CONFERENCIAS
Xosé María Gómez Vilabella
Esta foto é da primeira vez que falei en público. Ano 1948.
Foto tirada do libro “Escolantes e escolas de ferrado”,
de Narciso de Miguel Fernández.
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Nesta charla saíu o tema dos
topónimos locais, e eu tiven a oportunidade de expoñer as repercusión do Camiño
antigo de Santiago (San Miguel do Camiño, etc.), ruta que estaba esquecida e deixara de utilizarse. Despois diso
tamén coincidiu que os ástures se lembraron do seu Alfonso II, e así prodigáronse
as actuacións neste tema e neste itinerario.
Xosé María Gómez Vilabella
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5
de Mayo 1993
Presentación
del número 6 de la revista
Rúa
Alta.
Damas y caballeros, doncellas y paladines dellas:
Heme aquí, cabe de Vuesas Mercedes, con licencia de esta
Obra Social de la Caja, de la nuestra, de Galicia por más señas, para
presentaros su Benjamina, la sexta Rúa Alta, y de paso, hacerle las “chufas” correspondientes, tal y
como es uso y costumbre en las Presentaciones Literarias. Lo malo del caso es
que aquí soy juez y también algo de parte tuve en la susodicha creatura pues
algún gen literario, de los míos, acaso tenga, aquí por dentro, en alguna
página de éstas. ¡Qué le vamos hacer, pues en este crepúsculo occidental donde
todo es lujuriosamente verde, más verde de lo que a primera vista parece, sólo
son puras las puestas de sol…, además de las doncellas, por supuesto!
Que es una revista bien carrozada se le nota en la
portada. Y puesto que “carrozas”, por nuestra edad, nos llaman los jóvenes, en
las otras rúas, en las bajas o vinateras de nuestra herculina, alguno de ellos,
que no todos, por supuesto, no faltando tampoco quien afirme, en ciertos foros,
que de los sesenta para arriba nos compre, ¡el que nos entienda!, con todo esto
sabido y cierto, tratándose de una revista hecha a lo moderno, ¡que a su texto
jovial me remito, cual veredes por su lectura!, pero redactada aparentemente
por “carrozas”, dicho sea en palabras moceriles, que no ciertas, ya que tan
mozos nos sentimos los de este Club Jubiloso de la Caja, ¡que ni a los veinte!,
este servidor de la palabra escrita, y algo menos de la oral, pues que soy
tartaja bien notáis, pediros quisiera, a la Presidencia y al Respetable, que me
deis licencia para platicar en el lenguaje que nos atribuyen los quinceañeros a
estos de la Tercera, o sea, en el idioma arcaico, que también “carroza”
denominan ellos, con evidente desacierto, mientras eses arrapiezos imberbes,
por su parte, todo lo hacen en “cheli”, hoy de moda, y espero que por poco pues
encima tienen ya la madurez, que presto les viene, cual a todos acaece, ya que
el tiempo moceril pasa con velocidad de vértigo.
Mas no os escandalicéis dello ya que, por supuesto, la
Revista está en el idioma correcto, o sea, en el actual académico, que carroza
sólo es la portada y no el texto, ya que por aquí dentro se habla, ¡y no se
fabla!, unas veces en castellano austero, y las otras en nuestro gallego mimoso
y zalamero, para más erudición, pues entiendo yo, a fuer de sincero, que cuando
habla el corazón todos los idiomas de la cultura tienen altura, incluso el
“cheli” de alguno de estos nietos que están a la moda, en la onda; ¡qué digo a
la moda, al loro más bien!
¿Y por qué este antojo de fablarles en “carroza”, aquí y
ahora, a Vuesas Mercedes, siendo ansí que ya no se llevan los retruécanos?
Pues, lisa y llanamente, para demostrarles a los chicos, a esos que están al
loro, lo errados que andan con respecto a nosotros, que somos los otros, los
otros mozos, los mozos curtidos, los de la Edad Tercera, pues si carrozas en
verdad fuésemos, en “carroza” les hablaríamos, diariamente. ¿Y cómo era el
“carroza”, si saberse puede? ¡Ah, ahora veredes lo bueno, lo romántico que era
aquello, con su construcción gongorina, rebuscada y sonora, musical por cierto,
y bien lejos estaban aquellas fablas de las estridencias modernas! Hagamos una
simple comparación con la jerga de los nietos:
“Joba, tío, qué pelma; qué sa creío el cheli; habrase
visto el rollo que larga, con lo que mola tirar petardos de izquierda y por la
breve; total, ¿para qué?; ¡para una simple presentación del rollo este, una
revista de troncos viejos! ¡Vaya muermo, y la jeta que le echan! Aquí les
tenéis, liando a la vasca con su romanticismo de chotas; y largando chorradas…,
a doscientas pelas! ¡Pues, de eso, naray, que mi abuelo las suelta en casa…, y
de balde; encima, y de propina, me larga una pasta si le aguanto el rollo con
la trágala abierta, pues el tío carroza se cree que me chupo el cuento…, y lo
que pasa es que bostezo, de aburrimiento”.
