lunes, 27 de enero de 2014

CONFERENCIAS -I-





CONFERENCIAS



Xosé María Gómez Vilabella



Esta foto é da primeira vez que falei en público. Ano 1948.
Foto tirada do libro “Escolantes e escolas de ferrado”,
de Narciso de Miguel Fernández.
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Nesta charla saíu o tema dos topónimos locais, e eu tiven a oportunidade de expoñer as repercusión do Camiño antigo de Santiago (San Miguel do Camiño, etc.), ruta que estaba esquecida e deixara de utilizarse. Despois diso tamén coincidiu que os ástures se lembraron do seu Alfonso II, e así prodigáronse as actuacións neste tema e neste itinerario. 

Xosé María Gómez Vilabella 
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5 de Mayo 1993

Presentación del número 6 de la revista
Rúa Alta.
  
Damas y caballeros, doncellas y paladines dellas:

Heme aquí, cabe de Vuesas Mercedes, con licencia de esta Obra Social de la Caja, de la nuestra, de Galicia por más señas, para presentaros su Benjamina, la sexta Rúa Alta, y de paso,  hacerle las “chufas” correspondientes, tal y como es uso y costumbre en las Presentaciones Literarias. Lo malo del caso es que aquí soy juez y también algo de parte tuve en la susodicha creatura pues algún gen literario, de los míos, acaso tenga, aquí por dentro, en alguna página de éstas. ¡Qué le vamos hacer, pues en este crepúsculo occidental donde todo es lujuriosamente verde, más verde de lo que a primera vista parece, sólo son puras las puestas de sol…, además de las doncellas, por supuesto!

Que es una revista bien carrozada se le nota en la portada. Y puesto que “carrozas”, por nuestra edad, nos llaman los jóvenes, en las otras rúas, en las bajas o vinateras de nuestra herculina, alguno de ellos, que no todos, por supuesto, no faltando tampoco quien afirme, en ciertos foros, que de los sesenta para arriba nos compre, ¡el que nos entienda!, con todo esto sabido y cierto, tratándose de una revista hecha a lo moderno, ¡que a su texto jovial me remito, cual veredes por su lectura!, pero redactada aparentemente por “carrozas”, dicho sea en palabras moceriles, que no ciertas, ya que tan mozos nos sentimos los de este Club Jubiloso de la Caja, ¡que ni a los veinte!, este servidor de la palabra escrita, y algo menos de la oral, pues que soy tartaja bien notáis, pediros quisiera, a la Presidencia y al Respetable, que me deis licencia para platicar en el lenguaje que nos atribuyen los quinceañeros a estos de la Tercera, o sea, en el idioma arcaico, que también “carroza” denominan ellos, con evidente desacierto, mientras eses arrapiezos imberbes, por su parte, todo lo hacen en “cheli”, hoy de moda, y espero que por poco pues encima tienen ya la madurez, que presto les viene, cual a todos acaece, ya que el tiempo moceril pasa con velocidad de vértigo.

Mas no os escandalicéis dello ya que, por supuesto, la Revista está en el idioma correcto, o sea, en el actual académico, que carroza sólo es la portada y no el texto, ya que por aquí dentro se habla, ¡y no se fabla!, unas veces en castellano austero, y las otras en nuestro gallego mimoso y zalamero, para más erudición, pues entiendo yo, a fuer de sincero, que cuando habla el corazón todos los idiomas de la cultura tienen altura, incluso el “cheli” de alguno de estos nietos que están a la moda, en la onda; ¡qué digo a la moda, al loro más bien!

¿Y por qué este antojo de fablarles en “carroza”, aquí y ahora, a Vuesas Mercedes, siendo ansí que ya no se llevan los retruécanos? Pues, lisa y llanamente, para demostrarles a los chicos, a esos que están al loro, lo errados que andan con respecto a nosotros, que somos los otros, los otros mozos, los mozos curtidos, los de la Edad Tercera, pues si carrozas en verdad fuésemos, en “carroza” les hablaríamos, diariamente. ¿Y cómo era el “carroza”, si saberse puede? ¡Ah, ahora veredes lo bueno, lo romántico que era aquello, con su construcción gongorina, rebuscada y sonora, musical por cierto, y bien lejos estaban aquellas fablas de las estridencias modernas! Hagamos una simple comparación con la jerga de los nietos:

“Joba, tío, qué pelma; qué sa creío el cheli; habrase visto el rollo que larga, con lo que mola tirar petardos de izquierda y por la breve; total, ¿para qué?; ¡para una simple presentación del rollo este, una revista de troncos viejos! ¡Vaya muermo, y la jeta que le echan! Aquí les tenéis, liando a la vasca con su romanticismo de chotas; y largando chorradas…, a doscientas pelas! ¡Pues, de eso, naray, que mi abuelo las suelta en casa…, y de balde; encima, y de propina, me larga una pasta si le aguanto el rollo con la trágala abierta, pues el tío carroza se cree que me chupo el cuento…, y lo que pasa es que bostezo, de aburrimiento”.

