únicos documentos y pruebas escritas que actualmente se conserven, donde quiera que sea, pero sí el total de los localizados hasta la fecha por mi modesta labor con respecto a nuestro pueblo y a su evolución. Signifique esta aclaración que existe aún amplísimo margen para investigaciones que quieran continuarse, bien en archivos y bibliotecas particulares, en los centros oficiales de la capital de provincia, y también en el propio Archivo Histórico Nacional, al que pasó buena parte de la documentación perteneciente a instituciones desaparecidas, pero también de alguna de las subsistentes.
Castroverde cuenta actualmente con una juventud capacitada (en la que no pretendo contarme) que puede, si el amor al terruño, a ese pedazo de tierra que tanto significa, le alienta, continuar y perfeccionar la obra iniciada, y algún día nuevas generaciones, más afortunadas que nosotros en esto, podrán saborear con orgullo las glorias ignoradas de nuestro pueblo, remozadas y renacidas al conocimiento popular por la generación presente.
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EL CASTROVERDE DE HACE EXACTAMENTE UN SIGLO

Es posible este estudio comparativo del progreso que suponen cien años de vida evolutiva y de cosas que fueron con otras creadas posteriormente en este lapso de tiempo, merced al estudio de pueblos españoles que publicó en 1850 don Pascual Madoz, y que por la coincidencia de fechas se presta excelentemente a esta comparación. Evito el paralelo con las cifras y características actuales, pues sería repetir lo que es sobradamente conocido. Dice Madoz en aquella época:
           
“Tiene la feligresía de Santiago, o Villarino, de Castroverde, unas 74 casas, distribuidas en la villa de Castroverde y en los lugares o caseríos de Codesal, Frontoy, Tarrio y Villabad.
“La villa de Castroverde, o Villarino, cuenta con unas 50 casas, y la tiene para el Ayuntamiento y cárcel, en la plaza en donde existió el rollo (columna de piedra, ordinariamente rematada en cruz, y que además de heraldo de jurisdicción se empleaba como picota para ejecuciones de justicia, o simplemente para exposición del reo a la vergüenza pública), signo jurisdiccional de la casa de Altamira, que fue derribado en 1814.
“En este sitio se conservan las murallas de la antigua casa-castillo árabe, de cuyo edificio, de planta majestuosa y esbelta, restauración hecha por los condes de Altamira, construido de mampostería y piedra granito, con almacenes y elevados torreones, sólo quedan las murallas de la fortaleza y la torre del homenaje. Tiene una ermita (La Concepción), una cisterna y varios acueductos subterráneos cubiertos de maleza y escombros.

(Hoy (mediados del XX) sólo se conserva el basamento de las murallas y la citada torre. Por el lado Este, del asentamiento del castillo se conserva el artístico zócalo de un torreón del amurallamiento).

“Hay escuela temporal. (Se debe entender de invierno y costeada por los padres de los niños, con profesorado particular). La iglesia parroquial, Santiago de Villarino, es aneja de Santa Eulalia de Bolaño.
“Los lugares o caseríos de Codesal, Marquesado y Villabad se hallan situados en la parte Este de la capitalidad, y en la última población se encuentra una capilla, perteneciente a la casa matriz del señor Páramo, magnífica fundación hecha por un Obispo, en cuya tribuna existe un archivo público, en el que se custodian los protocolos de varios escribanos fallecidos y varios documentos de interés, cerrados en arcas y estantes de tres llaves, que obran en poder del alcalde, del escribano y del procurador general, si bien aquellos documentos están próximos a desaparecer por la humedad del local y el poco celo de los claveros.

(Desafortunadamente así ha sucedido, aunque no por el poco celo como Madoz parece profetizar. Estos documentos pasaron a la desmembración del citado señorío de Páramo a los archivos de la casa Ayuntamiento, para desaparecer luego en el incendio accidental de ésta en el año 1872, privándonos de las insustituibles fuentes históricas que ayudarían considerablemente a reconstruir la historia del distrito, labor que por este accidente resulta penosa y lenta la investigación de tantos valores históricos perdidos).

“Pasa por la villa el camino de Lugo a Fuensagrada y el del Ribero de Monforte a Mondoñedo (antigua vía romana), con los que enlazan los de las feligresías de este territorio; todos ellos se hallan en menos de mediano estado.
“Hay estafetilla de correos dependiente de la Administración de Lugo, y que se reparte a las demás feligresías. Llega la correspondencia los miércoles y sábados, y sale los martes y viernes por conducto del valijero de Fuensagrada.
“El comercio principal es el que le proporcionan las ferias quincenales, concurridas por arrieros y maragatos que acuden con sus recuas a vender artículos de primera necesidad, toda clase de comestibles, utensilios de madera, cobre, hierro, etc., para los labradores; clavos y más herrajes, quincallería y telas del país, así como a la compraventa de ganado y exportaciones de la comarca.

(Datos de producción e industria, casi o con poca diferencia, los actuales).

“El capital de producción o conjunto de propiedades del distrito está valorado en dos millones ochocientos sesenta mil quinientos treinta y cinco reales (es decir, pesetas 715.134), y el capital líquido imponible, trescientos cincuenta y tres mil ciento noventa y seis reales (88.299 pesetas). El presupuesto municipal se cubre por reparto entre los vecinos”.

Así vivía Castroverde hace cien años (en el 1850), y así ha progresado durante este lapso de tiempo, en grado que no llegaremos nunca a comprender en toda su extensión. Hagámonos por un  momento esta idea retrospectiva: Castroverde sin carreteras, sin luz eléctrica, correos apenas, ni teléfonos, centros docentes, comercio limitado a las ferias quincenales, etc., éste era el pueblo de nuestros antepasados. Se vivía mejor, peor…, igual que ahora, pero faltando siempre el brillo, el avance de la cultura, las comodidades del progreso y los beneficios de la ciencia que nos viene de las grandes urbes, con la relatividad que permite un ambiente rural, pero que poco a poco va transformando los pueblos, levantando su mirada al más allá, al foco de las civilizaciones modernas.
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DATOS ESTADÍSTICOS ACTUALES
(1950)

La producción, organismos judiciales y administrativos, industrias, profesiones, artesanía y otros datos relativos al Ayuntamiento de Castroverde y su capitalidad están tomados de las estadísticas del presente año, que publica el “Anuario General de España”.
Es Castroverde un Ayuntamiento de primera categoría para efectos judiciales y administrativos.
Consta el distrito de 9.017 habitantes de hecho y de 10.095 de derecho. Está situado a 22 kilómetros de la capitalidad de provincia, Lugo, cuya estación de ferrocarril es la más próxima, y a la que está unida por diversas vías de comunicación, principalmente la carretera de Lugo a Fonsagrada, que le atraviesa, estando en construcción otra que desde la villa de Castroverde, y pasando por Bolaño, Montecubeiro y Caraño, se dirigirá a Meira. Se estudia y trabaja también para construir una red de caminos vecinales aptos para tránsito de vehículos a motor, que partiendo de la capitalidad del distrito una a las diversas y diseminadas feligresías de que se compone el término municipal.
Celebra ferias en domingos alternos en relación a las de Meira y Cádavo, que fomentan su comercio, industria y producción agropecuaria, al mismo tiempo que facilitan la adquisición de manufacturas importadas, material agrícola y cuantos productos necesita el ambiente y consumo rural de la comarca.
El distrito jurisdiccional produce en sus zonas, muy poco dispares agrícolamente, centeno, trigo, castañas, manzanas, pastos, frutas, patatas, maíz, judías y hortalizas. Cría ganado vacuno, lanar, caballar y de cerda. Maderas de castaño, roble, abedul y nogal, principalmente. Hay algo de caza mayor, mucha menor, y también algo de pesca fluvial de truchas y anguilas.
Tiene estafeta de correos, con giro postal hasta el límite de mil pesetas; centralita de teléfonos y telégrafos.
Además del Ayuntamiento, de primera categoría, y Juzgado de Paz y Comarcal, hay los Organismos oficiales de Delegación de Sindicatos, dos escuelas nacionales, puesto de la Guardia Civil, con un sargento de ésta, Comandante en jefe, y un brigada, con cargo de jefe de línea; archivo lírico-dramático, con representante de la Sociedad de Autores; cura ecónomo; Delegación de Falange Española Tradicionalista y de las J.O.N.S., etc.
De las organizaciones colectivas o individuales, propietarios de industrias varias, me limito a dar el número de éstas, prescindiendo de los nombres de los distintos industriales, comerciantes y poseedores de títulos académicos que ejercen éstos, en virtud de una mayor y práctica reducción de texto y espacio, dando solamente, y como norma general de orientación a este respecto, que muchos de los establecimientos a enumerar están repetidos por dedicarse sus propietarios a varias especialidades mercantiles.
Establecimientos o industrias de producción: tres fábricas de aserrar maderas, dos empresas de automóviles, canteras de cal, piedra granito y pizarrosa, mármol (que no se explota como tal sino como piedra de uso vulgar), minas de antimonio (actualmente sin actividad) y dos carpinterías.
Productos del país o importados para el consumo: carnecería del municipio, cuatro almacenes de cereales, seis de comestibles, tres de frutos del país, tres almacenes de sal y varios almacenes de vinos.
Profesiones diversas. De carrera: dos médicos, notario, abogado, dos veterinarios, farmacéutico, cura ecónomo y dos maestros nacionales. Oficios y artesanía: tres herrerías, hojalatería, peluquería de señoras y dos de caballeros, relojería, tres zapaterías, cuatro serrerías, tres modistas, dos carpinterías y varios ebanistas.
Otros establecimientos diversos: cuatro cafés, dos fondas, diez tabernas, tres cordelerías, dos estancos, farmacia y droguería, tres ferreterías, tres funerarias, tres comercios de loza y porcelanas, establecimientos varios de material de escritorio, tres posadas, radiotelefonía, aparatos y material eléctrico.
Suministran el fluido eléctrico las Fábricas Coruñesas de Gas y Electricidad y la General Gallega.
Hay también dos corresponsalías de Bancos y una de Prensa.