¡Habéis notado la diferencia expresiva, la guasa que
tiene un relevo generacional, uno cualquiera? En vista dello, en reciprocidad,
me paso yo al “carroza”, ¡por rebeldía frente al cheli de los “nenes”, pues
prefiero, jerga por jerga, el barroquismo de los ancestros, por trasnochado que
fuere!
Con licencia, pues, de esta Obra Social, y de la vuestra,
iré presto al…, ¡al tema!, que así habla mi nieto cuando ignora, de la música,
la letra; y dicho esto, como lo breve, aunque sea malo, digerible es,
escúchenme atentas Vuesas Mercedes, si ello les place y divierte, que no
importa el cómo sino lo que, pues que de lo grande y bueno trataré, que a la
vista está. Con todo comedimiento quisiera fablaros, que en la Caja estamos, y
aquí tienen a gala no admitir más ruindades y pequeñeces que las del ahorro modesto,
que esto, por propia naturaleza, ni es ruin ni es pequeño ya que de la virtud y
de la austeridad nuestras pesetas vienen, y arrejuntadas en las Libretas,
Patria hacen, ¡que es lo bueno!
Grato se me hace presentaros esta doncella…, ¿la
veis?..., (Mostrar la revista), que seis años flamantes cumple hogaño, ¡seis!,
toda feliz y risueña de teneros aquí presentes, en su fiesta. Tan aprovechados
los tiene, que confirmación en “extraordinario” la dimos, ahí en el Club de los
jubilados jubilosos, que en
Rúa Alta lo somos, todos, sin excepción; y de largo la
pusimos, con mantillas bordadas primorosamente por mujeres hacendosas e
ilustradas; en lo social, ¡también en lo social!, modelos; bien conocidas
vuestras, y no digo en alto sus nombres para no ruborizar su modestia evidente,
aunque por cierto ya tenéis que la una, María Dolores es, y la otra de Ana
tiene el nombre; todo primor en ellas, pues! Con sus bendiciones solemnes
ungieron a la princesa, ¡nada menos que con óleos jacobeos!, y la rizaron los
rizos de sus letras con galanura impresa. ¡Aquí la tenéis, hecha un sol…, pues
de soles viene, que así reluce ella!
Nació la Revista en un feliz parto de imprenta, el pasado
veintitrés, ¡que Día del Manco Glorioso fue! Tan glorioso, que si llega a
escribir a dos manos, poca temática nos hubiese dejado sin hacer el susodicho
Ingenioso Hidalgo.
Nació, como digo, cual nacen las princesas, en alta cuna,
y tan noble es de alcurnia que incluso su calle materna por Alta Rúa la tienen
cuantos moran o nacieron en esta Coruña palaciega, do cada vecino, uno a uno y
todos juntos en hilera, fijos de algo somos, y aún diría que de mucho, y por
tanto, caballeros. Tan delicada es la cosa, tan pulcra y tan bella, en la letra
de sus hechores y en los dibujos señeros del infatigable Trillo, ¡que no sólo
en dibujo es genial pues también redacta de lo lindo, con pinceladas profundas
de gramática perfecta!, que la orlan o encajan a lo Camariñas, página a página,
por doquier, y tan elevada de virtudes, tan candorosa resultó, ¡que ni blanca
azucena!, lo que ya desconcierta en este mundo de los engendros maléficos, asaz
de zafio y porno. Por todo ello, pretender su lectura, tan amena como dicho
queda, y compartir con los autores tales esencias, gran lujo es, de sibaritas
placenteros; ¡no lo dudéis, que os lo jura el pregonero!