¡Habéis notado la diferencia expresiva, la guasa que tiene un relevo generacional, uno cualquiera? En vista dello, en reciprocidad, me paso yo al “carroza”, ¡por rebeldía frente al cheli de los “nenes”, pues prefiero, jerga por jerga, el barroquismo de los ancestros, por trasnochado que fuere!

Con licencia, pues, de esta Obra Social, y de la vuestra, iré presto al…, ¡al tema!, que así habla mi nieto cuando ignora, de la música, la letra; y dicho esto, como lo breve, aunque sea malo, digerible es, escúchenme atentas Vuesas Mercedes, si ello les place y divierte, que no importa el cómo sino lo que, pues que de lo grande y bueno trataré, que a la vista está. Con todo comedimiento quisiera fablaros, que en la Caja estamos, y aquí tienen a gala no admitir más ruindades y pequeñeces que las del ahorro modesto, que esto, por propia naturaleza, ni es ruin ni es pequeño ya que de la virtud y de la austeridad nuestras pesetas vienen, y arrejuntadas en las Libretas, Patria hacen, ¡que es lo bueno!

Grato se me hace presentaros esta doncella…, ¿la veis?..., (Mostrar la revista), que seis años flamantes cumple hogaño, ¡seis!, toda feliz y risueña de teneros aquí presentes, en su fiesta. Tan aprovechados los tiene, que confirmación en “extraordinario” la dimos, ahí en el Club de los jubilados jubilosos, que en
Rúa Alta lo somos, todos, sin excepción; y de largo la pusimos, con mantillas bordadas primorosamente por mujeres hacendosas e ilustradas; en lo social, ¡también en lo social!, modelos; bien conocidas vuestras, y no digo en alto sus nombres para no ruborizar su modestia evidente, aunque por cierto ya tenéis que la una, María Dolores es, y la otra de Ana tiene el nombre; todo primor en ellas, pues! Con sus bendiciones solemnes ungieron a la princesa, ¡nada menos que con óleos jacobeos!, y la rizaron los rizos de sus letras con galanura impresa. ¡Aquí la tenéis, hecha un sol…, pues de soles viene, que así reluce ella!

Nació la Revista en un feliz parto de imprenta, el pasado veintitrés, ¡que Día del Manco Glorioso fue! Tan glorioso, que si llega a escribir a dos manos, poca temática nos hubiese dejado sin hacer el susodicho Ingenioso Hidalgo.

Nació, como digo, cual nacen las princesas, en alta cuna, y tan noble es de alcurnia que incluso su calle materna por Alta Rúa la tienen cuantos moran o nacieron en esta Coruña palaciega, do cada vecino, uno a uno y todos juntos en hilera, fijos de algo somos, y aún diría que de mucho, y por tanto, caballeros. Tan delicada es la cosa, tan pulcra y tan bella, en la letra de sus hechores y en los dibujos señeros del infatigable Trillo, ¡que no sólo en dibujo es genial pues también redacta de lo lindo, con pinceladas profundas de gramática perfecta!, que la orlan o encajan a lo Camariñas, página a página, por doquier, y tan elevada de virtudes, tan candorosa resultó, ¡que ni blanca azucena!, lo que ya desconcierta en este mundo de los engendros maléficos, asaz de zafio y porno. Por todo ello, pretender su lectura, tan amena como dicho queda, y compartir con los autores tales esencias, gran lujo es, de sibaritas placenteros; ¡no lo dudéis, que os lo jura el pregonero!