Análisis estadístico de población.

Para el estudio y conocimiento de un pueblo o comarca no bastan solamente cifras de industria, población y desenvolvimiento económico, por ser muy relativas si no guardan determinada conexión con el espacio extensivo que ocupe éste, desprendiéndose del coeficiente obtenido al comparar las cifras dadas con el kilometraje de extensión, la mayor o menor importancia y riqueza de la zona estudiada.
A este objeto, y con relación a nuestro Ayuntamiento, transcribo literalmente, con sólo ligeras ampliaciones, el estudio que publicó Dantín Cereceda titulado Análisis de la población gallega en sus distintos núcleos, y anotaciones diversas de las últimas estadísticas catalogadas por zonas, que publicó la Dirección General de Estadística. Las últimas cifras dadas por el censo de población arrojan el total ya mencionado de 9.017 habitantes, distribuidos entre los diferentes pueblos y caseríos del distrito, siendo la capitalidad (Castroverde, o Villarino, o Santiago de Castroverde) el mayor núcleo, con un total de 525 habitantes.
La zona de 45 a 50 habitantes por kilómetro a que pertenece nuestro distrito, y una de las cinco de la provincia de Lugo con esta densidad media de población, comprende un rombo bastante irregular, que confina, por Norte, con los Ayuntamientos de Pol y Otero de Rey, incluye la sierra de Meira, así como el Ayuntamiento de Baleira, hasta las proximidades de Fonsagrada; y por el Sur se extiende hasta los distritos de Lugo, Corgo, Láncara, Becerreá y Neira de Jusá.
Ocupa la doceava zona de densidad media de la región gallega y constituye una de las 3.972 aldeas de la provincia de Lugo que alcanzan este promedio de población. De los distritos que lo rodean, el que más le aventaja es, por razón lógica, el de Lugo, capital de provincia, y los de Corgo y Láncara, con 76 habitantes-kilómetro, siendo, por otra parte, la zona de confín más despoblada la comprendida entre Becerreá, Neira de Jusá y las márgenes del río Navia, con sólo 30 habitantes-kilómetro.
Es nuestro Ayuntamiento una comarca deficientemente poblada hoy en día en relación con la totalidad de Galicia, cuya densidad media sobrepasa los 71 habitantes-kilómetro, existiendo no obstante una porción de núcleos que no llega a nuestro nivel poblacional; influye para esta deficiencia de población la mayor o menor fertilidad del terreno en zonas como la nuestra, netamente agrícola, así como el espacio desaprovechado de arenales, montes improductivos, y muy sobremanera las corrientes emigratorias, que alcanzaron en Castroverde bastante importancia durante los últimos años.
Un siglo de estadística en nuestro distrito, con períodos escalonados de veinte años, con datos obtenidos de los tratados a mencionar, nos da la siguiente proporción: Año base de 1850, según estudio geográfico publicado en esta fecha por Pascual Madoz, tenía 4.800 habitantes el distrito, y 190 la capitalidad; año de 1870, por publicaciones de Nicolás María Serrano, vemos que estas cifras ascienden a 5.600 y 270, respectivamente. El Diccionario Geográfico de la Real Academia nos da, en 1891, 5.919 habitantes el distrito, y 320 la capitalidad. En las publicaciones Espasa-Calpe de 1910 vemos ya aumentada la población a 6.189 y 353 habitantes, respectivamente. Las estadísticas de 1930 (¡mi año!) arrojan ya la cifra de 7.376 en el Ayuntamiento, con una disminución en la villa de 22 habitantes. Por último, el Anuario de Estadística de 1950 (el presente) señala una elevación a 9.017 habitantes en el distrito, y 525 en la villa de Castroverde.
Como puede observarse, aunque no en la proporción de otras comarcas hoy más pobladas, el nivel de población fue siempre en escala ascendente, excepto en la capitalidad, durante el lapso de los años 1910 a 1930.
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GEOGRAFÍA DEL DISTRITO
                       
No es mucho lo que geográficamente puede describirse de este distrito, y no es precisamente porque sea relativamente pequeño, ni porque falten datos o materia para ello; pero todo esto resulta sobradamente conocido para la mayor parte de los lectores a que pueda llegar mi modesta obra, siendo pesado y machacón pararse en nimiedades y en detalles vulgarmente sabidos. No obstante, la misión divulgadora debe extenderse más allá de sus límites, hasta donde se desconoce su existencia incluso; que este ayuntamiento tan esclarecido al paso de la historia no llegue al olvido, que su nombre suene lejos, muy lejos, y que sus glorias a través de la región gallega formen parte de las brillantísimas españolas, grano de trigo en los trojeles nacionales, diminutivo en su sentido legal, pero importante analizando la formación de un conjunto glorioso.
Geográficamente, todo cuanto atañe al distrito es exacto, claro y de precisiones matemáticas; su conocimiento por estar limitado al presente nos da detalles sencillos y concretos; no ocurre así con su historia, con su progreso y evolución; poco conocemos en este sentido, y todo con relativa certeza; los siglos se encargaron de echar polvo y olvido sobre lo que, merced a constantes investigaciones, se va descubriendo lentamente, aunque sin la minuciosidad y precisión que hubiese sido de desear. Es demasiado trabajo para una generación realizar tan vasto proyecto; no puede tampoco existir semejante egoísmo: vendrán continuadores de nuestros afanes y escribirán completa, dentro de lo que cabe y de las inexplorables lagunas de siglos enteros, la historia de épocas pretéritas, de nuestros abuelos, de nosotros, de ellos…
Aparecen los actuales distritos cuando el señorío feudal decae, cuando al amparo de foros, censos, etc., el siervo, o más propiamente el villano, se establece a la sombra del castillo de su señor, o de la iglesia, monasterio etcétera, que le concedió el dominio útil de una parcela que cultivar. El Estado entonces, ya más consolidado y autómata, extiende su protección y sus relaciones hasta las aldeas creadas; cada comarca, generalmente cada antiguo señorío, forman un Ayuntamiento, al que el Estado provee de instrumentos o medios de administración y de justicia.
Así nace el distrito de Castroverde, a la sombra del castillo y señorío de los condes de Altamira, aunque si bien abarcando a otros pueblos vinculados entre sí por mutuos intereses, vías de comunicación, factores geológicos o costumbristas, etc.; entre éstos cabe situar las feligresías de Santiago de Meda y San Andrés de Barredo, que es tradición pertenecieron, para efectos eclesiásticos, a la jurisdicción dicha; también subsiste la tradición de que la parroquia de Esperela, hoy capitalidad del Ayuntamiento de Baleira, perteneció al señorío de Altamira, y, en cambio, la vemos agrupada a un distrito colindante.
Después de ligeras transformaciones que haya sufrido el contorno municipal, llegamos a la configuración presente, en que aparece delimitado por los Ayuntamientos de Pol, Baleira, Corgo y Lugo, ocupando una extensión aproximada de 190 kilómetros cuadrados, poblado por 9.017 habitantes (año 1950), dentro de la provincia y partido judicial de Lugo, de cuya capitalidad dista el término unos 11 kilómetros en dirección Noroeste.
Corresponde a la Audiencia Territorial y Capitanía General de Coruña.
Está situada la villa de Castroverde, capitalidad del distrito, a 43º    33´´, latitud Norte, y a 3º 52´ 13´´ de longitud Oeste del Meridiano de Madrid, y 7º  33´ 28´´ de longitud Oeste del Meridiano de Greenwich.
Se compone el distrito de 36 feligresías (que se reseñan a continuación), que cuentan con un crecido número de aldeas y caseríos muy diseminados, reuniendo más de 1.500 casas, en su generalidad de agricultores y propias.
Por su configuración montañosa, varía mucho la altitud de unos a otros pueblos, pero puede dársele como media bastante aproximada, y que coincide con el valle de su capitalidad, la de 650 metros sobre el  nivel del mar.
Como vías de comunicación tiene una importante red de caminos vecinales, carreteros y de herradura, que unen entre si a las feligresías y pueblos del distrito, además de la carretera de segundo orden en dirección Lugo a Fonsagrada, que corta el término por su capitalidad. Existe también un ramal a Miranda, que parte de la citada carretera, y otro, todavía en construcción, que de la villa de Castroverde seguirá por las feligresías de Bolaño, Montecubeiro y Caraño (ésta en términos de Pol), yendo a unirse en Riojuán con las carreteras de Lugo a Meira y Martín.
La capitalidad del distrito es la villa de Santiago o Villarino de Castroverde, en la que están instalados todos sus centros oficiales, Delegación de Correos, Teléfonos, Telégrafos, etc., así como también primer centro mercantil, industrial, de importación y de exportación, en el que se celebran quincenalmente las ferias del distrito, fomentadoras de la expansión agropecuaria y mercantil de los pueblos concurrentes.
Su terreno participa de monte y llano, pero todo en general es fértil y no escaso de arbolado. Le bañan varios arroyos, que pasan luego a enriquecer los ríos Azúmara, Tordea, Lea y Neira, y otros afluentes del Miño.
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FELIGRESÍAS DE CASTROVERDE

