El Fassi
-Señoría, yo se lo dije con todo respeto, pero lo que
se ve, y también lo que se palpa, mal se puede esconder. Proseguiré, con la
venia, pues es tan importante para mi Causa esto que me queda sin matizar que
usted no debe turbarme
Por ejemplo, tengo que aludir al hecho de que por algo
no se quiso presentar, aquí, en esta Sala, el Caudillo de este señor, el de don
Mariano. ¡Tenía, y tiene, don Hermenegildo, dignidad suficiente como para
explicarnos, aquí en público, que fue vendido, traicionado, por simples
lacayos, por cuatro mercachifles de su Corte Imperial!
Reparen en este punto: Para nosotros el mercadeo está
bendito, ¡por el propio Muhammad!, pero su Jesús anduvo por los atrios del
Templo a latigazos con sus tenderos. ¡Esta es una cuestión doctrinal,
teológica, que nos diferencia! ¡Otro estilo, digamos que, profético! A Franco,
a su Franco, a su ingenuo Franco, que ya está bien de atribuirle virtudes que
le eran ajenas, le metieron, o se metió el mismo, con su mixtificación y su
mistificación, fabricándose ese sucedáneo de nacional-catolicismo, ¡debajo del
palio! Ya sé que no es igual palio que paliativos, dicho con todo respeto, eso
sí, ¡pero la verdad es que en esa situación aquel Caudillo sólo olfateaba el
incienso!
El caso es que don Francisco, y con él, Paulino,
Hermenegildo y Teódulo, se vinieron al Paraíso con el secreto bien guardado.
¡Eran muchos pero muy unidos, y a los españoles les dejaron, amén de una
revisión histórica del Ifni, un Sáhara desastrado y desatado, y una Ceuta y un
Melilla poco menos que asfixiados...! ¡Que se le va hacer: sic transit gloria mundi, mon Gènèral!
Historia, que empieza a
bostezar, de aburrida:
-¿Le falta mucho, Si Allal, que el respetable, yo
incluida, empezamos a saturarnos?
El Fassi
-Ya que es así, Señoría, callaré, ¡ahora mismo!, pues
mis verdades más bien defienden al General Franco, cuando que, de iure, el debiera ser nuestro
contrincante. ¡Que Alá lo guarde donde haya salmones, que de seguro los
prefiere a las huríes, pues el pobre, entre las que hizo y las que encubrió, su
cruz mereció; eso sin contar la del Valle de los Caídos, ¡y menos mal que está
hueca!
Por último, ¿sabe qué le digo, Doña Historia? Que
mucho me gustaría que nos explique, cando a bien lo tenga, si no será más
cierto que a Franco, en aquella ocasión, en el tan repetido Siete de abril del
cincuenta e seis, le pusieron a firmar aquella mierda de un Tratado mierdoso, parcial e ingenuo; y que Su
Excelencia, tiempo adelante, cuando descubrió que fuera vilmente engañado por
sus cerebritos, optó por sostenerse, allí, en Ifni, militarmente, como único
recurso un tanto digno para disimular aquel contratiempo, aquellas omisiones...,
¡llamémosles históricas! ¿No está conforme en eso? Entiendo que así fue, que no
tiene otra lógica semejante trasacordo...,
¡ni siquiera tratándose de un galaico!
Zamalloa
-Mi querido Professeur,
y sin embargo, enemigo: Nuestros espías, aquellos que cobraban de la Tesorería
del A.O.E. en vales para retirar cupos de aceite estraperlables, ya informaron
de que tú, en Marruecos, eras un intrigante, pero ahora, en esta ocasión, tú
mismo te retrataste de tal, mixturando ajos con cebollas. Aquí, en este Juicio,
mon Professeur, ventilamos una mera
cuestión militar, que tal fue vuestro alevoso ataque, ¡sin previa declaración
de guerra! Así que déjate de pintar en el aire eso de las barras y las
estrellas, ¡que te cogí en renuncio!
El Fassi
-Hablando de ajos, ya sabe, el que se pica...! Pero no
se trató solamente del Tío Sam, pues los ingleses, ayudándonos, resguardaron su
Roca, que así España, defendiéndose de nosotros, no les ofendía a ellos...
Zamalloa
-¡No me vengas con indirectas de alacrán dándole la vuelta
al aguijón, ni hablando de negocios sucios con los americanos, pues en España,
por lo menos desde la Reina Católica, ya no mandan los judíos!
El Fassi, que se ríe a
placer:
-¡No sea parvulito, mon Gènèral! Los militares en España hicieron una guerra civil, o
más exactamente, incivil, contra los comunistas, o eso decían, que, por
oposición a Hitler, eran los principales amigos de los judíos! Y con ella, ¿que
consiguieron? Os lo diré: ¡Encerraros en los cuarteles, y de paso, darles las
llaves, las de los cuarteles, junto con las de la despensa, las de vuestra
economía, a los judíos americanos! ¡Comedia más torpe...!
No, no me mire con cara de dios Marte, que ahora le
enseño lo que es bueno... Tengo por aquí unos recortes de lo que escribió vuestro
Jefe Nacional de Prensa y Propaganda, un tal Fermín Yzurdiaga Lorca; ¡cosa
fina...! ¡A ver! ¡Si, aquí está! Fue mientras usted sangraba como un carnero...
¡Qué sí! ¡En las faldas del monte Pingarrón! Es para que vea y aprecie cómo se
esfumaron aquellos pseudoideólogos de su Movimiento Involutivo. ¡Ya voy!
Historia
-¿Que trama, Monsieur?
¡Le ruego que nos evite distracciones dialécticas, que suelen ser involutivas!
El Fassi
-Señoría, con la venia. Permítame este inciso, tan
sólo un segundo, que me parece que estos militares precisan refrescar la
memoria, ¡además del gaznate! Y también les recuerdo, de paso, de donde les
vino, de donde procede, eso de la cuerda y el yugo. ¿Entiende cómo es la cosa?
Decía el Yzurdiaga, mezclando en el mismo ropero las
sotanas de sus cruzados con las
chilabas de los musulmanes; y también las camisas azules con los derrahs saharauis. ¡Un pastiche! Voy a
repetir lo mismo que les decía, con sus puntos y sus comas:
Volveremos con ellos
hermanados en la gloria de la victoria, y saltaremos el estrecho y bajaremos
imperialmente hacia el sur, para buscar entre las arenas ardientes de aquella
ciudad de Dios que talló San Agustín, para levantar, a su sombra, nuestra
ciudad del César. Y entonces, en el cántico emocionado de dos razas cristianas
se habrá cumplido la realidad gozosa del Imperio Azul de la Falange...
¿Sin comentarios; nada, ninguno? ¡Claro, no es
preciso! ¡Inefable; por lo menos, inefable, que poco decir es!
Como ve, mon
Gènèral, la Ciudad de Dios se quedó en Ciudad de Alá; y por otra parte, su
imperio, el imperio de las armas españolas, ¡hiede a imperio de hucha judía!
¡Quiero decir, a dólares mohosos! Ya lo dijo un castellano: ¡los extremeños se
tocan!
¡Mi pobre Carrero Blanco, quien se lo iba decir! ¿Sabe
lo que sentenció, en el Cuarenta y uno, en, “España y el mar”? Pues asómbrese,
si aún le queda esa capacidad:
España, paladín de la Fe de
Cristo, está otra vez en pie contra el verdadero enemigo: el judaísmo.
¿Quién le iba decir, también, que, años después,
siendo él, él mismo, el responsable de los asuntos de Marruecos y Colonias, se
iba dejar desimperializar su querida España precisamente por los judíos, por
los propios judíos de Wall Street! ¡Pobre Carrero, un hombre de pro, con muchas
cejas y poca vista!
¿Está callado, mi bravo General? ¡Ya noto que
entiende, y reconoce, que, por fin, en aquellos postres del Pardo, fue más
eficaz la bolsa de Judas que la espada de Pedro!
Zamalloa no se da por
aludido, pero se revuelve incómodo en su sitial. Al-Fassi, indiferente, prosigue en su polémica, y lo hace con mordacidad:
-¡Nunca aprenderéis, hermanos de ese Norte brumoso...,
que por algo huimos de vuestra Cova d´Onga! Y no me diga que estamos hablando
de tiempos idos pues en la Historia, como en ella todo es pretérito, importa
poco que sea perfecto o pluscuamperfecto. Pero también le puedo hablar de ayer
mismo. ¡Otro fatídico Veintitrés, que está visto que son días nefastos para
España! Mas dejaré a Tejero en paz para que siga empezando las casas por el
tejado, ¡que eso es muy español!
Señoría, hágame caso, que no vale la pena malgastar
tanta dialéctica, que aquí el señor Marte ya parece arrepentido de aquellas
guerras imperialistas. Le diré, tan sólo, que los españoles, en cuestión de
Historia..., ¡ni la de ayer!
Zamalloa, con ira:
-¡Así que tachándome de desmemoriado, e injuriando, de
paso, al Ejército protector! Tendré que recordarte cuanto ayudó a los tuyos
nuestro Alto Comisario, aquel García do Valiño...
El Fassi
-¡Tate, malandrines, que vuelven a desinformarle! Dese
una vueltecita, Doña Historia, usted misma, sin secretarios ni asesores
americanos, por el libro de Franco-Salgado..., ¡del que ya hice mención
reiterada! Por sus hojas adelante encontrará que, precisamente en Marzo del cincuenta
y seis, o sea, días antes de la independencia do mi Magreb, su propio Caudillo
reconocía que,
Valiño procura atizar la
rebelión en el campo francés sin tener en cuenta que una vez ardiera aquella
Zona llegaría el fuego a la nuestra.
¿Qué, que le parece, Doña Historia?
Sin esperar contestación, se
encara con Zamalloa:
¡Francamente, no hace falta ser profesor, mon Gènèral, para tirar de ese
comentario íntimo las pertinentes deducciones:
Primera y general.- Que su admirado Caudillo conocía,
y por ende toleraba, aquel juego del Alto Comisario de España en Marruecos.
¿Que por qué? Esta interrogante nos lleva a la segunda cuestión, aunque primero
le voy a contar una de gallegos, para que me entienda:
Resulta que agonizaba una vieja allá en Burón, que
usted ya sabe que allí tuvo su cabecera la Fonsagrada antigua... Hacía a tal
momento un temporal de nieve que le roncaba el nabo... ¿No se dice así, en su
tierra? ¡Pues, a lo que íbamos! La vieja estaba aterecida con los fríos de aquella
nevada, pero más aún con los remordimientos de una muerte inminente. Su nieto
rezaba en la misma alcoba un rosario completo, de los de quince misterios... En
esto, que la vieja, con aquellas pesadillas, se dio media vuelta, y sacando
fuerzas de donde no le quedaban, le dijo al mozo: ¡Ai, Farruquiño, lémbrate disto! Se morro aquí, na Poboa, no Burón, habédesme
enterrar aí arriba, na Fonsagrada, mais, se melloro un pouquiño, e me vou para
xunto da filla, de morrer na Fonsagrada daquela baixádesme ao Burón.
El chico, que a tal momento no retiraba sus ojos de
los carámbanos de la ventana, preguntó a la moribunda: Madriña, ¿todo iso, por qué? La vieja volvió a tirar del aliento,
del poco que le quedaba, y le dijo al muchachito: ¡Por fode-la xente, meu neno; por fode-la xente, para devolverlles
algún que outro favor, que mo teñen merecido!
¡No me diga que el cuento de su paisana no es
apropiado! Me lo refirió, aquí arriba, uno de aquellos desertores, uno de los
suyos, que por lo visto era gallego, justificándose de que se pasara con
nosotros... para joder a los míos...,
que estaba harto de instrucción militar, válida tan sólo para los desfiles, a
pleno sol, en su Campamento, en el Ronson, aquel de las piedras apañadas,
por junto de los Cuarteles de Tiradores..., ¡cuando lo que precisaban aquellos
milites era armas automáticas e instrucciones para su manejo!
Zamalloa
-¡Chistes mejores que ese los hacían mis Cabos
furrieles!
El Fassi
-¡De chiste, nada, monada! Esto viene al caso, para
ilustrarle, que a Franco le dolía el pie pero también la mano, todo a un
tiempo. Veía los carámbanos por su balcón guadarrameño, en aquella agonía del
Protectorado, pero su obsesión era joder a los franceses..., ¡incluso en aquel
entierro marroquí!
Zamalloa
-¿Primera y única, no? ¡Peor alegatio no la hace el gato!
El Fassi
-Voy a por la segunda, que conecta con la primera: ¿A
su Don Francisco, en aquella agonía magrebí, no le estaría rezando algún
heredero, algún financiero de esos de Wall Street...? ¡Eso, un rosario de
quince misterios!
Zamalloa
-¡Cuidado con el respeto debido a mi Caudillo, que en
eso no te tolero la más mínima! Su comportamiento con tu Mohamed V siempre fue
noble, ¡noble y transparente! Si le engañaron ciertos validos, aparentemente
piadosos..., ¡también pasó con Judas, que fue otro tecnócrata!
El Fassi
-¡Eso sí que no, mon
Gènèral! ¿Franco, transparente? ¿Transparente, como un día de abril en
Galicia? ¡Abril, aguas mil, dos paraguas y un candil!
Zamalloa
-¿Abril? ¿Dijo, Abril? ¡Vaya asociación de ideas! Pues
precisamente un día de abril, Su, digo, Mi, Excelencia, llevó a tu señorito, a
tu Sultán, a nuestra Imperial Toledo… Y le enseñó, con transparencia y
ejemplaridad, las glorias de su fiel Infantería, aquella que, ¡... por saber morir, sabe vencer!
El Fassi
-¿Así que no fue un viaje turístico? ¡Pues eso dijo su
prensa, tan bien prensada y censurada que la tenía!
Zamalloa
-¿Que sabrá un tangerino de elegancias protocolarias…!
De este modo mi Caudillo no interfirió en aquellas negociaciones del Pardo...;
¡asépticas por completo! Lo hizo precisamente para que aquellos Secretarios,
aquellos Expertos, aquellos a los que tu llamas, despectivamente, Tecnócratas, negociasen y discutiesen,
de tu por tu, aquel Acuerdo de tu Independencia Marroquí..., ¡qué tan poco
agradeces! ¿Que, no fue aséptico? ¡Echarles margaritas a los jalufos...! Pero también se dice en mi
tierra que, dar pan a perro ajeno..., ¡ni pan ni perro!
El Fassi
-Yo diría que todo aquello de Toledo, aquella...,
evasión, fue una pretendida anestesia, pues el Gran Gallego confiaba tener su
diplomacia en mejores manos que las de los novatos marroquíes; y por eso se
llevó consigo al Pretendiente..., ¡para mostrarle el Tajo! ¡Parvo, más que
parvo!
¿No veía tu Gran Jefe que los marroquíes estudiáramos
diplomacia en Francia, que era, entonces y siempre, nuestra madrina? ¿No veía
que también nos apadrinaba, como siempre, el propio Tío Sam; y con él, toda su
mafia de corruptores de Wall Street? ¿No veía, o no comprendía, que mostrarle
Toledo a nuestro Sultán era jactarse de la Reconquista, y por tanto,
encandilarnos; más aún? ¡Pobre Franco, qué poco entendía de moros, y eso que
nos tenía de Ángeles guardianes!
Ya sabes aquello de, dime de qué presumes y te dirá de
lo que careces... Mon Gènèral, usted
mismo me recordó eso de, ¡Que buen
vasallo si hobiese buen señor! Pues viene al caso, y lo diré con todo
respeto, mal que me pese, parodiando aquella sentencia, ¡Dios, qué buen señor
si hobiese buenos vasallos!
¿No entendió lo que le quise decir; nada? ¡Me refiero
a sus Ministros! ¿No se percata de que en aquella ocasión, por lo menos en
aquella, le llevaron al huerto, al huerto del Pardo? ¡A las pruebas me remito!
Y a todo esto, su mimado Jalifa pidiendo, y logrando,
que alguno de los motoristas asignados al Sultán le arropasen a él… ¡Ridículo,
desde todos los ángulos!
¡Ah, pero no, que me queda otra! García Valiño, o
García do Valiño, como usted le llama, se presentó en la subsiguiente cena de
gala, vestido de frac, ¡y no de uniforme militar! ¡No comment!
Pero también le hay suma y sigue, pues en el plano de
aquella mesa, en aquel Pardo de su pardillo,
pusieron juntas la silla de su Jalifa con la de nuestro Sultán, ¡séase, su jefe
y viejo enemigo! ¡Eso no se le ocurre ni al que asó la manteca!
Mon Gènèral, no sé si será abusar del caído, pero aún quisiera
contarle otro cuento, ¡y precisamente de caídos! Voy a ser más breve que Pipino
el Breve: Unas negociaciones de aquella trascendencia no son, no pueden ser, unilaterales,
ya que de ellas iba depender la convivencia, ¡la convivencia y la pesca!
¡Muchas cosas, y muy importantes! ¿Qué le parece, amigo, si le recuerdo, para
su vergüenza, y con usted la de toda España, que sólo les dedicaron unas horas,
y para eso, pocas? ¡Aquello no fue propio de gallegos; no señor!
Zamalloa
-¿Horas; que es eso de horas? ¿Estás de haxix, también
aquí, en el Cielo? ¡Explícate!
El Fassi
-¡No se sulfure, y menos por verdades contrastadas!
Aquellas conversaciones empezaron el mismo Cinco de abril, por la tarde, y ya
remataron al día siguiente! Eso debe andar por el Guinnes, en el capítulo de
marcas de negociaciones diplomáticas. Un caso, un caso célebre..., ¡y después
se quejan de sus consecuencias! Dígame, en confianza, esa imprecisión, esa
improvisación, en aquellos pactos, ¿es sueva o goda?
¿No me contesta? ¿Pues sabe lo que le digo? ¡Que me da
vergüenza ajena! Si, de usted, y de las tropas a su mando, que les tocó
defender una causa perdida de antemano, ¡y no sólo con sus obuses! Le voy a
recordar, también, la enésima jaimitada que le hicieron a su Caudillo: ¡Nada
menos que ponerle a la firma, aquel mismo día, una carta personal suya, para el
General Eisenhower, avalando ayudas para Marruecos, tanto económicas como
militares! ¿Qué? ¡El colmo de la estupidez; de la estupidez y también de la
frescura, que en el Pardo siempre fueron compatibles!
Zamalloa, tímidamente:
-¡De eso..., de ese infundio, no hay pruebas!
El Fassi
-¡Si que las hay! Dese una vuelta por los archivos de
la Casa Blanca; no por Casá, no se equivoque, que los españoles siempre
anduvieron flojos en geografía..., ¡además de sus cates en Historia! Le voy a
dar los detalles: Aquella carta tan ignominiosa la llevó a Washington, en
propia mano, el señor Martín Artajo… Pobre, ese debe estar por ahí, en las
calderas del Purgatorio, ¡purgando su propia estulticia!
Otro detalle, y disculpe la reiteración, la abundancia
de pruebas: En aquella carta, su paisano y Caudillo, les resaltaba a los
americanos la importancia que tenía Marruecos para el Occidente de Europa...; y
con eso, la necesidad de que nos ayudasen…; ¡a nosotros, a los marroquíes, se
entiende! ¿Que, no le salen los colores? ¿Todas estas contradicciones, sólo, y
tan sólo, para joder a los franceses? ¡Pues vaya obcecación, y eso que era
Franco…!
Como veterano Profesor que soy, yo aconsejaría a los
españoles que silencien todo esto en sus libros de Historia..., ¡si no quieren
que les meen en sus crisantemos eses niños de Primaria!
Zamalloa
-¡Me estoy hartando de tus gabachadas...! Reconozco,
eso sí, que la dialéctica no es lo mío, que siempre he preferido batirme con
tus mercenarios a morterazo limpio! Si por mi fuese...
El Fassi
-¿Que dice, mon
Gènèral? ¿No quedáramos en que la de Ifni-Sáhara fue una guerra sucia? Pues
precisamente por eso estamos aquí, para aclararla, para redimirla, para lavarla
ante la Historia! Además de eso, pasó lo que pasó, casualmente, pero también
por culpa de aquel Afilador ourensano, fanador
de nuestras Fatimas, y de paso, de nuestras gumías... ¡En definitiva, por culpa
de un paisa suyo!
Historia, dando un
mazazo de advertencia:
-¡Efectivamente, eso es cierto! Ya me he aburrido, y
desaburrido, cuatro veces, y ustedes siguen impertérritos en su diatriba...
Les vengo tolerando ciertas divagaciones, más bien
para facilitar el trabajo de los investigadores de la Historia, habida cuenta
de que las cosas de Ifni, como en aquella época la censura estaba feroz, nunca
fueron preguntadas; y si algo se contó, o relató, lo fue por gente de algún
modo comprometida: militares con plus, periodistas del Movimiento, el cachondo
de Gila... ¡Gente parcial!
Este Auto, además de divertir a los españoles, que tan
aficionados son a las farsas de Moros y Cristianos, espero que contribuirá a
esclarecer aquellos misterios, hoy históricos, del legendario Ifni. Pero no me
alarguen la Sesión, que aunque nosotros estamos en la Eternidad, allá abajo, en
esa Tierra tan inquieta que no para de girar, hay pleitos en turno de despacho,
a cual más chistoso, o más dramático, ¡que la civilización es pendular!
El Fassi
-Señora, tenga paciencia con nosotros, pues a las
cosas bien hechas y bien explicadas no se les pregunta el tiempo... ¡Ya lo
decían los griegos!
Historia
-¡Mira quién va hablar, que entre trapisondistas anda
el juego! En cuanto a Zamalloa y a su gente, estos son capaces de litigar por
un simple limes, vulgo, cómaro. ¡Ya lo sé! Y con usted, Si
Al-lal, aún lo tengo más difícil, pues este revolucionario, como en la tierra
fue casi, casi, un Templario, mitad monje y mitad soldado, aquí le tenéis, que
en el Séptimo se metió a ratón de bibliotecas en lugar de ocuparse de sus
huríes, que tan merecidas las tiene! Pero aun así le sobra tiempo para hacer de
abogado del diablo, y les anda soplando a sus adeptos para que amuelen al
Polisario…
En consecuencia, ya que sé con qué bueyes aro, me
pondré en mi sitio; ¡quiero decir, en mi sitial! Tomen nota y compórtense, que
si vuelven a las andadas les prometo una guerra santa, otra yihad, pero sin amman, ¡sin perdón posible!
El Fassi
-¡Señoría, despacio, no me corte, ¡que aún no he
defendido a mi Sultán!
Historia
-¡Pues acelere, que con el material bélico que llevan
importado estos alauitas, son capaces de llenar una olla de perejil!
El Fassi
-Ya que hay prisas, recapitularé con brevedad: Pienso
que quedó implícito que a Mohamed V se le mal interpretó aquel Acuerdo del
Pardo, mal llamado, de Madrid. ¡Una cosa intolerable, y al mismo tiempo
irresoluble en la vía diplomática, ya que la O.N.U. no cabía en el enclave de
Ifni, ¡de sólo mil setecientos kilómetros cuadrados!
¿Una declaración de guerra a España? Lo hablamos, en
efecto, y precisamente con los de la CIA, pero nos dijeron que le metiésemos
mano al asunto nosotros mismos, ¡discreta y personalmente! Por eso atacamos de
noche, por sorpresa, en aquel glorioso 23-N, pero con la marcha parda, con la
de las chilabas pardas, con las de camuflaje, ¡que no hay nada tan eficaz como
los hechos consumados, por grises o pardos que parezcan!
Zamalloa
-Tuvisteis la suerte de que los U.S.A. no nos
quisiesen prestar aquellos aviones de Préstamo
y Arriendo, aquellos de las Bases
Americanas, ¡que si no...!
El Fassi
-¡Cierto! Todo calculado gracias a la fraternidad, a
la CIA del Tío Sam, que bien nos aseguramos de que no os llevasen refuerzos
inmediatos... ¡Ni bombas, ni paracas!
Zamalloa, que suele hablar con gestos nobles, con énfasis
señorial, por enojado que esté:
-Reconozco que mi Caudillo confiaba en los americanos;
¡muchísimo, a pesar de aquello del Maine…!
El Fassi
-¡Un ingenuo, repito, otro, como buen africanista que
era...; digo, que pretendía ser! Precisamente por eso, por ese dormirse en los
laureles, tuvo tan desmantelado su arsenal ifneño. ¡Creía en la munición de
boca, aquello de llenarles el estómago a nuestros Notables! ¿Franco, un
africanista? ¡A las pruebas me remito, pero ya le juzgará la Historia, con suficiente
perspectiva!
Zamalloa
-Eses americanos, eses amigos de nuestros enemigos..., ¡cómo nos la jugaron!
El Fassi
-Lo que es en este punto, muy agradecidos les estamos.
¡Vaya tíos! Liaron las cosas con eso de los aviones de tal forma que de seguida
convencieron a los franquistas de que Ifni no entraba en el juego de la
integridad territorial de España, ni en el capítulo de la Mutua y Recíproca
Defensa pactada, que aquello de las Bases, aquello del Préstamo y Arriendo, era
sólo para guerras comunistas, y que mi Istiqlal, aunque financiado con el oro
de Moscú, era un buen partido al servicio de las oligarquías árabes, sus amigos
de conveniencia..., ¡a falta de otros mejores!
¿Qué, le cuesta trabajo entender a la CIA? ¡Para que
vea que fuimos, y somos, más listos que ustedes los españoles! Pero aún hubo
más...; ¡sí, aquella cosa de la autonomía de vuelo!
Un mecánico suyo, ¡que todo se sabe!, un mecánico tan
economizador que tenía una mujer a medias con uno de los pilotos de Torrejón,
bien soplado por los cías les metió
en la cabeza a sus compatriotas que eso de la autonomía de vuelo no era óbice,
atranco o cortapisa, y que se podía resolver..., ¡con latas de mano!
¡Fue cosa de carnavales, y eso que era invierno, la de
aquellos pilotos, en sus Junkers y en sus Pedros,
con la latita y el embudo, haciendo equilibrios para tenerse en pie mientras
añadían esencia a los depósitos por un tubito de goma! ¡Mucho nos hemos reído
en Rabat cuando nos lo dijeron los USA! Pero como no les dio resultado,
cambiaron de plan, y los siguientes vuelos los hicieron por escalas: ¡Primer
aterrizaje, Sevilla; segundo, Gando; tercero, Villa Bens, capitalidad de
nuestra Tarfaya. ¡Que Alá se lo pague a esos cías de USA, pues gracias al
calvario español tuvimos nuestras manos libres para empuñar fusiles…, a falta
de aviones!
Zamalloa
-¡Ni con esas pudisteis con nosotros, que a las bravas
no entrasteis en la Capital, en Sidi Ifni, que allí estaba yo, con mis bravos:
Legión, Paracaidistas, Tiradores, Policía…, y Somatén!
El Fassi
-¡Ya sé por dónde va usted, que nos estaba esperando
gracias al Bellido Dolfus de turno, aquel maldito del
Profeta, que aún sigue en el infierno, aquel que se vendió a los españoles por
un milloncete de sucias pesetas...! ¡Claro que eran de las del año Cincuenta y
siete...! Después de todo fue un estúpido, que si quería cuartos para cualquier
antojo no precisaba chivarles a ustedes ni la fecha ni la forma del asalto a
Ifni, que le hubiésemos socorrido, nosotros, pues cuartos, loado sea Alá,
teníamos, empezando por la cofradía de los Alí Ben Boaida y Cía.!
Zamalloa
-¡Tú hablas a toro pasado...! La verdad es que siempre
sospeché que, además de los rublos, teníais dólares...! A propósito, una cierta
duda: Aquellos billetes de a mil, aquellos que desaparecían inmediatamente de
la circulación en África Occidental, nada más salir del Banco, ¿a dónde iban?
El Fassi
-¡Mon Gènèral, aún estamos así…! ¿Ustedes, tan expertos en
reptiles, y no se enteraban de un juego económico tan simple? ¡No le va gustar
que lo descubra, pero conste que lo hago a petición suya!
Veamos: Su personal, además de sus economatos, de sus
lucrativas matriculaciones de turismos, y de los cuatro meses de vacaciones
coloniales, cada dos años y con el billete de avión pagado, tenía pabellón
gratis, dos o tres asistentes, y por veces, según el tamaño de sus estrellas,
un cocinero, un niñero, un lavabragas...; ¡qué sé yo! Por encima de eso, un
sobre fenomenal, al que llamaban Plus de Residencia, aquello del ciento
cincuenta por ciento de incremento, del que ya hemos hablado.
¡Pues eso era una parte! La otra, que siempre tuvieron
una política de Zona Franca en sus colonias, amén de cultivar aborígenes ricos,
en aquella especie de adopción..., ¡para elevarlos al rango de Notables!
Zamalloa
-¡Estás divagando, tío, que eso no viene a cuento, ni
es alegatio pertinente!
El Fassi
-Déjeme ir a mi paso, si no le importa, que yo ando en
babuchas pero piso en terreno firme. El trasvase de tales billetes, de los
grandes, de los verdes, venía de aquellos dispendios, que si ustedes tenían un
Plus del ciento cincuenta, para los Notables era del doscientos, principalmente
a través de las bagatelas que les vendían, que ustedes iban de una Península
paupérrima, así que nos compraban desde transistores japoneses a vajillas de
Baviera! ¡Esa era la canal, si señor; esa era nuestra capitalización, nuestra
valuta frente a una descapitalización progresiva de la España metropolitana!
Pero permítame ilustrarle un poco más, que le veo con
cara de sorpresa: Un cien por cien de nuestras ganancias viajaba para Suiza vía
Tánger. ¡Ya sabe, aquella martingala de las cuentas numeradas...! Un cincuenta,
también vía Tánger, para la caja de las ánimas marroquíes; ¡séase, culto y
clero, clero culto! ¡Liberación! ¿Se entera? Siento que no se informasen por
allá abajo, pero..., ¡ya sabe!, las dictaduras tienen eso, que como nadie les
contradice, nadie se percata de nada, ¡ni siquiera de lo que les pasa por sus
manos!