Mirad que os estoy hablando de una revista engendrada en
la madurez, con la madurez, cual vino añejo de cava real, de esos que deleitan paladares
exquisitos en el banquete de las musas exigentes; de esos que liban los dioses,
a pequeños sorbos, en las copas de nácar y oro do escancian el néctar y la
ambrosía. Mas a fuer de sincero, y por contrapunto, os diré al punto que tiene,
también, su grano de acidez, el mío, que se lo puse adrede en vista de lo
dulzonas y perfectas que resultaban las otras colaboraciones. ¿No es cierto que
las novias deben llevar, de eso, de contrapunto, un algo, una liga, por
ejemplo, que les recuerde lo viejo, lo malo y lo negro? ¡Pues esa fue mi
inocente travesura, aquí, en esta obra, de suyo tan pura!
Como luego veredes, y abundo en el tema, Rúa Alta es el
fruto sereno y maduro de una erótica serena y madura, creativa y fecunda, mas
no por ello desapasionada, pues lo platónico, ¡cuán verdad es!, también
engendra, y no siempre con placer para el autor pues el dolor es sentimiento
noble, ¡el más noble y puro!, que así son los engendros íntimos, sublimes y
apasionados, del pensamiento creativo. Si tal no parece, decidme: ¿Quién, cómo
y dónde, se engendra la poesía? ¿Acaso hay violación, violencia, o materialismo
bestial, en el tálamo etéreo de las rimas?
Aquí, en las nupcias genéticas de nuestra Revista, el
erotismo estuvo en la tinta, raudales de tinta, que fluyeron y casaron, medio
en prosa medio en rima, pero siempre con recato, llevando al papel las gónadas
creativas, espirituales y puras, de treinta cerebro maduros, dispuestos a dar,
en herencia intelectual y gratuita, lo mejor de sus mentes, lo más profundo de su
sensibilidad anímica, en esa cópula de los espíritus comunicativos, a la que
nuestros jóvenes lectores llamarían, lisa y llanamente, rollo macabeo, o como
mucho, literatura, pero nosotros, los susodichos “carrozas”, en alumbramientos
tales, vamos más allá, y tan generosos somos que no nos duelen prendas, ni
siquiera verbales, así que en tales momentos creativos, cumbre, ponemos en su
sitio la adjetivación de las cosas, para decir, con propiedad, la frase precisa
y justa, eso de, creación, o más bien, creatura, literaria. De todo ello,
habido el parto, satisfechos quedamos, y estamos; realizados, que dicen los
universitarios, pues si algo aprendimos en nuestras ya largas vidas, que Dios
guarde muchos años para el bien de la Patria, o de las filias, que también
vale, es la gran verdad, la inmutable verdad, de que, generación tras
generación, de nosotros quedará, únicamente, el sabor de las cosas bien hechas
y bien sabidas.
De buen casar está la moza, como veis, y tiene de hada
madrina a la Caja de Galicia, que gran tutora es. Os juro por…, vaya, por mi
señora la sin par Dulcinea del Toboso, cuya fiesta fue, con la de Cervantes, el
pasado veintitrés, ¡y esto, a fe mía, mucho jurar es!, que la dote de la
Revista fue rumbosa. Gracias a ella, a la Caja, que subvenciona, tan sólo
pagareis las doscientas del ala, que así habla mi nieto, pues eso, en estos
mundos, cuatro chavos son. Ora bien, si nos ayudáis a presentarla en esta
sociedad coruñesa, si la propagáis cual creemos se merece, -que otros obsequios
ansí de lúdicos haréis por doquier, según es uso y costumbre, pero de más
menguado valer-, otros sibaritas, cual vos lo sois, disfrutarán del placer de
coñecella, y aún de tocalla si se tercia, con tacto y con suavidad por
supuesto, cual lector amante y respetuoso della, que con esto, y bien barato es
el precio de aqueste placer, buena obra al amigo haréis. Desta guisa, a fuer de
seleccionar lo fino, quedarán en los quioscos, ¡para otros!, los rastrojos
aveneros que mejor se acomoden al asno de nuestro Panza don Sancho, ese vecino
tripero. Estas pláticas que aquí os brindamos, editadas con tanto primor y
esmero, pláticas son de fijosdalgo y de marquesas, y como tales, para
sobremesas exquisitas y reposadas, cual goce de nobles comensales, puesto que
para nosotros lo sois, pues de no serlo, tal Revista no ofreciésemos.
Con lo dicho y lo expuesto, bastante es, aunque la moza
lo vale, según dicho queda; pero también placerá al lector ingenioso el
descubrimiento íntimo y gozoso de la obra, así que, dejémosle leer, en sosiego,
y que con ella mate sus penas, si es que las tiene, juzgándola según su
caletre.