Agustín.- Santa María.
A 22 kilómetros de Lugo y a ocho de Castroverde. Está situada esta feligresía entre montañas bien ventiladas, comprendiendo una 60 fanegas de terreno laborable, de calidad regular, propiedad de varios caseríos, entre los que reúnen actualmente, y según últimas estadísticas, 51 habitantes de hecho. Tiene estafetilla de correos e iglesia parroquial. Su reducido término confina con San Andrés de Mirandela, San Esteban de Furís, San Martín de Folgosa y Santiago de Miranda. Su producción, la típica de la comarca y en pequeñas proporciones.

Arcos.- San Pelagio, o Pelayo.
A 17 kilómetros de Lugo, en la carretera de Fonsagrada. De clima frío y húmedo, pero sano. Se compone de las aldeas de Arcos, Gracián, Santa Juliana y caserío de Frayás, que reúnen unas 34 casas, con un total de 172 habitantes. Confina con Santa María de Moreira, con su anejo de Souto de Torres, Monte y Queizán, Piñeiro y Paderne. Le baña el río San Payo, que trae su origen de San Pedro de Serés; lleva su curso de Norte a Sur por el monte Augueiro a Souto de Torres, y entra en Arcos, desde donde corre a unirse a uno de los diversos afluentes del Miño, después de recoger un crecido número de derrames de fuentes que abundan en el término.
La iglesia parroquial es matriz de Santo Tomás de Souto de Torres, existiendo además una ermita en Gracián y otra en ruinas en Santa Juliana. Hay cura párroco, estafeta o cartería, estanco y tabernas.
Es un pueblo notable en el comercio del pasado siglo por su importante arriería. Tiene bastante buena producción.

Barredo.- San Andrés.
A 11 kilómetros de Lugo, 30 de Mondoñedo, a cuya diócesis pertenece, y a 6 de Castroverde. Está situado al Sur de la Meda, sobre una colina y con excelente ventilación. Comprende los lugares de Barredo, Vilar dos Naraos y Villajurjo, que reúnen 42 casas y 209 habitantes. Confina, por Norte, con la Meda, su anejo; al Este, con San Juan de Barredo y Sotomerille; y al Oeste y Sur, con Gondar y Bascuas, respectivamente.
Terreno fértil y bañado por el río Recamonde, que bajando por el Este, y después de unirse al Chamoso por la parte de la Meda, riega un hermoso valle destinado a prados y pastizales. Al Oeste está la parte montañosa, muy poblada de arbolado. Hay varias fuentes de un agua excelente, y muchos y muy frondosos árboles formando paseos y sotos muy agradables, sin que el arte les haya dado dirección ni cultivo. Los caminos son locales, siendo el principal el viejo de Lugo, y los que facilitaban la comunicación con Tierrallana y Villalba, en la época de las grandes recuas propiedad de los vecinos industriales de esta localidad.
La iglesia parroquial, San Pedro, es conocida por San Andrés, siendo matriz de la de Santiago de Meda; se ejercía el patronato de la misma por el extinguido Monasterio de Meira en una sexta parte; en igual proporción por el de Santo Domingo de Lugo, y por las otras cuatro el maestrante Ribera, vecino de Villaestebe. Tiene cura párroco.
Producción agropecuaria; mucha bellota, castañas, lino, etc.; caza y pesca. Antiguos y aún utilizados telares de lino y lana; molinos harineros y otras producciones y riquezas típicas. Constituye su comercio la venta de leñas, ganados y frutos secos sobrantes, principalmente en el mercado de Lugo.
Este pueblo, según las últimas nivelaciones realizadas por el Servicio Geográfico Nacional, está a una altura de 734 metros sobre el nivel del mar.

Barredo.- San Juan.
Esta feligresía está situada a 16 kilómetros de Lugo y a 3 de Castroverde, perteneciendo a la diócesis de Lugo. Comprende los lugares de Castelo, más conocido por Barredo, Francelos de Abajo, Francelos de Arriba y Villafrío, que reúnen más de 50 caseríos, con un total de 273 habitantes. Confinan el término, por Norte con San Pedro de Serés; al Este con Rebordaos; por Sur con Santa María de Moreira, y al Oeste con Santiago de Meda.
Le bañan varios arroyos formados por fuentes que nacen en el término, y por el Oeste toca el río que nace en la Meda, el cual daba impulso a un martinete de herrero propiedad de los vecinos de esta parroquia, así como el arroyo Angueiro, que nace en Serés y corre de Norte a Sur. El terreno es montañoso y muy arbolado, aunque poco fértil en las zonas de cultivo. Le cruzan, de Este a Oeste, el camino de Castroverde a Castro de Rey y Tierrallana y otros que se dirigen a Lugo y Aday.
La iglesia parroquial, San Juan, es matriz de San Salvador de Sotomerille; existe en el lugar de Villafrío, hoy derruida, una capilla a la advocación de Santa Marina.
Hay, además de la clásica producción, caza y pesca; antiguos telares, herrerías, molinos, hornos de cal y recientes instalaciones eléctricas de energía producida por fuerza hidráulica. Tiene estafeta de correos en la localidad de Francelos de Arriba, con giro postal hasta la cuantía de 250 pesetas, y escuela nacional.

Barreiros.- San Cosme.
Feligresía situada en la falda del monte de Mordey, que comprende los lugares de San Cosme y Barreiros, haciendo un total de 27 casas y unos 138 habitantes. Con varias fuentes dentro y fuera de la población que le abastecen de agua potable, además del riego de sus huertas y praderías. Confina con las feligresías del mismo Ayuntamiento: Furís, Freiría y Riomol. Es un terreno de mediana calidad y le bañan los ríos Masoucos y Folgueira. La parte montañosa tiene mucho arbolado.
La iglesia parroquial, San Cosme, es un anejo de Furís. Tiene cura párroco, escuela nacional, una carpintería y otros oficios de tipo y primera necesidad rural.

Bolaño.- Santa Eulalia.
Pueblo situado a 24 kilómetros de Lugo y a 2 de Castroverde capital. Cuenta con 276 habitantes, según las últimas estadísticas. Situado en unas llanura circundada de altos montes (bolaños), con clima abrigado y sano. Tiene una campiña muy hermosa y fértil, sobre todo las extensas praderías que posee, en su mayor parte regadío, que le dan una importante riqueza agropecuaria. Son escasos sus montes y casi desprovistos de arbolado, con sólo pequeños rendimientos de leñas de tojos y retamas; suelen roturarlos cada veinte años, sembrando en ellos trigo y avena.
Confinan sus términos con Montecubeiro, Castroverde su anejo, Pena y San Miguel del Camino.
Tiene una fuente muy abundante de buena agua, denominada de Barrio, que nace al Norte y a la falda de una colina, la que con otros tres riachuelos forman un importante caudal, que toma indistintamente los nombres de los terrenos que recorre y fertiliza las extensas praderas. Existen canteras de piedra de cal en la colina de Xivil, de las que se surten diversas parroquias explotadoras de esta industria. (Recordemos, unza vez más, que este libro fue publicado en el año 1950). Inmediato a ellas existe también mineral de antimonio, de explotación que se estudia actualmente, y cuya existencia, reservas inexplotadas y demás investigaciones mineralógicas con respecto a ella nos da ya en 1833 Guillermo Schult en su descripción geonóstica de Galicia. Hay también en la mencionada colina varias canteras, hasta hoy inaprovechadas, de precioso mármol blanco y veteado. Otra riqueza industrial de este pueblo son las canteras de Veigaseca, de la que se extrae hermosa y consistente pizarra azul, empleada para cubrir techos.
Hay escuela nacional, carretera a Castroverde, maquinaria agrícola moderna y todos los adelantos correspondientes a la época, en explotaciones agropecuarias, y lo mismo en sus diversas industrias, que hacen de esta feligresía un núcleo de varias y diversas riquezas. Este pueblo, con tendencias modernas para cultivos y explotaciones, ha sido cuna de diversas personalidades preclaras, así como centro de arte, destacando su ya tradicional banda de música, de reconocido prestigio.