En definitiva, que una gente así de parva nunca
mereció tener Posesiones. Las únicas colonias de las que entendían los
españoles en el Magreb eran precisamente las francesas, tal que el Rêve d' Or,
aquel perfume de los burdeles…! ¡Inefables; más que inefables!
Zamalloa, que se queda
dudoso, como asombrado, pero después de hacer unos gestos enigmáticos, como de
desagrado; coge ánimos de nuevo y se
dirige a la Historia, que permanece tranquila, interesada en el tema en vista
de que aquellos defensores no cesan, ni se cansan, en su diatriba redundante y
fenicia:
-¡Señoría, si yo pudiese darle la vuelta...! ¡Si, a
usted! Le juro que volvería a la batalla del Pingarrón, a por otra laureada,
así me retirasen nuevamente del depósito de cadáveres, más muerto que vivo,
pues prefiero lidiar con rojos antes
que con la dialéctica de este maquiavelo del tarbush! Yo no sigo, ni un minuto
más, que lo mío es luchar con armas nobles! ¡Semejante descaro…! Estamos aquí
para ventilar los trapos sucios de otra guerra sucia, traicionera, de aquellas
a las que nunca nos hemos acostumbrado, ¡ni aprendido de ellas! En estas
circunstancias, aquí el señor, ¡todo un Profesor!, la única arma que maneja, ¡y
con qué destreza!, es la calumnia, esta difamación de afirmar, aquí y en
público, ante la propia Historia, que algunos asistentes de aquellos de Ifni le
lavaban las bragas a su jefa... ¡Esto, Señoría, es intolerable! En vista de
ello, me voy al San Andrés de Teixido..., ¡ya que no fui de vivo!
Historia
-¡Pero, cálmese, General, y téngame un respeto, que
estos juicios ya se sabe cómo son, y son como tienen que ser, inflexibles,
minuciosos, descarnadamente rigurosos, analizando las cosas por sus causas…, o
no serían históricos!
Zamalloa
-¡Si pudiese reencarnarme para evitarnos otra guerra
sucia yo mismo retaría a El Fassi, a vida o muerte! ¿Usted no podría hacernos
ese milagro, una transmigración? ¡Sólo para ajustar cuentas pendientes,
Señoría; sólo para eso!
Historia
-¡Pero, hombre de Dios, qué dice, donde está su flema
galaica! ¿Es que no se batieron lo suficiente, allá por África?
Zamalloa
-¡Señoría, no fue directamente, que los desafíos del
Istiqlal se hicieron en sus medersas…, alguna de ellas pagada por nuestra
propia Tesorería…, pero eso lo oculta El Fassi! Ahora, con lo sabido sabido, yo
avanzaría con mis Legionarios, con mis Paracaidistas, con mis Tiradores, con mi
Policía…, por lo menos hasta Rabat, en política de hechos consumados, que es lo
único que ellos entienden, por mucho que se cabrease Alcubilla, y con
Alcubilla, mi colega, el autolaureado, que se ausentó de El Pardo en aquella
ocasión en la que su lugarteniente, el Ministro del Ejército, Dávila Arrondo,
aprovechó y firmó la concesión, el Capítulo de la Orden! ¡En eso, con su
laureada, sí que nos dio S.E. un ejemplo de lo que son, de lo que deben ser,
los hechos consumados!
Historia, imperativa:
-Definitivamente, callen los dos, que ahora vienen las
acusaciones particulares. ¡Y mientras tanto, recen, que por algo estamos en la
mismísima Gloria!
Puedo prometer, y prometo…, ¡un puerto! Eso fue en su visita del año 1945,
la única que hizo al Territorio,
pero sus conmilitones se gastaron el dinero en…, güisqui!
Escena 5ª
Contribuyente español, que entra con
aire desenfadado y con un paquete de cintas de calculadora:
-¡Señoría, con la venia! Servidor es un Contribuyente
español, y en la representación moral que ostento tendría tanto de que quejarme
que enloquecería si siguiésemos ahí abajo, en esa Tierra agotada de recursos
naturales y tan escasa de oportunidades.
A propósito de mi representación: Vaya por delante que
desde Calvo Sotelo esta es la primera vez que le encomiendan a un gallego la
defensa de la Hacienda Española; así que, entre la coraje del caso y mi
responsabilidad, estoy que no tiro del aliento.
Preparando esta intervención, ahí dentro, en ese
Gabinete de las Huríes, me puse a hacer números, y como se salían de la
calculadora, tuve que acudir al Host
de la Historia. ¡Calculen, ustedes mismos, la magnitud de estas cifras, que yo
estoy flipado! Las voy a dar, así, de
súbito, antes de que me reviente el cerebro con tantos ceros..., a la derecha!
Sumando haberes, obras públicas, material bélico,
estimación de los rendimientos perdidos, o dejados de obtener en otros lugares
y en otras actividades productivas a las que pudieron dedicarse aquellos
soldaditos, y también aquellos civiles; aquel inflado de Notables, etcétera.
¡La tira! ¡En definitiva, cuartos de nuestra fanfarria imperialista! Con esto
añadido a lo que los economistas llaman, lucro
cesante y daño emergente, nuestra España del XX, sin aquel agujero…,
¡negro, o moro, que para el caso da igual!, hoy sería un emporio, un imperio
económico.
Se revisan otros acontecimientos históricos, de
segunda o de tercera categoría, y se les dedican libros y más libros a temas de
una importancia incomparablemente menor que la de este colonialismo estúpido y
trasnochado, de tierras improductivas y malísimamente mal llevado! Esto sin
contar los suspiros de tantas y tantas generaciones de padres; y con los
padres, las madres, que esas sufrieron el doble.
¡Vaya riqueza la de España: Parásitos dentro y fuera,
siglo tras siglo, y aún no estamos en bancarrota!
¿Tienen ustedes cabeza para asimilar tal cosa,
semejante dilapidación? ¡Un crimen de Lesa
Patria! Pues con eso y con todo no sé
si habrá quien se anime para ahondar en esta revisión histórica, ni siquiera en
la que estamos haciendo en este Tribunal..., ¡más bien por nuestro prurito de
hidalgos venidos a menos!
Historia
-Señor Contribuyente, vaya directamente al grano, al
fondo de la cuestión..., ¡si es que llega con la mano, si no está muy hondo ese
pozo!
Contribuyente
-¿Qué les parece? ¡Ni la propia Historia es capaz de
asimilar la ruina que nos acarreó aquel incapaz que se apellidaba Capaz!
España, rehaciéndose de una guerra de desgaste, ¡que todas lo son!, y al mismo
tiempo cultivando el ricino en Ifni..., ¡al precio antedicho! ¿Pero, qué hacen;
por qué no se ríen, si esto es un melodrama? No entiendo este país, una tierra
en la que triunfan todos los payasos del circo, y a tal momento, yo,
presentándoles las cuentas del Gran Capitán Gildo, aquel de El Ferrol, y
ustedes tan serios!
Rían o lloren, lo que quieran, pero hagan algo, no
sean impasibles, que la cosa no es para menos, que si aquello de Ifni no fue
una payasada, mejor comedia, imposible.
Para que se puedan hacer una idea más física, más
perceptible de semejante despilfarro, que bien percibo que les desborda, pueden
ponerse a matinar que el coste de esa
dilapidación, en los treinta y cinco años en los que presumimos de tal Colonia,
o Soberanía, ¡o cómo diablos se diga!, fue algo así como alquilar la paramera
de Ifni a razón de cien euros en cada año de ocupación, en moneda actualizada…,
¡por metro cuadrado!
Ahora os veo llorando, y no es para menos, no señor.
¡Vaya lujo! Si las noches del franquismo en Galicia fueron de piedra, ¡lo que
es en África fueron de arena! ¡Arenas de oro para los Notables, que no para los
siervos! Esto, además de las vidas humanas que papó aquella guerrita, ¡tan
discreta y tan secreta para más inri!
El resto, las inversiones y demás gastos, ¡que fueron a más desde que ya
teníamos las trincheras reducidas al Bu-laalam y al Id-Ufkir!, aquí las tengo,
en otro colector..., por la cantidad de megas que ocupan!
¡Qué día tan nefasto, y a la vez de tanto alivio,
aquel Treinta de Junio del 69, cuando arriamos nuestra bandera para replegarnos
al Sáhara! Pero eso fue otro melodrama, con riquezas potenciales y estupideces
políticas, ¡que vaya cóctel más explosivo!
Ahora, para ir desde España al Territorio ifneño, sólo
tienen una carretera..., y para eso, de tercera, y casi sin turistas! Como
turistas, se llega tarde, y para los arqueólogos aún es pronto. Ya mandaron
borrar el nombre de nuestra provincia en esos mapas afrancesados, de su
Magreb... Pregunten por la provincia de Tiznit y les darán la dirección que
lleva al viejo Ifni. Por de pronto, en esa arcada que mandó poner Si Hassán II,
a la entrada de nuestra cara ciudad, ya cerca del Cuartel de Tiradores, hay un
letrero, ¡en árabe y en francés!, pues del castellano ni acordarse quieren.
Las casas y los edificios públicos de Sidi Ifni están
desconchándose por los azotes del siroco, ¡como si tuviesen culpas imperiales!
¿Observan ese empeño alauita en borrar el origen de aquellas construcciones que
consideraron ilícitas? Sin embargo, y no precisamente en honor y recuerdo de
Zamalloa, ¡están repintando los pabellones con los colores de la bandera
gallega, blanco y azul! ¡Vaya ironía!
Por todo esto, por esta gran desfeita, por esta imponente y secreta malversación española, por
aquel farol franquista, lo menos que puedo hacer, en la Representación que
ostento, es acusar a los marroquíes..., ¡por lo menos, de ingratos!
Hace que se tapa la boca
como para hablar bajo, discretamente:
-También os digo, de paso y con igual secreto, que
nuestros dirigentes del segundo tercio del XX fueron unos narcisos..., ¡y no
solamente los que dirigieron la política de Ifni!
Historia
-Señor Contribuyente, vaya callando, que está tan
cargado de razón y de rencor que igual se pone a hablar, todo seguido, y por
añadidura, de la descolonización del Sáhara, y de Guinea..., ¡temas reservados
en la España de entonces, que ni sé el por qué!
Contribuyente
-Ya no es mucho lo que me queda, Señoría, así que no
me regatee el tiempo, ¡como suelen hacer en España con los oradores de la
Oposición!
Simples puntitos, o puntualizaciones, según prefiera:
Ante todo permítame recordarle que ya pasaron aquellos
tiempos en los que Justicia era igual que Jurisdicción; y Jurisdicción igual
que Señorío. En el Medievo, y después también, las guerras y los pleitos solían
tener como motivo el control de los señoríos jurisdiccionales... ¡Eso fue lo
que pasó entre Franco y Mohamed V, con la particularidad de que los cartuchos
los pagaba España, yo y mis vecinos, que incluso se aprovecharon las armas de
nuestro Protectorado para desenganchar aquel señorío de Ifni! ¿Por qué no las
retornaron a España, en su momento; por qué contribuimos a armar al enemigo
potencial y previsible? ¡Otro error de previsión! Lo que no sé es si fue civil
o militar… Más bien sería mixto supuesto que en el franquismo, igual que en la
Edad Media, y también en el Islam, se confundía el ejercicio de la justicia con
el gobierno de los hombres... ¡Todas las berzas al mismo pote!
Ya se hizo aquí cierta alusión a nuestros derechos
históricos en materia de pesca... Pues bien, doña Historia, asiente esto en su Rationabus, y haga balance, pero no se
balancee, pues incluso nuestra flota pesquera baila hoy en día el vals de las
olas; ¡de las magrebíes, que son muy rentables para quienes usted y yo sabemos!
¿Ifni, una pesquería sin puerto? Además de lo que eso
debía representar, tanto para la posible radicación de industrias, que podían
haber sobrevivido a la descolonización supuesto que las divisas, o sea el
capital, son internacionales, como para facilitar en aquellos años tanto los
suministros como el urgente desembarco de tropas expedicionarias, en un
posible, ¡y probable!, socorro, teníamos su repercusión en lo psicológico, en
aquello que llamaban “asirocamiento”, (claustrofobia), que no en balde, ni de
balde, se dio en aquel Territorio, fuese Protectorado o Soberanía, que estos
conceptos están superados. Una verdadera y constante psicosis, una
claustrofobia de castillo medieval, umbilicados tan sólo por Iberia, y de
cuando en vez por los buses del señor Bernal. ¡Todo esto, administrativa y
políticamente hablando, Señoría, fue de un anacronismo imperdonable!
Si aparcamos por un momento estos aspectos
socio-económicos, permítaseme un cierto lucimiento con pluma ajena, ya que le
tengo oído a uno de esos profesores de nuestro Ministerio, ¡pues Si Allal comía
de otra mesa!, más o menos, según lo recuerdo, que en el XIX, e incluso en la
primera mitad del XX, la actitud de la mayoría de mis paisanos, ¡de nuestros
contribuyentes!, comprendidos intelectuales, políticos y gobernantes, en
relación con Marruecos, o más exactamente con los vecinos sureños, estuvo
guiada, frecuentemente, sistemáticamente, por el escaso conocimiento de la
realidad vecina. Unas veces por la altura de nuestro Mapa, ¡aquellas
barreduras, mal relatadas, de la Reconquista!, y otras desde el olvido de que
Toledo, Córdoba, Sevilla, Granada..., fueron, con mucho, las mejores de
nuestras escuelas. ¡Yo asumo ese criterio! Y luego que también hay quien dijo,
¡pero no se le entendió, ni atendió!, que, con lo que aprendimos de los moros,
y con alguna aportación europea recibida, poco a poco, por el Camino de
Santiago, en España, ¡todos licenciados!, y con la misma, para las Indias, ¡a
dar clases! Desde que perdimos América, ¿dónde tuvimos alumnos? Doña Historia
ya nos lo dijo, ¡pero no es fácil ser maestro de Maestros!
Dirigiéndose a la Historia,
que ya estaba tocando una campanilla, como para invitarle a rematar su Informe:
-No se impaciente, haga el favor, que en España
estamos hartos de desviaciones y de tergiversaciones históricas; ¡hartos de
tanto seudohistoriador! Mire, Señoría, la Historia, ¡y perdón por la alusión!,
no se depura, no se hace objetiva sin someter la subjetividad, la realidad de
los propios hechos, al colador temporal. Pero tampoco me vale como tal una
Historia obtenida del prensado de los papeles, sean privados o de periódico...
¡La Historia, como un huerto, precisa labor de campo, riegos, purgas,
cardas...! Requiere contrastes y diatribas, ¡tal que estas! Y todo eso con
conciencia crítica, sin pasiones rastreras, sin intereses o conveniencias
personales. No se trata de justificar, que de eso ya se encargan los
vencedores, ¡y en particular los cronistas a sueldo!
Historia
-Le sugiero que haga turismo por el Gran Marruecos, por el actual, para que compruebe que sus aportaciones, aquellos impuestos..., algo tuvieron de positivo, que no todo fue estéril, pero llévese un diccionario de francés si quiere que le entiendan, y no sólo en la que fue Zona Francesa!
Contribuyente
-Le sugiero que haga turismo por el Gran Marruecos, por el actual, para que compruebe que sus aportaciones, aquellos impuestos..., algo tuvieron de positivo, que no todo fue estéril, pero llévese un diccionario de francés si quiere que le entiendan, y no sólo en la que fue Zona Francesa!
Contribuyente
-Como gallego, y como español, hasta que me hablen en
cristiano no pienso ir...; ¡ni a pescar, ni a predicar! ¡Así que, en el
ínterin, yo me siento!
Historia, señalando al Comisario del Ejército de Liberación, en adelante, Comisario, que se levanta
para hablar, a la vez que saluda al modo musulmán, llevándose la mano al pecho,
y después a la frente:
-¡Con todos los respetos, Madame Historia! También
estoy que trino, aquí, en este Tribunal, pero es por un motivo diferente: Estoy
arrepentido de haber empujado a los nativos en aquella estúpida guerra, en la
secreta, en la de Ifni, pues, visto con mirada retrospectiva, aquello no tuvo
éxito, ni éxito ni objeto.
Fue un error de cálculo, un error suyo, mon Professeur,
que le dejamos llevar las riendas del negocio. Un error matemático, y por ende,
histórico. También yo digo que si las faldas de la Historia tuviesen vuelta...
¡Ay, si tuviesen vueltas, yo, y conmigo, muchos, nos agazaparíamos en ellas
esperando que pasase por la puerta el cadáver de nuestro enemigo! Pero eso ya
no tiene remedio, así que me voy sincerar, ¡que ni Ejército de Liberación ni
rayos!
La mejor liberación para Ifni, para aquel Territorio
tan costoso como costeño, ¡tan pesquero, y sin barcos de pesca!, era seguir
chupando de la madrastra española, por correosas que tuviese las tetas; y con
ello, trasvasar a las cuentas de Suiza, a las nuestras, en lugar de mercar
aquellas armas de Hong Kong, tan caras! Con esto dicho, nada más, ¡que ya se
entiende! Con aquel ritmo del gasto ifneño, y con la esplendidez de estos
hidalgüelos de caldo a la merienda..., ¡nosotros sí que nos poníamos las botas,
como poco, por días de vida caudillesca! ¿Que acabaría llegando la democracia a
España, y que la oposición insistiría en retirar las tropas, como hicieron en
Irak? ¡Para entonces, a lo hecho, pecho, y lo comido, digerido!
¡Menudo placer el nuestro, tomando el sol panza arriba
en aquellas playas de Ifni, en las que nos dejasen libres estos panolis spanois, que también había sus acotamientos en ellas! ¿No se
acuerdan de aquella discriminación? Eso, bien mirado, poco nos importaba.
Nosotros de chupadela, dos o tres décadas más, mientras Juan Español se
reventaba a pagar impuestos, ¡con los cuartos de su emigración! Sobre todo,
indirectos, que eran los que pasaban más desapercibidos.
¡Impuestos bien impuestos aquellos, eso sí, que la
mejor tajada era para nosotros, para los Notables de Ifni, según quedó
demostrado en este Tribunal!
Es bien cierto que la España soñadora no nos destetaba
de motu proprio, por lo menos mientras no la provocásemos, o mientras viviese
aquel Innombrable de los Cinco Nombres, que ya visteis cuanto duró, ¡pues lo
que es bicho malo...! Por el contrario, en todo este tiempo, por descuidado que
se le tuviese, Ifni fue oneroso para Marruecos. Así que nos perdimos varias
décadas de teta ibérica, de teta ubérrima, ¡que serían muy oportunas para el
desarrollo magrebí, para el nuestro! En este caso, y por añadidura, quedaríamos
ante la ONU por víctimas de un imperialismo trasnochado, con todo lo cual
nuestro provecho sería plurianual…, ¡y pluridimensional!
Le repito, Si Allal, que usted, y con usted sus
asesores, sus conmilitones, en aquello se precipitaron..., ¡mucho! Y además
perdimos la diversión de ver como la democracia española, o sus adeptos, le
rogaban a nuestro Hassán que se hiciese cargo de la Mar Pequeña, por muy
provincia Cincuenta y uno que fuese, que así la bautizaron, ¡nada menos que en
su BOE!
Entonces sería el momento de decirles a los españoles:
¡Vale, faroleros; por nosotros, conformes; ya que ese Ifni no tiene encaje en
un Estado de Autonomías, dada su atipicidad; nosotros cargamos con la moza, y
de paso, con sus hijos, pero tenéis que darnos el Sáhara en dote, todo el
Sáhara, libre de Polisarios!
Mon Professeur,
hágale caso a este alumno, y deje las cosas como están. Pero aquí, en este
Tribunal de la Historia, disimulemos delante de los gallegos, que a estos no
hay Mohamed que los engañe, ¡por
inocentes que parezcan! Estos miñaxoias
llevan en sus venas sangre sueva, ¡que por algo son suaves y escurridizos!
Además de eso, ahora tienen Autonomía... ¡Fíjese en lo que digo: Autono-mía!
Con esa cosita cosa se sienten fachendosos...; ¡tanto,
que no hay quien les tosa, ni siquiera en árabe! ¿No ve lo que pasa aquí, aquí
arriba, aquí mismo, en este Tribunal de la Historia? ¿No ve que nos la están
pegando, montándose, prácticamente de nada, una epopeya, una Ifnada? ¡Cómo
serán, que tiran una epopeya de lo que fue una derrota vergonzosa! En un aparte: ¡Y ya no sea una OPA, una OPA hostil!
Castilla lleva cinco siglos tratando de castrarles...,
pero ellos, mientras tanto, poblaron de gallegos los cinco continentes! ¿Dije
cinco? Pues me equivoqué, que también hay gallegos en la luna, que se supo
recientemente por culpa de una canción ferrolana, pues ahora El Ferrol ya no es
del Caudillo, sino de los cantantes; ¡otro tipo de cantantes, quiero decir!
Nada, Professeur,
que tratándose de gallegos lo mejor es dejarlos por imposibles. Nuestra baraka la tuvimos con Franco, ¡mientras
él pensaba que la tenía con nosotros! Acaso porque era un gallego recastado de
judío..., ¡y rodeado de godos! Esto es Historia, que el resto..., ¡unturas!
Fíjese cómo cambiaron los tiempos, que incluso se ponen debajo de nuestra
bandera, de la magrebí, con el truco de sus empresas mixtas, para quitarnos la
pesca delante de nuestras propias narices! ¿No sabe que les enseñó a pescar el
propio Santiago, aquel pescador de Galilea, aquel hijo del trueno? ¡Cómo ve, de
Galilea a Gallaecia sólo faltaba una letra…, de cambio!
Si Allal el Fassi, que lo estuvo
mirando de reojo todo el tiempo, ahora apunta con el dedo, directamente, a su
propio Comisario:
-¡Oyes, tu, recuérdame que tenemos que hablar, pero a
solas, ambos! De un millón de cosas; feas por supuesto, que ya me entiendes!
Historia, reflexiva:
-¡Este globo, el grande, el terráqueo, está lleno de
sondas, de contradicciones y de olvidos, que así sucede que quien hoy ataca,
mañana se excusa, y además lo hace con excusatios
non petitas...! También pasa con la política, que de mozos son de
izquierdas, y de viejos se vuelven avaros! C'est
un scandale!
Después de una pausa,
dirigiéndose al banco de los Acusadores:
-¿Y luego, ustedes, los españoles, no acusan? ¿Tan
bien les fue por allá, en aquel Territorio?
Soldado X, que es algo
tartaja y acomplejado:
-¡Señora Maestra; digo, Señora Historia! No le sé qué
decir, que el único Tribunal donde estuve, ahí abajo, en la Tierra, fue el de
una Corrida de Gallos... ¿Sabe? Pero, ya que me pregunta, le diré: Mi padre fue
un aparcero, allá en Bolaño, que le es de Lugo…
A este servidor, en las quintas, le tocó África, cosa
que le roncaba la gaita, que de allá pocos volvían cuerdos: o locos, o tiesos; ¡quiere
decirse, muertos! Ya sabe que me mandaron para el sitio ese, al Territorio...,
¡al Ifni! Que por eso estaba de guardia en aquel Polvorín del Cruce en la noche
de los Autos… Fíjese como era la cosa: un polvorín en un cruce de carreteras, y
con una garita delante que miraba a un bosquecillo de arganes y de chumberas,
precioso y como hecho a propósito para que fuese utilizado por eses
francotiradores del Marruecos. ¡Aquello no estaba de Dios: estaba de los
hombres, aunque parezca mentira!
Allí, en Ifni, nadie me dijo que Marruecos iba entrar
en guerra con nosotros... ¡Nadie! Sólo se me ordenó que no dejase entrar en el
Polvorín..., ¡ni a mi padre! ¡Eso era fácil de cumplir pues mi padre a tal
momento estaba en Lugo! Y pronto saldría el relevo, que dormía allí dentro, en
un camastro de crines de palma, cuando..., ¡ris-ras, cataplum, rataplum! Me
alcanzó una ráfaga de metralleta, en la tripa, ¡y con la misma, perdí cuanto
sentido Dios me dio! ¡Cousas de
morangos, fue lo que me dijeron en el Hospital!
Fíjese, Señora, qué bandidos fueron, que ni el Alto me
dieron. ¡Gente sin instrucción aquella de Marruecos pues el Alto es lo primero que se hace, lo
primero que se dice! Después viene lo del santo y seña…
Historia
-Prosiga, rapaz, pero hágalo sin comentarios ajenos al
caso. ¿Entiende?
Soldado X
-¿Ajenos al caso...? ¡Ay mi Señora, que usted se
olvida de que aquellas tripas, con más agujeros que una criba, eran las mías!
Después de herido en ellas, me llevaron al Hospital, ¡ya se lo dije!, allí
mismo, en Sidi Ifni, por la parte del aeropuerto, junto al faro…
Historia
-Aténgase a lo suyo, al caso concreto, sin
complementos circunstanciales subordinados, ¡que ya los conocemos!
Soldado X
-Daquella ni
le sé decir si he muerto de las balas, o..., ¡o si fue de la sed que me entró!
Mire cómo fue la cosa que me visitó un vecino, uno que escribe libros, que era
un mandamás del Banco, y con la misma le pedí agua, un traguiño, ¡por sus defuntos!
Parece mentira en él, que yo le tenía por honrado, pero me hizo la traición de
consultarlo con el Médico, que era un Capitán... Mire cómo fue la cosa, que
allí, en ese Ifni, todos eran traidores, ¡que ni gota me dieron!
También me dijeron que aquel vecino está escribiendo
un libro, otro, en penitencia por los pecados de los españoles... Por mí que
haga lo que quiera, que nadie lo va a leer, pues las cosas de Ifni sólo le
interesaban al Caudillo, que aquel hombre, de quitado en la voz, que la tenía
un poco amariconada, aflautada que se dice, en lo demás..., ¡un tío cojonudo! Nada
tengo que decir de aquel señor, pues tan señor era que incluso llegó a
Generalísimo, a caballo de los Generales!
Historia
-Háblenos de aquel bancario, aquel vecino suyo, ese
que hizo, o está haciendo, un libro de Historia; ¡por si le conozco…!
Soldado X
-Señora, si no fuese por aquello de que me dejó morir
de sed..., ¡en lo demás, normal! Y luego que me dio noticias, allí, en el
hospital, de que nos atacara un tal Ejército de Liberación... El también pasó
las suyas, que unos meses antes, allá en Safí, que iba para España con su
familia, les embistió, adrede, un camión del Istiqlal, y les dejaron
abandonados en la carretera, dándoles por difuntos… Como no lograron matarle en
aquel accidente, después le apuntaron en la lista negra de Sidi Ifni, para fusilarle
cuando entrasen ellos… También me dijo no sé qué de un tal Ben Hamú, pero no
recuerdo, o no le entendí, aquellas explicaciones.
Historia
-¿Rapaz, qué más
sabes de aquella guerra…? Y déjate de apretar las tripas, pues ahora, en tu
cuerpo etéreo, ya no te duelen.
Soldado X
-Señora, o Señoría, o como coño le tenga que llamar...
En mi cuartel teníamos un letrero que decía, Todo por la Patria, pero en ese todo
entiendo que no entraba mi bandullo porque mis tripas estaban vacías,
hambrientas, y no como aquellas de los jefes, que tal parecían parrulos cuando desfilaban...
Historia
-Soldado, omita los comentarios y limítese a
acusar..., ¡ya que como Acusador está citado!
Soldado X
-¿Mi señora, más tengo que acusar..., aún más? ¡Ya me
dirá a quién! Conmigo no contaron para hacer aquella guerra, ¡así que los que
la hicieron que la deshagan! Decía mi abuelo, aquel da Fonsagrada, que donde
hay pleitos comen todos, ¡pero en este caso ni pensión de guerra le dieron a mi
madre! Supongo que sería por tratarse de una guerra secreta…
Mire como fue la cosa: Allí abajo, en el Hospital,
todo se les volvía decir que aquello de Ifni era un follón de cien mil diablos.
Así que los militares de carrera, después de la Generala, ¡baremo al canto!
Solicitudes a tuti-plen, ¡pero no les
daban el traslado!
Señoría, ahora que reparo: También está aquí, y
también citado de Acusador, como yo, ese morito, el de la al-ma-luz, que así le
llamaban en Ifni a la dulce... Este Gallina,
que tal era su apodo, ese sí que me tiene dado agua, cientos de veces, cada vez
que pasaba con sus burros por el Cruce de los Polvorines, que otro tanto no
hizo, ni le dejó hacer al Bancario, aquel Cirujano del demonio..., ¡con perdón!
Al Gallina,
aquí presente, ¡y si no es verdad, que yo vuelva a vivir, o mejor dicho, a
malvivir!, le tengo ofrecido, desde el día en que le conocí, de aquellos
chorizos tan buenos y tan picantes que me mandaba mi madre, por Correos, desde
Castroverde, que es la mejor tierra de chanfainas del mundo por lo bien mantenidos
que andan los cerdos del lugar, que le tienen maíz, castañas, landras..., pero este muchacho nunca me
aceptó aquellos convites, que siempre me decía que no, que baraka lahu fik, ¡porque eran de jalufo! ¡Hace falta ser maleducado para llamarles jalufos a los cerdos de mi madre! Cando
no decía, ¡Kelb rumis!, me soltaba
aquello de, ¿Jalufo? ¡U'alo majanduchi! ¿Qué
picardías son estas, mi Señora, que yo sigo sin entenderlas?
Historia.
-“Gallina”, ya que está aquí, defiéndase.
El Gallina.
-¡Señoría! Hablaré en castellano, en mi castellano de
infinitivos, ¡que así también acusar España, que no ser capaz de mi enseñar lo
suficiente!
Aquí donde me ven, ya no es cosa de seguir con mi
secreto. Nací en el Treinta y cuatro; y soy hijo de la mora Aisa, aquella de
Tabel-kuct, para más referencias, que me tuvo de quien Usía ya sabe… ¡Toda una
vida infame, además de esfameada!
Cando empecé a hablar, los otros niños de Tabel-kuct dieron en llamarme, Español. Pues bien, aquel apodo le
gustaba a mi madre, mucho, que se sonreía cuando le daba quejas de los otros
niños, pero yo, entonces, cogía un cabreo aún más grande..., ¡en vista de que
no le daba importancia!