Mirad que os estoy hablando de una revista engendrada en la madurez, con la madurez, cual vino añejo de cava real, de esos que deleitan paladares exquisitos en el banquete de las musas exigentes; de esos que liban los dioses, a pequeños sorbos, en las copas de nácar y oro do escancian el néctar y la ambrosía. Mas a fuer de sincero, y por contrapunto, os diré al punto que tiene, también, su grano de acidez, el mío, que se lo puse adrede en vista de lo dulzonas y perfectas que resultaban las otras colaboraciones. ¿No es cierto que las novias deben llevar, de eso, de contrapunto, un algo, una liga, por ejemplo, que les recuerde lo viejo, lo malo y lo negro? ¡Pues esa fue mi inocente travesura, aquí, en esta obra, de suyo tan pura!

Como luego veredes, y abundo en el tema, Rúa Alta es el fruto sereno y maduro de una erótica serena y madura, creativa y fecunda, mas no por ello desapasionada, pues lo platónico, ¡cuán verdad es!, también engendra, y no siempre con placer para el autor pues el dolor es sentimiento noble, ¡el más noble y puro!, que así son los engendros íntimos, sublimes y apasionados, del pensamiento creativo. Si tal no parece, decidme: ¿Quién, cómo y dónde, se engendra la poesía? ¿Acaso hay violación, violencia, o materialismo bestial, en el tálamo etéreo de las rimas?

Aquí, en las nupcias genéticas de nuestra Revista, el erotismo estuvo en la tinta, raudales de tinta, que fluyeron y casaron, medio en prosa medio en rima, pero siempre con recato, llevando al papel las gónadas creativas, espirituales y puras, de treinta cerebro maduros, dispuestos a dar, en herencia intelectual y gratuita, lo mejor de sus mentes, lo más profundo de su sensibilidad anímica, en esa cópula de los espíritus comunicativos, a la que nuestros jóvenes lectores llamarían, lisa y llanamente, rollo macabeo, o como mucho, literatura, pero nosotros, los susodichos “carrozas”, en alumbramientos tales, vamos más allá, y tan generosos somos que no nos duelen prendas, ni siquiera verbales, así que en tales momentos creativos, cumbre, ponemos en su sitio la adjetivación de las cosas, para decir, con propiedad, la frase precisa y justa, eso de, creación, o más bien, creatura, literaria. De todo ello, habido el parto, satisfechos quedamos, y estamos; realizados, que dicen los universitarios, pues si algo aprendimos en nuestras ya largas vidas, que Dios guarde muchos años para el bien de la Patria, o de las filias, que también vale, es la gran verdad, la inmutable verdad, de que, generación tras generación, de nosotros quedará, únicamente, el sabor de las cosas bien hechas y bien sabidas.

De buen casar está la moza, como veis, y tiene de hada madrina a la Caja de Galicia, que gran tutora es. Os juro por…, vaya, por mi señora la sin par Dulcinea del Toboso, cuya fiesta fue, con la de Cervantes, el pasado veintitrés, ¡y esto, a fe mía, mucho jurar es!, que la dote de la Revista fue rumbosa. Gracias a ella, a la Caja, que subvenciona, tan sólo pagareis las doscientas del ala, que así habla mi nieto, pues eso, en estos mundos, cuatro chavos son. Ora bien, si nos ayudáis a presentarla en esta sociedad coruñesa, si la propagáis cual creemos se merece, -que otros obsequios ansí de lúdicos haréis por doquier, según es uso y costumbre, pero de más menguado valer-, otros sibaritas, cual vos lo sois, disfrutarán del placer de coñecella, y aún de tocalla si se tercia, con tacto y con suavidad por supuesto, cual lector amante y respetuoso della, que con esto, y bien barato es el precio de aqueste placer, buena obra al amigo haréis. Desta guisa, a fuer de seleccionar lo fino, quedarán en los quioscos, ¡para otros!, los rastrojos aveneros que mejor se acomoden al asno de nuestro Panza don Sancho, ese vecino tripero. Estas pláticas que aquí os brindamos, editadas con tanto primor y esmero, pláticas son de fijosdalgo y de marquesas, y como tales, para sobremesas exquisitas y reposadas, cual goce de nobles comensales, puesto que para nosotros lo sois, pues de no serlo, tal Revista no ofreciésemos.

Con lo dicho y lo expuesto, bastante es, aunque la moza lo vale, según dicho queda; pero también placerá al lector ingenioso el descubrimiento íntimo y gozoso de la obra, así que, dejémosle leer, en sosiego, y que con ella mate sus penas, si es que las tiene, juzgándola según su caletre.