Camino.- San Miguel.
Feligresía perteneciente a la diócesis de Lugo, de cuya capital dista 21 kilómetros, y uno de la capitalidad de su Ayuntamiento. Está situada en la falda de los montes Bidueiros, Trasorras y del Coto, formada por los lugares o aldeas de San Miguel y Trasorras, entre los que reúne18 casas, con un total de 78 habitantes. La iglesia parroquial, San Miguel Arcángel, es aneja de la de Cobelas, de la que dista unos dos kilómetros.
La baña el río Trasorras, que le delimita con Rebordaos, y sobre el que tiene dos puentes que facilitan sus comunicaciones con las feligresías inmediatas, y un molino hidráulico de propiedad vecinal, para molturación de cereales. Cruza esta feligresía el antiguo camino real, (Camino de Santiago), hoy carretera, que se dirigía desde Fonsagrada por Castroverde a Lugo. Confina, principalmente, con Villarino de Castroverde, Bolaño, Rebordaos y San Jorge de Recesende.
Los propietarios de la villa de San Miguel del Camino reconocen el señorío de la casa de San Marcos de León, de la Orden de Santiago, a cuyo dominio pertenecía, y no solamente este pueblo sino varios otros del distrito que desconocemos, en 15 de agosto de 1187, y fijan las obligaciones que adquirían por este concepto: vasallaje y tributo, en cantidad y especie éste que ignoramos por no constar en el documento original que obra en el Archivo Histórico Nacional, y en el que confirma don Fernando Roderici, en nombre de la citada villa. El documento-foro aludido ha sido publicado en una colección de documentos para la historia de las instituciones de León y Castilla de los siglos X a XIII, por Eduardo de Hinojosa, la cual escritura no ofrece otra redacción y cláusulas que las corrientes de la época antedicha, por cuya razón dejo de transcribirla.

Castroverde o Villarino.- Santiago de
Capitalidad del distrito, llamada también Villarino de Castroverde. Gran centro industrial y mercantil del Ayuntamiento, así como villa muy modernizada. Está situada en una extensa planicie, atravesada por la carretera Lugo-Fonsagrada, y en la falda de la sierra de Villabad. Aproximadamente ocupa el centro del contorno municipal. Los datos relativos a esta villa y parroquia ya están anotados en capítulos anteriores.

Cellán de Calvos.- San Salvador.
Feligresía distante tres kilómetros de la capitalidad de Castroverde. Cuenta con 77 habitantes. Está situada en una altura a la falda Oeste del monte de Devesas. Reinan indistintamente los vientos del Norte y del Sur. Clima sano. Se compone de 11 casas distribuidas entre los lugares de Calvos y Barrio de Vilar, con dos buenas fuentes dentro del poblado y otras tres en el término.
Confina, por Norte, con Cellán de Mosteiro; al Este, con San Miguel de Cobelas; por Sur, con su mencionada matriz; y al Oeste con el referido Cellán de Mosteiro. El terreno participa de monte y llano, con sotos de frondosa y robusta arboleda; la parte destinada a cultivos es de buena calidad. Los caminos son locales y en mediano estado. Produce principalmente centeno, trigo, patatas, algunas legumbres, lino y castañas; cría toda clase de ganados y se encuentra alguna caza. Tiene un estanco y estafeta de correos.
La iglesia parroquial, San Salvador, es una de las anejas de Santa María de Pumarega.

Cellán de Mosteiro.- San Pedro.
Pueblo distante cuatro kilómetros de Castroverde. Situado en un llano dominado por los montes Dos Outeiros y Cabreiral, con buena ventilación y clima sano. Tiene 20 casas y un total de 125 habitantes. Para consumo doméstico tiene dos abundantes fuentes dentro de la población, y tres fuera de ella que aprovechan los vecinos para riegos.
El término confina, por Norte, con su matriz; al Este, con San Julián de Pereiramá; por Sur, con Oriz y Espasande; y al Oeste con San Salvador de Cellán de Calvos, extendiéndose por donde más, a un cuarto de legua. Le baña, por el Oeste, el río Dos Oleiros, que baja de la feligresía de Cubelas; lleva su curso de Norte a Sur, y después de cruzarle el puente del mismo nombre, continúa por Pereiramá, Espasande y Goy a unirse al río Tordea. El terreno es de buena calidad; sus citados montes Dos Oleiros y Cabreiral se hallan poblados de robles y castaños. Produce bastantes castañas, frutas, etc.; caza y pesca; varios telares, molinos harineros, etc. Los caminos que cruzan la feligresía y se dirigen a las limítrofes están bien cuidados por los vecinos. Tiene dos tabernas y escuela nacional. La iglesia parroquial, San Pedro, es uno de los anejos de Santa Marina de Pumarega.

Cobelas o Cubelas.- San Miguel.
Feligresía situada a unos dos kilómetros de Castroverde, en un llano a la falda del monte Marronda, cuya altura le domina por Este, y por Oeste la de Bidueiros. Buena ventilación y clima sano. Confina por el Norte con Santiago de Castroverde; al Este con el lugar de Marrondo; por Sur con San Pedro de Cellán; y al Oeste con San Miguel del Camino, también anejo de Vilalle. Tiene varias fuentes de buena agua dentro y fuera de la población, además de varios arroyos que bajan de los montes referidos, cuyas aguas, después de fertilizar el terreno, van a incorporarse al río Tordea, pasando por Espasande y Goy.
El terreno es de buena calidad y muy productivo; tiene grandes prados, mucho arbolado de castaños, robles, alisos, abedules, fresnos, álamos y frutales. Además de los montes citados, existen otros de bastante extensión, cubiertos de combustible y pastos. Pasa por la feligresía el camino vecinal que desde la villa de Castroverde y Vilalle se dirige a varios pueblos aledaños. Tiene, según últimas estadísticas, 219 habitantes de hecho. Producción agropecuaria, molinos harineros, telares de lino, etc. La iglesia parroquial, San Miguel, es un anejo de San Pedro de Vilalle.

Espasande.- Santiago de.
Está situada esta población en un llano, a la falda de la sierra de Tordea y al Oeste; con buena ventilación y de clima templado y sano. Hace un núcleo de 30 casas, en las que viven 133 habitantes, todos ellos productores agrícolas. Deslinda, por Norte y Este, con Santa María de Goy; al Sur Santa Catalina de Anseán; y por Oeste con el antiguo camino real que pasa por Vdueiros desde el Ribero de Monforte.
Hay fuentes de buena agua dentro de la población, y le baña además un riachuelo que tiene su origen en la sierra de Villabad, en Frontoy, parroquia de Bolaño, que baja de Norte a Sur a San Miguel de Cobelas, y tomando las aguas que nacen en este pueblo, pasa a Goy, donde se reúne con el río Tordea. El terreno laborable, aunque algo quebrado, es bastante fértil. Sus montes, al Poniente, son desarbolados y de mala calidad. Por el Oeste pasa el ya citado camino real que venía de Monforte a Castro y a Fonsagrada, y por el centro de la población los que comunican con los lugares de Tordea, feria de Sobrado y otros inmediatos.
Es su producción la típica de la comarca, destacando la cría de ganado vacuno. Hay, además, entre otros productos, castañas, cereales, legumbres, heno; caza mayor y menor, pesca de truchas, etc. Hasta principios del actual siglo (XX) en que dejó de explotarse ampliamente, producía un lino excelente, que manufacturaban en telares rústicos y de artesanía, para toda clase de vestimenta rural y típica. Cuenta con un molino harinero para molturación de cosechas obtenidas en cereales por los vecinos de la comarca. Tiene cura ecónomo, y escuela nacional.

FREIRÍA o FRAIRÍA.- Santa María.
Esta parroquia está situada en la falda de la sierra de Mordey, comprendiendo los lugares o caseríos de Albardeiro, Freiría, Folgueira, Nogueira y Peredo, que reúnen 38 casas con un total de 207 habitantes. La delimitan las de Vilalle, Masoucos, Riomol y Folgueira (pueblo) en un radio de dos kilómetros escasos.
Fertilizada por dos fuentes que nacen dentro del poblado, y por las aguas de arroyos que bajan de la citada sierra. El término es de mediana calidad y sus montes están poblados de leñas y pasto. Caminos vecinales y en mediano estado. Produce cereales, principalmente, y ganado vacuno; liebres, conejos, perdices y zorros. Su industria, la agropecuaria, y un molino harinero de la localidad. La iglesia parroquial, Santa María, es aneja de San Esteban de Furís. Tiene cura ecónomo y escuela nacional.