Un día me disgusté con aquellas bromas de los
musulmanes, mis vecinos, y con aquellas contradicciones y sonrisas de mi madre;
tanto, que robé el burro más grande de nuestra cabila; y sin casi tenerme, a
pelo, marché cara a Sidi Ifni. ¡Eran treinta y cinco kilómetros, por una pista
de tierra!
Ya en la entrada de Sidi Ifni, allí donde nuestro Sidi
Hassán hizo construir, en el Setenta, ese arco triunfal que da la bienvenida,
¡en todos los idiomas menos en español!, divisé un palacio enorme, grandísimo,
que me dijeron que eran los Cuarteles del Grupo de Tiradores. En aquel momento
sentí una alegría muy grande, tanto, que se me hizo la boca agua al imaginarme
que tan importantes protectores me darían de comer y de beber, y que me
protegerían de allí en adelante...
Pero no, Señora, nada de eso, que mi alegría se trocó
en hiel, en humillaciones inolvidables cuando me bajé del burro y eché a andar
cara al centinela de los Tiradores, ¡entumecido y escarranchado que me
encontraba...! Figúrese, tres días en el burro, bamboleándome con la debilidad
que llevaba encima... ¡Aparte del polvo, del sudor y de las lágrimas! Pero, en
el mismo instante, ¡la madre que los parió!, se abrió el infierno ante mí: Unos
soldados españoles que husmeaban en el portalón del Cuartel dieron en reírse,
¡sin más ni más!
Madame, se pusieron a berrear como locos, apuntándome con el
dedo, ¡y menos mal que sólo fue con el dedo, pues tenían fusiles! ¡Mírale, mírale; se bambolea igual que una
gallina; este morito es una gallina; Gallina, Gallina...! Me atolondré de
mala manera, miré al rededor, y no se me ocurrió mejor cosa que buscar
protección en el centinela, pero éste se puso a pasear, de un lado al otro, ¡de
garita a garita! Aquel maldito lo único que no hizo fue reírse como los otros,
¡que de lo demás...! ¡Malditos españoles, malditos colonizadores!
Historia, compasiva, muy
humana:
-¡Pobrecito! ¿Y no te atendieron en la Enfermería del
Cuartel?
Gallina
-¡Que poco conoce a los españoles! Para hacer
mestizaje, para eso, y sólo para eso, nunca fueron racistas… Tan apocado me
sentí, que incluso perdí el conocimiento, que de todo eso me quedó la aversión
por los centinelas…, ¡así me ofrezcan chorizos!
Historia
-¡Rapaz, has dado un testimonio muy honroso de tu
nobleza, pues, a pesar de tales humillaciones, les ofrecías aquellas
restauraciones de tu al-ma-luz a los
sedientos!
Gallina
-¡Natural, Madame;
era mi negocio, y luego que mis tiempos aún no llegaran! En aquella ocasión,
cuando recobré el conocimiento, me encontré sentado en las rodillas de un
Sargento..., ¡negro!, procedente de aquellos esclavos del antiguo Magreb, que
ese sí que me trató con humanidad, e incluso me dio de beber, por su propia
cantimplora.
¡Después de aquel infierno me sentí en el Cielo! Y le
dije al Sargento Abdel-lah, que así se llamaba mi protector, ¡el verdadero!: ¡Tú estar mi padre! Abdel-lah, que era
hijo de un esclavo, y por ello entendía de sufrimientos, asintió, ¡y así fue
como nos adoptamos recíprocamente! Desde que libró Abdel-lah, bajamos a la
Medina de Sidi Ifni, ¡los tres!
Historia
-¿Pero, qué tres...? ¿Se arrepintió el centinela?
Gallina
-Usted, Doña Historia, tiene fama de imparcial, ¡pero
no sé si estará sonada! ¿Quiénes…? ¡Pues Abdel-lah, el burro y yo, tres almas
gemelas!
Después de una breve pausa:
-¡Oh, y no se me enfada con lo que dije! En ese
caso..., ¡disculpe! Voy a seguir con mi relato. Mire, aquella noche sí que supe
cómo es una cama de colchón blando, ¡que tal me pareció aquel jergón de crin
vegetal! Abdel-lah, aquel Sargento negro, ya tenía ocho hijos, ¡de dos mujeras! Así que yo, considerándome
dueño del burro, lo dediqué a portar agua, desde el Oasis de las Palmeras, pero
a los pobres, a los que no tenían ni para whisky, ¡se la regalaba!
Además de Abdel-lah, quien me trató con exquisitez fue
Josefina, la mujer del Bancario, que siempre me hacía bocadillos cada vez que
les llevaba agua dulce, y además me enseñó a leer, en español, cuando no había
apuro, porque a las horas del colegio mi
tener que llevar agua fresca a las casas, para las comidas. ¡Que Alá se lo
pague, cuando venir, cuando subir al Cielo, que alguien me dijo que aún vive en
Coruña…!
El Fassi, mostrando su
desacuerdo con las misericordias del “Gallina”:
-¡Señoría! Permítame recusar a este Aguador tan
blandengue, pues no me parece un testigo idóneo. Desde que lo envolvió en gasas
aquella Maestra, la del Bancario..., ¡este chico perdió raza! Tan torpe es, que
se dejó matar por el Polisario, ¡teniendo él mejores armas! Y además de eso,
nos descubre, jactancioso, que es hijo de aquella Aisa..., ¡entregada a un
Afilador ourensano! ¡Un paria, un mestizo!
Historia, con acento
amable, conciliador:
-Si Allal, es bien cierto que tengo que ser imparcial,
pero precisamente por eso, y sólo por eso, le diré que usted, de diplomacia,
poco! Este chico se crece y perfecciona con el castigo. Repare que se juntaron
en sus genes la bravura almorávide y la astucia gallega. ¡Esta clase de gente
es la que hace país, y no los que lo dibujan en un mapa utópico!
Se dirige al Gallina:
-Rapaz, defínete, que tu Jefe pierde la paciencia
contigo, ¡y eso que estamos en la Eternidad!
Gallina, con visible retranca, con
ironía galaica, saliendo a su padre:
-¡Pues, si la pierde..., dos trabajos! Yo, a tal
momento, sí que tengo un buen dilema: Por una parte, se me enfrió aquel odio
recordando las enseñanzas de la madrina gallega; y también por culpa de los
chorizos que me tiene ofrecido, tan cordialmente, este maldito centinela. Y por
la otra, el abandono de mi padre, aquel ourensano de la rueda, ¡venganza
requiere! ¿No se lo parece, Doña Historia?
Historia
-¿Rapaciño,
que es lo que tienes oído contar de tu padre? ¡Interesa que nos lo refieras,
con toda precisión!
Gallina
-¡Poca cosa! Que aquel Afilador, el tal Pepiño, fue a Ifni expresamente para
joderles los aceros de sus gumías, ¡que las destempló haciendo que las afilaba!
Y todo eso para que la ocupación del Territorio, la Ocupación Española, se
hiciese por los soldaditos de Capaz sin derramamiento de sangre… Cuando se
enteraron los del Amezdog, ¡burros sí, pero cobardes, no!, le persiguieron a
muerte, que si no fuese así quien sabe si no volvería por Tabel-kuct, para
casar con mi madre… ¡Seguro que sí! Como ve, este asunto de Ifni tuvo un
fatalismo y unas contradicciones infernales; ¡cosa más atroz…!
En este momento Gallina le da su mano al Soldado X, y le dice, todo afectuoso,
cordial:
-Bien que siento lo de aquellos disparos, ¡pero yo no
compré la Thompson, que me la pusieron en las manos…! ¡Lo que no sé es si
fuimos manejados por el Destino o por nuestros Jerarcas respectivos!
Soldado X, visiblemente sorprendido,
sobresaltado, como despertando de una pesadilla:
-¿Que es lo que dices, qué escucho! ¡Dios mío! ¿Así
que fuiste tú, tú mismo, el que me hirió de muerte? ¡Maldito hijo de…, de Aisa!
¡Si pudiese volver al día de marras…!
Gallina, sin perder su
aplomo, sereno y conciliador:
-No te sulfures, rapaz, que son cosas de la vida... Y
por cierto, mide bien lo que dices, pues Aisa, mi madre, no era ninguna mujer
de la vida. Ella, la pobre, oyera cuentos de cristianos, igual que a ti te
contarían que había moras, princesas moras, en los castros de tu tierra... Con
su imaginación de niña bien creyó, al ver al Afilador, que la visitaba, que la
poseía, el mismísimo Santiago. ¡Pienso que su entrega fue mística, o casi!
Si bien lo miras, el puto fue aquel Afilador, padre
mío y paisano tuyo, ¡que abusó de una menor! Y también coincidió que una de las
mujeras de mi padre adoptivo, aquel
Sargento Abdel-lah, guardaba de sus antepasados la llave de su casa de
Granada... Sobre ella juraban todos sus hijos que darían la vida por echar a
los españoles de Sidi Ifni, en justa reciprocidad y con la misma urgencia con
la que echara de España a nuestros ancestros vuestra Reina Católica, aquella
Isabel, que mira ti que si no llega a ser católica..., ¡lo que nos haría!
Como ves, querido amigo, esta tragedia, la nuestra, ya
estaba escrita en varias hojas de nuestra Historia, ¡en la común! Yo sólo hice,
modestamente, lo que tenía que hacer: ¡ejecutarla!
Se encara con Si Allal:
-Mientras tanto, mientras yo le disparaba a un buen
amigo, al centinela del Cruce, usted, Si Allal, ¿qué es lo que hacía? ¡Si,
entonces, mientras nosotros, los desharrapados, los hambrientos, cumplíamos sus
consignas! Usted estaría cenando en Rabat, y seguramente en un buen
restaurante, bien visible para que los españoles no desconfiasen de usted,
hecho un hadj, ¡un hach, sin riesgo alguno y amparado por
los mejaznies de Palacio, lejos de
todo peligro! En este caso, amigo, Salam
Aleikum!
Historia, con la vista
alzada, orante, como hablando con la Divinidad:
-¡Ciertamente estoy asombrada de que un Territorio tan
pequeño me saliese tan revoltoso! Y menos mal que España, y Marruecos, cada uno
por su conveniencia respectiva, disimularon aquellos contratiempos, que si no
fuese por su vergonzoso hermetismo habría que dedicar tanto papel a referir
tales follones que la desertización
avanzaría, ¡por lo menos, una legua!
Ahora se dirige a los
Jurados:
-Entiendo que con cuanto aquí se dijo, y con lo que
ustedes saben por sus experiencias vitales y personales, ya podrán hacer un
balance de la situación.
Después de eso, y sin dejar
de mirar a los Jurados, pero dirigiéndose más bien a un supuesto público,
añade:
-Habrá que aclararles a los historiadores que en este
Juicio también fueron muchos los llamados y pocos los escogidos. Algunos de los
más comprometidos no pudieron acudir a esta Citación porque están en el
Séptimo…, ¡Infierno! Y de los de segundo orden, de esos, pocos habrán salido
del Purgatorio…, ¡del Purgatorio de sus mentiras!
Sólo encontré indicios de criterio racional en estos
Jurados aquí presentes. Y lo siento por ustedes, que tendrán que apechar con
las subsiguientes responsabilidades del Fallo. ¡He dicho!
Se retiran todos,
lentamente, con solemnidad.
Acto II
Actuación del Jurado en el
Caso Ifni
En este Acto el mismo decorado de fondo. En cuanto al
mobiliario, media mesa ovalada, en sentido del eje mayor, que vista desde el
público semeja una media luna. Los Jurados de cara al espectador. Una gran
pancarta de fondo, que tiene escrita en caracteres árabes, y repetida en
castellano, debajo, la aleya 90, de la sura 16, del Al Qurán:
Dios manda la justicia, la
beneficencia y también la caridad con sus allegados y prohíbe la torpeza, lo
reprobable y también la injusticia. Él os exhorta. Tal vez reflexionareis.
En las puertas del Foro permanece la Guardia Mora; se
supone que está, además de para mantener el secreto de las deliberaciones, para
imponer orden, ¡un orden dictatorial!
Se sientan todos, entremezclados, pero se distinguen
bien, además de por la vestimenta, porque los españoles se sirven vino, y los
musulmanes disponen de unas teteras.
Se levantarán según se vayan presentando para
intervenir. Los militares, siempre descubiertos, tendrán sus gorras o sus
teresianas debajo del brazo, o delante suya, pero bien visibles, sobre la mesa.
Escena 1ª de este 2º acto.
De fondo, un firmamento tachonado de estrellas. Se ven
unos cojines morunos, asimétricos, diseminados; alfombras de nudo, etcétera...
Comandante de la Policía
Indígena, en adelante, Comandante P.
-¡Salam Aleikum!
Le responden todos:
-¡Aleikum Salam!
Comandante P.
-Como esto va de guerra, y ya tuvimos bastante ahí
abajo, propongo designar Moderadores para que atemperen la discusión de este
Jurado.
Descendiente del Chej Ma
al-Ainin, en adelante, Al-Ainin, que significa, El de los Ojos Grandes:
-Yo estaría más o menos conforme con llegar a un
arreglo, a un sobreseimiento, pero..., ¡el caso es que somos pares!
Comandante P.
-Eso tampoco es cierto, que vosotros bien comunes
sois..., ¡mayormente tú, chupóptero barrigudo! ¡Común y vulgar! De Pares,
tampoco; ¡maldita cosa! Pero esto no tiene arreglo; lo que sí cabe es una
sugestión. ¡Veamos!
Voto y propongo delegar en dos de los nuestros; y
después de eso que se pongan de acuerdo entre sí, o que se releven; y como para
ello hay que ser pacífico, a ser posible con hábitos o con acciones de ámbito
internacional, propongo lo siguiente: ¡Darle el voto a este Empleado de Banca,
que si algo hubo en el mundo que fuese, de siempre y verdaderamente,
multinacional, multinacional y cosmopolita, es el dinero! Secundado por el
Farero de Sidi Ifni, aquel Técnico de Señales Marítimas que alumbró para todos
los que pasasen, ¡sin preguntarles por su bandera!
Los españoles aplauden esta
propuesta, así que los interesados hacen gestos de asentimiento.
Al-Ainin
-Internacionales, lo que se dice internacionales,
también tenemos nosotros, que aquí están el periodista Fadel, brillante
colaborador del Semanario “A.O.E.”, y Fatima, su novia, la enfermera. ¡Que no
se diga que la intelectualidad y la enfermería no son valores universales!
En los musulmanes se observa
una reacción afirmativa, acatando la sugerencia.
Comandante P.
-Visto este consenso, por ahí debiéramos haber
empezado en aquella litis, en aquel follón: ¡Consensuando! Sugiero que
empiece a hablar nuestro Farero, ¡que por algo es un hombre de altura!
El moro Fadel, intelectual
musulmán, en adelante, Intelectual.
-¿Comandante, eso, ahora, por qué y para qué?
¡Experiencia tardía! Acuérdese que cuando llegó a Ifni este Farero, este hombre
gris, vestido de gris, procedente de las Camariñas grises, que no verdes,
ustedes, aquellos vividores que vivían de gorra, ¡de gorra de plato!, tuvieron
un empate en el Casino de Oficiales, que no le querían dar admisión, que se la
regatearon, considerándole de categoría oficial subalterna; ¡de cuchara, se
decía entonces!
¡España, tu eres, en las desdichas, grande, que eso se
dijo aquí; pero sólo en eso, en las desdichas, que en esas ocasiones todos los
hombres te valen y sirven, pero…, ¡a las órdenes de los grandes!
Comandante P., que reacciona
violento, belicoso, siempre con el genio vivo y la voz oxidada por su trasiego
alcohólico.
-¡Por dos razones! ¡Y conste que también hablo en
representación de los Paracas y de la Legión, a quienes tanto temen los
marroquíes que ni aceptaron su presencia en este Jurado! A lo que voy: Porque
desde la cúpula de aquel faro de Sidi Ifni siempre estuvo más alto que ninguno
de vosotros, incluido el muecín de
aquel minarete da vuestra mezquita, de la vieja! Desde allí era más intelectual
y más filósofo que todos vosotros juntos. ¡Estaba más cerca de Dios! Y también
resulta de justicia pues aquel alevoso ataque del Ejército de Liberación a los
civiles, a los indefensos sirvientes del faro de don Enrique el Navegante, más
conocido como Faro de Bojador, requiere una condena y una satisfacción...,
¡históricas!
El Farero inicia el
movimiento de ponerse en pie, pero al ver que se le adelantaba uno de los
desertores, vuelve a sentarse.
Desertor del Grupo de
Policía, en adelante, Desertor P.
-Mi Ex-Comandante: Por culpa de este farero de Sidi
Ifni cayó el Taxista aquel, el Cherja, o Chelja, cando retornaba de llevarnos,
furtivamente, a nuestra lancha furtiva, ¡y tan furtiva, que siempre nos
esperaba por la parte de la finca de Explotaciones Agropecuarias Africanas,
junto a un barco allí encallado, para hurtar su silueta. El Chelja conducía con
los faros del coche apagados, alumbrado tan sólo por la media luna, pero le
delataron los destellos de aquel faro indiscreto... Por eso propusimos, con
nuestra ascendencia de Asesores Militares, sabotear los faros, ¡todos!, y de
paso, amedrentar a los fareros. ¿Se entera,
que es como usted nos decía en la Instrucción? ¡Pues ahora la instrucción la
damos nosotros!
Al-Ainin, entrometiéndose,
sobresaliente, resabido:
-Están desbarrando..., ¡unos y otros! Cabo Bojador no
entra en la Ifnada; ¡es una plus petitio!
Cabo Bojador cae al Sur, lejos, fuera de este litigioso enclave de Ifni. Si nos
ocupásemos de Bojador, alguien tendría la ocurrencia de mentar Ceuta, y también
Melilla, tema en el que yo, por mi ascendencia saharaui, sería neutral,
teniendo que reconocer que esas dos autonomías ya eran miembros del Estado, de
la Monarquía española cuando el Norte del actual Marruecos no pasaba de ser un
conglomerado anárquico de tribus anárquicas, feudales, patriarcales, puras
taifas que servían de cobijo a los piratas berberiscos, que por entonces era su
única organización y ocupación. ¡Por tanto, demos al César lo que es del César!
Comandante P.
-¡Ojos Grandes eres, o serás, pero lo que es miope,
nada! ¡Gracias! Y tienes razón en que aquí sólo se ventilan responsabilidades
políticas, crímenes de guerra...; ¡todo eso! No se trata del limes de aquellas Provincias. En cuanto
a lo de Bojador, el propio Desertor reconoce que fue una venganza cruenta por
haber descubierto, gracias a los providenciales destellos de un faro, el
vehículo de aquel taxista, y por ende, la ruta de aquellas deserciones.
¿Estamos?
Desertor P.
-No se confundan conmigo, que yo deserté por una buena
causa, ¡por pacifista! Que nos viésemos implicados en esa cosa de la Soberanía
de los Pueblos, aquel invento de las Naciones Unidas, eso fue adicional, ¡una
especie de bastardía evolutiva!
Comandante P.
-¿Evolutiva? ¡Un parto de cretinos! Fue oneroso, pero,
sobre todo, deshonroso. Primero, por aquellas garatuxas del burdel moruno, que ya sabíamos que os hacían señas
desde el otro lado; y después, por una mierda de sobre..., ¡del enemigo
tradicional! ¡Todo por una fuente de cuz-cuz...! ¡Fuiste un mal español, un
traidor a nuestra bandera!
Desertor P.
-De sobres ya se habló, precisamente aquí, por ante
este Tribunal de la Historia. Y creo que quedó claro que aquellos Pluses no
eran los de la tropa. ¡Yo, lo que es a nuestra bandera, no le hice nada que
fuese deshonroso, ni deshonroso ni porno, que sólo la toqué un poquito, y para
eso con la punta de los dedos, con el Capellán presente! Y también les puedo
jurar que nunca su cuenta he visto, que eso lo hicieron otros...; ¡otros que la
tienen por sagrada, para más inri! Entiendo que lo deshonroso era izarla en tierra
ajena, máxime contra la voluntad de nuestros anfitriones, ¡séase, de los
aborígenes! Ponderando todo esto en mi entendimiento fue como llegué a entender
a los nativos, el por qué de que con la fusila,
con su detente colgado del pescuezo,
y aquellas jaculatorias coránicas..., fuesen capaces de sostenerse, estáticos,
hora tras hora y día tras día, observándonos, vigilándonos por detrás de las
chumberas y de los arganes. ¡Poco o mucho, bueno o malo, defendían lo suyo!
A los franceses les tenían más respeto, ¡y con el
respeto, miedo!, pero a nosotros, acostumbrados como estaban a que les
tuviésemos de golpes de nuestras
gallinas, ¡lo único que nos tenían era hipocresía! ¡Llámame burro, o Mohamed, lo que más te guste, y todo lo
despectivamente que quieras, pero págame la paga, aquellas mensualidades de
combatiente de las Asturias! ¡Tiene gracia: Un gallego de la Gallaecia, aquel Pelaio, les echó de la
Cueva de la Señora ; y otro gallego, Franco, les encomendó, en el 36, su
liberación y su guarda!
En los preludios del 57, en aquellas salidas que
hicimos dándoles retaguardia a los paracas
y a los legionarios, tuve ocasión de observar que el nativo, obviamente,
conocía mejor que nosotros su terreno; que resistía la sed, y que, envuelto en
su chilaba, se camuflaba mejor que los conejos del monte; que asentaban las
babuchas en piedras conocidas, que no les lastimaban... Para desplazarse no
precisaban de ningún Cabo que les ordenase: ¡De frente. Mar...! Si veían a sus hostes, nosotros, en orden de marcha,
reculaban, pero a rastras, sin elevar la capucha, ¡y como se apoyaban en sus
chilabas, ni rastro dejaban! Si nos dispersábamos, ¡paqueaban! No fueran a
Zaragoza, pero no lo precisaban: ¡su Academia estaba en sus genes!
Observando estas aptitudes y estas actitudes, me
percaté de que era mejor escuela la suya, así que trasladé la matrícula, ¡en
vivo!
Comandante P., que se pone en
pie, irritado, y hace un gesto de amenaza contra el Desertor de su Unidad, como
si fuese a dispararle un tiro de pistola en la nuca:
-¡Traidor! No sé cuál de los nuestros, de nuestros
leales, fue el que te puso en su punto de mira, pero estuvo bien hecho, aunque
estaría mejor cogerte prisionero, que entonces tu tiro de gracia lo gozaría yo,
¡yo mismo! ¡Lo gozaría más que si me concediesen una laureada! Para que te
enteres, por tarde que sea: ¡La soberanía de los pueblos era la nuestra,
desertor de tercera! ¿No te explicaran en aquella Retórica tan retórica, en tu
Campamento…, que Ifni era Territorio de Soberanía? ¡Encima de eso, tengo que
sufrir esta ignominia de tu concurrencia, de tu personificación, en esta apelatio al Tribunal de la Historia!
Si me vuelves a citar nuestra bandera, te envolveré en
la del enemigo, ¡y te lanzaré con ella al infierno de los traidores!
Con la vista alta, clamando
para arriba:
-¡Estas contradicciones de la Historia me tocan los…,
los tambores! Si no fuese por la niebla de aquel día…, y porque les falló el
altímetro, ¡a buenas horas estaría yo aquí, deshaciendo nudos gordianos! Mi
colega, aquel Álvarez Chas de Borbén..., ¡aquel sí que sabía por dónde teníamos
que cortar, por donde había que bombardear! Si no llega a ser por la niebla…!
Comandante del Grupo de
Tiradores de Ifni, en adelante, Comandante T.
-Estoy en el mismo caso con respecto al desertor de mis
Tiradores, pero confío que la Historia, después de este Nüremberg, les aplicará un repasito a estos..., ¡piojosos!
Comandante P.
-¡Colega, de piojos y de liendres ni me hables!
Acuérdate de aquellas campañas sanitarias que les hicimos en el interior de sus
Poblados…
La mora Fatima, enfermera, en adelante,
Enfermera.
-En aquella Campaña participé yo, pero sin guantes
asépticos, que no nos los dieron. Decían: ¿para qué quieres guantes si no
desfilas? Por tanto, ¡doy fe! También es cierto que la Policía Indígena tuvo
actuaciones meritorias en cuestiones tan atípicas como el asesoramiento
agrícola, registro civil, administración general, etcétera, pero los mismos
hechos que honran a este Cuerpo Colonial desprestigian a vuestra España.
¡Como os lo digo, que incluso de parteras hicieron
aquellos Policías! En cambio dejaron lo fundamental, lo que les era propio, que
ni acondicionaron sus fortines ni tuvieron previsión de armamento adecuado y
actualizado. ¡Ni armamento ni comunicaciones, que se valían de unos hilitos de
cobre cortables con una simple hoz! No pudieron ser informados, por
consiguiente, de nuestros preparativos para aquel ataque, simultáneo,
sincronizado, del Cincuenta y siete, que les pilló haciendo mestizaje, ¡pues
hacer el amor es otra cosa! ¡Ah, si aquel atrabiliario de Pancho Villa
levantase su cabeza, cuanto se reiría de ustedes!
En canto a Sanidad, España no se cansaba de pregonar
que en el Cincuenta y tres erradicara de Ifni la peste bubónica... Ciertamente
fue un logro, un acierto histórico, pero, ¿y lo demás?
Pasando, pues, a la parte negativa. ¿Qué me dicen de
las enfermedades venéreas, aquella peste de los españoles? ¡Para más cachondeo,
a la sífilis le llamaron, mal africano!
¿Y qué me dicen, también, por poner otro ejemplo, de
aquel dentista que se tuvo que ir del Territorio, amenazado, o expulsado,
simplemente por tener relaciones formales con una nativa? En vista de ello, y
para asegurase el alpiste, se casó con una española, ¡a toda prisa! A pesar de
ello, quedó mal visto, y bien amargado; así que, poco después, se ausentó, sin
despedirse, y menos mal que ocupó su vacío un Mecánico - Dentista, aquel
Manrique, un simple Brigada de Sanidad; buen rapaz, voluntarioso, eso sí,
pero..., ¡zapatero, a tus zapatos! Claro, los mandamases españoles tenían
aviones militares a su disposición para ir a Canarias..., ¡a tirarse canarias,
y de paso, pasar por el oculista y por el dentista! Del resto de la población,
fuesen moros o cristianos, poco se dolían... ¡Le llamaban soberanía cuando ni protectorado
fue!
Doña Historia, estos mismos, estos que tal hicieron y
gobernaron, son los europeos que más llevan farfullado
de tener amistad, de confraternizar con los musulmanes. Si no tenían herencia,
medios, para repartir, ¿por qué se inventaron aquellos hijos adoptivos?
Comandante P., con voz
potente, acostumbrado a mandar:
-Ya se puntualizó aquí que en este Tribunal se
ventilan únicamente las responsabilidades de aquella guerra, y no esos nimios
incidentes de la paz!
Enfermera
-Las guerras, señor Comandante, son los eclipses de la
paz, causados por los tiranos, que se ponen delante para quitar el sol a los
proletarios, y con los proletarios, a la gente indefensa.
En cuanto a su colonización, a su estilo colonizador,
bien lo dijo Cambó, y precisamente en Madrid, en la tribuna del Congreso: ¿Qué empresa es la de Marruecos, si España
es un país que tiene perfectamente demostrada su incapacidad como pueblo
colonizador?
Por si precisan dos dictámenes, dos testimonios, dos
testigos, también les presento la opinión de su Marcelino Domingo, quien opinó
de su jactanciosa España que, en África, no supo ser ni médico, ni maestro, ni
ingeniero, ni juez, ni autoridad civil..., ¡y ni soldado! ¿Asombroso, no? Pero
como tampoco quiero exagerar, admitiré que en Ifni sí hubo médicos, bastante
buenos con respecto a la época y a los medios de que disponían, y unos
maestros, unos profesores, aceptables para el nivel cultural de la España de
entonces..., ¡pero falló el mando, o por mejor decir, el telemando, ya que Madrid,
además de caer lejos, estaba muy alto, anublado con la literatura imperialista
imperante en aquellos años!
El Comandante asiente con un
gesto aprobatorio, de reconocimiento, y no le discute.
Farero
-Yo he sido designado, aludido, y no sé cuántas cosas
más, así que entro en escena para moderar otro follón, ¡que amenaza, incluso,
con revolver la paz de los sepulcros! Ante todo, permítanme decirles, señora
Enfermera y demás jurados, que yo no acepto curas en falso..., ¡y falsos curas,
santos inmaculados, tampoco!
Aquí, cuando se toque un tema, tendremos que ahondar
para dejarlo bien batido, y mejor debatido, ¡pero en paz eterna, allende los
cementerios! Que después estemos, o no, de acuerdo, eso será responsabilidad de
cada cual. ¿Les vale? Empezaré enseñando las interioridades, que aquí arriba se
supone que andamos en cueros. Como dicen en Camariñas, ¡para conocernos mejor!
Enfermera, que lo
interrumpe:
-¡Eso quisiera usted, que me quitase esta bata
clínica, y después que le bailase la danza de los siete velos..., pero sin
velos! En cueros, lo que se dice en cueros, aquí sólo vinisteis los españoles,
pues con vuestras fanfarrias, de tanto alternar con las potencias mundiales
tenéis empeñada, incluso, la camisola de vuestra Reina Isabel. Doña Historia,
si no me cree, pregúntele al Bancario..., ¡pregúntele por la Deuda Externa!
Farero, ignorando esta
observación de la enfermera:
-Yo procedo de Camariñas, tierra de encajes y de
fareros, que viene a ser lo mismo; un rayo por aquí y otro por allá; hilo por
arriba y lazada por abajo. ¿Se me entiende? ¡Pues iba siendo hora de que
alguien entendiese a los gallegos!
¿Curriculum? Me citaron aquí, y supongo que también sería por lo
que sé sobre religiones comparadas..., ¡ya que fui seminarista! Pienso que
también estaré metido en el ajo porque soy el único español, de aquellos de
Ifni, que se preocupó de leer el Al Quran. Pasé por el Seminario de Santiago
pero no pasé a las Órdenes Mayores porque algún íntegro integrista, ¡que
también los hay en el catolicismo!, descubrió, y se chivó, de que mis padres no
estaban casados por la Iglesia cuando decidieron fabricarme..., ¿y qué culpa
tendría yo? ¡Yo era el seminarista, y no ellos! Nuestra Jerarquía quería
presbíteros solteros, ¡pero con los padres casados! ¡Fariseos!