Una advertencia final, y no más, para no aburrir a Vuesas
Mercedes con esta prosa mía, tan poco poética, que en la Revista hallareis de
la otra, más variada y placentera:
No hubo que desechar en el Consejo de Redacción, o por lo
menos eso me dijeron, ni artículos raudos, ni versos forzados; tampoco
pensamientos de tres al cuarto, que ninguno de los colaboradores aportó cosa alguna
menguada, que desmereciese de la altura pretendida.
Un año tuvimos, y tuvieron, desde el número Cinco, para
la meditación transcendente, reposada y exigente; en este tiempo, quien más
quien menos, meditó, añoró, seleccionó y rimó, palabras bellas, expresivas,
cordiales y sinceras: ¡las que aquí tenéis! Con este decantar, tranquilo y
sereno, cual corresponde a nuestro júbilo de jubilados, decidme, ¿cabrían en
estas aportaciones, tan sentidas y tan propias, ideas periclitadas o
torticeras, monstruos de la mente o pesadillas y quimeras, de esas que tanto
proliferan, mundo adelante, afuera del templo, sacro y fraterno, de nuestro
Club selecto? ¡No, claro que no, que a las pruebas me remito; ansi que,
pruébenla ya, y que aproveche!
Todos los colaboradores della aportaron sus trabajos y
sus vivencias con la seriedad de quien aconseja y hace testamento a los hijos;
y por los hijos a los nietos. Si en ella hay errores, gramaticales serán, ca no
de los otros, pues no puede errar quien madura, en su madurez, los conceptos.
Como ya es demasía lo dicho de la Revista, y notad que
dije “demasía” y no “demasié”, volvamos a las carrozas, que ese vehículo
traemos desde el principio, y hasta aquí llegó mi prosa, barroca y prosaica.
Carrozas quisiera tener el mocerío cuando ellos nos tengan allende los años, y
les falte nuestro consejo sincero; cuando, en sus soledades huérfanas y hueras,
recuerden el amor generoso, paciente y sufrido, de aquel abuelo que le dejó la
llave al nieto…, para que entrase en la casa patricia, a hurtadillas, vuelto en
la madrugada, después de una noche pecadenta, con las estrellas arriba y en la
mano un vasete, agotada la litrona, silente el “rollo” y fétido el aliento. Carrozas
quisiera tener a su lado en tales momentos, siquiera fuese para recibir un
durete, aquel mocetón que busque trabajo en vano mientras adivina la hora en su
reloj de pulsera, también parado…, ¡por fala de pelas para comprarse una pila
remera!
En definitiva, tened por cierto que son los jóvenes,
algunos, por supuesto, eses potenciales viejos, que detrás y empujando vienen,
esos que harán la Rúa Alta en el siglo que viene; son precisamente los que
ahora motean de carroza al abuelo, tan miopes, tanto, ¡y lo lamento!, que de andarse
por las nieblas, en sus antros cavernícolas, ¡que no cavernas, pues ni arte
rupestre tienen!, ellos son realmente los carrozas, vueltos atrás en el tiempo.
Acaso ignoran, hoy, ¡y tarde será cuando lo entiendan!, que el viejo aprendió,
siempre, del ancestro, y además tuvo, y tuvimos, en todo tiempo, nuestras
propias vivencias, incluso Cartilla der Racionamiento, ¡por poco racional que
aquello fuere! No contentos con un historial tan completo, ahora seguimos
aprendiendo, por lo menos, los tacos del nieto, del “joba” para arriba, así que
esto, todo esto junto, ¡mucha sapiencia es, voto al Cielo!
Leednos, pues, jóvenes y viejos, señoras y caballeros; y
si no os gusta lo leído, encomendaos a lo divino, pues tentación del diablo
será si no halláis placer en aquesta lectura, tan honrada y sentida, que más
caballeresca no la hubo…, ¡desde los tiempos del Amadís Gaulesco!
Perdonadle las faltas al pregonero, pues corto de dicción
es; y dadle albricias a la Caja, que así nos honra y protege, aquí, cabe del
mar breoganí, en esta ciudad playera y culta, magna en cristal y en galanura,
una Marineda alegre y única, espejo y blasón de nuestra tierra galaica, tan
maravillosa ella, y desde la que, acaso pronto, nos iremos al Cielo, para
reunirnos con nuestros viejos…, ¡sin salirnos del Cielo, de este Cielo que es
Coruña, nuestra noble Coruña, Herculina y Bella, mortaja de los dioses
inmortales; inmorrente, pués!
Quedo atento y seguro servidor de Vuesas Mercedes, este
que lo es,
Xosé María
Pasa a
CONFERENCIAS
-II-
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