Furís.- San Esteban.
En un valle abierto a la caída de la sierra de Mordey, ramal de la de Villabad, distante seis kilómetros de la capitalidad del distrito. Bien ventilado y de clima sano. Comprende los lugares y caseríos de Abelleira, Azoreira, Couso, Furís de Abajo, Furís de Arriba, Lozadal, Lourentín, Montaña y Ferrería, que hacen un total de 80 familias campesinas, y una población de 428 habitantes.
Confina, por Norte, con Riomol; al Este, con Santa María de Penarrubia, del partido de Becerreá; al Sur, con San Miguel del Páramo; y por el Oeste, con Mirandela, a poco más de un  kilómetro con todas estas feligresías. Tiene tres fuentes dentro de la población que le fertilizan, además de los riachuelos denominados Couso y Augueiros, que bajan de los montes de Cabanela, cuyo origen tiene en la parroquia de Riomol, y unidos siguen su curso pasando por San Andrés de Mirandela. El terreno es de mediana calidad, y sus montes de Cabanela y Acebedo, de bastante extensión, pero sólo producen escasas leñas y ramajes, no así las laderas, que están bien arboladas.
Caminos vecinales, siendo el más importante el antiguo, que desde Augueiros y Rozas se dirigía a Lugo. Producción, la típica de la comarca; caza menor, truchas, etc. Tiene dos molinos harineros en la localidad. Hay estafetilla de correos con giro postal autorizado hasta la cuantía de 250 pesetas, cura ecónomo, escuela nacional y una abacería.
La iglesia parroquial, San Esteban, es antigua matriz de las de Miranda, Freiría, Masoucos y Barreiros.

GOY.- Santa María Magdalena.
En la falda oriental del monte Vidueiros y a orillas del río Goy. Confina con la parroquia de Espasande, por el Norte; al Este con Santa María de Uriz, interpuesto el arroyo que baja de los montes de Castroverde y corre a unirse con el río Tordea; por el Sur, con Santo Tomás de Tordea; y al Oeste con los montes de Vidueiros. Tiene tres fuentes dentro de la población, además de los ríos citados, existiendo sobre el Goy dos puentes ordinarios que facilitan el paso para Uriz, uno, y otro para Sobrado. Al Oeste para el antiguo camino real de Monforte a Castroverde; por su centro el de la feria de Sobrado, y otros vecinales que facilitan sus comunicaciones con los pueblos inmediatos.
Sus montes están poco arbolados, aunque si abundan robles y castaños en las laderas. El terreno de cultivo es de mediana calidad. Entre sus producciones destaca el ganado vacuno. Hay también caza menor, truchas, etc. Existen oficios de primera necesidad rural e industrias derivadas de la agricultura y de la ganadería. Tiene actualmente 87 habitantes. Hay estafeta de correos, cura párroco y una abacería. La iglesia parroquial es matriz de Santa María de Monte.

Masoucos.- Santiago.
Está situada esta feligresía en un paraje llano y bien ventilado, en la falda de la sierra de Mordey. Comprende los lugares de Masoucos y Trascastro, que forman un conjunto de 26 caseríos con 137 habitantes. Confina, por Norte, con Esperela, del Ayuntamiento de Baleira; al Este, con montes y término de Riomol; y por Sur y Oeste, con el lugar de Villacote, extendiéndose hasta estos confines en un radio de dos kilómetros escasos.
Le baña el río Cubeiro, que se dirige hacia la inmediata parroquia de Riomol, y tiene además una fuente para consumo doméstico dentro de la población. Su terreno laborable es de mediana calidad, teniendo el denominado monte de Lama, que produce buenos pastos y combustibles. Caminos vecinales, y producción la típica de la comarca. Tiene un molino harinero de la localidad.

Meda.- Santiago de.
Feligresía situada en las inmediaciones de lo que fue escenario de la imborrable y gloriosa defensa del Medullius. Pueblo de brillante historia a través de los siglos, de nobleza arraigada, de mílites medievales, de linajudos hijosdalgo, cuya descendencia conserva aún en parte los blasones y los caseríos de sus antepasados; pazos y señoríos típicos, conservando los vestigios de su rancia estirpe y las costumbres de la extinguida nobleza campesina y productora.
Dista 11 kilómetros de Lugo, 5 de Castroverde, y unos 40 de Mondoñedo, a cuya diócesis pertenece actualmente y perteneció en sentido jurídico administrativo hasta principios del siglo XVIII. Comprende 78 casas, en los núcleos de Meda y Córneas, con un total de 400 habitantes. Posee una hermosa y artística iglesia parroquial a la advocación de Santiago, que es aneja de San Andrés de Barredo. Hay también una capilla de propiedad particular. Confinan sus términos, por Norte y Oeste, con Suegos, Orizón y los montes de Villaronte, San Fitoiro y Monaro (Monciro); al Este, con San Pedro de Serés; y por el Sur, con su matriz de Barredo, en un radio de dos kilómetros escasos. Por el Este confina también con San Juan de Barredo.
Fuera de la población tiene varios manantiales, que aprovechan los vecinos para riego de sus extensos prados. Le baña un arroyo denominado Chamoso, que tiene su origen hacia el Este, en unas canteras denominadas de Cares, de las que extraen piedra para reducirla a cal, principal industria del poblado. El terreno es muy feraz y productivo; sus montes están poblados de combustibles y pastos. Se conservan antiguos caminos en buen estado, principalmente el que desde Castroverde se dirigía a Villalba, Ferrol y otros puntos, así como el existente por la parte de Norte a Sur de la población, que se dirigía a Lugo.
Tiene estafeta de correos con giro postal hasta la cuantía de 250 pesetas, cura ecónomo, escuela nacional, dos tabernas, dos abacerías, explotaciones de obtención y venta de cal, comercio de tejidos y de exportación de frutos secos del país, así como también de huevos, quesos, manteca, etc. Es uno de los pueblos más cultos, laboriosos y productivos del Ayuntamiento, uniendo a su celo por el progreso agrícola y pecuario de la localidad lo productivo de sus tierras, que facilitan alcanzar el grado de prosperidad por que atraviesa.

Miranda.- Santiago.
Dista 22 kilómetros de Lugo y 5 de Castroverde. Está situada esta parroquia en un frondoso y ameno valle, circundado por la sierra del mismo nombre, que le domina por el Este. Le rodean las parroquias de Santa María de Uriz, San Andrés de Mirandela, el lugar de Outeiro das Vellas y Santo Tomás de Tordea. Ocupa un llano de unos seis kilómetros cuadrados. De clima frío, pero sano, y un terreno muy productivo. Participa de monte arbolado y le baña el río Miranda, que nace en la sierra de Mordey, y corriendo de Oeste a Sur por la feligresía de Furís baja a la de Santa Marina de Pumarega, uniéndose al Tordea en la parroquia de este nombre después de cruzarlo cuatro puentes de piedra y rústicos.
Tiene 161 habitantes y cura párroco. Buena producción agropecuaria, caza menor, molinos harineros antiguos, y aún en uso telares de lino y lana; una empresa de automóviles.

Mirandela.- San Andrés.
Parroquia situada en la falda del monte Páramo y sobre el antiguo camino real de Monforte a Ribadeo. Dista 8 kilómetros de Castroverde, capitalidad. Comprende las aldeas o lugares de Mirandela y Outeiro das Vellas, que hacen un total de 209 habitantes.
Confina esta feligresía, por Norte, con Riomol, a unos dos kilómetros; al Este, con San Esteban de Furís; por Sur, con San Miguel de Páramo; y al Oeste, con Santiago de Miranda.
De terreno montañoso y de pizarra, con montes comprendidos en la sierra de Páramo o Tordea. Le baña un arroyo que baja de Furís y corre hacia Santo Tomás de Tordea, incorporándose al río de este nombre. Sus caminos enlazan con el ya mencionado real en la aldea de Miranda.
Tiene cura párroco, estafeta de correos con giro postal hasta la cuantía de 250 pesetas, dos tabernas, molino harinero y una zapatería.

Monte.- Santa María.
En la falda de la sierra Vidueiros y a orillas del río Outeiro. Comprende los lugares de Monte, Outeiro, Santa Juliana y Vilanova, que reúnen un total de 28 casas y 206 habitantes. Tiene, además de la iglesia parroquial, una capilla a la advocación de San Antonio, propiedad privada.
Confina, por Norte, con Recesende; al Este, con los montes Vidueiros; al Sur, con Santa María de Queizán; y por Oeste, San Pelagio de Arcos. De terreno montañoso, pero con cañadas y valles fértiles. Le baña el río Outeiro, al que se unen diversos arroyos. Sus caminos enlazan con el antiguo de Monforte, que pasa por el monte Vidueiros, Espasande a Castroverde, para el que tiene un puente sobre el citado río, de construcción reciente.  Son sus fuentes productoras la agricultura e industrias derivadas, principalmente; caza menor, pesca de truchas y anguilas. Canteras de piedra granito y piedras molares. Tiene un molino harinero y oficios de artesanía rural. Tiene cura párroco, médico y una escuela nacional.