Tan deprimido me dejaron aquellos tíos del
nacionalcatolicismo, más papistas que el Papa Luna, que dudé entre irme con los
musulmanes u opositar a Técnico de las Señales Marítimas, que era como entonces
se nos llamaba a los novios de la luna. Hice primero lo segundo, que de este
modo a tierra de moros también iría, ¡pero con Plus de Residencia, que yo no era
tan parvo como aquella Teresa de Ahumada y de Cepeda…!
En Sidi Ifni rondé las moras, sin discriminación, como
buen cristiano, pero me enlazó a tiempo una cuñada, ¡otra Diana cazadora! Si
así no fuese, a mí no me lo harían dos veces, simplemente por una Fe de
soltería, ¡que ya tenía experiencia!
¿Os percatáis, señores historiadores, de que en Ifni
incluso el barco de los suministros, el Río Sarela, era gallego? Habría que
decirle a Doña Historia si se tiene fijado en nuestro monopolio colonial,
primero en las Américas y después en el Magreb... ¡Pues sí, con la diferencia
de que, de América, España, y también los gallegos, poco o mucho, pero algo
trajeron, mientras que del Magreb sólo nos llevamos las piedras de los
mecheros!
Intelectual
-¡Así que leíste nuestro Al-Qurán, eh Farero? Estos
gallegos dan a todas..., ¡y sabinas hubiese! Siento no haberlo sabido a tiempo,
que te hubiese propuesto una deserción religiosa... ¡La soledad de un Farero es
la cosa más apropiada para un Islam!
Farero
-¡Para el carro, vecino, que una cosa es que tuviese
problemas con los Curas, y otra muy diferente que reniegue de mis creencias!
Los mejores amigos de nuestros Curas somos sus críticos, pues ellos, como no
tienen democracia, sin un poco de protesta a su alrededor se duermen en la
infalibilidad. ¿Sabes qué le dije a mi Rector, allí en Santiago? Pues esto:
¿Usted está seguro de que San Joaquín y Santa Ana estaban casados por la
Iglesia? El Catecismo del P. Astete decía que los doctores de la Iglesia
sabrían responder, pero aquel Cura se quedó achantado, ¡y me contestó con un
bufido!
En cuanto a los desertores, después llamados objetores
de conciencia… ¡Voy dejar las cosas bien sentadas, que en España siempre hemos
sido implacables con los desertores del Ejército, y en cambio elevamos a
Obispos y a Ministros a muchos desertores del arado! Entre lo que he visto y lo
que me dijeron, las cosas estaban de esta manera: Ciertos soldados españoles,
al parecer una media docena, y unos cientos de nativos, se cansaron de tomar el
sol español porque alguien les dijo que del otro lado de la frontera chaparían…, ¡champaña francesa!
Los del Istiqlal situaron aquel Banderín de Enganche
en Ifni, en el burdel moruno por más señas, ¡y hubo que cerrar la tienda! En
vista de eso, y por considerarlo un mal necesario, nuestro Gobernador hizo una
leva en Canarias, ¡e importó dos aviones de fulanas que hablaban en castellano,
con lo que se acabaron las Mata-Hari indígenas!
A estos desertores tan miraditos y escrupulosos les
contaron el cuento de que quien quisiese libertad, en el Marruecos libre, libre
quedaría, ¡y bien empleados, además! ¿O no es cierto que también os dijeron que
aquel que quisiese ascensos llegaría a lugarteniente del propio Mizzian, de
Mizzian el Bueno, (¡lo de bueno que se lo pregunten a su yerno!), sin pasar
siquiera por la Capitanía de Coruña?
Aquellos pacifistas ilusos a lo que ascendieron fue a
fusileros del sargento Ben Hamú, pero ese sí que ascendió a coronel, ¡ese sí!
Encima de eso, aquel putero, aquel alcahuete que era el Chelja, ¡les cobraba el
taxi para el viaje de su deserción!
¿Quién era el Chelja,
o xelja, que aún no se dijo? Unos
opinaban que era un Adonis para las cristianas, y un Tenorio para las
musulmanas, mientras otros afirmaban que era el mismísimo Moro Juan para
aquellos desertores, que les daba lo que no tenían, ¡con la de veinte
centímetros! Esqueleto largo y bien estirado, haiga negro y tarbuch
bermejo, con la barba siempre a medio afeitar…
Cando le veían pasar por delante de nuestros
centinelas, con su taxi cargado de…, ¡de moras veladas!, incluso le envidiaban
los oficiales de nuestra Policía Indígena, imaginándose que estaba haciendo
suministros eróticos. Así se fue bandeando, de bandera en bandera, sin peligro
para sus…, ¡alcahuetadas!, hasta que mi faro desveló el misterio de sus viajes.
Cuando le preguntaron por sus “moritas”, por aquellas
de los velitos de tul ilusión, por aquellas aparecidas desaparecidas..., él
dijo que las dejara a remojo en el campo, lejos de la casa de sus padres…, ¡para
que les afeitasen la chapona! Pero en esto que vino el Cabo Cigüeña, aquel gran
electricista, aquel inventor de la máquina de la verdad…, y entonces el Chelja
especificó, ¡eso si, a grandes saltos!, que aquellos velos velaban…,
¡desertores!
Lo que seguramente sepa mejor que yo este Comandante
de la Policía es cual fue el motivo de aquel intentio de suicidio del tal Chelja, que se tragó los clavos, y
también las astillas, de su celda en la cárcel de Sidi Ifni. Y gracias que le
operaron a vida o muerte, pero fue peor el remedio que la enfermedad, que así
no hubo censura posible, y esa noticia llegó, por lo menos, hasta la cúpula del
faro!
Como quiera que fuese, España le fabricó un héroe a
Marruecos. Fue un craso error, Doña Historia, pues en vez de meterle en la
cárcel…, ¡con lo grueso que estaba pudo alimentar media docena de cazones!
Desertor del Grupo de
Tiradores, en adelante, Desertor T.
-También he sido aludido, y además de eso, humillado,
¡así que pido la palabra! Me pasé al Marruecos por...; lo voy a decir, que
ahora no es peligroso: ¡Por comunista, o sea, por ideales, cosa que no tenían
aquellos barrigudos del Casino! Ahora estoy aquí donde me ven, en el Cielo,
¡arrepentido, pero también decepcionado! Tanto que se decía en Ifni que el
comunismo ayudaba al Istiqlal, y después resultó que en el otro bando, en el
magrebí, ¡común, lo que se dice común, sólo tenían la miseria!
He muerto enfundado en un buen capote, de la marca
Tower Clothiers Litd, ¡puro capitalismo!, por más referencias. Bien abrigado,
eso sí, que mis compañeros de Tiradores murieron con las alpargatas rotas,
¡pero no con las botas puestas! La Historia española, para bien poco cambia,
que mi padre, con la paga de mutilado de guerra, de la del Treinta y seis,
murió de frío y de miseria, guardando ovejas en los Ancares... Como veis, poco
comunismo hubo en todas partes, pero al menos viajé para la Eternidad envuelto
en un buen capote..., ¡a falta de bandera!
Funcionario de la Tesorería
del A.O.E., en adelante, Funcionario.
-Tienes razón, compañero, que el reparto de la riqueza
ese sí que es un problema histórico.
Después de una breve pausa:
-Servidor también estuvo en Ifni, en los Servicios
Financieros…
Igual que Calvo Sotelo, tuve vocación por la Hacienda
ajena, por la del Estado, que así los juegos y los flujos financieros, los
ensayos, las inversiones, los errores y demás experimentos de la
Administración, no me iban al bolsillo. Ingresé por oposición, mayormente por
la que hizo ni padrino en las alturas del Movimiento, en el Cuerpo de
Contadores del Estado. Y seguidamente pasé al Gobierno General de Ifni; también
por padrino, lo confieso, ¡que a los gallegos nunca nos faltó un cacique de
pías!
Seguramente puedo ser aquí, en este Jurado, el más
imparcial de este pleito histórico puesto que ya no estaba en Ifni aquel famoso
Veintitrés de noviembre, que nos echaran antes, al Registrador Hortal y a este
servidor, por…, ¡por atenernos a la letra, a la legalidad vigente!
Lo que es por mí, este Juicio se resuelve y concreta
en dos palabras: ¡Dilapidación e
Ingratitud! Dilapidación española, e ingratitud marroquí,
¡correlativamente! Lo único en lo que tengo dudas es en cuál de los dos pecados
hubo más malicia, o más estulticia. Se alguien me lo pudiese explicar, bien que
se lo agradecería, pues con eso remataría estas alegaciones, ¡ipso facto!
Al-Ainin
-¡Niego las dos proposiciones, tanto la mayor como la
menor! Nuestro Padrino, nuestro Protector, séase, España, representada por su
Imán y Caudillo, tenía ciertos deberes...; ¡y si no, que no bautizase, que no
se inventase aquello de “Territorio de Soberanía”! Pero su España siempre quiso
parangonarse con la vecina, sin percatarse de que por aquel tiempo ya eran
ustedes una nación en quiebra técnica, una antigualla venida a menos. En cuanto
a ingratitud, ¿qué era lo que teníamos que agradeceros si todo lo hicisteis por
presunción racista, que incluso habéis instituido una fiesta para la Raza...?
Empleado de Alí Ben Boaida, en adelante,
Empleado.
-¡De la presunción española hay que preguntarme a mí!
Por poner un ejemplo: Cando mi patrón, Si Alí Ben Boaida, futuro Gobernador de
Tarfaya, importó aquellas radios monumentales, las Blau Punkt..., los señoritos del Casino encargaron doscientas,
¡para pasarlas a España sin aranceles, de puro contrabando! Pues bien, con eso
del, Mohamed, apúntame..., para fin de
mes, vino la tan repetida guerra del Cincuenta y siete, ¡y sólo nos pagó
este Bancario, que los demás se acogieron a la cláusula de “botín de guerra”!
Empleado de Banca, en adelante,
Bancario.
-Os transferí a Casablanca aquel dinero de mi radio
por..., ¡por idiota, por pasarme de escrupuloso! En la traída y subsiguiente
venta de aquellas radios hubo un ardid, un engaño, una coartada, ya que os
sirvieron para disimular ante los españoles la que nos preparaban tu patrón y
sus amigos… ¡Menudo Notable aquel Boaida, más astuto que el propio Raisuni!
¿Quién iba a sospechar que tuvieseis aquel almacén
abarrotado de cajas de armamento cuando, aparentemente, os venían aquellos
bultos, en el Manifiesto de Carga, como mercancía procedente de Puerto Franco?
¿Y quién podría suponer que atacaríais a la semana siguiente, de inmediato, si
seguíais vendiéndonos al fiado, con toda normalidad, o por mejor decir, con
dolosa normalidad, unas cantidades tan fuertes y tan valiosas...? ¡Que Boaida
estuviese ausente tampoco era motivo de recelo dada la frecuencia de sus
viajes! ¡Pero qué listos, vosotros, y qué torpes, nosotros, nosotros y nuestro
Servicio de Información…, si es que le teníamos!
Empleado de Boaida.
-¡Amigo, la ingenuidad española es vieja, ya que nació
en el 711 de vuestra era! ¿Ingenuidad, o pereza mental? ¡Es que vosotros,
nuestros protectores, nuestros inculturadores, ni contar sabéis! ¡Ni contar, ni
pesar, ni medir! Veamos: ¿Qué español sabía, ni sabe, contar los días; estos: tnin, tleta, arba, jamís...? ¡Nada, ni eso! Aquellos bultos, aquellas
radios, ¿en cientos de cajas? Algunas eran radios, en efecto, pero las otras,
otras tantas, las más pesadas…, ¡eran armas, papones! Lo único que no descargamos
en la playa de Sidi Ifni fueron los morteros, que entraron, todos, por Agadir,
delante de vuestros espías, ¡aquellos que por tales cobraban! Del calibre 60
recibimos unos quinientos; y del 81, ¡la tira!
Los fuimos distribuyendo a lo largo de aquella raya a
la que llamasteis frontera, uno por cada argán, mas para verlos había que
acudir al monte, pues desde las terrazas del Casino…, ¡ni Galileo con su
aparato!
¡Una vergüenza colonial, otra, otro Annual! Bien
mirado y bien pensado, en una Dictadura sin controles, ¡ya se sabe!, los
gobernantes se entregan a la poesía, como Nerón, ¡y con ellos, sus mandados!
Por lo que hace a mi Jefe, a su voluntarismo para
lograr cuanto se proponía, ¿no recordáis aquello de Barcelona…? ¡El Bancario
seguro que lo sabe, que ese, lo que es para informes comerciales…! Llegó Sidi
Alí a un hotel donde el Conserje le indicó que, tratándose de moros, ¡over booking! En el Banco le dijeron
quién era el dueño…; y al día siguiente, cheque al canto, Registro de la Propiedad…,
¡y el Conserje a la rue!
Comandante P.
-En aquel tiempo, los míos, los de la Indígena, en
lugar de registraros las mercancías, que sería una falta de confianza en
vosotros dada la tradicional amistad hispano-árabe, tan preconizada y
rememorada en las consignas de El Pardo, este Cuerpo de elite se ocupó de
civilizaros, de desratizaros, de despiojaros, que ya lo expliqué aquí!
¡Malditos desagradecidos...!
El Empleado de Boaida,
siempre burlón, se ríe del militar; así que el Comandante de la Policía se
levanta incontinente y hace ademán de irse encima del Empleado, mostrándole los
puños; los que están próximos intervienen y cortan la reyerta.
Intelectual
-Como moderador no me estoy luciendo; ¡ciertamente,
no! Pero coincido con el Farero en que tenemos que darnos a conocer tal y como
somos, pues sin un conocimiento personal, diplomático, los enfrentamientos
armados son inevitables entre humanos. Si me permitís una inmodestia: Allí en
Ifni, en cierta ocasión he sido el orgullo de los colonialistas: Mandé un
poemita al Semanario A.O.E., en español, por supuesto, tal y como hiciera en su
día Abd-el-Krim en el Telegrama del Rif,
y todos se frotaron las manos, como diciéndose, ¡Ya lo tenemos, ya lo
tenemos! Os imaginasteis que yo era un engendro, un fruto, de vuestra
cultura, un feto intelectual, una muestra, evidente y elocuente, de vuestra
culturización... ¡Ya, ya, como para contárselo a la Unesco!
Comandante de la Policía, que se muestra
inquieto, y le interrumpe, visiblemente excitado:
-¡De tu petulancia y de tu pacifismo estamos
informados...! Fuisteis el caballo de Troya para la juventud ifneña, en
parangón con aquel Rifeño... Nosotros
la teníamos por entonces bien pacífica y bien civilizada, acudiendo
normalmente, muchos de vosotros, a las clases de Bachillerato, en nuestro
Patronato… ¡Sanguijuelas, que lo fuisteis todos, o casi todos!
Intelectual
-¡Comandante, alto ahí, que usted mismo se descubre!
Su civilización, su labor civilizadora, fue de Patronato, efectivamente, que no
supieron hacer otra. ¡Protección con lavado de cerebro no es Protectorado! Tan
pronto como se inventaron lo de Provincia, en Ifni pasaron de Patronato a
Instituto…; ¡una habilidad tardía! Nuestra juventud, la de su Colonia, fue una
juventud humillada, acomplejada, porque no quisieron o no pudieron darnos la
consideración debida. ¿Cuál de sus profesores nos habló en nuestra lengua
madre? El intelecto debe actuar de otra manera: ¡convenciendo, sugiriendo,
estimulando...!
¡Ahí tiene mi caso! Mis temas en aquel Semanario
A.O.E. eran líricos, fraternos, liberadores. No presioné a nadie, y me
siguieron todos, a hecho, moros y rumies!
Pienso que incluso me aceptaba su gente, los españoles. Sin proponérmelo, con
ese carisma que se me atribuía, he sido una especie de precursor, algo así como
aquel portugués del Grándola, Vila
morena…
Los colonizadores, ustedes mismos, me hicieron asta y
bandera, balance de su propia culturización; pero los míos bien entendían que
yo no era mástil sino bandera, espíritu profético de Alá, que les personificaba
un resurgir, ¡uno más!, de aquel solitario Islam, en aquel enclave, en su “Vila
morena”, que pujábamos con todas las fuerzas, visibles e invisibles, para
desclavarnos de la cruz de su sometimiento. ¿Que con ello caeríamos en la
pobreza, en el aislamiento, con una considerable pérdida presupuestaria?
¡Riqueza a cambio de libertad es una cosa indigna!
Aquí mi compañera y amiga, Fatimita, que tanto sabe de
las enfermedades corpóreas, pero también de las anímicas, era mi novia, mi
auténtica musa… ¿No lo sabían?
Hablando de saber: ¿Saben el motivo de aquel empeño en
tomar Granada con tanta urgencia?
Sin entrar en detalles y/o traiciones: Los Reyes de
Castilla precisaban abrir, provocar, una guerra externa para evitar las
internas…
Lean a su Juan Rodríguez del Padrón, y también a
Ocampo, para más contraste! Aquellas luchas internas, solapadas, les deshacían
el reinado, precisamente cuando más les convenía estar unidos, tal que para
arrebatarnos Antequera, en el 1.410. Aquellas disputas sobre quien habría de llevar
el guión, si su gente iría delante o detrás, etc. ¡Aquellas discordias de los
españoles dejaron exangües a más de mil rumies!
Comandante P.
-No te metas en honduras, que eso es demasiado para un
chico de nuestro Patronato..., ¡por listo que seas, y por sabedor que
resultases!
Intelectual
-Como las busca, que bien quisiese usted mandarme a
los chumbos, le voy a refregar con un episodio de su Historia, que me la
conozco mejor que usted porque la he estudiado en los autores de aquende y de
allende del Estrecho: Ayer, ayer mismo, en el XV, ustedes, que siempre nos
tacharon de machistas, aún sostenían, y toleraban, el ius de primae noctis, que fue ejercido, incluso, por aquel
bastardo, y sin embargo arzobispo, de Santiago, ¡ya que de gallegos va la Ifnada!, Rodrigo de Luna, que hasta el
1458 no fue acusado por su deshonesto vivir, cosa que ni se os hubiese ocurrido
denunciar si no fuese porque os sirvió de pretexto para eludir aquellas levas
de la guerra de Granada.... ¿Sigo?
En vista de que el Comandante
se inhibe, ahora se dirige a su moza:
-Fatima, ¡cave
ne cadas!, que diría este Seminarista metido a Farero por las
intransigencias españolas; ¡oh raza de inquisidores, Torquemadas hijos de
judíos!
Seamos valientes como lobos, y prudentes como sierpes,
te dije entonces, pues el Islam siempre llevó las de perder cando se enfrentó a
los gallegos. Acuérdate de nuestro Al Mansur, que cuanto consiguió de
Compostela fueron aquellas campanas, ¡y para eso, se las hicieron devolver! Por
aquí bien ves que abundan los galaicos..., ¡pero el único santo, en sus
relaciones con la morería, fue Monseñor Do Rego Aldegunde, aquel Arzobispo de
Tánger que nos predicaba con el ejemplo de sus virtudes! Nos ganan en siglos de
retranca..., ¡precisamente por su experiencia, porque fueron esclavos de otros
pueblos a lo largo de su historia!
Los pueblos se levantan en los bandazos de la Historia
precisamente por la retranca que alcanzan mientras danzan sus dominadores,
rumbosos y confiados, ¡sean romanos o visigodos! En consecuencia,
neutralicémoslos en esta oportunidad única, definitiva, en este Tribunal de la
Historia, con las mejores armas del mundo, con la prudencia y con nuestra
filosofía del suai-suai, pues de lo contrario estos gallegos son capaces de
exonerar a su propio Caudillo!
Profesora de Enseñanza
Primaria, en adelante, Profesora.
-¡La de vueltas que da este mundo, más de trescientas
al año! Pasé diez cursos, diez, en aquel Territorio de Ifni, upando a estos
mocosos que ahora dicen ser, y se tienen, por Enfermera y por Intelectual. ¡Sic transit gloria mundi! Estuve
callada hasta ahora, ¡que me tienen pasmada tantas ingratitudes! Ora bien, ni
vuestra ingratitud ni vuestra presunción, y menos vuestra guerra, vuestra
independencia, conseguirán demoler, anular, esa gran obra docente, excelsa,
generosa, hecha por nosotros, por mi España, con tantos desvelos y con tanto
sacrificio… ¡contribuyentes incluidos!
Enfermera
-¡Qué graciosa! ¿Des-velos, señora Maestra? ¡Nada
hicieron ustedes, o muy poco, presuntuosos civilizadores, por quitarnos los
velos de nuestra sumisión al varón! ¿Alguna Maestra, o algún Médico, aconsejó a
nuestros padres que no debían proceder a la ablación de nuestro clítoris? El
des-velo nos llegó más bien por las corrientes culturales de la vecina Zona Francesa,
donde, ya entonces, se dignificó y se liberó a la hembra; donde la mujer perdió
su tradicional velo, accediendo paulatinamente a una libertad igualitaria. ¿Que
después hubo perduradas y
retrocesiones en nuestro Marruecos? ¡Eso no les quita mérito a los franceses
pues en toda revolución, las de ellos incluidas, siempre hubo altibajos!
En la Dictadura española, tan eclesial y tan machista
que fue, incluso los Obispos vestían a las mujeres: Velos para entrar en las
iglesias, medias para comulgar…, ¡y de escotes, nada! Cuarenta rituales
pacatos, ¡pero de puertas afuera!
Como ve, de ustedes lo sabíamos, y lo seguíamos, todo,
pero de nosotros…, ¡ni cuando caía el Ramadán! ¡Vaya merde de colonizadores!
Intelectual, dirigiéndose a la
Enfermera:
-Fatimita, ¿cómo iban a tener fraternidad con nosotros
si no la tenían entre ellos? Por ejemplo, mucho llamarle Padre, así, con
mayúscula, a su párroco, a Santiago Uberuaga; y también mucho llamarle Fray al
lego, a Fray José, aquellos dos benditos de la Misión Católica…; y después de
eso, precisamente porque cumplían las pastorales del Obispo de Canarias,
Pildain, aquellos meapilas del Gobierno, con la complicidad del Nuncio, en pura
simbiosis nacionalcatólica, echaron a los Franciscanos, ¡sin mayor
consideración! Como veis, sabemos todos los
detalles, los religiosos incluidos.
Profesora
-¡Jesús, Jesús, cómo abusa de la paciencia de Dios
este Mahometano, este Fadelito…!
Al-Ainin, que se había
dormido, y cree que aún están hablando de la Reconquista:
-Ortega y Gasset lo dijo, que no se le puede llamar
Reconquista a un tira y afloja de ocho siglos… En este caso, si ocho siglos nos
llevó perder nuestra Spania, este
pleito del Ifni y del Sáhara costará una generación asumirlo y superarlo… ¡Pero que discutan, que lo
mío es cobrar, sea de Madrid o de Rabat! Y como dicen en España, ¡Río revuelto,
ganancia de pescadores!
Vuelve a dormirse
plácidamente, y el telón va cayendo, como siempre, lentamente.
martes, 16 de enero de 2018
A GUERRA DE IFNI -VI-
.../...
Escena 2ª, del 2º acto
Al-Ainin. Como a este
personaje de la Historia de África Occidental le tiene España por un parásito
Notable, o más bien por un Notable Parásito, deberá desperezarse poco a poco,
con indolencia, visiblemente grosero, apretando su notable barriga.
-¡Oh, vosotros, los que creéis...! Comed de los
manjares que os hemos dado, y dadle gracias a Dios..., ¡si es que lo adoráis!
Comandante P., con gesto de
repugnancia:
-Tanto hemos llenado al Fulano este, allá en Ifni, que
se vino a la Eternidad sin percatarse de que en el Cielo no se come, ni tenemos
sed, que cuanto hacemos de orden material es un virtualismo, una simple apariencia...
Tampoco se fornica con las huríes, por lo menos de un
modo carnal, que esa es otra de las apariencias..., ¡mi señor Patriarca de las
Chumberas!
Dirigiéndose a los otros concurrentes:
-Esto es lo que le ocurre a este Notable hijo de...;
hijo de otro Notable, quiero decir! Hijo de uno que si lo fue, ¡aquel Sultán
Azul...! ¡Siempre despierta con la misma obsesión! Un día de estos, si Doña
Historia me lo permite, le he de meter una teresiana en la boca..., ¡a falta de
balas, que aquí no tengo!
Al-Ainin, desentendiéndose
de aquellas amenazas:
-¿Que, que pasa aquí? ¡O se reinicia este Jurado, o me
vuelvo a mi sueño califal!
Comandante P.
-El Jurado se reinicia, pero, de banquete califal...,
¡naranjas de la China! Aquí en la Eternidad, como no te metas en las perolas de
tu compadre, ese tal Pedro Botero, pues lo que es nuestra España ya te destetó,
¡hace medio siglo! ¡Tarde, pero definitivo, bandullo del diablo!
Al-Ainin, mostrándose
digno:
-¡No me trataba usted así, en Ifni, cando me pedía,
confidencialmente, y casi de rodillas, el favor de que le calmase aquellos
nativos, aquellos tenderos sublevados! ¡Cuatro semanas seguidas que estuvieron
los españoles viviendo de aquellas latas del Economato! ¿Se acuerda?
Comandante P.
-Dijiste bien, ¡nativos!,
que tu ni eso eras, que te llevamos para Ifni con el cuento de tu descendencia
del famoso Chej Ma el Ainín, que aquel antepasado...; ¡aquel si, aquel fue un
hombre de bien! Te llevamos a Ifni desde el Sahara para que fermentases una
hornada de Notables, ¡notable
calamidad!, pero convertiste aquel palacio, aquel mirador que te hicimos,
bajando a las Palmeras, en un nido de..., ¡de boas constrictoras! Perdón, que
rectifico, que no lo dije bien: ¡quise referirme a las víboras conspiradoras!
Basta con verte, o con oírte, para no tener dudas de tu veredicto. ¡Que Dios le
perdone a quien de ti se valió para enfollonar Ifni!
Al-Ainin
-¿Se refiere a Franco...? ¡Tanto que hizo por
ustedes...! ¡Por ustedes y por Carmencita, que incluso se montó una guerra para
que no se aburriese en su Comandancia de Canarias!
Comandante P., que no le quiere oír:
-Si tantos años estuviste en la nómina de los Notables
de Ifni, aquello fue una permisividad nuestra para no levantar la liebre de tu
incompetencia. De la política, que lo otro..., ¡un bandullo de mierda!
Al-Ainin
-¿Yo; incompetente, yo? ¿No dijo que he vivido del
cuento? ¡Luego es que soy un literato! ¡O se está contradiciendo, o...; dígame
de otro más competente! ¿Y si por aquel entonces llega a haber Premios Príncipe
de Asturias…?
Comandante P.
-Rectifico gustosamente, que más que incompetente, lo
que fuiste fue traidor; ¡un traidor y un botarate, un cuentista! ¡Me desespero
con sólo verte delante!
Al-Ainin
-Descalifique cuanto quiera, que a más censura, más en
ridículo se pone; ¡sí, usted!; y más ridiculiza a su Patria. A propósito:
Gracias, Sbania, gracias sbanois..., por aquellos dineros, tan
cómodos de recibir que sólo tenía que pasar por vuestra Pagaduría, ¡una vez al
mes! Mi heredad, aquellos remanentes, ahora los tienen los míos, cien hijos,
todos ellos Notables, ¡con sus letras en clave!, agachados en Suiza. ¿Qué le
parece? ¡Menuda heredad: un ciento de hijos, y todos con su respectivo, uti, fruti, habere e possidere! ¿Los
suyos, qué? Los españoles sois felices pagando réditos, como de costumbre, por
vuestras deudas, por la interna y por la externa, ambas perpetuas. Unas,
heredadas del franquismo; y las otras, heredadas de una perenne mala
administración. ¡Hábitos faroleros, igualmente perpetuos!
Mi Comandante de la Policía, ¡Indígena, por supuesto!
¿Hay dudas, le quedan, de quien fue el incompetente, o el impotente,
en aquel Territorio dorado, en aquel juguete colonial, que lo utilizaban para presumir de Imperio?
¡Por el Imperio hacia Dios! ¿No decían eso?
El Comandante de Policía calla,
pero se le nota un ademán de asco y de cansancio; quien sale al desafío del
gordinflón Ainín es el
Bancario
-Comandante, entiendo que llevamos nuestras
deliberaciones por mal camino: Se supone que este Jurado, nosotros, tenemos que
ser esencialmente objetivos, y aquí se palpan subjetividades muy…,
¡voluminosas! –Fija su mirada en la panza
de Al-Ainín- ¡Le estamos haciendo un flaco servicio a la Historia
Contemporánea! Así que, por mi parte, ya que se apagaron los Moderadores
propuestos, sugiero rectificar los métodos de nuestro debate comenzando por
confesarnos, aquí en público, por ante los siglos venideros, de nuestras
respectivas circunstancias en relación con la guerra de Ifni.
Con esta transparencia, que ofrezco y sugiero, los
Jurados aquí presentes podrán rebatirnos nuestras desviaciones, y de paso,
neutralizamos las impurezas materiales que quedasen adheridas a nuestro
espíritu; por ende, a nuestro razonamiento. ¿Qué les parece?
Los españoles asienten, así
que el Bancario prosigue:
-Esto de la confesión purificadora me la enseñaron
aquellos prohombres del OPUS, aquellos que tanto influyeron a través del señor
Carrero Blanco en las decisiones liquidadoras, tanto del A.O.E. como de Guinea.
Además entiendo que esto resultará aceptable para los musulmanes. ¿O no?
Ahora son los musulmanes los
que muestran su asentimiento.
-¿Entonces confirmáis que allá abajo, en el fondo de
nuestras almas, no andábamos tan separados, como parientes de religión que
somos a través de ese Libro Santo, que es la Biblia? Aquí arriba nos situaron
en Cielos contiguos, ¡que ya es algo! Predicando con el ejemplo, en esta
despersonalización objetiva que propongo, tengo dos resentimientos que deponer.