Una advertencia final, y no más, para no aburrir a Vuesas Mercedes con esta prosa mía, tan poco poética, que en la Revista hallareis de la otra, más variada y placentera:

No hubo que desechar en el Consejo de Redacción, o por lo menos eso me dijeron, ni artículos raudos, ni versos forzados; tampoco pensamientos de tres al cuarto, que ninguno de los colaboradores aportó cosa alguna menguada, que desmereciese de la altura pretendida.

Un año tuvimos, y tuvieron, desde el número Cinco, para la meditación transcendente, reposada y exigente; en este tiempo, quien más quien menos, meditó, añoró, seleccionó y rimó, palabras bellas, expresivas, cordiales y sinceras: ¡las que aquí tenéis! Con este decantar, tranquilo y sereno, cual corresponde a nuestro júbilo de jubilados, decidme, ¿cabrían en estas aportaciones, tan sentidas y tan propias, ideas periclitadas o torticeras, monstruos de la mente o pesadillas y quimeras, de esas que tanto proliferan, mundo adelante, afuera del templo, sacro y fraterno, de nuestro Club selecto? ¡No, claro que no, que a las pruebas me remito; ansi que, pruébenla ya, y que aproveche!

Todos los colaboradores della aportaron sus trabajos y sus vivencias con la seriedad de quien aconseja y hace testamento a los hijos; y por los hijos a los nietos. Si en ella hay errores, gramaticales serán, ca no de los otros, pues no puede errar quien madura, en su madurez, los conceptos.

Como ya es demasía lo dicho de la Revista, y notad que dije “demasía” y no “demasié”, volvamos a las carrozas, que ese vehículo traemos desde el principio, y hasta aquí llegó mi prosa, barroca y prosaica. Carrozas quisiera tener el mocerío cuando ellos nos tengan allende los años, y les falte nuestro consejo sincero; cuando, en sus soledades huérfanas y hueras, recuerden el amor generoso, paciente y sufrido, de aquel abuelo que le dejó la llave al nieto…, para que entrase en la casa patricia, a hurtadillas, vuelto en la madrugada, después de una noche pecadenta, con las estrellas arriba y en la mano un vasete, agotada la litrona, silente el “rollo” y fétido el aliento. Carrozas quisiera tener a su lado en tales momentos, siquiera fuese para recibir un durete, aquel mocetón que busque trabajo en vano mientras adivina la hora en su reloj de pulsera, también parado…, ¡por fala de pelas para comprarse una pila remera!

En definitiva, tened por cierto que son los jóvenes, algunos, por supuesto, eses potenciales viejos, que detrás y empujando vienen, esos que harán la Rúa Alta en el siglo que viene; son precisamente los que ahora motean de carroza al abuelo, tan miopes, tanto, ¡y lo lamento!, que de andarse por las nieblas, en sus antros cavernícolas, ¡que no cavernas, pues ni arte rupestre tienen!, ellos son realmente los carrozas, vueltos atrás en el tiempo. Acaso ignoran, hoy, ¡y tarde será cuando lo entiendan!, que el viejo aprendió, siempre, del ancestro, y además tuvo, y tuvimos, en todo tiempo, nuestras propias vivencias, incluso Cartilla der Racionamiento, ¡por poco racional que aquello fuere! No contentos con un historial tan completo, ahora seguimos aprendiendo, por lo menos, los tacos del nieto, del “joba” para arriba, así que esto, todo esto junto, ¡mucha sapiencia es, voto al Cielo!

Leednos, pues, jóvenes y viejos, señoras y caballeros; y si no os gusta lo leído, encomendaos a lo divino, pues tentación del diablo será si no halláis placer en aquesta lectura, tan honrada y sentida, que más caballeresca no la hubo…, ¡desde los tiempos del Amadís Gaulesco!

Perdonadle las faltas al pregonero, pues corto de dicción es; y dadle albricias a la Caja, que así nos honra y protege, aquí, cabe del mar breoganí, en esta ciudad playera y culta, magna en cristal y en galanura, una Marineda alegre y única, espejo y blasón de nuestra tierra galaica, tan maravillosa ella, y desde la que, acaso pronto, nos iremos al Cielo, para reunirnos con nuestros viejos…, ¡sin salirnos del Cielo, de este Cielo que es Coruña, nuestra noble Coruña, Herculina y Bella, mortaja de los dioses inmortales; inmorrente, pués!

Quedo atento y seguro servidor de Vuesas Mercedes, este que lo es,

Xosé María

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1 comentario:

Pepe dijo...
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