Montecubeiro.- San Ciprián.
Extensa feligresía, a 6 kilómetros de Castroverde y a 23 de Lugo, capital de provincia, a cuya diócesis y partido judicial pertenece. Está situada en la falda y garganta de la sierra de la Herradura, que alcanza una altitud media de 748 metros (y 1029 en el vértice geodésico del Miradero) sobre el nivel del mar. De clima frío y húmero por su propensión a neblinas y nieves.
Comprende los diseminados pueblos de: Alvaredo, Barreiro, Bascuas, Berducedo, Berlán (el antiguo Bergland suevo), Cabanela, Cabozas, Campo, Castelo, Cepomundín, Cernada, Cogula, Costa, Escouredo, Fato, Fojos, Graña, Gruñedo, Insúa, Laje, Maceda, Magide, Pereiro, Pombal, Podriqueiro, Pumarín, Ramalledo, Sagaruje, San Ciprián, San Adriano, Sarceda, Teijeda, Valiña, Veiga, Vilar, Vilares de Abajo, Vilares de Arriba, Vitureiro y Villarín, que hacen un total de 160 caseríos y 965 habitantes de hecho.
La iglesia parroquial, a la advocación de San Ciprián, es única, de curato de entrada y patronato  nacional y eclesiástico. Está unida al semiderruido monasterio dominico del que forma parte, siendo su construcción (más exactamente restauración) del año 1787; la rectoral contigua, en el ala Norte del convento, es restauración del año 1785. Su construcción es posterior a la erección del convento en 315 años, lo que demuestra debe ser la actual (salvo su presbiterio) una ampliación de la capilla del convento, o también nueva fábrica en el sitio que ocupase la anterior; austera de conjunto, amplia y severa, posee en cambio magníficas tallas, y retablos de estilo poco depurado, predominando en ellos una marcada tendencia a lo barroco. Son notables por su tallado el altar mayor, el de Nuestra Señora del Rosario y el de San Antonio.
La iglesia también posee una moderna instalación eléctrica, con fluido suministrado por la central de Fato, que permite sea empleado este sistema de iluminación litúrgica en los meses en que el caudal de agua aprovechable está normalizado. En el centro de la iglesia, y en la nave de acceso al altar mayor y a la sacristía, reposan los restos de los monjes dominicos, así como también los de feligreses en la mitad inferior de la nave, hacia la puerta de entrada, que fallecieron antes de la construcción del hoy viejo cementerio, a principios del pasado siglo (XIX), siguiendo con ello la tradicional costumbre de los sepelios en las iglesias parroquiales, o conventuales, a falta de aquellas.
Tiene a su lado, al Sur del templo, una severa torre campanario, de tres pisos de alto, sin más trabajo arquitectónico que su remate en cuatro arcos de medio punto, uno por cada fachada de su planta cuadrada, formando una plataforma en su interior, y el encaje de dos campanas gigantescas consagradas a Nuestra Señora, una, y otra a Santa Bárbara, que la tradición popular supone de un elevado porcentaje de plata en su aleación, y que la extinta comunidad dominica había mandado construir con plata amonedada del tesoro del convento.
La feligresía está regentada actualmente por un solo sacerdote en lugar de los dos, párroco y teniente, que, según antigua distribución eclesiástica, le correspondía por su extensa comarca y por la penosa misión que para el celo apostólico representa atender a una zona tan diseminada y poco viable entre la rectoral y algunos pueblos extremos. Tiene además la ermita de Santiago de Fojos, hoy ruinosa; de Santa Petronila, en el lugar de Barreiro, en la que todavía se celebra culto, así como en la de San Antonio, en el lugar de Santadrao. Hay también otra capilla, de propiedad privada, en el pueblo de Cernada, en la casa señorial de los Luna.
Posee un monumental cementerio, recientemente trasladado, que se inauguró en 1948, (en cuyas paredes colaboré antes de incorporarme al Ministerio del Ejército), a corta distancia de la iglesia parroquial. Tiene otro cementerio, civil, en el monte denominado Zarro Novo, que se empleó para no bautizados y suicidas, que, afortunadamente, hace mucho tiempo que no se utiliza, estando abierto y olvidado por las nuevas generaciones. Hay dos escuelas mixtas, una de nueva y otra de antigua creación, en los pueblos respectivos de Magide y Pombal, estando aprobada por Educación Nacional otra, que se instalará en el pueblo de Sarceda.
El término se extiende a más de una legua de radio, confinando con las feligresías de Gondel, Luaces, Caraño, Retizós, Librán, Bolaño, Pena, Meda y Suegos. De terreno montañoso en general, pero bastante fértil en la parte destinada a cultivos. Mucho arbolado y pastos. En el lugar de Berducedo nace un riachuelo que en su curso de Norte a Sur baña varios pueblos de la feligresía. Otro en Sarceda, denominado Azúmara, que, con los afluentes Ribón, Insúa y Valiña, enriquece el valle que se extiende hacia Luaces. Existen también otros derrames de fuentes, sobre todo en los pueblos de la ladera de la Herradura.
Produce principalmente centeno, patatas, nabos, legumbres, bellotas, castañas y otros frutos; también trigo en la roturación de los montes. Cría y exporta ganado caballar, mular, vacuno, lanar, cabrío y de cerda. Tanto la avicultura como la apicultura alcanzan también rendimientos muy considerables. Hay caza de perdices, conejos, liebres, martas, y también zorros y lobos en las zonas montañosas. Existe también alguna pesca de truchas y anguilas, principalmente en el río Azúmara.
Los caminos son locales y en buen estado. Por la sierra de la Herradura pasa el antiguo real a Castroverde y Monforte de Lemos, que sigue la dirección de una vía romana. Recientemente acaba de inaugurarse la carretera a Castroverde (en la que he trabajado como prestación personal, y por tanto, gratuita), que seguirá desde San Cibrao el itinerario Caraño a Riojuán.
Su industria principal es la agropecuaria; hay telares de lino y lana, ya poco utilizable; varios molinos harineros, carpinterías, serrerías, “zoqueiros” (yo fui uno de ellos, y llevaba las zuecas a vender en las ferias de Castroverde), herrerías, etc. Hay estafetilla de correos con giro postal hasta la cuantía de 250 pesetas, estanco, cinco tabernas, dos abacerías, etc.
Existe una capilla antiquísima, la citada de Santa Petronila, que primero, según la tradición popular, fue ermita con ignorada advocación, y subsistente al propio tiempo que otra ya derruida y oculta bajo nuevo césped en un valle próximo al pueblo de Veiga (se dice que sus piedras se utilizaron para construir el molino llamado “Do Val”, y lo que de ella restaba lo “plancharon” las palas de la Concentración Parcelaria). Esta comunidad eremítica estaba consagrada a San Esteban, y el nombre que perduró es el de Valga de San Esteban.
En el lugar de Barreiro, de esta feligresía, existió la cárcel inquisitorial de la comarca, cuyos muros se conservaban hasta años atrás, y también algunos recuerdos, como grilletes, cadenas, etc., que pasaron a la Casa-Ayuntamiento de Castroverde, a su archivo, y que actualmente se ignora si fueron trasladados a la Diputación Provincial de Lugo para el Museo Provincial, o si el tiempo se encargó de perderles. Estaba la picota de ejecución en unas fincas que conservan aún hoy esta denominación, La Picota, a las inmediaciones de Barreiro y San Ciprián; es fama que los ajusticiados se enterraron en un campo próximo al pueblo de Cepomundín, donde también existió una guillotina, según la tradición, formándose el nombre compuesto de esta aldea con los vocablos “cepo” y “mundo”, como si dijésemos “en este madero se acaba el mundo”. Lo ciertamente histórico es que allí fue la última batalla con el Rey Silo, (fuente de Matahomes, de la que mana el Rego d´Osos, por los restos que allí se hallaron).

Nota post: ¡Otra “desfeita” en Montecubeiro! Al trazar la carretera Castroverde-Mosteiro, en los manantiales del Azúmara, Sarceda, en lugar de desviarse unos metros de las fuentes de este río, para respetarlas y conservarlas, TRANSPORTARON la tierra sobrante de las excavaciones próximas, inmediatas, taponando la mayor parte de las fuentes, con lo cual el caudal de este río, en su iniciación, quedó reducido a menos de su mitad; ¡casi lo secaron!
Otra más: En Castroverde, en el tramo que baja del Campo de la Feria en dirección a Bolaño, después de pasar el puente de la carretera de Lugo, igualmente por no desviarse, TAPONARON, RELLENARON, una gruta que tenía estalactitas y estalagmitas. ¡Al purgatorio estos científicos del siglo XX!