Como observa gestos
interrogativos, el Bancario apresura sus explicaciones:
-¡Os prometo ser breve; breve, conciso y preciso, como
buen gallego! Uno de mis remordimientos es que odié al Gallina por su
ingratitud con su Maestra, pero también por su criminal atentado en contra de
un simple soldadito, aquel que estaba de guardia el 23-N en aquel Polvorín del
Cruce... ¡Un polvorín militar en medio de una ciudad! Me explicaré:
Aquella mujer, aquella Maestra, que no ejercía para
dedicarse a su propia casa, si ejerció para él, dándole clases, enseñándole a
leer y a escribir en las horas en que ambos tenían y merecían descansar.
Pues bien, en pago de esa predilección, ¿qué porvenir
nos dio, él? Nos dio, y también lo digo como ejemplo ejemplarizante, que su
fiera entrada en Sidi Ifni, en la noche de Autos, capitaneando aquel hato de
fanáticos, le causó tal pánico y tal prevención que, cómo sería la cosa, que me
aceptó, a primera propuesta y sin insistencia alguna, salir evacuada para la
Península, de inmediato, con nuestro niño de meses, en uno de aquellos aviones
militares que retornaban de traernos víveres y refuerzos. ¿Valoráis aquel
pánico, aquella decepción?
¡Pues este daño, aquel trauma, sumado al que le
recordaban sus cicatrices por el atentado del Istiqlal en la carretera de Safí,
le implicó una depresión y una pérdida de fe en la humanidad! ¿Y qué no pasaría
con las otras Maestras, con las de plantilla, con las del Colegio, después de
que aquellos afectos suyos, casi maternales, las hiciesen suponer una
transición, una descolonización, adecuada y pacífica, de partijas fraternas,
como cabía esperar de una generación indígena lustrosamente educada por nuestra
generosa España?
¿Le pidió perdón, a mi dueña, este protegido suyo?
Pues no, no tal, que aquí está el interfecto, que lo podrá reconocer..., ¡si le
quedan posos de aquellos ejemplos magistrales!
Gallina
-¡Si, todo eso es cierto, que este hombre habló bien!
Entonces, por si aún es válido, ¡pido disculpas con efectos retroactivos! Las
pido invocando esta fraternidad, o esta media fraternidad, que me da el que yo
sea hijo de vuestro paisano, él tantas veces evocado Pepiño, aquel ourensano,
aquel de la Rueda de Afilar.
Bancario
-Pues, como mi mujer salió un momento..., que debe
andar por ahí, por ese Edén de las mujeres, en el servicio de las ídem, que
aquí en el Cielo no mean pero se retocan el peinado, la toilett, yo le
transmitiré las expresiones que acabas de formular.
Tu franqueza y tu arrepentimiento le servirán de
estímulo para mirar por los nuevos ifneños, por vuestros gromos, por los
actuales..., ahora que ascendió de Profesora a Ángel de la Guarda..., ¡y lo
hará con renovada caridad, sin reservas mentales!
Se vuelve de cara a los
españoles:
-¿Ven, queridos compatriotas, como es bueno barrer las
tinieblas antes de emitir el Dictamen
que nos encomendó Doña Historia? Tinieblas, algunas, montadas por nuestro
propio Gobierno… Y aunque sea reiterativo: Después de aquella embestida de los
vociferantes del Istiqlal, con su camión abierto y lleno de fachas, ¡de fachas,
de armas y de banderas!, a nuestro auto, a nuestro De Soto. Después de aquellas
tres vueltas de campana; después de haber retirado a mi esposa de debajo de una
de las ruedas con la ayuda de un matrimonio francés, que luego nos llevó al
Hospital de Safí, donde la cosió un Enfermero ascendido a Médico mediante un
cursillo de tres meses... ¡Cuando vuelva, que os muestre sus medallas, digo,
sus cicatrices! Después de haber perdido todo nuestro equipaje pues al volver
al sitio del encontronazo, había desaparecido… ¡La chatarra no, el equipaje sí!
Después de todo eso, después de esos sufrimientos por la Patria, a nuestro
regreso a Ifni no sólo no nos quiso escuchar nuestro Gobierno sino que propaló
a los cuatro vientos, de orden de S.E., que los hermanos musulmanes eran
incapaces de semejante atentado, ¡y que todo había sido una impericia, mía! ¿En
una recta, en un llano, y con ocho metros de cuneta a cuneta…? ¡Hemos sido
víctimas de un terrorismo “fraterno”, inconfesable por España, y encima de eso,
vilipendiados!
Pero aún me queda un fleco con el Gallina: Dime otra cosa, rapaz, ¿por qué nos asustaste aquella
noche? Ya sabes, tiempo adelante, cando llamaste a nuestra puerta, que tardé en
abrirte pues con los nervios no daba retirado una tranca de tubería de hierro
que le habíamos puesto por dentro… Fuiste a visitarnos para vendernos uno de
aquellos retratos en negativo de vuestro Mohamed V; y con esas, nos echaste
aquel espiche independentista que tanto nos alteró, y del que me acuerdo
perfectamente.
Gallina
-¡Paisa,
tenía que hacerlo, que las órdenes procedían del mismísimo Si Allal el Fassi!
Era parte de su plan de guerra, ¡de guerra sicológica! Como volví para entrar
en la capital, en Sidi Ifni, fingiéndome inocente y diciendo que aquel
Veintitrés yo estaba de compras, en Las Palmas, pude dirigir una Quinta
Columna, que llamábamos en las viviendas de los civiles para sobresaltaros en
aquella guerra psicológica en la que nos habían especializado los de la CIA!
¿Entiende la cosa? ¡En definitiva, que sus mejores amigos resultamos ser los
peores enemigos! ¡Mea culpa!
Bancario
-¡Puñetas! ¿Y todo aquello, a cuento de qué…? ¡Ese Si
Allal...!
Gallina
-Era, ¡que ya lo dije!, una trama psicológica...,
¡para mentalizaros de que en Ifni rematara vuestra tranquilidad, y con la
tranquilidad, aquella soberanía fantasmal! ¿Entiende? ¡En otras palabras, que
se jodiera la pax, aquella entente hispano-árabe!
Con aquel pretexto de que nos compraseis el retrato de
nuestro Malik, convenciéndoos,
hipnóticamente, de que, mirado fijamente, y levantando después los ojos al
Cielo, veríais allá arriba al propio Sultán... ¡Aquello era la guerra fría, el
pánico...! Ahora que lo recuerdo, aquella cosa, aquella manipulación se llamaba
mensaje subliminal… Por otra parte, aquella entrevista, aquella pamplinada, nos
servía para pulsar vuestras reacciones… ¡Un test,
que se dice!
Bancario
-¿Así que incluso los civiles estuvimos espiados? ¡Y
España inventándose obras, nuevos proyectos…, para haceros felices, cuando ya
estábamos acordonados por un sistema de trincheras y campos de minas…, a una legua
de la plaza de España! ¡Esto del imperialismo…!
Gallina
-¿Y luego…? Aquellos tests también sirvieron, que los repetimos, más tarde, en el
Sáhara, que allí fue para ponderar las reacciones que se producirían con motivo
de la Marcha Verde. ¡Paisa, todo
calculado, que por algo nos dirigía un eximio Professeur!
Bancario
-¿Puedo preguntar quién fue vuestro Psicólogo…, acaso
un Premio Nobel?
Gallina
-¡No fue, fueron! Además de los Cías, anduvieron por Marruecos ciertos doctores nazis que se decía
alumnos de Goebbels, refugiados en Sudamérica. Vinieron a Rabat para evacuarle
consultas a su Herr Hans...
Bancario
-¿Quién os conectó, quien llevó esa trama con eses
hijos…, del Tío Sam?
Gallina
-A ciencia cierta no lo sé, pero se dijo que los
franceses tenían cuentas pendientes con Franco...
Bancario, como hablando
sólo:
-¡Tiene gracia, por arrobas! Nuestros mandamás
echándole todas las culpas a la URSS, incluso en la Prensa, cuando de cierto,
por lo que aquí se aprende, aquellos comunistas tan sólo les ayudaron con su
nombre, y si acaso con algo de pólvora! ¡Oh, España, qué Grande eres...; más
que los cabezudos del San Froilán! ¡Mucha funda y poco cerebro! Y en cuanto a
usted, Doña Historia, ¡cuántas curvas tiene, y todas anfractuosas!
Gallina, que alude al
monólogo del Bancario:
-Ya que habla de contradicciones, le tengo apuntada
otra, y bien gorda! Que conste que no pagó por ella en atención mía, o más bien
por mi agradecimiento a su esposa. ¡Esto es para que no me tache de
desagradecido!
Bancario
-¿Qué me dices, de qué hablas? ¡Explícate!
Gallina
-Le estoy hablando de una cobardía y de una traición,
¡suyas! A mí me llamaron Gallina por
mis andares, pero a usted tenían que llamárselo por..., ¡por su comportamiento!
¡Y encima le dieron medallas y certificados de Ex - combatiente! No le dejaré
intrigado, que también quiero ser transparente, y purificarme.
Comandante P., que se dirige
imperioso al Bancario:
-¡Aquí arriba no te puedo poner firmes, que ya no
mando en aquel Somatén de las Gabardinas, pero puedo apelar a tu sentido
patriótico! Me parece que te estás pasando de..., ¡civilizado! Y que les estás
propiciando una victoria moral a estos puñeteros sin puñetes, a estos morangos
que tan honrosa y militarmente derrotamos en la Guerra de Ifni, ¡a las órdenes
de nuestro invicto Zamalloa!
Acaban de insinuar, de amenazarte, valiéndose de sus
trucos de guerra psicológica, ¡y tú continúas tirándoles de la lengua para que
sigan justificando sus alevosías! ¡Hazme el favor de reflexionar, y de mantener
la boca cerrada, pues una retirada a tiempo es una victoria!
Bancario
-¡Comandante, el tiempo de las retiradas ya pasó! Lo
tuvimos propicio en el Cincuenta y seis: ¡Entregárselo junto con nuestra Zona,
o negociar, con lo otro, nuestra permanencia indefinida! Su Generalísimo lo
apostó todo a una carta; ¡y por parte, ustedes querían laureles…! Pues bien,
ahora no tenemos pluses, ni laureles, ni Territorio, y cuanto nos queda es ser
puros y sinceros con esta Dama aquí presente, con Doña Historia!
Gallina, que se ríe con
destemplanza:
-¡Eso está bien! Ser puros con la Historia, no
falsificar Bulas papales, como hizo Isabel de Castilla para casarse con su
primo, con el de Aragón, ni falsear Crónicas o Cronicones…; ¡todo eso es un
talante español que me era desconocido! Paisa, para no tenerle así, sufriendo
con la intriga, le voy a decir, de corrido, cómo vimos aquella cobardía suya,
aquella traición, ¡y con esto le dejo exonerado! ¿Se acuerda de que, con
algunos compañeros de su Banco, en Abril del cincuenta y seis, por curiosidad o
por temeridad, que eso poco importa, repasaron aquel Campamento instalado por
nosotros, los del Istiqlal, cerca del Grupo de Tiradores…?
Bancario
-¡Si, allí fuimos, y por allí pasamos! Y también me
acuerdo de que un poco más adelante, en aquel cruce de las pistas de Tagragra
con las de Tabel-kuct, tuvimos un altercado con unos marroquíes que cruzaran su
voiture en la pista para impedirnos
seguir en dirección a la que fuera frontera francesa…! ¿Te refieres a eso?
Gallina
-¡Vale! Ya veo que conserva su buena memoria… Ahora
pregunto: ¿Para regresar a Sidi Ifni usted pidió una bandera, de las del
Istiqlal, al tendero Sidi Mohamed Ben Abdel-lah Ben Mussa, que pasaba, casual y
oportunamente, en route para nuestro
Agadir?
Bancario
-¡Ahora que lo dices…! Pusimos aquella bandera,
¡prestada!, sobre el capot de mi
coche, para así regresar, protegidos y disimulados, hasta Sidi Ifni... ¡El
miedo es parvo, y en aquellas circunstancias…!
Gallina
-¡Cobardía española, pura cobardía, que muestra bien a
las claras lo fanfarrones que erais en las Colonias cuando os protegía de cerca
una bandera, o un Ejército! Matizaré algo más, para ser justo con usted: No fue
exactamente cobardía personal suya, sino su mala conciencia de colonizador,
pues, en el subconsciente, ¡estaban admitiendo que en el Territorio de Ifni la
bandera triunfante era la nuestra!
Pues bien, cando pasasteis, de vuelta, por delante de
nuestras haimas, un compañero apuntó
con su metralleta a las ruedas de su voiture;
¡con la sana y santa intención, en pura yihad,
de reventárselas, claro está, para que tuviesen una panne, panne y pánico,
mismo delante nuestra! Y de paso, que os retratase en aquel ridículo, en
aquella derrota, una periodista francesa, aquella del Deux Chevaux…, que
viniera para hacernos un reportaje de nuestras concentraciones. Yo desvié el
arma, así que los tiros de mi colega se perdieron en uno de aquellos arganes,
después de la pista...
Por cierto, que mi compañero aún es hoy el día que me
recrimina por lo que considera que fue debilidad mía, ¡con usted y con los
suyos!
Bancario
-Hablaste de una traición... ¡Sigue!
Gallina
-Dije, traición,
queriendo indicar el apresuramiento que os disteis en aquella situación, en
aquel apuro, en retirar nuestra enseña, del capot, tan pronto como llegasteis a
la cobertura de tiro de los centinelas de Tiradores… Pero dejémoslo en astucia
gallega, que de esa virtud también participo gracias a la media sangre que
tengo por parte de padre, tan citado o tan aludido que fue en este Tribunal de
la Historia!
Pensándolo bien, ¿no era más noble decirle al Oficial
de Guardia de Tiradores que aquella bandera, prestada, fue su salvoconducto
circunstancial? Todos, civiles y militares, coincidisteis en disimular vuestro
miedo. ¡Eso no es valentía sino fanfarria! Así pasó lo que pasó: ¡Que no
llegaron a El Pardo, a tiempo, las noticias de un peligro ya inminente!
Esta circunstancia, esta ocultación, de todos
vosotros, cada uno desde su atalaya, tácita, contagiada y contagiosa, influyó
para que su Alto Estado Mayor, el de Madrid, no tomase en serio aquellas
alertas, incurriendo en la negligencia suicida de teneros casi desarmados, y
sin reserva de víveres ni otra logística, en aquellos diez, mal llamados
fortines, del interior…
Bancario
-Ya que me sacaste los colores, ¿volvemos al caso
general?
Desertor de P., al creer que
rematara aquella intervención:
-Tú, Gallina,
que todo lo viste y todo lo sabes, ¡más que el Cigüeña!, ¿qué fue de mi
Comandante Álvarez Chas? ¡Aquel sí que conocía el territorio, y no obstante se
perdió!
Gallina.
¡A ese señor le pusieron en órbita precisamente los
suyos! Nosotros no teníamos aviación, pero la española procedía de la Guerra
del 36… Y como decía la canción de Manolete…, si no sabes torear, a qué te metes? Si no tenían aviación
apropiada, gonios, y todo eso, ¿para qué querían territorios en ultramar?
Comandante P., que se dirige a
su desertor:
-¡Cristiano..., digo, mal cristiano, cretino
irredento! ¡Hiciste bien en desertar, que tu no servías para policía, que ni
retienes una nueva ni captas una metáfora! Tu Comandante Chas, ¡y a ver si te
enteras de algo!, salió en Agosto del cincuenta y siete, en el vuelo de un
Heinkel 111. Iba de Informador para señalarle al Piloto la línea fronteriza con
el Marruecos independiente, que tal era la categoría de tu Comandante, ¡más de
fiar que los planos de nuestro Estado Mayor! De regreso al aeródromo, con
niebla espesa, no distinguieron la otra frontera, la del mar, así que, o
hicieron amarraje en el océano, o se quedaron arriba, en órbita, que de cierto
nunca se supo.
La otra parte, la gloriosa, esa sí que la conocieron
nuestros enemigos, y bien de inmediato; ¡todos, menos tú, un inútil desertor!
Desertor P., con ingenuidad
y sin ofenderse:
-¿Así que los pilotos de España llevaban mapas
humanos, guías-apuntadores de sus objetivos? ¡Como en el cine, en aquellas
caravanas del Oeste...! ¡Vaya, vaya! Así se explica lo del Canarias, apuntando
con el dedo, con el alza que les señalaba un Teniente de Infantería..., ¡para
no cañonear de nuevo sus propias posiciones! ¡Yo seré un retrasado, pero me
consuela saber que no fui el único!
Comandante P., visiblemente
indignado:
-No seas insidioso, rapaz, que te llega con la ignominia
de ser un desertor de nuestra Policía, ¡después de evadirte del arado!
Si aludes a aquella mentira que circuló entre tus
Jefes adoptivos de que el Canarias, por un error de cotas, bombardeó sobre
nuestras posiciones, y que nos mató veintiséis soldados..., ¡contados por el
propio Ben Hamú!, tienes que saber lo escrupuloso que era para sus bombardeos,
¡y para sus salmones!, aquel gran Almirante del Eume, Nieto Antúnez. ¡Y lo que
sufrió cuando le mandaron asustar a los de Agadir, precisamente el día de Nochebuena!
Fíjate qué precisión de tiro no exigiría un hombre de
tanta conciencia que, ¡vida por vida, prefería las marroquíes! Otra cosa sería
si el siroco les desvió alguna trayectoria, que del resto..., ¡nada, en
absoluto! Tampoco es probable que hubiese errores topográficos, ni siquiera de
los campos de minas… Nuestras posiciones siempre estuvieron perfectamente
localizables; ¡y si las hacían saltar los chacales sería porque se parecían a
ti, desertando de donde les convenía estar!
Intelectual
-Creo que ya está bien de pecados veniales…,
¡teniéndolos capitales! Propongo una condonación de penas… Como decían aquellos
católicos preconciliares, una oculta compensación…, habida cuenta de que
nosotros también tenemos el pecadillo de pasar nuestras armas por delante de
sus narices, ¡en el propio Desembarcadero de Sidi Ifni!
Comandante P.
-Eso que propones no me parece colacionable, ya que
vuestras metralletas, las de aquel contrabando, segaron vidas y haciendas…
Enfermera
-En eso tendrán razón, pero de seguida les equilibro
el plato si pongo en la balanza, para hacer el rectus, aquella leche de las vacas de la Granja del Gobierno, que
iba por garrafas para el café de ciertos pabellones, mientras se
descalcificaban los niños y las paridas musulmanas. ¡Malditos protectores!
Pero como esto, más que un Jurado está pareciendo un
Muro de las Lamentaciones, propongo que corramos un velo, ¡como el que yo me
saqué!, sobre estos remordimientos, sobre estos escrúpulos tardíos, tardíos e
inoperantes…, salvo que este Comandante de Tiradores, tan discreto él, quiera
apuntar más alto.
Comandante T.
-Yo callaba porque sólo estoy arrepentido de una cosa:
¡de ahorrar pólvora! Aquellos ataques, alevosos y nocturnos, que hicisteis a
nuestros Destacamentos de T´Zelata de Esbuia, de Tagragra, del Tenin de
Amel-lu, del Mesti, de Tiliuin, de Tamucha, y de tantos otros, con los que nos
disteis motivo para cubrirnos de gloria, de sangre y de polvo, si en aquella
ocasión en la que Alcubilla nos llevó la orden del Generalísimo de que regresásemos
a las posiciones defensivas, iniciales, inmediatas, se le hubiese extraviado
aquel cuatrimotor, si pasase de largo cara al mar, emulando el Heinkel del
pobre Chas, ¡maldito si no quedaríais bien chamuscados!
También me arrepiento de no haber desertado, que en
Tiradores sobraban voluntarios que me acompañasen para traspasar vuestras
defensas, para colarnos por vuestras líneas, y con ello plantarnos en Rabat,
¡en un santiamén!
En ese coupe de
force dinamitaríamos la Torre de Hassan…; ¡la del otro Hassan, se entiende,
y con ello voltearíamos la guerra a favor de España!
¿Dios, por qué la Historia se escribirá siempre por el
final? De haber sabido las consecuencias, claro que hubiese desertado, pero en
positivo, que a veces la mejor forma de construir el futuro es destruyendo el
pasado, haciéndose valer, reaccionando con valor…, ¡antes de que lleguen los
diplomáticos, pues esos, además de llegar tarde, siempre se dedican a las
laudas sepulcrales, a los oficios fúnebres, a las condolencias! ¡Por algo los
americanos, tan astutos ellos, tuvieron de Secretaria de Estado a una tal
Condoleezza…!
El dilema no era tal: ¿Ifni, Territorio de Soberanía…?
¡Pues de serlo, adelante, con todas las consecuencias! Y si no lo era, si todo
consistía en una farsa imperialista, ¿para qué gastar la pólvora en salvas?
A un Ejército disciplinado, como era el nuestro, no se
le puede poner en solfa: ¡Y por añadidura, silenciarnos en los medios
informativos!
Desertor T., tan ingenuo como el Desertor de la Policía:
-¿Y luego, si así piensa, si está arrepentido de no
haber desertado, por qué me abrió aquel expediente? ¡También por desertar!
Comandante T.
-¡Otro que no entiende el sentido figurado de las
palabras! No olvides, aunque ahora de poco vale, que todavía hay clases al
Norte del Estrecho; ¡muchas, mal que les pese a esos que te lavaron el poco
cerebro que llevaste para Ifni! Bien pensado, poco tenías que lavar, ¡que
contigo sólo necesitaron dos gotas de aquella al-ma-luz del Gallina!
Empleado de Boaida.
-Con usted…; ¡sí, con usted! Con usted tengo una
cuenta atrasada, ¡pero activa! Se vino al Cielo sin pagarnos aquella radio…, la
Blaupunkt
Comandante T.
-¡Voto a Judas, el de las treinta monedas…! ¡Si no
fuese porque aquí no hay gravedad, ahora mismo te hendía el alma con un
machete! Tiene razón mi colega, este de la Policía, que es una necedad
desnudarnos mientras estos islámicos siguen con su conveniencia…, ¡envuelta en
turbantes!
De pronto le da un arrute:
-Hablando de velos: tendré que darme una vuelta por el
Séptimo, por el de las huríes, a ver si les pierdo este rencor a los infieles,
pues con lo que aquí me cabrearon, con esta iracundia que me entró, no puedo
seguir deliberando fríamente…
A la vuelta hablaremos. ¡Me voy! ¡A por ellas, al
ataque…, con mi Talión alzado, que la mejor fusila
en tierra de infieles es hacerles mestizaje…, ya que nos lo atribuyen!
Empleado de Boaida, que muestra la
palma de su mano al Comandante de Tiradores para que no se vaya sin escucharle:
-¡A modo, amiguito, que de usted daré parte a la
Historia para que juzgue su doble moral! ¿Cómo se atreve a censurar nuestros
harenes si vosotros mismos, ayer, en el XV, que aquí se dijo, y en Acta estará,
aún sosteníais el “ius primae noctis”? ¡Queda acusado, formalmente, de
practicar en Ifni una doble moral!
Comandante de T.
-Ya que las huríes son para los victoriosos, me voy de
caza, ¡a por gacelas, que así, de paso, le echo una mano al Polisario!
Este Comandante de los
Tiradores de Ifni, dichas estas palabras, hace mutis por el foro, frenético, a
toda velocidad. En vista de este plante, los otros miembros del Jurado cruzan
miradas entre sí, con complicidad, y con la misma se van ausentando, pero más
despacio, cada uno por separado, sin formar corrillos.
-.-
Escena 3ª, del 2º acto.
Vuelve a entrar el
Comandante de Tiradores, pero esta vez parece satisfecho. Silba el Himno de la
Fiel Infantería, ... ¡que por saber morir
sabrá vencer!
Comandante Tiradores, que comenta,
explicativo, expansivo, incorporándose a su asiento:
-¡A estos marroquíes sí que les tocó un buen Tercio!
Aquí mismo, en el Edén: ¡El de mejora! Ahora me alegro de que recuperasen aquel
Territorio para que esos agarenos de allá abajo tengan un cierto contraparaíso…
Intelectual
-Entonces, ya que hay consenso, lo mejor será sobreseer
el contencioso de aquel follón Histórico. ¿Algo que objetar...?
Comandante T.
-¿Que te crees eso! En Ifni vertisteis la sangre de
quinientos españoles, que serían hoy quinientos parados potenciales, o
jubilados anticipados, todos ellos héroes, ¡amén de los desaparecidos! Este
Jefe, con sus ocho puntas, y siempre a las órdenes del muy ilustre Zamalloa,
¡no se rinde! ¡Ni me rindo, ni traiciono aquella heredad, alcanzada, lograda,
al precio de una vida, también galaica, la de aquel gallego de pro, Pepiño el de la Rueda...! ¡Así que, tres
hurras por el Gran Pepiño!
Todos los gallegos, al unísono:
-¡Hurra, hurra...! ¡Viva Pepiño, el de la Rueda, aquel
macho de parada, aquel Conquistador, un héroe del mestizaje, que por algo se le
llamó a Marruecos, Protectorado, por lo mucho que protegimos, por lo mucho que
consolamos..., en sus moritas!
En esto se acerca el
Alguacil, aquel Cartero del Simancas, que permaneciera aislado, discreto, en
una mesita auxiliar, a un lado, como si fuese un Ujier de las Cortes,
escoltando la Historia. Después de un cachetazo en la mesa, que casi la rompe,
da en bracear, inquieto:
Alguacil
-Yo no entro ni salgo de este Jurado, y lo voy a decir
en castellano, que si lo digo en bable..., ¡la mi má que me pareu! Bien poca
mestizaje se les hizo a estis cabrones, que non contentes con la somanta de
Covadonga, luego, en el Treinta y seis, volvieron a por las nosas mullieres,
pero..., ¡ellas mesmes les metieron un forquitu por el anu, só maricones, que
los dejaron impotentes, que de aí les viene la chapa de su traseru...! ¡Si no
fuese por mi respeto a la Historia, mesmo con les puñes...!
Gallina, que le contesta
por todos, y entonces el Alguacil se vuelve a su sitio, tranquilizado, pero
sigue haciendo señales de protesta:
-¡Hombre, eso está bien, que incluso un simple
Alguacil, sin mando ni plaza, pretende influir en este Tribunal...; y con el
Himno cantado por su Comandante, mejor aún! Según ustedes, en esa Colonia, en
esa leira de Ifni, yo tengo una
legítima, como heredero forzoso, ya que se reconoce que mi padre fue aquel
Coocupador, de algún modo Cousurpador, de una terra nullius! ¡En este
caso, siendo así, la tendremos a medias! ¿Es, o no, una legítima, un derecho
legítimo?
Comandante T.
-Tú lo que tienes, bastardo, es mucha tierra…, en la
Habana, ¡que aquella no es tuya ni de nadie! Sabiendo de quién eres hijo,
debieras estar de nuestra parte, de esta banda, ¡que así no te prescribirían
tus derechos sobre las glorias imperiales de nuestra España imperial! Fuiste de
nuestra tribu… Ilegítimo, pero lo fuiste por aquello de, Pater, patris; ¡así que,
causa finita!
Gallina
-¡No es así, mi viejo! España me perdió por..., ¡por
reírse de mí, por negarme un simple vaso de agua, desfallecido en las puertas
de vuestro Cuartel de Tiradores! En la tierra de mi padre, Galicia, sólo
conocen, y reconocen, a los hijos de los emigrantes cuando vuelven ricos y
triunfantes..., ¡así hablen en chelja! Los otros son, “retornados de caridad”,
por la Xunta, ¡séase, Beneficencia!
Comandante T., cambiando de
conversación, con visible intención de eludir este tema:
-¡Lo que no entiendo es como aquel Profeta, ese
Mahomet, cando les dictó su Al Qurán, y sin haber muerto aún, supiese que en
esta Eternidad os asignarían un paraíso de huríes! Los nuestros, nuestros
profetas, nada nos dijeron de semejante porvenir. ¡Cosa fina estas Geishas!
¡Como que yo, con esta tropa disponible, descendería encantado a Capitán de
muslimes...!
Comandante P.
-Y tú, honorable Colega, que vienes de inspeccionar
esas huríes, esas mozas etéreas, ¿qué tal hacen la instrucción…?
Comandante T.
-¡Te lo diré sinceramente, que te lo juro por mi
honor...! Tanto se bambolean, que el enemigo no tiene forma de apuntarles. Yo
no he sido capaz de eso, de hacerles diana…, ¡ni con mi experiencia en esta
clase de maniobras!
Bancario, mostrando
picardía, interesado en el tema:
-¿Que, cuantas son...? ¿Hay almejas para todos, a
cuantas tocamos?
Comandante T.
-Querido Contable, tantas son, que ni caben en un
libro de los tuyos, de esos de Contabilidad, ¡de los de hojas cambiables! Pero
tú, que estás casado y con la carabina cerca; tu, que presumes de puritano,
casi tanto como Zamalloa, no debes pensar en las huríes..., ¡que te son del
prójimo!
Bancario
-¿Luego...? ¿No son mujeres de la vida, no viven? Tanta
amistad que tuve con mi compadre, con el Páter de Tiradores, y nada me informó
acerca del futuro de los musulmanes. ¡Se lo reprocharé!
Comandante T.
-Son privilegios suyos, ¡que sólo comparten con los
que venimos célibes, como yo! ¿Lo entiendes? Entonces, aguanta, que también
aguantó el Cartero del Simancas, que ese no desertó..., ¡y eso que se las
ponían a tiro para invitarle a pasarse al enemigo! La especialidad de tu
compadre eran los iconos rusos, que los coleccionaba, pero en islamismo el experto
era su primo, Aldegunde, aquel arzobispo del Corgo, aquel que tradujo a Hans
Küng…
Bancario.
-¿Y quién era ese Hans Küng, si puede saberse?