Moreira.- Santa María.
A unos 3 kilómetros de Castroverde y a 16 de Lugo; situada sobre el antiguo camino carretero que unía dichas capitalidades. Comprende los lugares o caseríos de Casa do Monte, Moreira, Nadela y Vilar de Cas, que reúnen un total de 225 habitantes. La iglesia parroquial es única, y su patronato de fundación perteneció al convento-priorato de los Bernardos de Meira.
El término confina, por Norte, con el citado camino; al Este, con San Juan de Barredo; por el Sur, con San Pelagio, o Payo, de Arcos; y por el Oeste, con Sotomerille. Es abundante de aguas no muy salubres, y le bañan los ríos Moreira, que tiene su origen en la parroquia de Serés, y el Nadela, o Nudela, en la de San Juan de Barredo, sobre los cuales hay varios puentes de piedra y rústicos para comunicación con los pueblos inmediatos. El terreno es de mediana calidad, con bastante arbolado de robles, encinas y castaños; ganadería excelente, caza y algo de pesca. Tiene aserradero de maderas mecánico; albañilerías, oficios de primera necesidad rural, y telares de lino y lana aún utilizables.

Oriz o Uriz.- Santa María
Este pueblo ocupa un llano a la falda de los montes de Pedreda y Pedroucos, a su SO., en terreno de mediana calidad, bañado por diversos riachuelos, con montes y llanos cubiertos de robles, castaños, arbustos y pastos. Confina a muy corta extensión con las feligresías de Pumarega, Tordea, Miranda, Goy y Espasande. Tiene iglesia parroquial, Santa María, que es aneja de la de Pumarega, y además una capilla a la advocación de San Antonio.
Su población, formada por unas 30 casas, con 176 habitantes, ocupa una sola aldea de este mismo nombre, con fuentes dentro de ella que la abastecen de agua potable. Tiene alguna caza, truchas, antiguos telares para lana y lino, un mazo o ferrería, y un molino harinero.

Paderne.- San Esteban.
A la derecha de la carretera de Lugo a Fonsagrada, y en un llano descubierto de montañas altas, delicioso por su arbolado de robles, álamos, alisos y un crecido número de frutales, que contribuyen al clima sano de que disfruta. Tiene iglesia parroquial a la advocación de San Esteban. Confina, por Norte, con las feligresías de San Pelayo de Arcos y Sotomerille; al Este, con el lugar de Gracián y camino real de Aday; por el Sur, con Santa María de Piñeiro; y al Oeste, Santa María de Gondar.
Terreno de buena calidad en la parte destinada a cultivos. Le baña un arroyo que nace en sus montes y recoge aguas de los derrames de sus fuentes. Cuenta actualmente con una población de 132 habitantes. Caminos locales bien cuidados. Excelente agricultura y diversas especies ganaderas. Caza menor, y se pescan anguilas y truchas.
Tiene escuela nacional, empresa de transportes, un molino harinero, telares antiguos y oficios y talleres de artesanía rural.

Páramo.- San Miguel.
Feligresía situada a unos 6 kilómetros e Castroverde, en dirección Sur, y en la falda de la sierra de Páramo, que la domina por el Sur. Tiene 30 caseríos, distribuidos en los lugares de Páramo y Pereiro, con 183 habitantes actualmente. Se abastece de agua potable de varios manantiales que tiene dentro de la población y que al mismo tiempo fertilizan sus huertas. Cuenta con iglesia parroquial a la advocación de San Miguel. Tiene cura párroco y escuela nacional.
Confina, por Norte, con Santa María de Agustín; al Este, con Furís; por Sur, con el lugar de Guimarey, del Ayuntamiento de Corgo; y por el Oeste, con Santiago de Miranda. El terreno es de mediana calidad, pero muy arbolado. Lo fertiliza un arroyo que nace en la sierra del término y corre a unirse al Tordea pasando por Agustín. Produce, en pequeñas cantidades, patatas, centeno, trigo, legumbres y lino, principalmente; frutos menores, bellotas, etc., y también algo de caza menor. Dispone de un molino harinero. Los caminos son vecinales y en buen estado. Pasaba por dicha localidad el camino real que desde Valdeorras se dirigía a Ribadeo.

Pena.- Santa María Magdalena.
A 4 kilómetros de Castroverde y a 21 de Lugo. Parroquia situada a la izquierda del antiguo camino real de Castroverde a Meira, y en terreno muy montañoso, pero también muy productivo. Comprende los lugares de Carballedo, Casa da Veiga, Pena y Pozos, en los que reúne 204 habitantes de hecho. Tiene cura ecónomo, escuela nacional y estafetilla de correos con giro postal hasta la cuantía de 50 pesetas.
Ejercían el señorío en este pueblo las casas de Osorio y de Pardo, quienes nombraban juez ordinario, y más posteriormente lo hicieron las casas de Mondriz y Carballedo, además del convento de Montecubeiro.
Confina el término con Montecubeiro, el antes citado camino real, y con las feligresías de Bolaño, Serés y Meda. Es un pueblo esencialmente agrícola, rico y muy laborioso, aunque también con tendencias artísticas; destaca su banda local de música, armeros y especialistas de profesiones diversas.

Pereiramá.- San Julián.
Feligresía situada a la derecha del río Cellán y al Este del monte Vidueiros. De clima frío; muy ventilado pero sano. Está surtida de agua que baja del citado monte y corre de Oeste a Este. El terreno destinado a cultivos es de mediana calidad, y en el indicado monte de Vidueiros hay excelentes canteras de granito, que explotan sus propietarios para construcciones propias y de las parroquias cercanas que carecen de esta piedra singular para obras de solidez, piedras molturadoras de molinos antiguos y otras diversas aplicaciones.
Los caminos son vecinales y bien cuidados, especialmente el que se dirige a San Pedro de Cellán, en el que hay un sólido puente de piedra, denominado dos Oleiros; por la cumbre del Vidueiros pasa una vereda conocida por Camino Ancho o Real, que desde el ribero de Monforte llega a Castroverde. Tiene iglesia parroquial a la advocación de su patrono, San Julián, regentada por cura párroco.
Reúne 27 caseríos y 143 habitantes. De agricultura bastante próspera, a pesar de la deficiente calidad del terreno; cría ganado vacuno y de cerda, con preferencia. Produce castañas, cereales, frutas, etc. Hay también algo de caza y se pescan anguilas.

Pumarega.- Santa Marina.
Feligresía situada en una llanura, al occidente del monte de Salgueiros. De clima frío por lo descubierto del terreno en que se halla, pero sano. Comprende los lugares de Pumarega, Fagilde de Abajo, Fagilde de Arrriba y Capillaos, en los que reúne 200 habitantes.
El terreno es de mediana calidad y le bañan los derrames de tres fuentes, que a su vez le abastecen de agua potable, además del río Junqueira, que pasando por el centro del poblado marcha a unirse al Tordea. Confina, por Norte, con Riomol y Mirandela; al Este y al Sur, con Oriz y Espasande; por el Oeste, con San Cosme de Barreiros y Cellán de Mosteiro. El término, aunque no muy productivo, posee un frondoso arbolado de castaños, robles y frutales. Le cruzan varios caminos vecinales que enlazan con otros de los pueblos inmediatos y colindantes.
La iglesia parroquial, Santa Marina, es matriz de las de Oriz, Cellán de Calvos y Cellán de Mosteiro. Tiene además una ermita a la advocación de Santa Cristina, al Oeste de la parroquia y en una altura. Hay cura párroco, escuela nacional, dos abacerías, molino harinero, etc. Produce cereales, castañas, lino, etc.; ganado vacuno principalmente, y de cerda. Hay también algo de caza menor y pesca de anguilas.

Rebordaos.- San Jorge.
A poco más de un l kilómetro de Castroverde, en un llano rodeado de montañas. Comprende el lugar de Fontao y la aldea de Rebordaos, que reúnen 30 casas, con un total de 170 habitantes; con varios manantiales de agua potable. La iglesia parroquial, a la advocación de San Jorge, es anejo de San Pedro de Serés.
Confina el término, por Norte, con su matriz; al Este, con el puente y camino de Trasorras; por el Sur, con Souto de Torres y Recesende; y por el Oeste, con San Juan de Barredo. Terreno arenisco y de mediana calidad; abunda en peñascos de granito. Le baña, por el Este, el río Trasorras, que nace en términos de Pena, y tiene el citado puente que da paso al camino de Castroverde y otros puntos; por la parte opuesta corre el río Augueiro, que Norte a Sur, que baja de la parroquia de Serés, y le cruza otro puente que da comunicación con San Juan de Barredo.
Producción, la típica del país: castañas, cereales, lino, etc; ganado vacuno principalmente; perdices, liebres y aves de paso, etc. Industrias derivadas de la agricultura y de la ganadería: antiguos telares, molinos harineros, oficios artesanos de primera necesidad rural, etc., siendo su principal fuente de riqueza la elaboración de cal.