Intelectual
-Ese no es tema para un Comandante… Permítame que le
conteste yo mismo: Hans Küng fue uno de los grandes impulsores de la Teología
ecuménica. Su tesis fue: “No puede haber
paz entre las naciones sin paz entre las religiones; y no puede haber paz entre
las religiones sin diálogo entre ellas”. En Ifni el diálogo estaba
atribuido a los PP. Franciscanos, y funcionaba perfectamente, tan perfecto que
los españoles, en su crónica miopía, ¡una miopía de Coloma, colómica, que no de
Gallegos!, no pararon hasta lograr su expulsión del Territorio. ¡Uno más de sus
errores, y no el menor!
Volviendo al tema: Es bien cierto que no debéis tener
malos pensamientos...; ¡y menos aquí arriba, con las huríes!
En lo otro, a los españoles nadie les censuró, nunca,
en toda la arabía, eso de que hubieseis reconquistado vuestra Península, ¡parte
de ella!, así que, en reciprocidad, va siendo hora de que admitáis,
históricamente por supuesto, la licitud de nuestra reconquista integral, la del
Gran Magreb, la del Gran Ocaso.
Comandante P.
-¿Incluyes, claro está, al Sáhara Polisario, ese de
los tuaregs, que bien sabes que eran, que son, supuestos descendientes de
aquellos balears expulsados de las Islas? Primero, en la época de las
persecuciones neronianas; y después, por los propios vándalos… Tengo entendido
que por entonces, mayormente cuando los vándalos entraron por Marruecos abajo,
en aquellas tierras había unos cinco mil cristianos. ¿Se acuerda de eso, Doña
Historia?
La Historia, aunque está
presente, procura no interferir con los Jurados, así que no se da por aludida;
mientras deliberan, ella conversa, en voz baja, con su Cartero - alguacil, y
también hace punto; ¡hace en la media, como se suele decir!
Intelectual
-¡Por supuesto que sin el Sáhara no hay Imperio
jalifiano posible, pues sin él no se forma un Gran Magreb! Y eso que en Rabat
saben poco de la Historia balear, ¡que si llegan a enterarse…! Ahora que caigo,
por algo se les da bien el castellano a los Polisarios: ¡Claro, les viene de su
latín, del balear, aquel de Publio Metelo...!
Pero dejemos la cuestión del Sáhara a los pobres del
Polisario, que ya lo sabrán perder, ¡con o sin ayuda de España!
Farero
-Pido la palabra..., ¡si es que sigo de moderador! Aquí estamos desconectados, la Profesora y yo mismo, que ya llevamos dos sesiones viendo como navegáis en círculo, pero así non salís de nada, ¡ni de la Mar Pequeña! Señora Maestra, ¿quiere hablar usted primero? ¡Sería mejor, pues si yo enciendo aquel faro, aquí veremos las estrellas!
-Pido la palabra..., ¡si es que sigo de moderador! Aquí estamos desconectados, la Profesora y yo mismo, que ya llevamos dos sesiones viendo como navegáis en círculo, pero así non salís de nada, ¡ni de la Mar Pequeña! Señora Maestra, ¿quiere hablar usted primero? ¡Sería mejor, pues si yo enciendo aquel faro, aquí veremos las estrellas!
Profesora
-¡Gracias; es usted muy amable, y aun así no le
querían en el Casino! ¿No se dice que la lección magistral siempre es la
última, por definición? Entonces déjenme para luego, a ver si se me serenan los
ánimos, que por lo de ahora no me atrevo a intervenir. Y también para ver si
con su faro se ilumina esto, un poquito, que me parece que estos señores aún no
se toparon con la verdad absoluta, ¡y eso que estamos en el Cielo!
Farero
-En ese caso haré por enviarles un rayo de luz...,
¡como Farero! Los de Camariñas palillamos
mucho, mucho y bien, pero hablamos poco, poco y despacio, ¡y eso no es
político!
Aunque no todo, ni con la suficiente objetividad y/o
conocimiento, algo ya dijeron varios autores, entre ellos uno de la Prensa del
Movimiento que solía redactar sus crónicas en la sobremesa del Casino,
precisamente al dictado del Capitán de Cocina de Tiradores…
Ifni le fue muy útil a Franco, en el 36, pues los
dinamiteros de Asturias destrozaban carne de cañón…, ¡por camiones! Y con eso
se montó una simbiosis de incalculables consecuencias… El agradecimiento
personal del Caudillo y la codicia patriotera de desquitarse, unos y otros, de
aquellas derrotas del Rif, además del talante imperialista de aquellos tiempos
fanáticos, ahumados por las consignas fascistas, nos hipotecaron a fondo en
aquella quiebra histórica; ¡eso, además del placer sensual, exquisito, de
hacerle cosquillas a Francia!
El rencor francófono, que tanto cultivamos en África a
lo largo del XX, entiendo que fue el principal intríngulis de nuestros errores y de nuestras liberalidades y/o
mezquindades, que hubo de todo, ¡y eso hasta el último día del Protectorado!
Para mí que esto está mal estudiado, o quizás ni
empezado: ¡Todo un siglo de guerra fría España-Francia, el XX, particularmente
en el escenario marroquí! Mientras esto no se haga, cuanto se escriba de
aquellas guerras y de aquellos incidentes será una simple estadística de hechos
inconexos, y de héroes inmolados, ¡ni se sabe a qué dios!
En orden interno, la vida ordinaria de aquella
Colonia, Ifni, se desarrolló con verdadera elefantiasis, ¡desde el Amezdog a la
Colonia Agulla!, pero débil en infraestructuras, como ya se aludió aquí, en el
Tribunal, ¡principalmente por la falta, elemental, de un notable espigón
portuario! Débil en organización civil y en infraestructuras, repito. En
definitiva, un territorio reseco, más que del sol, por la evaporación acelerada
de los dineros transferidos, ¡como también se apuntó en esta Sala!
Un enclave territorial de setenta quilómetros de
costa, retenido por España, fuese como propio o como sucedáneo de aquella
legendaria Santa Cruz de Mar Pequeña, a pretexto de haber tenido, por aquellas
coordenadas, y desde el Medievo, una base pesquera y un fortín, ¡es
incomprensible que no se dotase de un puerto pesquero! Tal parece que el
Caudillo nunca viese el mar, y eso que nació, y se crió en El Ferrol... ¿O es
que tenía complejo de marino frustrado? En canto al Cuartel Militar de Ifni, los civiles, y
por tanto, imparciales en este asunto, podemos jurar, en realidad de verdad,
que allí estaba la flor y la nata do nuestro Ejército. Pero un país del XX
precisaba algo más que guerreros, algo más que guerras…
Por lo que respecta a Zamalloa, toda loa es
insuficiente, pero se le ha convertido en una especie de “General Silvestre”,
silenciando su labor, acaso para ocultar, con ello, la ineptitud del Alto
Mando. Tan silente fue su epopeya de Ifni que incluso la Gran Enciclopedia
Galega, edición del 2003, además de omitir su fotografía y su intervención en
la Guerra de Ifni, lo único que reseñan de su generalato es que “…foi
gobernador xeral do Sáhara”.
¿Quién se atreve a imaginar qué pasaría en Ifni en el
57 si nos permutasen a Zamalloa por aquel Fernández Silvestre del año 1921? La
respuesta no puede existir, pero el cálculo si: ¡veinte mil muertos, tantos
como soldados, con los civiles aparte! ¡Hubiese sido la hecatombe franquista!
Comandante T.
-¡Ya iba siendo hora de que se te agotasen las
palabras, cacho derrotista! Aquí tenemos otro desertor, que también se puede
desertar de civil, y sin largarse, sólo con desmoralizar a los verdaderos
patriotas. Para más contradicción, aquí le tenemos, en este Jurado, ¡donde se
supone que debe terciar a favor de España!
Farero
-No se sulfure, señor Milite, que me estuve refiriendo más bien a la derrota, al fracaso
económico, político y cultural, que del elemento militar ya dije que eran
buenos elementos…; ¡bastante buenos para lo que se podía esperar de su
formación estrictamente castrense! Los pecados imperdonables se produjeron en
aquellos salones de Madrid…, ¡cómo es evidente!
Si nuestra reivindicatio
era lo de aquellas pesquerías, costa arriba o costa abajo, legua más o legua
menos, ¿qué sentido tiene que estuviésemos de murga, un tercio de siglo, que ya
son años, pescando con caña, y desde los cárabos, arrastrados a diario, playa
arriba y playa abajo, sin un maldito espigón de atraque?
Ya que fuimos al Ifni, o nos manteníamos allí, decían,
para defender las Canarias, poca estrategia fue aquella pues en definitiva
fueron las propias Canarias las que tuvieron que defender Ifni, Ifni y el
Sáhara, año tras año. Y también oficiaron, naturalmente, de base logística.
Por último: Si fuimos a Ifni sólo, y tan sólo, para
civilizar, para poner en producción los supuestos recursos naturales del país,
donde está, donde estuvo, nuestro impacto, nuestra repesca, nuestra pegada
cultural? Ni siquiera prosperaron las plantaciones de henequén, vulgo, sisal; y
ya no digamos aquellas del ricino, ¡el purgante de las represalias fascistas!
En lo tocante a nuestra, pura y dura, culturización,
le cedo la palabra a nuestra Profesora...
Profesora.
-De las intervenciones del Bancario, y también de las
del Farero, parece demostrarse que la Política Económica que siguió España en
Ifni, tampoco fue política, ¡y menos, económica! Esto admitido, todo aquello se
limita a esta dicotomía: ¡armas o letras! Armas obsoletas, oxidadas; y
letras..., ¡las del Catón, que de allí pocas carreras salieron! De nativos, me
refiero.
Ahondando algo más, y para enfocar mi razonamiento,
¿tuvimos política educativa en Ifni? Me parece que sí, que en esto sí que hubo
política, o más bien, politiquería, pero no verdaderamente educativa según los
cánones de la Pedagogía moderna. Siempre me he preguntado si educar es
modelar... Pues bien, en Ifni, e igualmente en toda A.O.E., se intentó un modelado...,
¡impositivo!
Modelado es atraer los niños a nuestras formas,
sugestivamente, y no imponerles aquella macana imperialista del…, ¿Movimiento?,
con un olímpico desprecio de su decantada y ancestral cultura, que si estaba en
crisis en parte era debido a nuestras influencias desviacionistas. En esto
hemos seguido métodos ensayados por España, en los siglos XVI y XVII, en
América, ¡y por tanto anacrónicos, en todos los sentidos! Lo nuestro no podía
ser enseñanza de medersa, eso
tampoco, pero sí debiéramos ser más cosmopolitas, basándonos en un ideario
democrático que, por otra parte, tampoco nos era exigible porque ni los
profesores lo habíamos recibido y/o cultivado.
En cierto modo, allí procedimos como si aquellos
españoles dirigentes quisiesen borrar el prestigio y el recuerdo de aquel
Toledo de las tres culturas; y con Toledo, Córdoba, Sevilla, Granada... Fue un
modelado a fortiori, coaccionando de
mil maneras, algunas innobles y otras ridículas, o trasnochadas, para que les
fuese ineludible a los nativos entrar por aquella culturita nacionalista, nuestra, tan petulante, ¡y eso por llamarle
de un modo lene!
Como ejemplo, como evidencia de nuestra incompetencia
formativa, fruto de aquel ambiente, se podría afirmar que el noventa y nueve
por ciento de la colonia española no sabía contar con los del país más allá de
los dedos de las manos; a saber: wahid,
zooch, thalatha, arb'a, khamsa, sitta, sabah, tamanya, tissa, ashera... ¿Se
nos dieron cursillos de formación, clases de árabe, o del dialecto allí imperante…?
¡Para qué, si lo nuestro no era entenderles a ellos, sino obligarles a
entendernos!
Educar otra raza, otro pueblo, con asepsia, es, ante
todo, poderles preguntar en su propia lengua. Si nada les preguntábamos
apropiadamente, ¿cómo se podía saber lo que sentían, lo que querían, lo que
precisaban, o lo que pensaban? Enseñar, según yo lo entiendo, es tener, y por
consiguiente dar, respuesta a las inquietudes intelectivas del educando. Darles
a beber cultura según fuesen teniendo sed de ella. La sed cultural cierto es
también que se fomenta con el ejercicio racional, pero concordareis conmigo en
que los tullidos poco ejercicio pueden hacer, y allí, en África, casi todos
eran verdaderos tullidos, en este sentido de la palabra. Pero más tullidos
fuimos nosotros, sin proponérnoslo, por no querer, ni saber, entender a los
nativos, y por renegar de nuestros orígenes convivenciales. ¿Bastará con decir
que en la calle pocos se molestaban en preguntarle al nativo su nombre,
satisfaciéndonos el genérico, y un tanto despectivo, de, Mohamed?
Por último, permitidme recordar aquel periodista tan
africanizado, José María Rodríguez Méndez, que me abrió los ojos con una frase
lapidaria al manifestar que advertía en nosotros, la prepotencia de
considerarse milagrosamente como amos de algo o de alguien. ¡Ahí está el quid pro
quo de tantos errores coloniales!
Intelectual, que se
adelanta para felicitar a la Profesora, con evidente sinceridad:
-Señora, permítame expresarle que siempre la tuve, a
usted, que no a España, por buena Maestra, así que nunca bostezaré oyéndole
verdades de ese calibre. Usted y sus compañeros de la docencia ciertamente
pusieron su animus educandi, pero los
errores estuvieron en los programas, en las consignas, en los planeamientos
políticos; en el ambiente de la calle y en aquella extraña protección de amos y
señores de vidas y de haciendas a la que usted aludió, y precisamente con
palabras de otro español sincero. ¡A usted, Baraka-lahufik!
Enfermera
-¿Por qué no le diste las gracias en francés…? Yo
tengo para mí que, aún dentro de ciertas limitaciones, sólo en el Hospital de
Sidi Ifni hubo humanidad; de la buena, de la fraterna; dicho sea sin desmerecer
la labor sanitaria en los poblados del interior, mayormente en aquellas
Delegaciones de la Policía, ¡que en este caso lo cortés no quita lo valiente!
Se atendieron bastante bien las dolencias físicas, tracomas aparte, que también
es cierto, pero de las anímicas, de las psicológicas, de los complejos y
depresiones propias de una raza dominada, ustedes, los dominantes, ¡maldito
caso hicieron!
¿Se paró algún español a ponderar la enorme energía,
la carga de reactivos que almacena un ser reiteradamente humillado, postergado,
acallado en sus voces íntimas? Si en Ifni, o en Madrid, en la misma Presidencia
del Gobierno, hubieseis substituido, por ejemplo, dos Capitanes por dos
Expertos, tal que por un Psicólogo y un Sociólogo, otra seguridad, y también
otro pacifismo, hubiésemos tenido en su Colonia, en la benjamina. Provincia le
llamasteis, pero a partir del Cincuenta y ocho..., ¡desde que os mináramos
aquella mal llamada soberanía!
Me permito hablar de esto, aunque Enfermera, pues
enfermedad fue, y bien secreta, aquella corrosión continua, progresiva,
cancerosa, de la convivencia ifneña, ¡tan asirocada como pobre!
Bancario, con evidente
retranca:
-¿Y luego, aquel tratamiento preventivo, el que os
aplicó España inyectando millones y millones de unidades monetarias en vuestro
torrente sanguíneo, en el de aquellos notabilísimos hijos de Notable, no sirvió
de nada, no tiene mérito?
Empleado de Boaida
-¡En absoluto! Además de nuestra repugnancia, íntima
que no externa, a las transfusiones mercantilistas, puesto que tales
privilegios llevaban animus doli,
séase, untura de carro, aquellas liberalidades con nuestros Notables, con
nuestros Patronos, les pusieron en la obligación de escuchar el clamor, el
descontento de la plebe, y por tanto, de dirigir aquel levantamiento para
convencerles de que eran mejores que los españoles.
La opción de ellos, de nuestros feudales, de nuestros
Notables, era clarísima e ineludible: ¡dividir para vencer! Lo de convencer, de
arriba para abajo, siempre es fácil para un buen demagogo. Los gallegos lo
saben bien: Si aquellos cuatro feudales no hubiesen capitaneado aquel montaje irmandino, ¿los burgueses de entonces
acabarían encontrando condottieros
propios que los condujesen a demoler los castillos? En tal dilema, mal menor
era demoler las fortalezas de los competidores; ¡cambiar algo para que no
cambiase todo! (En un aparte): ¡Pero
qué fácil resulta entenderse con los gallegos cuando se les razona! En otro
orden de cosas: Allí donde no se recibe comprensión, cierta o aparente, tampoco
se genera respeto. Así, pues, la patria
potestas consiste, principalmente, en formar a los menores para que sean
capaces de tomar el relevo de un modo personal, ¡responsable y soberano!
¿Conformes?
Intelectual
-Como está visto que encontramos dificultades para
alcanzar la unanimidad en este Veredicto, se me ocurre que podríamos pedir a
nuestro Archivo, al musulmán, unas cuantas grabaciones de las obtenidas por
nuestros espías, por los del Istiqlal, en vísperas del 23-N, que así repasamos
cual era el Estado de Opinión en la Colonia de Ifni. ¡Sólo para refrescar la
memoria, por supuesto!
Bancario
-Eso me parece justo, pero a condición de que traigan
otras tantas de nuestro Servicio de Información, ¡si es que no las metieron en
la salamandra por culpa de los fríos madrileños! ¡Acordaros de lo ahorrativo
que era aquel Almirante…!
Comandante P.
-¡Calla, Bancario, y sé discreto, que eso no va a ser
posible!
Bancario
-¿Por qué, Mi Mandante? ¿Ardieron...?
Comandante P.
-Pues…, ¡por imposibilidad física! Nosotros nunca
hemos espiado… Alguna declaración obtenida hábilmente, ¡palo y tente tieso!,
por el Cabo Cigüeña…, ¡y para eso, los originales se enviaron a Madrid, así que
los habrán extraviado, seguro que sí!
Bancario.
-¿Y las copias?
Comandante P.
-¿Las copias? ¡Hechas con papel carbón…, a lo sumo
aguantan un año, que después, con la humedad ambiente, se tornan ilegibles! El
que se las memorizaba era el Intérprete, Hamido, pero ese…, ¡ese es ambidextro!
Siempre estuvimos en sus manos: Nos entendían y nos conocían. Les tuvimos en
todos los trabajos auxiliares: hogar, cuarteles y oficinas. Sabían, o
adivinaban, todos nuestros actos, nuestros pasos y nuestros proyectos; nuestros
comentarios íntimos… ¡E incluso las infidelidades matrimoniales! Por el
contrario, para nosotros todos ellos eran uno, ¡Mohamed! Y de las moras, con sus velos, sólo conocíamos sus ojos,
¡todos iguales y hermosos!
Bancario.
-¡Siempre estuvimos en sus manos…; tienes razón! ¿Qué
hacemos ahora, que ya no estamos en su órbita?
Comandante P.
-Esperar a ver lo que tienen ellos, y luego
rebatírselo, ¡como cosacos!
Escena 4ª, del 2º acto
Llaman a la puerta y
seguidamente entra el Alguacil con un saco de cintas, pero no dice nada, que se
supone que no debe influir en el Jurado, así que, después de dárselas al
Intelectual, que se levanta para recogerlas, este Alguacil se dirige a su mesa,
en un ángulo de la Sala, cerca de la Historia.
Intelectual, mostrando una
de las casetes:
-Esta, esta es la primera, que está clasificada como, Conversaciones de un Alférez de Milicias
con el Contador de los Servicios Financieros del Gobierno de África Occidental
Española. ¡Minfadlik! ¡Quiero decir, que hagan el favor de anotarlo!
Contador, asombrado:
-¿Como, como fue que nos grabaron?
Intelectual
-¡Muy simple! Aquel electricista, el Abdel-lah, aquel
de la Central Eléctrica, que estudiara en Casá,
de paso que revisaba las instalaciones de los edificios iba ajustando los
micros… Días después pasaba a desmontarlos, alegando una comprobación
rutinaria...
En canto a los aparatos, a las grabadoras, como
siempre había una casa moruna en las inmediaciones..., ¡se desviaban los hilos!
En las oficinas del Gobierno, como nadie entraba en
aquellos cuartos recoletos de los Ordenanzas musulmanes, que se les llamaba a
voces, ese era el sitio perfecto para manipular las conexiones desviadas por
cable a los magnetófonos, que por entonces no había mejores técnicas!
Contador
-¡Sois de la piel del diablo…! Y nosotros, parvos,
haciendo de protectores, enseñando a los que sabían más que nosotros!
Intelectual
-¿Le extraña eso? Tuvimos buenos Maestros, y no sólo
los españoles: aquellos de la CIA y de la Gestapo, aquellos de las S.S…; aparte
de que la necesidad despierta al necesitado, al oprimido, que siempre fue así!
Contador
-¿A ver, luego, qué dijimos nosotros que os valiese la
pena grabarlo, grabarlo y conservarlo?
Intelectual
-El espionaje siempre vale la pena, que se atan cabos,
y entonces se conoce cómo piensa el enemigo; o la retaguardia del enemigo, que
también es importante!
Le da al aparato y se oyen
unas voces en off.
Contador, en su propia
voz:
...
-¡Me alegro de conocerte, rapaz! ¡Bien venido a este
Territorio del atai, de las chumberas
y del Plus de Residencia; abonos dobles y todo eso! Aquí, en esta carta de
presentación, me dice mi hermano que eres oriundo de las tierras de Chantada,
pero que vivís achantados en Ourense...
Alférez
-Si, en efecto; mis padres tienen allí, por las
Burgas, una casa de huéspedes, pero yo prefiero ser huésped del Estado. Por eso
estoy preparando, a la vez, Hacienda y Aduanas, para presentarme a las primeras
oposiciones que se celebren. ¡Tan pronto remate estas Milicias, por supuesto!
Contador
-Eso será si no te reenganchan, que tal y como están
las cosas, igual acabas de Intendente...! ¡De Intendente General!
Alférez
-Me conformo con ser Intendente..., de Hacienda!
Contador
-Rapaz, no quiero pisarte la modestia, por más que la
tengas larga, pero las trazas son de que te la aplastará, cualquier día de estos,
la majestad de Mohamed V. Desde que les dimos la Independencia, ahí arriba, en
el Norte, en lo que es Protectorado, ahora, en Abril, estos nativos, que están
más bravús que el propio Al Mansour,
aquel que nos robó las campanas de Compostela... Mira como es la cosa, que se
niegan a pagarnos Contribuciones, y eso que lo harían con los propios denarios
del propio César, nuestro Caudillo, ¡por la gracia de Dios!, que así consta en
las monedas. No sé quién les metió en la cabeza, en la cabeza o en el turbante,
que sólo paga tributos quien es tributario; séase, vasallo; y por ahí no
pasan..., ¡de gordos que están! Estos piensan igual que danzan, en círculo, así
que tornan a sus orígenes, dándoselas de marroquíes..., ¡ahora, ahora que se
están yendo los franceses!
Alférez
-¿Tanto? ¡Ay luego, te estamos bien; y para meterlos
en la cárcel, no caben! Una solución puede ser enviarlos a Fuerteventura…, como
se hizo con Unamuno!
Contador
-¡Si, hombre; pero no servirá de nada, que estos no
pararán hasta anexionar nuestro Ifni a su Marruecos! ¡Allá ellos, que para
Marruecos irán de culo!
Alférez
-¡Eso no pueden..., ni soñarlo! Allí están sin armas,
con un Ejército incipiente, indisciplinado...; y de logística, cero! Además, si
entrasen en guerra con España, Francia ocuparía de nuevo, inmediatamente, sus
antiguas fronteras, y les diría a los morangos: ¿Lo veis? ¡No se os puede emancipar...! Y luego que, aparte de eso,
la CIA del Tío Sam está con nosotros, que les interesamos mucho porque tienen
Bases y compromisos con España... El Tío Sam les dirá que no tosan para que
Occidente no se infecte de miasmas comunistas!
Contador
-Un modo de absorción, y a la vez de desintegración,
de estos comunistoides, podría ser disolverlos en sus propias algaradas: darles
leiras, mandarles al campo y retirarles sus pensiones de Guerra, de la nuestra,
que cuando se harten de comer takanaita
con takanaita, higos con higos,
entonces pondrán su mano, la mano y el cazo! ¿Entiendes la cosa?
Alférez
-Hombre, no sé; no lo sé; pero también está que en los
cuarteles no percibo miedo, ninguno! ¡Ni siquiera desconfianza! Ni miedo, ni
preparativos ad hoc...; ¡nada de
nada!
Contador
-Lo malo puede ser que se repita la Historia, ¿sabes?
Que no escarmentásemos con aquello de Annual! Tampoco le tuvimos miedo a aquel
Abd-el-Krim que hacía versos en castellano, ¡un simple intérprete! Igual están
aprendiendo su himno, aquello de, Al
yauma lijurobi hay...! Bien, dejémoslo así, que tengo bastante guerra con
los papeles de este maldito desgobierno del A.O.E., que todo lo llevan a estilo
cuartel…!
Alférez
-¿Te oiría bien? ¿Dijiste..., desgobierno?
Contador
-¿Que hago aquí de Contador, si no hay cuentas, si no
hay impuestos? ¡Voy acabar más libio que los libios! (18).
Alférez
-Hablando de todo un poco: Estoy asombrado de lo
abundante que es, y de lo bien situada que está, en las escalas, la colonia
gallega de Ifni. Estuve echando cuentas y, por regiones, salvo Canarias, somos
mayoría, tanto, que si Buenos Aires es la quinta provincia gallega, Ifni es la
sexta!
Contador
-¡Otro gallego echando cuentas! Me hace gracia que
uses esa expresión... ¡Rapaz, las cuentas, además de cálculos, son vidas! Por
eso, cando decimos echar nuestras cuentas, queremos significar revisar la
propia vida. Hay pueblos que son intrínsecamente calculadores, y para ellos,
echar las cuentas, es simplemente calcular, en abstracto; pero el gallego, no;
¡el gallego siempre es generoso en las pesetas, y tacaño con la calderilla!
Alférez
-Me iré, que te estoy entreteniendo, y tienes que
ayudar a desgobernar Ifni!
Contador
-En este caso no te des prisa, que conmigo estás
haciendo Patria, pues canto menos incordie yo, mejor le irá a la pax magrebí. ¿Me entiendes?
Alférez
-La verdad, no mucho, y eso que me dijeron en Ourense
que tú eres un fenómeno; pienso que será un problema de desnivel con respecto
al padre Miño, que por Chantada lleva menos agua!
Contador
-Te engañaron, rapaz, que si yo fuese inteligente, con
los años que llevo aquí, ya habría aprendido a decir, ¡Amén!, pero en el idioma
de las Colonias...
Alférez
-Oyes, por cierto, que aún no escuché a ningún español
hablar en arabía; ¡ni en árabe, ni en chelja. ¿Será que me dejó sordo este
último siroco...?
Contador
-¡No, ni lo oirás, nunca; ni en dialecto! De tan
apóstoles que somos, se nos figura que venimos del Pentecostés, y que los
paganos nos entienden de sobra. Pero aún estás a tiempo de escucharnos... Ya me
oirás los infinitivos cuando pida clemencia, cuando llegue el dies irae, el día airado, el de las
gumías al cuello, al nuestro, que entonces…, ¡hasta en arameo! Eso será si
antes no me mandan con la Hacienda a Fuerteventura...! ¡Ya sabes, a Puerto
Cabras, que ahora se lo dedican al Rosario!
Alférez
-¡Estás de coña, que en Fuerteventura no hay
Delegación de Hacienda!
Contador
-Llegará, llegarán a tenerla…, cuando se vaya la
Legión y vengan los turistas...!
Alférez
-¡Eres un coñón! A propósito, ¿qué hay de cierto en
eso de que nos asirocamos nada más llegar a Ifni? ¡Tendré que preguntárselo al
Doctor Bisagras, al Director del Hospital, que me dijeron que es un as en
psicología...!
Contador
-¡Haberlas, las hay! Pero unos te son de nacimiento, y
los otros se ponen así al sobrevolar Despeñaperros..., porque echan cuentas
imperiales! En cuanto a los que llegaron por tierra, por Bernal, eses siempre
afirman que, de puestos en Algeciras, le ordenaron al chofer que se volviese
para Madrid, con el auto…, ¡para darle servicio a la suegra!
Alférez
-¡Para un solo día, mucho he aprendido! Ponme a los
pies de tu señora...
Contador
-Rapaz, aquí tienes mi tarjeta; y te recuerdo que te
esperamos este sábado, para tomar las copas. ¡Es el deporte de nuestros week end; vulgo, fin de semana! ¡Ah, un
consejo! Aquí en Ifni no te pongas a los pies de nadie, ni siquiera de la
Gobernadora, que te pueden confundir con un moro…; ¡la mejor cortesía es un
buen taconazo!
Alférez
-¿Qué me dices? ¿Con las señoras...; taconazo a las
señoras?
Contador
-¡No seas novato! ¿Aún no percibiste que aquí, en el
Territorio, todas las señoras tienen mando en plaza? ¡Mando, asistente,
cocinero, niñero, lavabragas, pabellón oficial...!
Alférez
-¡Querido paisano, lo dicho: nos vemos este sábado!
Contador
-¡Abur! Ya sabes que donde haya un gallego, allí
tenemos un consulado!
Alférez
-¡Ya lo veo! Estés asirocado o no, eres un fenómeno;
¡demostrado! ¡Y ojo con las gumías; con las gumías y con el desgobierno!
Contador
-¡Pues no veo como, que ambas cosas son inevitables,
por el camino que llevamos!
...
Comandante P. dirigiéndose al
Intelectual:
-Corta ese rollo, que esas grabaciones de vuestros
espías no aportan nada substancial; ¡échalas al quinto infierno!
Intelectual
-Por mí no hay inconveniente, que ya veo, por su
actitud, que empieza a admitir la licitud de nuestra Causa.
Comandante T.
-¡No, no cortéis eso, que yo no les doy esa ventaja!
Es preferible aguantarles las grabaciones a que nos intimiden con ellas, que a
bayoneta calada ya se anduvo allá abajo, así que, aquí y ahora, prefiero los
secretos de su espionaje. Más vergüenza es, en todo caso, para ellos, por
espiar intimidades, que la nuestra en mostrarnos tal y como fuimos, tal y como
somos!