Recesende.- San Ciprián.
En una altura y a la falda del monte de su término, que le domina por el Este. Comprende los lugares y caseríos de Penalonga, Recesende, Silvaldes y Mesón, que reúnen 49 habitantes. Con una iglesia parroquial, San Ciprián, antiguo anejo de Serés.
Confina con las feligresías de San Miguel de Cobelas, por Sur; monte de su término, por el Este; y al Norte y Oeste, con Rebordaos.
Le atraviesa de Norte a Sur el río llamado de Recesende, que nace en Pena, y corre variando de nombre en cada término; también tiene otros arroyos que fertilizan el terreno, que es de mediana calidad. Por el centro de la feligresía pasa el hoy inutilizable Camino Ancho del Ribero de Monforte, que lleva un ramal por lo alto del monte y conduce a Castroverde. De agricultura floreciente; produce cereales, legumbres, etc. No escasean las castañas y otras frutas; ganado vacuno principalmente. Su industria la agropecuaria, y especialmente la elaboración de quesos y manteca.
Tiene cura párroco y médico de visita domiciliaria.

Riomol.- San Pedro.
Parroquia de este nombre, situada en la falda de la sierra Vacariza. Comprende los lugares o aldeas de Fuguentelle, Riomol y Villacote, en los que viven 50 familias agrícolas, con un total de 245 habitantes. La iglesia parroquial, San Pedro, es matriz de San Andrés de Mirandela, Santa María de Agustín y Santo Tomás de Tordea, existiendo además en Riomol una antigua ermita a la advocación de San Roque.
Confina su feligresía, por Norte, con la de San Cosme de Barreiros; al Este, con San Lorenzo de Posada; al Sur, con las de Tordea y Mirandela; y por el Oeste, con la de Pumarega. Su terreno es pizarroso, muy ameno y bastante productivo. Tiene un arroyo que nace en la Vacariza y le riega de Este a Oeste, llevando sus aguas al Tordea. Producción e industria agropecuaria; molinos harineros y apicultura muy floreciente. Hay también caza y pesca.
Tiene cura ecónomo, escuela nacional, dos tabernas y abacerías; carpinteros y oros oficios de primera necesidad rural.

Serés.- San Pedro.
Parroquia situada a unos 2 kilómetros de Castroverde, en terrenos muy abrigados y productivos. El pueblo está situado en un llano feracísimo, al Sur de los montes de Monciro (Mons Ciro = Medullius), y abastecido de aguas potables por varias fuentes y por un arroyo denominado Augueiro. Confinan sus términos con las feligresías de Pena, Bolaño, Rebordaos y Barredo, a muy corta distancia todas ellas.
Tiene excelente producción agropecuaria, y como industria característica la de obtención y venta de cal. Cuenta con 217 habitantes; estafeta de correos, dos escuelas nacionales y cura párroco.

Sotomerille.- San Salvador.
Cerca de la carretera de Lugo a Fonsagrada y a la izquierda de esta y del camino real del mismo itinerario. De clima benigno y abrigado por los montes que la rodean. Reúne seis caseríos de agricultores propietarios, y uno de ellos, La Pallota, comercio de ultramarinos y bar, está situado sobre el mencionado camino (el Antiguo, de Santiago), y tiene un ramal de carretera que enlaza en la principal ya mencionada de Castroverde, en el lugar denominado Voltas de Paderne.
Tiene 18 habitantes y una iglesia a la advocación de San Salvador, siendo anejo de San Juan de Barredo, cuyas principales características geográficas le afectan. Hay como única nota estadística de importancia una empresa de transportes que hace los de importación y exportación de los pueblos vecinos.

Souto de Torres.- Santo Tomás
Feligresía situada en un llano a la falda de los montes de Rebordaos y a la izquierda de la carretera Lugo-Fonsagrada. Reúne 71 habitantes. El término confina: al Norte, con Rebordaos; por Este, con Recesende; al Sur, con Santa María del Monte; y por el Oeste también con Rebordaos.
Su terreno es arenisco y de mediana calidad. Lo baña el río Augueiro, que baja de Serés. Cosecha castañas y frutas, principalmente; cría ganados, con preferencia vacuno y de cerda. Hay algo de caza menor. Viejos molinos harineros y telares de lino y lana, ya casi completamente en desuso. Tiene una taberna y una recientemente instalada fábrica de mantequilla y elaboración de quesos.
La iglesia parroquial, Santo Tomás, es anejo de San Pelayo de Arcos.

Tordea o Tordia.- Santo Tomás.
Parroquia situada a 6 kilómetros de Castroverde, en la falda de la sierra de Tordea, que la domina de Este a Oeste, en terreno arenisco pero bastante productivo, con varios manantiales de agua para el consumo doméstico. Entre las parroquias de Ouriz, Miranda, Franqueán (esta del Corgo) y Fonteita.
Le baña en su curso de Este a Sur el tío Tordea, que tiene su origen en la sierra de Villabad y en la de Tordea; corre por los lugares de Peredo, Riomol, Mirandela y Agustín, reuniéndose en este punto después de cruzar dos puentes en buen estado, y continúa su curso en la misma dirección, dejando a su derecha Fonteita y Franqueán, cruza luego la carretera de Lugo a Madrid, pasa entre Gomeán y Vilarello, hasta llegar a los términos de Abragán, Escoureda y Maseda, en donde recibe las aguas del río Mazandan, que con las suyas entrega al Neira, y éste, a su vez, al Miño.
Sus caminos son locales, pero en buen estado; entre ellos el más notable un que pasa por lo alto de la sierra y conduce a la carretera de Castilla y a la feria de Sobrado.
Buena producción agrícola y pecuaria, apicultura, caza, truchas en el Tordea, etc.
Cuenta esta feligresía actualmente con 179 habitantes de hecho. La iglesia parroquial, Santo Tomás, es anejo de San Pedro de Riomol.

Vilalle.- San Pedro.
En un llano, a la falda de la sierra de Villabad o Vacariza. Tiene 20 caseríos reunidos en una sola aldea, con fuentes de agua potable que la surten para su consumo doméstico. Estas 20 familias de agricultores totalizan 112 habitantes. La iglesia parroquial es aneja de San Miguel de Cobelas.
Confina con los términos de su matriz, la sierra de Vacariza y Castroverde. El terreno es pizarroso, feraz y ameno. Le bañan dos arroyos que bajan de Villabad y otros menores. Le cruza la carretera de Fonsagrada y varios caminos vecinales. Cosecha mucho trigo de monte; ganados, cereales, hortalizas, frutas, etc. Hay también algo de caza menor y mayor. Industria agropecuaria, exportaciones, telares de lino y lana, molinos harineros, taller mecánico, etc.

Villabad.- Santa María.
Parroquia situada al Este de Castroverde y a unos 2 kilómetros de esta población, ala que está unida por un tramo de carretera-camino vecinal recientemente construido, a cuya feligresía perteneció hasta hace escaso tiempo. Confina con las feligresías de Bolaño, Castroverde y Vilalle, así como también con la sierra de la Herradura (llamada de Villabad en sus términos) que le domina por el Este. Cuenta actualmente con 200 habitantes de hecho, y tiene cura párroco y dos escuelas nacionales.
Posee una hermosa e histórica iglesia parroquial, de elegante estilo y sólida construcción. Posee también, en una colina al Este del poblado, una antigua y venerada capilla.
De este pueblo y de propiedad privada, fueron dos tallas que se conservan actualmente en el Museo Provincial de Lugo, más meritorias por su antigüedad que por su arte, representando al buen y al mal ladrón crucificados con Jesús en el Calvario, y que fueron donados al citado Museo por el vecino de esta feligresía don Manuel Veiga Lage.
De terreno bastante productivo, cuenta con espléndidas arboledas, sobre todo en la ladera de la citada sierra de Herradura, y abundantes pastos en la misma, que utiliza para alimentar un importante número de cabezas de ganado, sobre todo caballar, lanar y cabrío. La parte alta de esta sierra, monte comunal, está siendo plantado de pinos por el Servicio de Repoblación Forestal, con lo que aumentará brevemente la belleza panorámica del contorno, la salubridad de la comarca, así como también la obtención de un rendimiento económico en terrenos que sólo producían, por su inexplotación, tojos, arbustos y leñas de mala calidad.
Cuenta con modernas explotaciones agropecuarias, oficios de primera necesidad y de artesanía rural, una taberna y abacería, así como otros detalles característicos de una población agrícola y rural, pero muy avanzada.




De pe, na escalinata de Vilabade (¡catedral de Castroverde!), discutindo co Rei Afonso II, que vai de camiño para Compostela onde se descubriu a tumba do Apóstolo.

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Xosé María Gómez Vilabella