Intelectual, que sigue
enredando con las cintas del magnetófono:
-Estoy buscando unas grabaciones que fueron hechas en
el despacho del Bancario. Pienso que serán una muestra elocuente de las hondas
preocupaciones de nuestros colonizadores; y con estas sí que doy por concluido
y por resumido nuestro espionaje.
Bancario
-¡Pero eso, lo que se diga en esas cintas, es un
secreto bancario; no sería ética su utilización, ni siquiera como prueba
histórica!
Intelectual
-Yo entiendo que no es así, pues además de la
prescripción documental, aquí estamos en el Jurado de la Historia, donde no
caben secretos, ni siquiera los fiscales! Y hasta coincide que aquel Directivo de
Banca, tú mismo, hablabas muy bajo, o te sentabas lejos del micro, así que ni
casi se te oye.
Esta primera es la conversación de un carcelero
natural de Lugo, que en Ifni vuestra gallegada fue una invasión general, ¡otra!
¡Escuchemos!
...
-No, señor; no le soy el Carcelero - jefe, que esa
función se la dieron a un canario, ¡que hay que repartir! Pero tengo otros
gajes! Mírelo bien, aquí mismo, en mi cartilla...; y todo ganado a pulso!
Vine al Territorio de soldado, ¡como tantos otros! Y
como me vieron despierto, me pasaron a la Policía. De la Policía, a la
cárcel..., cuando me dieron la Licencia, ¿sabe? Lo hicieron para que me ocupase
de los interrogatorios, ¡xaora!,
porque alguien opinó que soy algo bruto... Pero conmigo no acertaron para ese
oficio, pues los cristianos, ni en la iglesia se confiesan! En cuanto a los
moros, por su parte, no salen de su ana
manarf: Mi no saber, mi inocente, mi estar mareda... Y así, siempre: ¡ualo
majenduch! ¿Lo sabía?
Como la cárcel es aburrida, me busqué algo para distraerme,
algo que me quedase cerca del trabajo; así que me ofrecí..., para el
cementerio!
...
Mire, este cementerio de Ifni es una ruina en cuanto a propinas, que los moros van al de ellos, allí por junto del morabito de Sidi Ifni. Y luego que, de viejos, lo que es de viejos, mueren pocos españoles, que ni para aquí vienen. A los jóvenes les llevan en avión, ¡para darles tierra en su tierra! En esto ganaré poco, pero no dejo este segundo empleo…, ¡por si los moros cogen la guadaña, que parece que la cosa lleva sus trazas!
…
Por lo que le cuento yo di en importante: ¡jamones, y
también chorizos! Sí, de la parte de Baralla!
...
-¡Ah, pues, de eso…, se conservan regular! El
Veterinario de Artillería me dijo que no me tentase el diablo echarles bórico,
que puedo matar a los cristianos... ¡No mueren, no, ni con esas! Es una pena
que los moros no coman jalufo, que
entonces, con el ácido que yo pusiese en los jamones, hacíamos las paces…, por
extinción! El caso es que los Economatos de los cuarteles me hacen la
competencia...; ¡en los precios, se entiende! Por eso quiero ampliar el
negocio; y pensé en poner un mesón, ahí por la Calle del Seis de Abril...
Bocadillos para la tropa, ¿sabe? Si llegamos a tener guerra con Marruecos,
aumentará la familia española, ¡tanto en el Mesón como en el cementerio!
…
Aquí el choio
es traer jamones y chorizos, pero de Lugo, o de Tineo, que son más baratos que
los de esas Cumbres Mayores! Y quesos, quesos también; con mucha sal, para que
ande alegre el mesonero! En canto al vino...; mire, de eso vale cualquier cosa,
pues con el paladar reseco, del miedo, de las marchas, de la polvareda del
desierto, ni los Coroneles lo distinguen, para cuanto más los soldados!
...
-El nombre para el Mesón ya lo tengo: como hay que
bajar dos escalones, Salto do Can.
Hay otro en Lugo... Y servirá para que los soldados recuerden su perro, que lo
dejaron en la aldea… Lo que me falta ahora son diñeiros, una presadita,
que por eso le pido un empréstimo...
...
-Todo lo que me pueda prestar con dos firmas, que ya
le traeré de las buenas, que allí en la cárcel tengo buenos amigos…
...
Intelectual
-¡Como veis, se trata de un colonizador típico, de
categoría! Aquí hay otra cinta que también recoge una conversación bancaria,
pero con un Comandante dignísimo, ¡de los de puro, muy apurado!
Suena, de nuevo, el aparato
de las cintas:
...
-Se trata de una pequeña cifra... ¡Es por no pedírsela
a mi suegro, que tengo mi aquel, por supuesto! Ya te dije que el empréstito es
para acondicionar terrenos... Ni se cuánto, una pila de hectáreas, en la Vega
del Segura. ¡Si, en mi pazo, que es
como llaman en la Galicia profunda a los cortijos señoriales!
...
-Bien, si, por supuesto. El crédito anterior también
fue cortijero…, que de juego, nada! Allá van cuatro o cinco, pero un cortijo
vale..., millones! Y luego está que el Capellán, el Páter Pumariño, tan rico
que es, nunca tiene inconvenientes para avalarme!
...
-¡En absoluto; son cosas diferentes! De diversiones
falderas..., ¡nada, que me lo prohibió mi suegro! Y de póquer en el Casino...,
¡lo mínimo, sólo para no aburrirme!
...
-¿Que dice de pedirle anticipos a la caja del
Cuartel...? ¡Hombre, no, que eso da una imagen..., cuartelera!
...
-¿Que no le llega con la del Páter? Eso de traer
firmas ajenas me ofende...; ¡mucho! ¿Firmas, yo, que rajé el mapa de España, de
par de Aranda, por el Ebro abajo? ¡No me hagas reír!
...
-¿Pero qué dices de una Declaración de Bienes? ¡Los
militares no declaramos nada, ni la guerra, que nos las dan iniciadas!
...
-¡Si que vive la madre de ella! ¡Pero eso da igual: es
hija única! Si estuviésemos, por poner un ejemplo, en la Coruña, andarían diez
Bancos detrás de mí... Pero tengo que continuar aquí, en esta maldita África;
por puro patriotismo, ¿sabes? Abonos, esos baremos de la escala...; en
definitiva, honores, que lo demás no me interesa!
...
-¡Claro que seguiré aquí, por todo el plazo de este
crédito, naturalmente! De pedir traslado, nada, en absoluto, que aquí estamos
la flor, la flor y la nata del Glorioso, del Invicto. Si acaso, con alguna
ausencia..., que se van para hacer cursos! A ti, como civil, te llega con
ponerte firme cando se honra la bandera!
...
-¡Ah, sí, claro; hiciste las Milicias…! Entonces,
acuérdate: ¡Si bis pacen..., para bellum!
Ahora, con las ayudas del Tío Sam, los estudios militares tienen un mayor
estímulo, otra complejidad, que por eso hacemos los cursos; con dietas, por
supuesto, que eso refuerza nuestra solvencia!
...
-¿Hablas de esa interacción hispano-marroquí? ¡No sé
qué decirte, que yo, de eso de la política, paso! La política es una vanidad; o
mejor dicho, una vacuidad, que en España la tenemos superada gracias a ese
político ingente, que lo es el Caudillo! ¡Si no fuese porque es gallego,
llegaría a Emperador...!
En cuanto a estos incordiantes, eses guatanes...;
nada, cuatro petardos festeros, de simples desocupados! Cuando Marruecos, un
Marruecos coronado, les vaya metiendo en cintura, desaparecerán paulatinamente
esas algaradas del Istiqlal. Nosotros, aquí, ¡un Territorio de soberanía!, no
tenemos que hacer nada; ¡nada, en absoluto! Aquí, por no haber, ni hay rojos, que se exige el Certificado de
antecedentes Penales! Yo lo dijo César, que cuando hay paz, Quieta, non movere!
...
Comandante T.
-La voz de ese Camarada me resulta familiar. Todo un
caballero español: ¡Si llega a ser civil andaría con la pajarita al cuello!
Intelectual
-¡Nosotros nunca lo dudamos! Por eso, habida cuenta de
la presencia de aquellos caballeros tan caballerosos, no extremamos las
precauciones para organizar nuestro famoso ataque… Si hubiese golpes, si hubiese zorros con mando en
plaza, nuestro golpe, nuestro ataque, hubiese sido..., más zorrero!
Comandante P.
-Bien; puesto que acabaste con esta farsa de las
cintas…, ¡a redactar el Informe! ¡Ar!
Intelectual
-¡Casi, casi! Mas, para que la muestra sea
representativa de los diversos afanes y de los diversos estamentos y clases, en
aquel Ifni inefable, voy a meter una de aquellos Suboficiales tan…,
¡colonizadores! ¡Y con esta cierro la sesión; prometido!
El que habla ahora se
expresa en un gallego muy cerrado:
…
-¡Si, soy galego!
¿Se me nota en los falares? De
ascendencia, labrega! Si, por mi desgracia, como dijo el señor Marcos, aquel de
la Portela…
…
-Casado, también. Le soy de Lugo, rayando con Coruña…;
y mi mujer también raya…, ¡pero con Pontevedra!
…
-Sólo tenemos una hija, cosa que aquí es pecado, que
me lo dijo el Páter, que las familias numerosas reciben, de seguida, un
premio…, ¡por su patriotismo!
…
-¡Pues así le llaman! Pero en Madrid le dicen patriotismo de Kamasutra. Eso se paga, o
por mejor decir, se cobra, ¡con un pabellón de F. N.! ¡Igual que decir,
“Fuerzas Navales”, o “Fuerza Nueva”, pero en este caso, Familia Numerosa… Y
mientras, nosotros, los pecadores, los de profilácticos, tenemos que vivir en
casas morunas, de adobes…
…
-Santos no le somos, iso no, que ya se lo dije! Pero mi mujer, que la trajo para Ifni su
cuñado, el Sargento Bouzoá, ¡y por eso la llaman Operación Cuñada!, le tiene
otras virtudes, que le es tan ahorradora como yo mismo! Así que..., pensamos
como uno solo, y comemos como uno solo, pero como uno solo no fornica...; ¡pues
eso, que no tenemos pabellón! La nuestra cativa
viene comiendo, aproximadamente, lo que yo ahorro de comida cuando me quedo en
el cuartel! ¡Je, jee, jeee!
...
-¡Ah, eso! Es que pocos Suboficiales fuman, y menos en
pipa! No bebemos, ni jugamos, ni andamos de guilindrainas
detrás de las mujeras, mercándoles
joyas. Joyas, alfaias, bixús... ¡Todo iso ya lo son ellas! Los Oficiales nos dan mala fama, sona de
aprovechados, pero bien que se aprovechan ellos de nosotros, que les hacemos
todo el trabajo, mayormente los sucios!
…
-¿Qué por qué me quedé en el Ejército? ¡Ay, de eso, mi
señor, antes que vivir de un tercio, repartido entre todas las legítimas, es mejor
venirse para África, al Tercio! Cierto es que mi mujer era morgada, que por eso no me quiso hasta que me vio con los galones
de sargento!
…
-Allí, no meu
lugarciño, la escuela caía lejos, y en el invierno tenía que atrouchar la nieve del monte hasta el
cabezal de la parroquia. En primavera los caminos estaban enlamados. Y después
venía el verano, que siempre llega, ¡igual que le pasa al San Martiño!, así
que, daquella, con los trabajos de la
huerta, el lameiro, la seara…, ¡ni cogíamos el pizarrín! En otoño, aquellos Maestros,
¡los pocos que había, que casi todos fueron depurados por Franco, no daban
llegado…, ¡mientras tuviesen playa! Por si fuese poco, cuando se cansaba el
Maestro de hacer escuela, vacaba, hacía punto,
¡sin previo aviso! Los Maestros estudiaban en la Normal, que por eso se
consideraba normal todo lo que hacían, y todo lo que decían.
…
-Sí, claro; es verdad, que los minorazos también salimos adelante; ¡pero fue gracias a la Guerra
de España! Cuanto más brutos, mejor se nos daba hacerla… Yo tuve la suerte de
que sabía matar el cerdo, y eso me fue útil…, ¡para entrar a la bayoneta! Me
salvó mi ignorancia de esa andrómina de la trayectoria parabólica de las balas,
cosa que tanto acobardaba a los Bachilleres, que se emperraban en entenderla!
Decían de mí que era un jabato; y entonces el Capitán azuzaba: Tira pa lante, jabato, que tú y yo tenemos que subir a la cumbre,
avanzando por estas vaguadas, que de paso les arrincamos el drapeau a estos
milicianos…! ¿No hueles su pernod…? ¡Quién me iba a decir que en Ifni
volveríamos a tener a los franchutes enfrente, en esa frontera! Esos condenados
hasta les enseñaron a hablar francés a los moros… ¡No se puede con los
gabachos!
…
-¿Que por qué no pongo todos los huevos en el mismo
cesto, en una sola cuenta, en la de este Banco? Verá: Lo aprendí de mi madre,
una vez que tropezó con una piedra yendo a la feria. Como dicen allí: Por un
lado, ¿qué quiere saber? Y por el otro, ¿qué quiere que le diga? Si no vengo
por aquí, a su Banco, todos los meses de Dios, es porque me da vergüenza eso de
que ustedes me llamen imponente tan a
menudo! ¡Si, si, que aquí lo pone, en estos impresos de ingresar en la libreta!
Entre aquello de jabato, y esto de imponente…, ¡ya me parece una burla!
…
-No, no se ponga así por tan poco, que le hablo en
serio: La que está imponente es mi mujer, que ella ingresa en Correos, en la
Caja Postal, un mes sí y otro también, ¡a su nombre! De esta forma, con estas
precauciones, aunque alguien nos vea una de las cartillas, no pensarán que me
aprovecho de la cocina del Cuartel; o que mi mujer nos tiene racionados, que la
gente, para lo malo…! Dijo una vez mi Capitán que la mujer del César tiene la
obligación de ser honrada…, sin dejar de parecerlo! ¿Dios, quien le mandaría a
mi padrino ponerme César?
…
-Después vienen las Coloniales, y entonces vaciamos
las Cartillas, las que llevamos de aquí, las dos, en otra de la Postal, que la
tenemos en los bajos de una de las casas de mi mujer… Pero lo hacemos después
de mercar las leiras, y de plantar
los pinos…, ¡para que nadie nos tenga por ricos! Así no les ocasionamos
envidia, que es lo que más encarece las fincas! Como ve, si Dios quiere que
estos mouros do carallo vayan
teniendo aguante, aquí nos haremos ricos, si cuadra casi tanto como el señor
Coronel!
…
-Mi mujer cose, ¿lo sabía?, así que, cuando precisen
ropa… Ella cose más bien para las señoras de los Jefes, pero en secreto! De
esta manera ellas estrenan en el Casino…, modelitos
de París! ¿Qué le parece? ¡Es de coña! Yo preferiría clientas civiles, que
las militaras tienen poca memoria
para eso de los pagos; ¡como todas son de marquesa para arriba…! Pues eso, que
no les dan importancia a nuestras facturas!
…
-¿Me pregunta que cómo es que no me aburren los
sirocos? Señor, a quien tenga cavado, entolado, queimado, extendida la ceniza de diez fanegas de monte, ¡al año!,
que no le vengan con esas mariconadas del siroco. ¡Ese es un problema de las marquesas, de esas que vinieron al
Territorio para poner su marca!
…
-¿Ya me apuntaron en los libros del Banco? Entonces me
voy, que vuelvo a entrar de cocina, pero no espere más cuartos hasta dentro de
ocho o de diez semanas, ¡que ya se lo expliqué! Mire lo que son las cosas, que
dicen que la Historia se repite: Aquellos de Burgos, en la del Treinta y seis,
iban a su catedral y rezaban para que durase la guerra…! Pues aquí va ser cosa
de rezarle a su Alá para que nos aguanten, por lo menos hasta llenar la última
hoja de nuestras Cartillas! ¡In cha
al-lah!
…
Comandante P., que se
levanta colérico, dirigiéndose al Intelectual:
-¡Ya está bien de trapos sucios y de enseñar nuestro
culo, así que, morangos del nabo, tocadme el ídem, que va siendo hora de
ponerse a las abluciones! Si tenéis algo que concluir, ponedlo a refundir, que
yo no aturo más espionajes; ni espionajes ni dilaciones procesales!
Se abate en la Mesa, dando
trompazos con los codos, enojado, y con eso, empieza a caer el paño, como
siempre, lentamente.
LISTO PARA SENTENCIA
Preside Doña Historia,
que durante las anteriores escenas de
este segundo acto, por tratarse de un Jurado, se mantuvo al margen de sus deliberaciones,
sentada en un lateral, con el Alguacil a su lado como si fuese su Ayudante de
Campo.
Historia
-Señores de este Jurado, que estemos aquí, en la
Eternidad, fuera del tiempo, pero no del espacio, no supone que los del planeta
Tierra tengan que esperar indefinidamente por mis fallos. Así que, ustedes,
todos ustedes, como Jurados juramentados, deben rendirme cuenta de sus
deliberaciones para que pueda emitir la
Sentencia
que se estime más oportuna. ¿Quién será el Portavoz de
los Magrebíes?
Intelectual
-¡Bismillah! ¡En el nombre de Alá, el Compasivo, el
Misericordioso...! ¡Señoría, lo sorteamos y me tocó la china!
Historia
-En este caso, informe, pero hágalo con objetividad, que estoy harta de bibliografía partidista, pues cada Autor me habla de aquella feria del Ifni según su época, o su credo, haya o no participado en ella!
-En este caso, informe, pero hágalo con objetividad, que estoy harta de bibliografía partidista, pues cada Autor me habla de aquella feria del Ifni según su época, o su credo, haya o no participado en ella!
Intelectual
-Entonces, con la venia: En estas sesiones de crítica
recíproca, objetivada la cosa, según su deseo, y depurados los sentimientos
personales; también, de paso, las concupiscencias raciales, ¡hasta donde nos
fue, humanamente, posible!, tengo por cierto que este affaire del Ifni ya es un
tema asumido, resumido y digerido, ¡precisamente por ante la Historia!
Allá abajo, en la Prensa y en los libros de los países
afectados, aquel follón sigue siendo un tema tabú. Más que prohibido, lo tienen
enojado; y luego está que los de entonces no podían escribir, y los de ahora lo
están mitificando y distorsionando porque ni lo vivieron ni está registrado en
las hemerotecas, y eso a pesar de su importancia y trascendencia históricas!
¡Se limitan a amontonar datos físicos, tal y como si estuviesen preparando una
tesis de investigación doctoral! Pero la Historia de las contiendas marroquíes,
concretamente las del siglo XX, además de física tuvieron su química, como todo
problema familiar! Me explicaré:
En España les quedó la mala conciencia de haber
culminado las últimas colonizaciones, las tres: Ifni, Guinea y el Sáhara, con
una suma algebraica de aciertos y desaciertos impresionante, que les dio, ante
el mundo y ante ellos mismos, un resultado negativo, tan repugnante que hiede!
Se resisten, por tanto, a poner en sus libros de texto una síntesis de la
verdad objetiva aquí procurada.
En cuanto a Marruecos, el problema de mis compatriotas
sigue en tiempo presente por las implicaciones personales que tuvo aquella
guerra oscura, indigna e innecesaria. Por parte marroquí hubo un pecado de
juventud y de impaciencia, y creemos, incluso, que poco coránica y poco
pragmática. Sin embargo, atenúan su pecado aquellas reiteradas humillaciones
coloniales, fuesen francesas o españolas; y también su reciente, y acaso aún
verde, mayoría de edad política, con la consiguiente recuperación cultural como
pueblo independiente. También concurrieron las simpatías descolonizadoras de
medio mundo, que jugaron a nuestro favor; ¡ni sabemos cuánto! Queda alguna que
otra razón adicional, que omito por brevedad, lo que no significa que les
restemos importancia; lo hago simplemente por brevedad, pero conste que latían
en las conciencias de entonces; ¡como mínimo, en las analíticas!
También acontece, y concurre, Mi Señora, que las
torpezas de España, principalmente aquello de unos Impuestos extemporáneos,
míseros y tardíos, como de trasacuerdo franquista, impuestos no tanto por lo
que pudiesen recaudar los españoles sino como evidencia de que querían
presentar, ante el mundo occidental, una cierta provincialización, con
Registros de la Propiedad, etcétera. Y también la no menor de facilitar el
asentamiento en Aaiún de aquellos contingentes civiles ifneño-marroquíes,
comerciantes y/o retirados del Ejército español, que nos abrieron las puertas,
las puertas y también las apetencias, saharianas, quedando el Territorio de
Ifni como un estorbo, como un atranco viario, para una soñada anexión del
Sáhara.
Con esa suma de incidentes se fomentó la asunción,
pero también la consunción, históricas, del Caso Ifni.
Si en España mandasen los sabios, -es un decir, pues
en democracia aún están verdes; ¡algo mejor que nosotros, pero verdes!-, no les
pasaría desapercibida aquella repetición troyana que provocaron en el Sáhara,
con el precedente de Roma cando nutrieron sus legiones con elementos bárbaros!
Pues bien, en el A.O.E., pasó lo mismo: que llevaron, primero para Ifni, cantidad
de rifeños, y después vino el poblamiento marroquí del Sáhara, principalmente
Aaiún, una capital improvisada, que se hizo con gente y con dinero de aluvión,
escatimando oportunidades a los aborígenes. ¡Una estrategia tan necia no se le
hubiese ocurrido ni al que asó la manteca!
Llegados al momento propicio de hacerse con el Sáhara,
nuestro Hassán II ni precisó de su proverbial astucia, que nada tuvo que
inventar, absolutamente nada, para fortalecer sus reivindicaciones, ya que los
propios españoles le tenían ensayada la receta milagrosa. Como dirían los
gallegos, ¡que Marcha Verde nin que carallo! La marcha decisiva, la primaria y
primordial, fue aquel trasvase, estúpido y calladito, aquella feudalización del
Sáhara con tenderos y demás amiguetes llevados o expulsados de Sidi Ifni, a
últimos de los Cincuenta, a título de premio/castigo por supuestas
lealtades/deslealtades, causa y generación remotas de aquella reacción
polisaria… Tales hechos oscurecen, y dificultan, Madame, que se asuma históricamente
la liquidación del Caso que nos ocupa.
Como usted, Doña Historia, está discurriendo
lentamente en nuestro Magreb, aquí tenemos otra causa de la incomunicación y
del abandono radical en que tuvieron, y aún tienen, a Ifni, nuestros Maliks,
resultando evidente que aún les queman en las manos aquellos tizones, aquellos
rescoldos españoles. ¡Dicho de otro modo, el temple de las tizonas cidianas!
Con esto asumido, que no tenemos dudas de que los
conflictos, sean personales, sociales, o incluso internacionales, no se
digieren sin debates racionales, y mientras tanto, no se pueden superar,
entendemos que, abrogándonos una cierta representatividad magrebí, por lo menos
en el campo de la intelectualidad, debo reconocer, y así lo hago constar a Su
Señoría, aquella colaboración, aquella noble colaboración, del pueblo español,
particularmente gallegos y canarios, gallegos en lo militar y canarios en lo
civil, que tanto se singularizó en el desarrollo de este follón de Ifni!
¡Entiendo también, si se me permite otro inciso, que
va siendo hora de que en España, tanto en la peninsular como en la insular,
sepan quién les quitó las castañas del fuego, en plena hoguera bélica e
independentista! Y si antes no lo tengo dicho, fue por dar la preferencia a los
propios españoles, ya que estaría mejor que ellos mismos cantasen las loas
propias, pero está visto que eses centralistas antes cantarían las cuarenta que
hacerlo con las sagas brumosas de sus conciudadanos hispano -suevos!
Por aquí, por ante la Historia, desfilaron, o fueron
evocados en estas diatribas:
Pepiño, el de la Rueda, cualquiera que fuese su
apellido real, que encarna bastante bien ese conjunto disjunto de gallegos
anónimos, anónimos pero decididos, que aparecen con frecuencia al comienzo de
toda aventura y/o descubrimiento de rango universal. Pero como los gallegos,
los enxebres, siempre piensan en
gallego, los cronistas de habla castellana no suelen, ni saben, traducir estas
singularidades.
Un alto porcentaje de los militares de graduación
media, o no tan media, ¡eso sí, todos ellos castellano-hablantes!, que por eso
se eclipsan, fundidos por los cronistas en la Historia General de las Españas.
En la enseñanza, en la burocracia y en la técnica
aportada, los gallegos, en mancomunidad con los canarios, por supuesto, fueron
mayoría relativa, muy importante si clasificamos a los españoles allí
destinados, o incorporados sucesivamente, ateniéndonos a las Autonomías
actuales.
Luego está el propio Franco, circunstancialmente en la
cumbre de los galaicos, ¡que no colegas suyos!, quien por cierto ya no precisa
palios; ¡ni palios, ni paliar sus hechos!
Yo resaltaría, en relación con Ifni, al casi anónimo,
pero laureado, Gómez-Zamalloa, a quien todo España debe honores excelsos,
inmarcesibles. Sin embargo, pienso que su nombre sería una buena pregunta para
derrotar opositores de las más altas encomiendas. Sin la templanza, la
valentía, la prudencia, y también la profunda humanidad, de este hombre, de
este gallego baril, (del germano, baro,
“hombre libre, apto para la lucha”), a quien yo parangonaría con el propio
Xelmírez si les cambiásemos de siglo y si mutásemos el fajín de uno por el
cíngulo del otro, pues, tal y como estaban las cosas en África en el Cincuenta
y siete, con tan poca previsión y un material de guerra tan ruin y arcaico, si
no fuese por semejante César, por este eximio laureado, me río yo del famoso
desastre de Annual, del que se derivaron tantos y tantos incidentes, ¡por no
llamarles accidentes!
Si, si, del Annual, aquellas posiciones del Rif, en la
zona Igueriben, en el propio alfoz de Melilla... ¿Es que ya no recuerdan, no se
acuerdan o no quieren acordarse de aquella vergüenza nacional, un auténtico
descalabro, que ni para nosotros fue útil? ¡Pues es para acordarse, que el año
1921 no queda lejos; y nuestro Sidi Abd el-Krim está en nuestros altares
patrióticos, bien fachendoso por cierto! Pregúntenle, pregúntenle al ánima del
General Fernández Silvestre..., que se vino al Cielo, al nuestro, al Magrebí,
muerto de vergüenza, más aún que de los gumiazos recibidos, no faltando quien
crea que se autotrasladó a la eternidad, trastornado por sus remordimientos!
Insisto en que, si frente a nosotros, a los atacantes,
en tan histórica y crucial ocasión, no estuviese el temple y la sagacidad del
General Gómez-Zamalloa, España tendría en la guerra de Ifni dos o tres mil
muertos, en lugar de los quinientos, ¡y a ver quién ocultaba semejante sangría,
con o sin censura, en la vehemente España, en aquella España de una Dictadura
ya tambaleante, sostenida tan sólo por la baraka de Franco, como la Historia,
la propia Historia, está harta de demostrar. Este análisis del salvador
Zamalloa, que yo sepa, aún está sin hacer, y es asombroso que nadie se parase
en analizar a fondo semejante epopeya, semejante heroicidad, tal suma de
aciertos en un militar aparentemente tan rudo. ¡Es una omisión imperdonable
para la cultura hispana, particularmente para la nacionalidad gallega!
Por otra parte, Zamalloa fue demasiado sol como para
dejarle lucir en el Campo de Marte, y por supuesto que su propio Caudillo fue
el primer interesado en acuartelarle con honores internos e ínfimos. ¿Le dio
Franco otra laureada? ¡Estaría bueno, pues con la envidia que siempre le tuvo a
Varela, por las dos suyas, don Francisco Teódulo de esta vez no picó!
Comparaciones aparte, que Zamalloa es incomparable, tengo para mí que el César
es más César si gana las guerras con un mínimo de caídos. Pues ese fue,
exactamente ese, el caso de este guerrero, pero la cretina Spania siempre
encubre a los héroes verdaderos, en su crónico daltonismo!
Basta, para este aserto acerca da su valía, y para la
ponderación de tan singular taumaturgo como fue Zamalloa, con detenerse a
considerar las estadísticas del armamento y de la munición habidas en los
respectivos campos de batalla:
Por nuestra parte, en un mínimo y somero inventario,
los magrebíes disponíamos de: Un ciento de morteros; ametralladoras modelos
francés y checo, así como algún que otro fusil ametrallador; metralletas y
subfusiles a pares, como las alpargatas; fusiles de todo tipo, y también
escopetas de caza, con postas; bombas de mano, por camiones; pistolas
americanas de largo alcance... ¡Y mil cosas más, todas ellas de precisión y
modernas! De hombres adiestrados, perfectamente adiestrados, muchos de ellos ex-combatientes
de las últimas guerras, un contingente caralludo, que diría Zamalloa. Tan sólo
en la concentración de Guolimine tuvimos, bien adiestrados, armados e
dispuestos, arriba de los cinco mil. Eso no lo sabían en España, ni siquiera
los de su Estado Mayor, que con semejante desinformación se cubrió de telarañas
aquel ínclito Servicio Central de Documentación, remedo de la CIA, también,
¡qué no tan bien!, fundado por el eximio alter ego franquista, Almirante
Carrero Blanco, aquel prohombre que lo era todo porque se le suponía ojo
clínico..., en la tierra de los ciegos!
Por parte española, tal era vuestra prepotencia en lo
meramente personal, tal vuestra ingenuidad, tal la confianza de vuestro
Caudillo en la fraternidad hispano - árabe, pero, sobre todo, y como queda
dicho, vuestra desinformación crónica, vuestra indocumentación del tal Servicio
de Documentación que, para entonces, en la armería de vuestra África
Occidental, poco más teníais que tambores viejos, rasgados de tanto tocar
marchas triunfales. ¡Ah, y guantes; guantes blancos, para los desfiles!
Dije concretamente que vuestro potencial podría ser de
dos o de tres mil muertos, pero no aclaré que eso sería el primer día, en la
noche del 23 al 24 de noviembre del Cincuenta y siete, pues ni vosotros os
apercibisteis del riesgo que corrió el franquismo, ni nosotros midiéramos por
extenso nuestra capacidad detonante, detonadora de un batacazo político -
militar, que lo tuvisteis a las mismísimas puertas, en las del Pardo! Si
hubiese caído Ifni aquella noche, ¿cuál sería el amanecer de la Guardia Mora?
¡Eso sí que lo calculó Franco, que ordenó su inmediata salida por el aeropuerto
de Barajas! Por todo esto no me cansaré de repetir cual fue el milagro de tener
disponible en el A.O.E. un guardacostas del temple y de la capacidad militar
del eximio Zamalloa. ¡Fue otra baraka de las de Franco, otra más! ¡Que conste!
En esta indolencia española, conscientes como debíais
estar do vuestro incumplimiento del Tratado del Pardo, aquel documento del 7 de
abril del Cincuenta y seis, que decía, bien claramente, que España nos
reconocía... la integridad territorial de Marruecos, tal y como está
garantizada por los Tratados Internacionales en vigor...
¡Hay que repetirlo para que quede claro, claro y
definitivamente sabido!
En estas circunstancias, con estos
Acuerdos/Desacuerdos previos, ¿se puede culpar a Marruecos de que intentásemos
rescatar, liberar, por todos los medios a nuestro alcance, aquel Enclave, esa
cuña de Santa Cruz de Ifni, disponiendo, además, de una juventud enfervorizada,
exaltada por los inciensos de una independencia reciente, por una increíble
victoria obtenida nada menos que frente a la grandeur de la France, alentada por un Istiqlal visionario y
reivindicativo, con un Movimiento de Liberación que estrenaba armas? ¡Espero,
por tanto, Señoría, que su exoneración con respecto a Marruecos y a sus Guías,
a sus Conductores, va a ser total y perfectamente laudatoria! ¡En rigor
histórico, ello es inevitable!
Doña Historia, Madame, llegados a este punto tan
esclarecedor, en estas Convivencias Contenciosas, permítame tenderle la mano,
con toda fraternidad, ¡ahora sí!, a estos españoles tan calladitos, que
soportaron el principal peso histórico de la labor y de las penalidades
coloniales en nuestro indiscutible Ifni. Entiendo que tienen bien merecido
nuestro respeto histórico. ¡Lo digo y lo suscribo con toda sinceridad y con la
mayor admiración! Por eso, con estas premisas, definidas y definitivas, y con
su venia, voy a ser franco con los de Franco.
No debiera ser indiscreto, no debiera haber dicho,
así, en público, todo lo que aquí me oísteis, pues por esta franqueza, nunca
monumentos me elevarán en mi Magreb, en el chauvinista Magreb, pero no quiero
achantarme en la autocrítica en justa emulación de estos nobles contrincantes.
Por otra banda, como se dice en vuestro paraíso, en
esa Gallaecia siempre verde, entiendo que también hay patriotismo en mi
franqueza, en la presente, ya que de este modo contribuyo, o pretendo hacerlo,
para que se les quiten a los españoles esos errores, históricamente enraizados,
de considerarnos holgazanes y perezosos, sucios y torpes, traidoramente
dúctiles, precisamente a nosotros, a los magrebíes, cuando de hecho lo que
visteis vosotros, en aquellos años de aquel pseudo-protectorado, fue una
postración temporal, humillante pero superficial, de esas cíclicas que
soportamos, de cuando en vez, todos los pueblos, todas las civilizaciones.
Recordad que el Magreb actual está generado por aquellos maestros toledanos,
cordobeses, granadinos…, a los que debéis la única filosofía que tuvo España; y
de paso, la horticultura, el riego, la ecología, la gastronomía, el
curanderismo…; y aún la mejor arte decorativa, además de una comprensión humana
y de un fuerte humanismo, pues el vuestro, el importado de Grecia a través de
Roma, os lo habían ahogado los godos.
Todo esto sin pasarnos a las artes prácticas y a
tantos otros saberes recogidos por los árabes en todo el Oriente, Bizancio
incluido, aquel refugio salvador-transmisor de la cultura greco - latina.
¿Verdad que es cierto, históricamente cierto?
Señoría, por lo que a mí respecta, entiendo que, a
efectos históricos, esta Cuestión de Ifni ya la tenemos, a estas alturas del
debate, perfectamente batida; o por lo menos, enérgicamente rememorada y
agitada. No me duelen prendas en reconocer, aquí por ante a Historia, que si
nos damos la mano de nuevo es, lo fue, gracias a los buenos oficios de los
pescadores gallegos, que siguen a ser los mejores y más sutiles ladrones del
mar. ¡Quiero decir, los mejores diplomáticos do mundo! Como logran acomodar las
voluntades de los terceros, eso lo ignoro, pero lo visible es que son hábiles…,
¡más que los fenicios!
Señoría, este Jurado exonera a los nuestros,
obviamente, desde Mohamed V a Hassán II; que Alá los guarde y los vigile por
muchos años; pasando por el Eximio Professeur Si Al-lal el Fassi. En canto a
Franco y a sus franquistas..., les perdonaremos aquellos errores coloniales,
bien garrafales por cierto, y lo hacemos en gracia a la recomendación de estos
defensores, de estos re-comandantes, particularmente los inimitables galaicos.
Este es, en resumen, nuestro Dictamen!
Señoría, yo he hablado, aquí y ahora, por los míos, y
lo hice para la Historia Definitiva, para la Universal. Recordad, vosotros,
impíos españoles, que quien rompe un pacto, cualquier pacto, sea de Dios o del
Pardo, rompe lo que Dios mandó que estuviese atado, y bien atado! Los que
propagan la corrupción del verbo contractual, ¡eses, eses serán los malditos;
esos son los extraviados!
Los musulmanes le aplauden, fuerte y prolongadamente;
los españoles también, pero algo menos, por simple cortesía.
Historia, mayestática:
-¡Oh, Alá, qué lección tan magistral, verdaderamente
histórica, la que nos dio este alumno de aquellos Maestros españoles que
ejercieron su magisterio en Sidi Ifni! De todo lo cual se deduce que no debió
ser tan nefasta su protección, o su Protectorado, por más que le llamasen,
Soberanía! Tomo la debida nota para mis Archivos, para los Históricos, y
concedo la palabra a este Farero tan majo, tan garrido, que hace de Portavoz de
los Galaicos.
Farero
-Señoría, los míos delegaron en mi como Portavoz, y
deduzco que sería por una cuestión de encaje. ¡Naturalmente, ya que soy natural
de Camariñas..., el país de los encajes!
Reconozco que, como gallegos de pro que somos, nos fue
difícil llegar a un veredicto unánime pues en lo único que, en definitiva,
coincidimos, es en que este Intelectual, este mauri, fue una pena que no estuviese de parte de sus Maestros en
aquel follón de Ifni. Sin embargo, le admiramos y le agradecemos sus buenos
oficios, los diplomáticos, en este Juicio histórico.
Comprendemos la fogosidad de una población que
estrenaba independencia, ¡eso sí!, pero lamentamos que el Professeur Si Al-lal
no aplicase, en su momento, aquella filosofía de nuestro Caudillo, cuando,
refiriéndose a Gibraltar, opinó eclécticamente que no hay que preocuparse por
las frutas maduras. Con esa filosofía fatalista, tan propia de vuestro Credo,
hubiésemos ahorrado mucha sangre, en ambos frentes, y hoy tendríamos, en los
dos países, unos cuantos parados más, ¡pero vivos!
Por otra banda, no sé si por la de babor o por la de
estribor, ya que ahora, por nuestros caídos, sólo podemos responsar, ¡por si
alguien no salió aún del Purgatorio!, nuestra propuesta es que, en memoria de
aquella pesquería, nos dejéis pescar libremente..., ¡qué bien poco pedimos en
este Acuerdo histórico, transaccional!, en aquellos bancos canario-saharianos,
en aquellos a los que nuestro Diego García de Herrera llamara aquello tan
bonito, y tan sonado, ¡tan sobado y tan reivindicado!, de, Santa Cruz de la Mar
Pequeña. Yo me encargaría de apagar los faros…, para evitarnos el conteo de
esas millas de protección!
Por supuesto que sin trabas, ni chanchullos con las
millas marinas; quif-quif, sin limitaciones en el calibre de las redes, sin
capitales mixtos, sin cazos ni intermediarios... Nada de zaragatas ni
zarandajas, ni frenos ni atrancos de los vuestros, tan habituales, tan onerosos
y tan incómodos de cumplir!
¿Que, lo hacemos así, hermanos del Libro, que es tanto
como decir, pescadores todos, hermanos del Mar de Galilea? ¿Rematamos en tablas
el pleito hispano-marroquí; y de paso, que esos Polisarios se apañen como
puedan?
La respuesta puede ser
comprometida, así que ninguno de los presentes abre la boca, pero los
musulmanes hacen gestos extraños, dan indicios de asombro, cínicamente
asombrados. Por su parte, después de una cierta indecisión, los gallegos rompen
en aplausos; eso sí, evidenciando un cierto trasacuerdo, admirados por la
sagacidad y por el oportunismo del Farero, su Portavoz.
Historia, dirigiéndose a
los galaicos, no sin cierta ironía, bien perceptible:
-¿Que, se les acabaron los trasacuerdos pesqueros? ¿Va
la definitiva? En ese caso, aquí tienen una Sentencia histórica, mi
SENTENCIA
En un aparte:
-Si no me apresuro, estos gallegos, ahora que tienen
Autonomía, son capaces de reconquistar Ifni, ¡por el procedimiento árabe, o
sea, a golpe de emigración, más o menos clandestina! Acaso dándole a la rueda
de afilar, tal que hicieron la primera vez... ¡Y también son capaces de
colonizar, de hacer praderas, sea por aspersión o por desalinización, en las
propias arenas del desierto…, ¡con tal de ampliar su Cuota Láctea!
Le ponen sobre sus hombros
un rico manto, de los de ritual solemne.
-Nos, por la gracia del Dios único y misericordioso,
Historia Contemporánea, del Título de Aquende y de Allende de ese Estrecho de
Gibraltar, después de considerar todos los Considerandos, y a resultas de los
Resultandos,
Por Ante Mí,
DECLARO:
Que tratándose de un pleito más bien personal entre
magrebíes y pescantines galaicos, Pepiño el de la Rueda, Franco, Gómez
Zamalloa, etcétera.., la verdad aséptica, la decisoria, no puede por menos que
ser confusa, profusa y difusa. ¡A ver si me entienden...!
Así que, mis dueñas y mis señores, estudiosos todos, ¡este
Contencioso de Ifni lo voy a dejar en tablas! Sin perjuicio de que se abracen y
reconcilien, aquí, en los Estrados, por Ante Mí, delante de la propia Historia,
el General Laureado Don Mariano Gómez-Zamalloa y Quirce, y el Eximio Profesor
Si Al-lal el Fassi, dos magníficos defensores de las Causas respectivas,
patriotas donde los haya, buenos vasallos, ¡pero de sus Señores, de los
respectivos!
Así, definitivamente, por esta magnánima
SENTENCIA,
mando, declaro y publico, principalmente para
que conste en los libros de texto, y que así rematen todas las dudas, todas
las diatribas, incluso las históricas, con respecto al
IFNI
¡Escríbase en los Anales Hispano - marroquíes, mas,
para que sea indeleble, indeleble y no repetible, asígnese con la sangre de los
héroes, de los de ambas partes!
-o-
Reaparece el General
Gómez-Zamalloa por la derecha del espectador; y el Profesor Si Al-lal el Fassi,
que lo hace por la izquierda, tal y como le corresponde! Se abrazan
efusivamente, fraternalmente, sin reservas.
De fondo se oye una retreta
floreada. Fueron retornando al escenario los otros personajes, confundidos con
los Jurados. Se abrazan todos, efusivamente.
Cruza por delante, de parte
a parte del escenario, el Adelantado de Ifni, aquel Afilador, Pepiño, el de la
Rueda, tocando la chifla de su oficio. Se para un momento en medio de la escena
y saluda al público quitándose la gorra con parsimonia, un tanto hierático.
Todos los presentes en el escenario miran atentos y respetuosos para el
Afilador.
Algo después, según se vaya
calmando la euforia escénica, cruza la Guardia Mora del Pardo. Portan, con cierta
displicencia, unos retratos de Mohamed V y de Franco. Los actores, en aquel
momento, se vuelven con naturalidad, sin mayores reverencias. El
Cartero-Alguacil se acerca a su Jefa, la Historia, ofreciéndole una corona, de
laurus nobilis.
Por último,
una niebla artificial,
difusa pero paulatinamente más espesa, va envolviendo todo el escenario. Se
oye, pero no se ve, una trompeta, estridente y tétrica, que convoca para el
Juicio Universal!
-oOo-
El “Bancario”, -miembro del Somatén creado en Ifni para
contribuir a la defensa de la Ciudad, y “Medalla de la Campaña de Ifni-Sáhara”,
(en esta fotografía, el Autor, José María Gómez Vilabella, con su esposa,
Estrella Josefina Rielo Castiñeira, saluda a Mary Paz, la nieta del General
Gómez-Zamalloa, en presencia de uno de los hijos del General Iglesias de Ussel
y Lizana), en los Actos del Cincuentenario de la Guerra de Ifni, en el Hotel
Meliá- Las Palmas), -para no ser menos generoso que el Sr. Barber Cabrera,
también ofrece su perdón, desde ya, a los chicos impetuosos del Istiqlal,
concretamente a aquellos que le embistieron con un camión en las afueras de
Safí, en mayo del 57, resultando su esposa con graves y múltiples heridas, a
condición de que le dejen pasearse eternamente por los jardines del Sétimo, ya
que la botánica es su debilidad actual, siquiera sea para compensar las
arideces de sus diez años en el erial de Ifni. Las huríes se las deja a ellos,
en sutil venganza, ¡para que les agoten! ¡He dicho!
Firmado:
Xosé María Gómez Vilabella
-o-
Del Corán:
4, 78/76 Quien cree, combate en la senda de Dios.
4, 96/94 ¡Oh, los que creéis! Cando entréis en guerra
por la senda de Dios, ved claro y no digáis a los que os ofrecen la paz: “No
sois creyentes”, ansiando lo que os ofrece la vida mundanal. Dios tiene grandes
botines. Así fuisteis anteriormente, pero Dios os favoreció. ¡Ved claro! ¡Dios
está bien informado de lo que hacéis!
No son iguales, entre los creyentes, los no
combatientes y los combatientes en la senda de Dios con sus bienes y sus
personas. Dios nos prometió a todos la hermosa recompensa, pero Dios
distinguirá a los combatientes por encima de los no combatientes dándoles una
gran recompensa, una jerarquía respecto de Él, un perdón y una misericordia.
Dios es indulgente, misericordioso.
37, 37 y s. ... los servidores devotos de Dios...
tendrán vírgenes de mirada recatada, con ojos tan grandes como huevos de
avestruz.
38, 49 y s. Los piadosos tendrán un hermoso lugar de
retorno: los jardines del Edén tendrán abiertas sus puertas; y recostados en
ellas, pedirán múltiples frutos y bebida, y junto a ellos estarán las vírgenes
de mirada recatada.
56, 26 y s. Los compañeros de la derecha (los
bienaventurados) estarán entre azufaifos sin espinas, entre acacias alineadas,
de sombras extendidas, agua corriente y abundantes frutos, que no estarán
cortados ni prohibidos. Las huríes, a las que formamos, a las que mantenemos
vírgenes, coquetas, de poca edad, pertenecerán a los compañeros de la derecha.
-oOo-
CITAS EN EL
TEXTO
(1) Xan, arquetipo de hombre común, manejable, con poca
personalidad y poco carácter.
(2) Algo ya dije en mi libro "Cacería de ciclóstomos
en Ifni", pero más me queda, y quedará, en el tintero, que la Historia
nunca dejará de ser una síntesis, cuanto más apretada más inteligible.
(3) Cumplidos diez lustros de aquel nocturno y alevoso
ataque del 23-11-1957, tiempo que se considera suficiente para una REVISIÓN
HISTÓRICA, fría, objetiva, DOÑA HISTORIA llama a las partes para establecer la
PROBATIO definitiva.
Probatio. Demostración de un hecho o de un acto mediante
la utilización de los medios admitidos por el derecho. En tales procesos
incumbe la carga de la prueba al que afirma, no al que niega: ei incumbit
probatio qui dicit, non qui negat.- Digesta 22.3.2 / Codex Iustinianus 4.19.
(4) Agadirs e Tigherents son variantes de ksar (su plural es ksour), combinación de granero, almacén y fortaleza, donde guardaban el grano, los dátiles, la pólvora y otras mercaderías valiosas, puestas a buen recaudo de las tribus vecinas.
(5) Riffán = 1 peseta, de las de entonces, cuando el Rif
fue república.
(6) Cuando llegaron los franceses, en 1912, los glaouis
fueron capaces de imponer su forma de gobierno porque controlaban virtualmente
todo el Sur. Madani, 1866/1918, con su hermano H´Hami el Glaoui, 1879/1956,
sofocaron la rebelión nacionalista de El Hiba, y prometieron lealtad,
autoproclamándose pachás de Marrakech. Los miembros de esta familia se
convirtieron en caídes de las principales ciudades del Atlas y del desierto.
Los franceses lo consintieron, e incluso les dieron armas, según testimonia
Gavin Maxwell: "...para gobernar como déspotas, perpetuando la corrupción
y también la opresión contra la que los europeos habían ido a luchar".
(7) Al-lal el Fassi, exiliado de la Zona ocupada por los
franceses, estableció en Tánger, paradigmáticamente en el Café de París, su
sede central.(8) Que Alá guarde a unos y a otros, a todos!
(9) Fue el Suboficial francés, Jacques Picard, en St.
Mihiel. A este vigoroso apóstrofe de Picard, tres heridos se levantaron y con
ellos desalojó a los enemigos de la trinchera que les habían ocupado.
(10) El Fassi, Al-lal: "La verité sus les frontiéres marocaines". R.I.E. Documentos. Carlos Ruiz Miguel (10-10-2003): "En su estancia en El Cairo (1953-56) Allal El Fassi, presidente del partido marroquí Istiqlal elaboró sus teorías sobre el "Gran Marruecos", que sería una reconstrucción sui generis del territorio del antiguo imperio almorávide, comprendiendo todas las posesiones españolas del Norte de África (Ifni, la región de Villa Bens, todo el Sáhara español, Ceuta, Melilla y los islotes), toda Mauritania y buena parte de Argelia y de Malí, llegando hasta el río Senegal. Estas teorías nacionalistas, de endeble base histórica (como puso de manifiesto el dictamen del TIJ de 1975, sin embargo encontrarían cada vez un mayor eco político en Marruecos. La primera ocasión en que Marruecos va a adoptar oficialmente esta ideología será, como ha dicho Villar, el 14 de octubre de 1957, en los debates de la IV Comisión (Descolonización) de la Asamblea General de la ONU. Muy poco después, el 10 de noviembre de este año, se creará en el Ministerio de Interior de Marruecos una "Dirección General de asuntos saharianos y fronterizos", al frente de la que estará Fassi. Tras la muerte del rey Mohamed V, el nuevo rey Hassan II asumió la ideología del "Gran Marruecos" en un discurso del 20 de agosto de 1961, para poco después, el 12 de octubre (Día de la Hispanidad) del mismo año, formular reservas sobre los territorios españoles en el Magreb".
(10) El Fassi, Al-lal: "La verité sus les frontiéres marocaines". R.I.E. Documentos. Carlos Ruiz Miguel (10-10-2003): "En su estancia en El Cairo (1953-56) Allal El Fassi, presidente del partido marroquí Istiqlal elaboró sus teorías sobre el "Gran Marruecos", que sería una reconstrucción sui generis del territorio del antiguo imperio almorávide, comprendiendo todas las posesiones españolas del Norte de África (Ifni, la región de Villa Bens, todo el Sáhara español, Ceuta, Melilla y los islotes), toda Mauritania y buena parte de Argelia y de Malí, llegando hasta el río Senegal. Estas teorías nacionalistas, de endeble base histórica (como puso de manifiesto el dictamen del TIJ de 1975, sin embargo encontrarían cada vez un mayor eco político en Marruecos. La primera ocasión en que Marruecos va a adoptar oficialmente esta ideología será, como ha dicho Villar, el 14 de octubre de 1957, en los debates de la IV Comisión (Descolonización) de la Asamblea General de la ONU. Muy poco después, el 10 de noviembre de este año, se creará en el Ministerio de Interior de Marruecos una "Dirección General de asuntos saharianos y fronterizos", al frente de la que estará Fassi. Tras la muerte del rey Mohamed V, el nuevo rey Hassan II asumió la ideología del "Gran Marruecos" en un discurso del 20 de agosto de 1961, para poco después, el 12 de octubre (Día de la Hispanidad) del mismo año, formular reservas sobre los territorios españoles en el Magreb".
(11) Lema de los Reyes de Inglaterra, que parece datar de
la época de Corazón de León.
(12) Peltre, aleación de cinc, estaño y plomo.
(13) Cuzcuz, o cous-cous = sémola cocida al vapor, con
vegetales y cordero, pollo y pescado. Sit = aceite (de argán). Mechoui o meshui
= borrego asado entero sobre carbón vegetal. Djajs = pollos. Albaida, o al-bed
= huevos. Harira = sopa espesa y picante hecha a base de judías. Kebabs =
pinchos de carne. Tajine = estofado, con fuego lento. Sukar = azúcar duro, en
pilón. Ammougars = fiestas en honor de los santones. Haidus = bailes
circulares, un tanto hipnóticos. Mizziana = doce, agua recogida de la lluvia.
(14) Chivani = viejo decrépito pero respetable.
(15) Sebta = Ceuta.
(16) Cuando las razzias de Al Mansur, éste puso cerco a
las murallas de Lugo, donde, obviamente, les cerraron las puertas. Después de
varios días de asedio, el Señor de Castroverde se asomó al adarve y lanzó a los
atacantes un bollo (bolo) y un cordero (año), para que celebrasen su Pascua, la
Grande, la Kevira. No se sabe si por agradecimiento o por convencimiento de que
el asedio iba para largo, la misma leyenda dice que Al Mansur levantó el cerco
y lo trasladó a Compostela, donde Santiago, que no debe ser tan "matamoros"
como le pintan, si les dejó entrar. De esta gesta se dice que deriva el
apellido lucense de los "Bolaño".
(17) Lo de menos fue protegerse con su Guardia Mora; el
colmo de sus paradojas estuvo en designar a Mizzian Capitán General de la VIII
Región Militar, a la que incumbía la guarda y custodia del sepulcro de nuestro
Santiago Matamoros.
(18) Libios es como les llamaban los romanos a todos los
africanos.
Xosé María Gómez Vilabella
-o0o-
Relación (incompleta) de miembros del “Batallón de la Gabardina” (Somatén):
Diego Barber Ortega, Ángel Salve, Gregorio Pozo Crespo,
Miguel Antón Sala, Manuel Calderín Sánchez, Ramón Padrón, Antonio Calderín,
Rafael López, José Santana Henríquez, Manuel Candela, Eloy Candela, Antonio
Mogica, Gaspar de las Heras, Antonio Torres, Luis Díaz, Sabas Arrigote,
Porfirio Rodríguez, José Linares, Julián Diéguez, Antonio Suárez, Pedro Perea,
Miguel Lorenzo, Rómulo Lorenzo, José Luis Vives, Vicente Antonio Barberán,
Francisco González, Mariano Asenjo, José y Tomás Serrano Capdepón, Antonio
Medrano, Pedro Guillén, Guillermo Rodríguez, Manuel Torres, Juan Artiles,
Emilio Rodríguez, Jesús Rodríguez, Francisco José Rodríguez, Luis García, Blas
García, Juan García, Pedro Vinué, Luis Guimerá, Ernesto López, Joaquín Cabrera,
Ramón Pacreu, Antonio Pérez, Matías Silva, Joaquín Bish Medina, Prudencio
Navarro, Manuel López, Jerónimo Sáenz de Tejada, Jerónimo Castaños, Conceso San
Pablo, Luis Acero, Manuel Torres, Cristóbal Suárez Morales, José María Gómez Vilabella, Gaspar de
las Heras Iglesias.
-o0o-
Iso foi onte; hoxe, 2017, Josefina coa nosa asistenta, Shakina, tan amigas
e tan felices, ambas.
Xosé María Gómez Vilabella
-oOo-
Aos 60 anos daquela
guerra o Faro de Vigo publicou esta entrevista
4 domingo, 8
de abril de 2018
Reportaje
Estela
FARO DE VIGO
Sobrevivir a una guerra silenciada
El gallego Xosé María Gómez Vilabella rememora sus
vivencias en el conflicto de Ifni, que enfrentó a España y Marruecos hace 60
años, mientras trabajaba para el Banco Exterior de España
(Periodista: Ana G. LISTE; fotógrafo: Carlos Pardellas)
Una guerra borrada de la memoria colectiva. Un conflicto
que prácticamente solo recuerdan sus supervivientes, y sus familias. Han pasado
60 años, pero las heridas siguen abiertas. El conflicto de Ifni transcurrió
entre noviembre de 1957 y abril de 1958 en un territorio dominado por España en
Marruecos. Una zona que el denominado Ejército de Liberación Marroquí quiso
recuperar a cuchillo y cuyas vicisitudes fueron tapadas en su momento, incluso
por la dictadura franquista.
“En mayo del año 1957, meses antes de que el ataque
principal sucediera, viniendo para Galicia en mi De Soto, llegando a Safí, un
camión con gente del Istiqlal (partido político marroquí), que me conocieron
por el coche, nos acometieron en una recta. ¡Les estorbaba el Banco, no yo!
Tres vueltas de campana, y mi mujer sangrando por ocho o diez heridas debajo de
una de las ruedas; y el niño en la cuneta, más adelante. Pasó un coche de
franceses, que nos recogió… Fue la primera vez que los musulmanes atacaron con
un camión a europeos. Los franciscanos de Safí nos prestaron auxilios de toda
clase; impagables. Al regresar a Ifni, el General Gobernador (de parte del
Pardo) me conminó a que dijese que lo nuestro fuera un accidente y no un
atentado. Así lo hice, hasta después de la muerte de Franco, cuando publiqué mi
primer libro “Cacería de ciclóstomos en Ifni”. Con decir que los ciclóstomos se
pescan pero no se cazan, ya se entiende el espíritu del libro”.
Xosé María Gómez Vilabella (Montecubeiro, Castroverde,
1930) sobrevivió a esta guerra en la que no llegó a combatir pero que, como se
desprende de su relato, le afectó desde antes de que estallase. Tenía 27 años y
llevaba cuatro en el Banco Exterior de España, el único abierto en la plaza
según cuenta, y que además de sus funciones propias se ocupaba de los servicios
de la Tesorería del África Occidental Española.
El territorio de Ifni está a unos 300 kilómetros de la
isla de Lanzarote, en la costa de Marruecos. Fue cedido a España por el rey
marroquí por el Tratado de Tetuán, en 1860, y formó parte de las provincias
españolas hasta 1969. “Fue una guerra silenciada desde el primer momento.
Cuando en Madrid supieron por la Pirenaica (la radio clandestina) lo que pasaba
en Ifni, ¡otro 2 de mayo!, la gente se fue al Pardo con intención de apedrear a
la escolta, pero Franco, los mandó de inmediato a Barajas, ¡y de allí para
Marruecos!”, rememora Gómez Vilabella.
El lugués se marchó de Castroverde con 18 años para hacer
la mili en Madrid, en el Ministerio del Ejército, para poder estudiar. “Me
destinaron de mecanógrafo para el Consejo Supremo de Justicia Militar y allí
tuvo ocasión de conocer importantes secretos de Estado”, explica.
“Destinado en Madrid, en la central del Banco, supe que
había en Ifni una plaza de Oficial Primero. Había compañeros con mejor
puntuación, pero se dio la casualidad de que se declaró en Ifni una epidemia de
peste bubónica, y yo fui el único que se atrevió a ir allí en esas
circunstancias, lo que me supuso un salto en el escalafón de 18 años”, cuenta.
Allí, en Ifni, aguantó toda la guerra hasta que en 1962,
cuando fue destinado unos meses en el Aaiún, se enteró de que había una vacante
de Apoderado en Gijón y volvió a España, descendiendo voluntariamente de categoría.
“Estudié sin parar y cuando me vine para A Coruña acabé el Profesorado
Mercantil y pasé a la UNED, en la que estuve hasta los 60”, dice. Gómez
Vilabella le pone mucha retranca a lo que vivió, porque más importante que las
marcas físicas que le dejó, lo son las emocionales.
Gómez Vilabella: “España no vale para colonizar, ¡ni en América
ni en África”. Las víctimas en el Bando español ascendieron a 205 muertos y 166
desaparecidos.
“España no vale, nunca valió, para colonizar. ¡Ni en
América ni en África!”, asegura Xosé María Gómez Vilabella. “Colonizar es, ante
todo, sincronizar, comprender a los nativos, compartir con ellos. La colonización
de América concluyó en Sevilla, en la Torre del Oro; y la de África, vaciando
los sótanos del Banco de España”, añade.
Esto es lo que el gallego no olvida de aquellos años en
Ifni. Una tierra de la que se marchó pese a que le supuso bajar de escalafón en
su trabajo. Además de diversos artículos, Gómez Vilabella ha publicado varios
libros con esta temática. “Cacería de ciclóstomos en Ifni”, “Operación cuñada”,
“Ifnada”, y “A guerra de Ifni”.
“Los chanchullos y los errores de España en sus
posesiones de África no caben en los libros: ¡darían para una carrera”, asevera.
Él se ha dedicado a contar en sus libros lo que nunca se hizo público desde el
Estado, ni siquiera desde que se instauró la democracia.
No se manejan unas cifras oficiales de bajas en el
conflicto de Ifni, pero en una exposición reciente en Barcelona, en el Museu de
les Cultures del Món, se habla de 205 muertos y 166 desaparecidos del bando español,
y de 519 y 296, respectivamente, en al marroquí.
“Creo que en mis libros hay una buena dosis de ironía,
pues aquellos muertos (y desaparecidos, que realmente fueron muertos no
localizados), merecen un respeto que no se les dio. Las cosas dramáticas se
entienden mejor si las adobamos con vinagre”, sostiene Gómez Vilabella.
-oOoXosé María Gómez Vilabella
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